El choque cultural en el ámbito doméstico

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¿Sabéis esas pelis en las que descubren algo por accidente o espían a través de los conductos de la calefacción? Pues es mentira. Aquí tenemos esos conductos. Son unas rejillas en el suelo más o menos camufladas. El de las habitaciones, por ejemplo, tiene el mismo tono que la madera. La madera del suelo, por cierto, es preciosa. Y es madera. Pero divago. Si estoy en el baño de arriba oigo a ND hablando por teléfono en el sótano, o reconozco la canción que tiene de fondo mientras trabaja, pero no se distingue lo que dicen. Lo que os quería decir es que sí, a través de esos conductos se oye lo que pasa en otras zonas de la casa. Pero se oye con sordina y distorsión.

También tenemos doble puerta a la entrada. Y es una chufa. Cuando entras cargado, la primera puerta, que tiene uno de esos sistemas hidráulicos de auto cierre, se engancha con el carro de la compra, o te da en el culo mientras intentas abrir la otra. La mayoría de las veces te quedas atascado muy ridículamente entre ambas. Además, ¿para qué sirve esa puerta? Debo de haber estado muy ocupada lamiéndome las heridas que me dejó la dichosa puerta porque llevo un mes aquí y hasta ahora, contándooslo, no me lo había preguntado.

Otra posible fuente de accidentes domésticos es la ducha. Seguramente viniera mal acostumbrada por el termostático de Madrid pero todavía no he conseguido hacer migas con la ducha de aquí. O más bien parece que ella no quiere hacer migas conmigo porque  soy la única de la familia que tiene problemas. Los demás fijan una posición en el mando y el agua les sale perfecta. Yo estoy haciendo unas duchas de contrastes que ni en los mejores spas, oye.

A la secadora, sin embargo, me he acostumbrado rápidamente. A pesar de su aspecto intimidante, es enorme, como la lavadora, y su ubicación en un cuarto de la colada que haría volverse los ojos de Hillary Love it or list it, me he vuelto su fan número uno. No es solo que la ropa salga seca es que además sale sin arrugas y muy esponjosa. ¿Os acordáis de aquellos anuncios de Mimosín en que el osito caía sobre un mullido montón de toallas que lo arropaban gustosamente? Pues mis toallas son esas toallas.

Siguiendo con el lado marujo del choque cultural no os ocultaré que me he llevado una gran decepción. Hace unos años leí El fantasma de los Canterville. En ella, los americanos habitantes del castillo quitan sin problemas una mancha de sangre no solo rebelde sino del más allá. Con estos antecedentes yo me esperaba productos milagrosos llenando los lineales del supermercado. Y no. Aparte de un limpiador de moho que encontró ND en Amazon y que realmente es prodigioso, lo que se encuentra de manera habitual es normalito. Quién me iba a decir que iba a echar de menos al KH7 casi tanto como al jamón.

Lamentablemente no os puedo contar mucho más porque el asunto de movilizarse está resultando más complicado de lo que parecía. Yo estoy a la espera de un papel del consulado para poder empezar con el trámite pero ND, que aprobó el teórico hace casi un mes, ha tenido verdaderos problemas para conseguir cita para el examen práctico. Y aunque estamos en zona de transporte público, la verdad es que es bastante caro, así que, por ahora, tocan crónicas domésticas.

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