Me he terminado de leer este libro de Gustau Nerín y tengo que hacer antes de seguir una advertencia:
ADVERTENCIA: SI USTED ES SOCIO DE UNA ONG Y CREE QUE EL DINERO QUE APORTA SIRVE PARA ALGO Y QUIERE SEGUIR PENSÁNDOLO, NO SIGA LEYENDO ESTA ENTRADA.
Bueno, si habéis pasado de la advertencia es porque os interesa, como a mí, el tema de las ONG, su eficacia, y qué parte del dinero sirve para mejorar la vida de las personas menos favorecidas en África. Desgraciadamente, y como uno podía suponer, prácticamente nada del dinero que se entrega sirve para algo. Quiero aclarar que no pretendo meter en el mismo saco a todos los cooperantes ni a todas las ONG, tampoco el autor, pero la foto que nos presenta es bastante desalentadora.
Yo colaboro actualmente con la Fundación Vicente Ferrer y con AECC. Antes he sido socio de UNICEF, MSF e Intermón Oxfam y alguna más. De todas ellas me he ido cabreado, pero eso supongo que no es el tema a tratar y lo dejaré para otro día, aunque leyendo el libro he entendido mejor su funcionamiento, la competitividad, la publicidad y la necesidad de mantener engrasado con dinero todo el mecanismo.
La imagen que da el autor sobre el fracaso de la cooperación y la ayuda al desarrollo y las ONG en África es tristísima: paternalismo, condescendencia, corrupción, mentiras, burocracia sin límites... nada que no se pudiera esperar por otra parte si nos paramos a pensar un poco y es que prácticamente nadie se ha parado a preguntarles a los africanos qué es lo que a ellos les hace falta, pero es que en el negocio de la cooperación eso es lo de menos. Si hacemos una bomba de agua, o un dispensario, o presentamos unas iniciativas sobre la visibilidad de la mujer en la etnia nosecuantitos hay muchas bocas que comen de ello, pero no son las bocas de los de ese poblado y una vez terminado el proyecto como vino, se fue. A la innauguración van los fotógrafos y el gerifalte de turno y en la revista que te mandan aparece la innauguración dando muestra de lo eficaces que son.
La ocupación de todos los hoteles más lujosos por parte de cooperantes, la contrucción de barrios enteros para alojar a estos cooperantes. Las estratagemas para cobrar más, el mentir en los informes para seguir cobrando... en fin, no es algo agradable, pero tampoco es algo que deba sorprender porque todos queremos vivir mejor. Lo que pasa es que en el imaginario colectivo, tal y como comenta el autor, los cooperantes de las ONG son algo así como los héroes modernos y están en una especie de pedestal moral. Y parece que criticar a las ONG es algo casi sacrílego. Que este señor sabe de qué está hablando es algo que se nota. La propiedad con la que describe escenarios, protocolos, países y personas es la de alguien que ha estado en ese mundo durante bastante tiempo. En la biografía en la página de la editorial del libro dice que vive en Bata en Guinea Ecuatorial y que ha sido consultor en temas de cooperación.
He subrayado un montón de párrafos, pero lo que me queda es esa insistencia del Norte por decirles a los africanos qué es lo que tienen que hacer para desarrollarse y estrellándose una y otra vez contra la realidad. Os pongo un vídeo muy interesante, una charla TED con Ernesto Sirolli, que es un señor que se explica muy bien y se da un aire un poco a Tom Selleck. Creo que da un poco en el clavo cuando dice que allí vamos a cooperar y a montar lo que nos da la gana sin preguntar y sin saber. Vedlo si tenéis un cuarto de hora. El título de la charla es ¿Quiere ayudar a alguien? Cállese y escuche:
La ocupación de todos los hoteles más lujosos por parte de cooperantes, la contrucción de barrios enteros para alojar a estos cooperantes. Las estratagemas para cobrar más, el mentir en los informes para seguir cobrando... en fin, no es algo agradable, pero tampoco es algo que deba sorprender porque todos queremos vivir mejor. Lo que pasa es que en el imaginario colectivo, tal y como comenta el autor, los cooperantes de las ONG son algo así como los héroes modernos y están en una especie de pedestal moral. Y parece que criticar a las ONG es algo casi sacrílego. Que este señor sabe de qué está hablando es algo que se nota. La propiedad con la que describe escenarios, protocolos, países y personas es la de alguien que ha estado en ese mundo durante bastante tiempo. En la biografía en la página de la editorial del libro dice que vive en Bata en Guinea Ecuatorial y que ha sido consultor en temas de cooperación.
