La cuarentena cuatro meses después

Foto de Priscilla Du Preez en Unsplash

  Ya os contó ND cómo fue su cuarentena. Se nota que han pasado cuatro meses porque alguna cosa ha mejorado. También se nota que él fue de avanzadilla y su experiencia nos ha ayudado. No solo eso, sino que nosotros llegamos a una casa en marcha.

Por ejemplo, como ND me había avisado, antes de salir me registré en la web de la empresa que hace las PCR y a través de la cual te dan los resultados. Eso nos ahorró una cola en el aeropuerto cuando ya estábamos muy cansados del viaje y de la larguísima cola previa en inmigración (de esa no te salva nada más que la suerte, me temo).

Llegados a este punto os advierto de que si aterrizáis por aquí con intención de mudaros y la cantidad de equipaje que eso supone (en nuestro caso seis maletas, tres mochilas, un bolso y una cámara de fotos), preveáis dejaros las manos libres para maniobrar y sujetar distintas cosas adicionales en las distintas metas volantes del periplo aeroportuario: pasaportes, papeles (de inmigración, sanitarios, reservas de hotel...), cajitas para la muestra de la PCR, todo lo anterior a la vez,... Yo lamenté no haberme implantado un gancho en la oreja o algo así.

Otra cosa por la que no hemos tenido que pasar es la estancia de tres días en el hotel. Es decir, sí tuvimos que reservarlo por tres días y pasar la primera noche allí. Pero ahora puedes dejar el hotel e irte al lugar donde vas a pasar el resto de la cuarentena en cuanto recibes el resultado negativo de la PCR que te hacen en el aeropuerto. En nuestro caso, menos de 24 horas. Eso sí, la tarifa la pagas completa, tres días, porque no es reembolsable. Tarifa que, como ya os contó ND es más cara que la habitual del hotel (el conductor del Uber que nos trajo a casa al salir flipó cuando la supo).

Así que hemos pasado la mayor parte de la cuarentena en casa. Como os decía, ND nos tenía todo preparado. Bueno, todo todo no. Cena para el sábado no tenía (nos esperaba el lunes, claro). Así que cuando llegamos se había ido a por ella. Cosa que no sabíamos porque fuera del hotel no teníamos datos. Así que nos quedamos en la puerta esperando en plan Pedro Picapiedra al grito de 'Wilmaaaaa'. Y es que, a pesar de que por el camino les vine explicando a los niños que aquí la gente no pone vallas en los jardines y posiblemente no cierre las puertas porque es muy seguro, no se me ocurrió probar a abrir la nuestra. Que, sí, ND había dejado abierta por si llegábamos en su ausencia. Lo de la torpeza no se me ha pasado al cruzar el charco, no.

En estos catorce días me he sentido un poco en el limbo. Aunque muy contenta por estar los cuatro de nuevo bajo el mismo techo (juntos es mucho decir con adolescentes en casa) la sensación es que no estoy ni aquí ni allí. Que todavía no he llegado.

Y tampoco hemos hecho gran cosa, claro. ND nos tenía la casa perfectamente preparada para instalarnos. Él se ha comido las semanas sin sofá, ha montado los muebles, ha ido comprando los básicos (y otros no tan básicos pero necesarios) para vivir, ha hecho la compra... Lo de los muebles me tiene maravillada. Todavía no me explico cómo ha sido capaz de montar el canapé de la cama de matrimonio o el escritorio de J, que en Madrid lo tenemos igual y entre los dos nos costó. 

En particular yo me he dedicado a comprar una nueva amasadora (lo primero es lo primero), ordenar un poco (cuando digo ordenar debería decir calmar mis TOCs, porque desordenado tampoco estaba, seamos justos), poner cortinas en nuestro dormitorio para que no venga la policía montada a detenerme por exhibicionismo, entender los electrodomésticos de la casa (he abrazado el secadorismo, quién me lo iba a decir), estudiar el código de circulación canadiense, empezar los trámites para la escolarización de los niños...

Pero si no tienes mi suerte y durante la cuarentena no encuentras pasatiempos, el día 8 el gobierno canadiense te regala uno. La PCR en casa. Básicamente se trata de que te tomes la muestra, la metas en un sobre y pongas el sobre en la puerta para que se la lleven a analizar (de los paquetes en las puertas hablamos otro día también). La toma de la muestra y el empaquetado lo supervisa una enfermera por videoconferencia. Nos había advertido ND de que había que ponerse a una cola virtual y que era muy pesado. Pero hete aquí que dos días antes recibo un correo citándonos a una hora para la videoconferencia. Así que se lo comenté con alborozo 'oye, que también han cambiado esto y ahora es con cita' mientras él me miraba con escepticismo. Lamento deciros que el escepticismo ganó al alborozo y nos pasamos casi cuatro horas ¡cuatro! en la dichosa cola virtual hasta que nos atendió la enfermera. Como entretenimiento para sobrevivir a la cuarentena lo veo flojo, no os voy a engañar.

Quiero aprovechar ahora para hacer un inciso y preguntar a los sanitarios españoles por qué coño para las PCR allí meten el hisopo más o menos hasta el lóbulo frontal. En las dos que nos han hecho aquí lo meten un centímetro y medio y parece que vale igual. Para el paciente la diferencia es notable (no sabéis la cara del pobre J al salir de su primera PCR, entre 'pero ¿esto qué es?' y 'mamá, esto no me lo esperaba de ti').

Volviendo a la cuarentena, cada día a las once de la mañana llega un recordatorio, por correo electrónico y notificación en la app, para que completes un cuestionario de síntomas. Y el mismo día de la prueba en casa vino un hombre del servicio de salud a comprobar que estábamos en casa y cómo hacíamos la cuarentena. Esto de concentrar todos los entretenimientos el mismo día deberían mejorarlo creo yo.

En fin, así, entre compras online, hacer migas con la secadora y cubrir mi pudibundez a base de cortinas han ido pasando los días. Ayer fue el decimocuarto y último. Parece que no importa a qué hora aterrices, ese día cuenta como día 1 de cuarentena. No seré yo, que aterricé a las ocho de la tarde, quien se queje.

Hoy soy libre y no sé muy bien qué hacer con tanta libertad. Voy a empezar por acercarme al lago y lo que surja. Me siento un poco como María cuando se prepara para el baile en el gimnasio en West Side Story. Hoy es mi primer día como chica señora norteamericana (¿os acordáis?).

La foto es de aquí

Así que perdonadme que lo deje aquí por hoy, que me voy a explorar. Seguiremos informando.

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