
Si yo fuera de cumplir lo que me propongo lo que debería proponerme para 2012 es acabar, siete años después, de rematar la casa.
Cuando compramos el piso hicimos reforma, miramos en revistas, cambiamos un montón de cosas y nos esmeramos en elegir cada detalle con cuidado. También alguien hizo un pasaplatos inopinadamente pero eso es otra historia. Cuando nos cansamos y la pasta se agotó, paramos y nos dijimos, ‘esto ya lo iremos haciendo poco a poco’. ¡JA!
Yo pensaba que esto a mí no me pasaría. Recuerdo ir al casoplón de mis abuelos y pensar cómo era posible tener esa pedazo de casa en esas condiciones lamentables: sillas donde uno no se podía sentar, lámparas que no funcionaban, grietas en la pintura, cortinas viejísimas…
Y también en cómo me meto con mi madre porque a ellos también les está empezando a pasar: el armario de la entrada con la puerta rota desde hace siglos, el frente del lavaplatos que está feísimo de viejo y alguna otra cosa que ahora no recuerdo.
Y resulta que a mí también me pasa. Tenemos la casa prácticamente como se quedó tras la obra. Bueno, no, hemos puesto las habitaciones de los niños. Aparte de eso ahí siguen los tiradores que iba a cambiar en las puertas de los armarios que mantuvimos siguen siendo los del año 73.
Nuestro baño es precioso y, cuando lo hicimos. Tenemos una encimera gris antracita con dos lavabos sobre encimera. Debajo íbamos a poner un mueble y ¿dónde está ese mueble? Pues en ningún sitio. Seguimos teniendo una cajonera de plástico horrorosa de por sí y que además ahí queda fatal. MUY CUTRE. Pero nosotros lo somos más. ¿Alguien conoce algún carpintero apañao?
Peor todavía es que no hemos puesto una lámpara en un recoveco del pasillo. Ahí sigue lo que dejaron los de la obra, una bombilla con casquillo y dos cables enganchados ¡con cinta aislante! a la instalación de casa.
Mi madre nos hizo unas cortinas a juego con la cuna de C (cuando solo estaba C). Hasta se curró hacerle un bordado igual al dibujo de la cuna. Cinco años y otro niño después ¡no hemos puesto las cortinas! Igual que el cuadro para el cabecero de nuestra cama que tenemos enrollado en algún sitio pendiente de enmarcar. Qué desastre.
Lo peor es que te acostumbras a vivir así. Se te olvida. La cajonera de plástico hace su servicio, podemos abrir los armarios, el pasillo tiene luz, cuando no queremos que nos vean los vecinos bajamos la persiana y el cuadro realmente es superfluo. Así que sobrevivimos y se nos olvida.
Es más, se nos olvida hasta que lo tenemos pendiente. Antes de vez en cuando salía con la idea de buscar una barra para las cortinas, buscaba muebles de baño... Ahora ya ni eso.
Pero cuando me paro y lo miro pienso en lo trastos que somos. Y en lo incapaz que seré nunca de tener una casa preciosa. Y en cómo se repite la historia y que no hay nada nuevo bajo el sol.