He subrayado un montón de párrafos, pero lo que me queda es esa insistencia del Norte por decirles a los africanos qué es lo que tienen que hacer para desarrollarse y estrellándose una y otra vez contra la realidad. Os pongo un vídeo muy interesante, una charla TED con Ernesto Sirolli, que es un señor que se explica muy bien y se da un aire un poco a Tom Selleck. Creo que da un poco en el clavo cuando dice que allí vamos a cooperar y a montar lo que nos da la gana sin preguntar y sin saber. Vedlo si tenéis un cuarto de hora. El título de la charla es ¿Quiere ayudar a alguien? Cállese y escuche:
En el vídeo se menciona y recomienda un libro de una economista africana Dambisa Moyo, Dead Aid también hay artículos de otro economista keniano como James Shikwati. Estos señores piden que por favor ¡dejemos de ayudar! El tema central es que la ayuda está ahogando a África. Desincentiva el trabajo y el emprender. ¿Qué cara se te quedaría si tuvieras una granja de pollos y a tu vecino una ONG le regalara otra de ratas en un programa de cooperación y pudiera vender a la mitad de precio que tú? ¿O si llega un cargamento de arroz y nadie quiere comprar tu mijo? Hay países en los que el 60% de su economía se basa en la cooperación.
Eso por no hablar de los intereses internacionales, inversiones, tejemanejes a nivel estatal y corrupción para dar y tomar. Cuenta, como anécdota, una reunión de UNICEF en no sé donde que se hacía a 40 km de donde vivían todos porque si no no podían cobrar dietas y cómo se quedaron hasta las 4 de la tarde habiendo terminado antes porque si no tampoco había dietas y luego vuelta otros cuarenta kilómetros a sus casas. Por supuesto que hay casos muchísimo más graves como el genocidio de Ruanda y varios casos en los que principalmente el ejército francés queda poco menos que por los suelos.
El problema, según el autor, son los injustos acuerdos internacionales. Nosotros exigimos, erigimos aranceles, fronteras y límites mientras que a ellos les exigimos libre mercado, falta de trabas e incluso que no sean muy democráticos porque siempre se entiende uno mejor con un dictador que con varios diputados y ministros.
También señala que la mayor parte del pastel de la cooperación no es a través de las ONG sino de los organismos estatales de ayuda y cooperación que en vez de desarrollar, invierten y como cualquier inversión lo hacen en función de rentabilidades. En este caso políticas y comerciales. La rentabilidad para los propios africanos no está nada clara en el mejor de los casos.
Algunos párrafos entre los muchísimos que he subrayado:
"En África todo el mundo sabe que las políticas de cooperación no funcionan o, como mínimo, que no sirven para lo que se supone que deberían servir. Pero este secreto de dominio público no llega a Occidente, donde la acción humanitaria se presenta como la solución a todos los problemas africanos. [...] No hay nadie que critique los proyectos de cooperación. Nadie se atreve a cuestionar una cosa que se ha hecho con «buena voluntad»".
"Ante este papanatismo, es imprescindible decir algunas cosas bien claras: la historia de la cooperación al desarrollo en África es la historia de un fracaso. Nunca tanta gente con tan buenas intenciones había dedicado tantas energías a una causa tan inútil. Hace ya cincuenta años que se impulsan políticas de desarrollo en el continente africano. A lo largo de estos cincuenta años, estas políticas de bien poco han servido. Y, en numerosos casos, incluso han sido contraproducentes".
"En el mundo de la cooperación todavía son muchos los que creen que es necesario cambiar a los africanos para que estos se puedan desarrollar. Evidentemente, si para desarrollar una sociedad se ha de luchar contra ella, el fracaso del experimento está asegurado desde el principio".
"Bondad y cursilería: Las ONG no solo tratan de desarrollar el Sur, sino que además pretenden sintetizar todos los valores políticamente correctos de la izquierda «alternativa». Numerosas entidades dedican muchos esfuerzos a las cuestiones de género; en cualquier proyecto se hace un estudio detallado sobre el impacto que tendrá sobre las relaciones de género (incluso cuando se trata de la compra de ordenadores para una oficina). Muchas ONG indican que sus trípticos y sus revistas se imprimen en papel ecológico, o que sus proyectos respetan el medio ambiente. Todas estas asociaciones son fervientes pacifistas, en la más pura tradición gandhiana... Evidentemente, están más pendientes de las modas ideológicas de Occidente que de las demandas reales del continente africano".
