Bueno, pues aquí sigo de momento. Intentando ganarme el pan en la nueva empresa. El pasar de un departamento de una decena de personas a una empresa de más de cuarenta mil tiene ciertas implicaciones. Ya os conté como me sentía como Paco Martínez Soria entre newsletters, partes de trabajo, números para imprimir y demás zarandajas.
Pero una de las cosas, que yo diría buenas, es que te hace tener que dar respuesta si quieres ganarte el pan. Y eso hace que desde que estoy allí haya tenido que participar en una oferta en Oriente Medio, bueno, en dos. Éstas en inglés; haya tenido que presentar nuestro departamento a unos compañeros de Rusia, también en inglés; haya hecho una oferta para Brasil, en español, pero leyendo los documentos en portugués; y ahora esté haciendo una oferta en español a partir de unos pliegos en francés para un trabajo en Canadá. El por qué unos canadienses prefieren que les demos los documentos en español en vez de en inglés daría para hablar largo y tendido, pero no voy a eso. También podría hablar de los documentos en rumano que he tenido que mirar, aunque ahí he de reconocer que me he enterado de bastante menos.
Y eso me gusta. Me gusta ver que sin haber dado en mi vida una clase de francés o de porugués soy perfectamente capaz de entender lo que me piden. Eso viene, está claro, por que la parte técnica utiliza terminología similar. También porque además de la terminología, los ingenieros tenemos una manera cuadriculada de trabajar por lo que la estructura de los documentos, de las memorias técnicas, es similar. Y también hay algo más que tiene que ver con la experiencia personal que se adquiere. Conozco a mucha gente a la que le parece increíble la facilidad que tengo para redactar documentos, estructurarlos y, en definitiva, contar una historia. Una historia que no tiene por qué ser entretenida, pero sí coherente, con su planteamiento, nudo y desenlace. Bueno, sí, también tiene que ver con que el francés y el portugués son parecidos al español... claro. Ya me pueden dar un documento en chino que por muy estructurado que esté...
Ser consciente de que se me da bien contar esas historias es algo que tenía más o menos claro. Y que es algo que se aprende y perfecciona con la experiencia también lo sé. Además me gusta pensar que es algo que puedo enseñar. Creo que hay gente en el circo que ha aprendido a redactar documentos o que ha mejorado en ello gracias a mí. Y eso me hace un poco feliz. Tampoco sé muy bien por qué, la verdad. Tampoco es que sea un superpoder ni nada parecido.
También me gusta eso de cruzarte correos con gente de medio mundo. Es cierto que también tiene su lado malo como las diferencias horarias o las distintas normativas o los plazos infernales o el pedir la luna pagando casi nada... pero en general me gusta esto de toquetear por aquí y por allá. Al menos de momento.
Para remate del tomate me han llamado de un proceso de selección en el que me estuvieron haciendo cienes de entrevistas (psicotécnicos incluidos) y que quedó en nada y ahora se ha reactivado. He dicho que sí. Creía que todo se limitaba a una llamada telefónica con unos holandeses, pero no. Quieren que vaya a Utrech a entrevistarme con ellos, aunque eso lo dejo para otro post porque últimamente mis ideas escasean. Será que las gasto todas en el trabajo...