
Fue periodista y con este trabajo le fue mejor. Era incapaz de organizarse para realizar grandes proyectos, pero su ingenio y su fogosidad le servían perfectamente para escribir columnas en periódicos y podría haberse ganado la vida con ello, pero se dispersaba. De hecho, más de ciento cincuenta artículos se los escribió su mejor amigo que se llamaba Federico.
Su gran obsesión era ser respetado por el mundo académico, pero eso nunca lo consiguió. Fue doctor en filosofía y mostró especial predilección por la filosofía hegeliana debido a que casaba muy bien con sus ideas apocalípticas.
Un motor muy importante en su vida fue su odio a los prestamistas judíos y, en general, a los burgueses. Toda su vida estuvo debiendo dinero. No fue capaz de ahorrar ni de adecuar sus gastos a sus ingresos. Su aversión a los prestamistas fue el gran impulso de su obra. Dilapidó la asignación que le envió su padre y cuando se murió dilapidó la herencia. Siguió sableando a su madre hasta que esta decidió romper relaciones con él. Se fundió la dote de su esposa, aunque de manera intermitente conseguía recuperar algún artículo de la casa de empeño. Sableó a su amigo Federico hasta que éste se murió y aún así seguía debiendo dinero a muchísima gente.
Durante toda su vida tuvo muy poco trato con los trabajadores. Nunca visitó una fábrica a pesar de que podría haberlo hecho dado que su tío fue el fundador de Philips y la familia de su amigo Federico tenía fábricas textiles. Sus relaciones con los trabajadores fueron problemáticas porque ellos no querían aceptar los planes de acción y las consignas revolucionarias de Carlos. Según él la cabeza de la emancipación debía ser la filosofía y su corazón debería ser el proletariado. Tenía propensión a la ira y, aunque no era alcohólico, le gustaba mucho beber y emborracharse. Tuvo que enfrentarse en duelos y en uno de ellos le hirieron un ojo.
Tenía obsesión por los hechos y por los datos, pero siempre que pudiera examinarlos desde su estudio. No le interesaba mirar el mundo y descubrir las cosas por sí mismo. El interés por la pobreza le vino cuando estudió el derecho de los campesinos a recolectar leña, aunque no hay ninguna prueba de que alguna vez hablara con un campesino o un terrateniente sobre el asunto. Ya he comentado que siempre receló de los trabajadores y estos de él. Según él, los trabajadores eran muy moderados en los fines a perseguir y en los medios para obtenerlos. La mayoría no eran revolucionarios. Querían mejorar sus condiciones de trabajo, pero no querían la revolución. Carlos los despreciaba por ello. Cuando organizó la internacional comunista se preocupó de que ningún trabajador procedente de la clase obrera tuviera un cargo importante.
A Carlos no le interesaba investigar personalmente las condiciones de los trabajadores. Él había llegado a sus conclusiones y ahora sólo quedaba buscar los datos que las sostuvieran. Karl Jaspers dijo de él: 'El estilo de los escritos no es el de un investigador… no cita ejemplos ni presenta hechos que contradigan su propia teoría, sino sólo aquellos que indiscutiblemente dan fundamento o confirman lo que él considera la verdad última. El enfoque es, en su totalidad, el de una justificación, no de una investigación, pero es la justificación de algo presentado como la verdad indiscutible. Con la convicción no ya de un científico sino de un creyente'. Los hechos no fueron nunca importantes para Carlos. Seguía el aforismo periodístico de 'no dejes que la realidad te estropee una buena noticia'. Su gran obra será un sermón que embistirá contra los procesos industriales y el principio de la propiedad privada desde el punto de vista de un hombre que tiene un odio irracional a ambos.
Según Carlos cada vez habrá menos capitalistas con más dinero. A esto le seguirá un aumento del volumen de la pobreza, opresión y explotación que llevará a una intensificación de la ira de la clase trabajadora. Una vez que se den estas condiciones se producirá la catástrofe que llevaba visionando desde su juventud. Es poético, pero como pitoniso no tenía precio.
Carlos buscaba los hechos que concordaran con sus ideas, pero además tergiversó los hechos para que terminaran de amoldarse a su idea. Al fin de justificar su tesis en forma científica debe demostrar:
- por malas que hayan sido las condiciones de trabajo en las manufactura precapitalistas, se han vuelto mucho peores bajo el capitalismo industrial;
- que, una vez admitida la naturaleza impersonal e implacable del capitalismo, la explotación de los trabajadores alcanza un punto culminante en las industrias con mayor proporción de capital invertido.
Sobre su ansia de poder, su violencia, su querencia a explotar a la gente a su alrededor y su incapacidad de administrarse hay pilas de información. Paul Johnson afirma que no hay nada en la época de Stalin que no estuviera preanunciado a la distancia en la conducta de Carlos. En su debido momento, Lenin, Stalin, y Mao Tse Tung practicaron en una escala desmesurada la violencia que Marx sintió en su corazón y que sus obras rezuman.
Era habitual que la gente que le conocía le calificaran como dictador. Tuvo problemas de hígado y debido a su falta de higiene sufrió forúnculos por todo el cuerpo durante décadas. Él veía el préstamo de dinero como un crimen de lesa humanidad que su sistema quería eliminar, pero en su propio caso explotaba a todo el que estaba a su alrededor empezando, como ya he contado, por su familia. No asistió al entierro de su padre y su madre le recomendó que acumulara capital en lugar de escribir sobre él.
Su amigo Federico vendió sus fábricas y le asignó algo más de un tercio de las rentas a Carlos, pero aún así le seguía sableando y pidiendo más.
Alguna virtud humana debía tener y, según parece, era bastante divertido cuando estaba de buen humor. Vivía prácticamente en la indigencia material a pesar del dinero que recibía y en un informe encargado por la policía prusiana se describía su apartamento de la siguiente manera: 'El dueño de un negocio de compraventa se avergonzaría de poner en venta semejante colección de cachivaches. Cuando se entra a la habitación de Carlos el humo y el olor a tabaco hace llorar los ojos... Todo está sucio y cubierto de polvo, de modo que sentarse se convierte en un asunto arriesgado'
Negó a sus hijas educación más allá de costura y clases de piano. Les prohibió estudios superiores.
Como colofón está el caso de Linchen. En todos sus estudios sobre el perverso capitalismo británico no encontró ni un solo ejemplo de un trabajador que no recibiera sueldo, pero lo había. Era su sirvienta Linchen. Le daban comida y bebida, pero nada más. Bueno, sí, se acostaba con ella y se quedó embarazada. Nunca reconoció al hijo y le hizo a su amigo Federico aceptarlo como suyo. Al hijo nunca le dijeron quien era su padre y tenía que visitar a su madre entrando por la puerta de servicio. Linchen fue el único miembro de la clase trabajadora que Carlos conoció en profundidad. Puede que de ahí sacara sus ideas sobre la explotación de los trabajadores.
En fin, no creo equivocarme si digo que a Carlos no creo que le hayan importado mucho los cien millones de muertos que sus seguidores llevan a sus espaldas, Incluso puede que, si se enterara de ello, sonriera.
P.D: gran parte de los datos de este post están extraidos del libro Intelectuales de Paul Johnson.