"Donde hay una desgracia, hay espectáculo, y allí aparecen los medios de comunicación. Se presentan, básicamente, para hablar de la sociedad que los envía: son constantes las referencias a «nuestros» voluntarios, a «nuestros» bomberos, a «nuestros» aviones, a «nuestras» ONG, a «nuestras» donaciones... Las catástrofes suponen una ocasión excepcional para demostrar las bondades de Occidente, pero, aunque en las fotografías que se publican con frecuencia solo se ve a cooperantes, en realidad en todas las crisis son las poblaciones y los técnicos locales los que atienden a la mayoría de los afectados".
"Las relaciones entre los cooperantes y los empresarios occidentales residentes en África tampoco son demasiado armónicas. Aquellos suelen acusar a los empresarios de mafiosos y piratas: dicen que se dedican a expoliar el continente africano mediante todo tipo de prácticas inmorales. Con frecuencia no les falta razón. Pero si se pregunta a los empresarios occidentales que viven en África qué piensan de los cooperantes, responderán que se trata de una panda de vividores y de fracasados, que viven a cuerpo de rey a costa del erario público y que son incapaces de desarrollar nada. A veces tampoco les falta la razón".
"Cuando hace años que dan vueltas por el mundo, la mayoría de estos cooperantes se encuentran bien pillados porque han llegado a un punto de no retorno: no han formado familia en su país de origen, toda su experiencia laboral se centra en el ámbito de la cooperación y no tienen arraigo en ninguna parte. La única huida hacia delante que les queda es continuar cooperando, cooperando y cooperando".
"No hay ninguna duda de que en el mundo de la cooperación se encuentra gente de mucho valor. Algunos cooperantes han pasado años y años en una sociedad muy distante de la suya, en condiciones precarias, con la firme intención de ayudar a sus habitantes. Entre los cooperantes hay piratas, incompetentes y bon vivants, pero también hay individuos altruistas y nada autoritarios, algunos de los cuales han llegado a tener una gran empatía con los africanos. Pero de la existencia de «buenos» cooperantes no se puede inferir que los proyectos en que trabajen desarrollen África, como uno podría deducir de lo que ve en la televisión o de lo que se lee en los prospectos de muchas ONG. En los medios de comunicación lo que se valora muy positivamente de los cooperantes es su buena voluntad, y solo excepcionalmente se menciona su habilidad para desarrollar el continente africano (una capacidad que a estas alturas ya es evidente que, si existe, es más bien reducida)".
"Cada europeo piensa que lo que a él le importa es lo que es necesario para los africanos. Por eso han proliferado las asociaciones «sin fronteras», que consideran que en África falta, justamente, eso a lo que a ellos se dedican (y aquí se combina la buena voluntad con la búsqueda de nuevos mercados). Para Arquitectos Sin Fronteras, es la arquitectura la que puede hacer «un mundo más habitable»; según Acción Contra el Hambre, la prioridad es luchar por el derecho a la vida combatiendo el hambre; Médicos Sin Fronteras apunta como objetivo principal la ayuda médica; Medicusmundi coincide en alegar que «La salud es lo más importante para todo el mundo»; Farmamundi cree esencial garantizar el acceso a los medicamentos; Red Deporte y Cooperación, obviamente, piensa que es básico fomentar el deporte y los valores que representa; Worldreader.org argumenta que el desarrollo de África pasa por el envío de libros electrónicos; Chefs contra el Hambre pretende combatir la desnutrición mediante la sabiduría de los grandes cocineros... Durante el franquismo, el gobierno español becó a un par de guineanos para que fueran a Pamplona a aprender toreo, una práctica considerada básica para civilizar a los africanos hispanos".
"El presupuesto de las diez primeras (ONG) del mundo, conjuntamente, es superior al PIB de sesenta y cinco países del planeta. El presupuesto de muchas es superior al de todo un ministerio de Educación de un país africano con millones de habitantes. Deberíamos plantearnos hasta qué punto los depauperados Estados africanos, que tan mala fama tienen, son más eficaces que las ONG, ya que con sus migrados recursos, de una forma u otra, ofrecen ciertos servicios a sus ciudadanos".
Y termino con este párrafo sobre el pago de la deuda que resulta bastante estremecedor, la verdad: "Para hacer frente a la deuda, que se disparaba, la comunidad internacional les impuso planes de ajuste estructural que implicaron un grave recorte en el gasto social. En un momento determinado los hospitales dejaron de dar comida a los enfermos, después empezaron a cobrar los medicamentos, finalmente dejaron de poner sábanas en las camas, porque no había presupuesto para reponerlas... Los universitarios dejaron de tener becas para salir al extranjero, y sus bibliotecas dejaron de recibir novedades editoriales. Se acabaron las subvenciones a los alimentos básicos. Quebraron las compañías de transporte estatales..."
Sé que seguramente me he pasado poniendo párrafos, pero me parecen muy interesantes y me he dejado cientos sin poner.
En fin, un libro interesantísimo y que yo compré en Amazon por mi síndrome del semijubilado por un euro y pico. Leedlo si os interesa el tema. Yo creo que seguiré profundizando en el tema y me leeré el libro de la señora Moyo que me tienta bastante.
También señala que la mayor parte del pastel de la cooperación no es a través de las ONG sino de los organismos estatales de ayuda y cooperación que en vez de desarrollar, invierten y como cualquier inversión lo hacen en función de rentabilidades. En este caso políticas y comerciales. La rentabilidad para los propios africanos no está nada clara en el mejor de los casos.
Algunos párrafos entre los muchísimos que he subrayado:
"En África todo el mundo sabe que las políticas de cooperación no funcionan o, como mínimo, que no sirven para lo que se supone que deberían servir. Pero este secreto de dominio público no llega a Occidente, donde la acción humanitaria se presenta como la solución a todos los problemas africanos. [...] No hay nadie que critique los proyectos de cooperación. Nadie se atreve a cuestionar una cosa que se ha hecho con «buena voluntad»".
"Ante este papanatismo, es imprescindible decir algunas cosas bien claras: la historia de la cooperación al desarrollo en África es la historia de un fracaso. Nunca tanta gente con tan buenas intenciones había dedicado tantas energías a una causa tan inútil. Hace ya cincuenta años que se impulsan políticas de desarrollo en el continente africano. A lo largo de estos cincuenta años, estas políticas de bien poco han servido. Y, en numerosos casos, incluso han sido contraproducentes".
"En el mundo de la cooperación todavía son muchos los que creen que es necesario cambiar a los africanos para que estos se puedan desarrollar. Evidentemente, si para desarrollar una sociedad se ha de luchar contra ella, el fracaso del experimento está asegurado desde el principio".
"Bondad y cursilería: Las ONG no solo tratan de desarrollar el Sur, sino que además pretenden sintetizar todos los valores políticamente correctos de la izquierda «alternativa». Numerosas entidades dedican muchos esfuerzos a las cuestiones de género; en cualquier proyecto se hace un estudio detallado sobre el impacto que tendrá sobre las relaciones de género (incluso cuando se trata de la compra de ordenadores para una oficina). Muchas ONG indican que sus trípticos y sus revistas se imprimen en papel ecológico, o que sus proyectos respetan el medio ambiente. Todas estas asociaciones son fervientes pacifistas, en la más pura tradición gandhiana... Evidentemente, están más pendientes de las modas ideológicas de Occidente que de las demandas reales del continente africano".
"Donde hay una desgracia, hay espectáculo, y allí aparecen los medios de comunicación. Se presentan, básicamente, para hablar de la sociedad que los envía: son constantes las referencias a «nuestros» voluntarios, a «nuestros» bomberos, a «nuestros» aviones, a «nuestras» ONG, a «nuestras» donaciones... Las catástrofes suponen una ocasión excepcional para demostrar las bondades de Occidente, pero, aunque en las fotografías que se publican con frecuencia solo se ve a cooperantes, en realidad en todas las crisis son las poblaciones y los técnicos locales los que atienden a la mayoría de los afectados".
"Las relaciones entre los cooperantes y los empresarios occidentales residentes en África tampoco son demasiado armónicas. Aquellos suelen acusar a los empresarios de mafiosos y piratas: dicen que se dedican a expoliar el continente africano mediante todo tipo de prácticas inmorales. Con frecuencia no les falta razón. Pero si se pregunta a los empresarios occidentales que viven en África qué piensan de los cooperantes, responderán que se trata de una panda de vividores y de fracasados, que viven a cuerpo de rey a costa del erario público y que son incapaces de desarrollar nada. A veces tampoco les falta la razón".
"Cuando hace años que dan vueltas por el mundo, la mayoría de estos cooperantes se encuentran bien pillados porque han llegado a un punto de no retorno: no han formado familia en su país de origen, toda su experiencia laboral se centra en el ámbito de la cooperación y no tienen arraigo en ninguna parte. La única huida hacia delante que les queda es continuar cooperando, cooperando y cooperando".
"No hay ninguna duda de que en el mundo de la cooperación se encuentra gente de mucho valor. Algunos cooperantes han pasado años y años en una sociedad muy distante de la suya, en condiciones precarias, con la firme intención de ayudar a sus habitantes. Entre los cooperantes hay piratas, incompetentes y bon vivants, pero también hay individuos altruistas y nada autoritarios, algunos de los cuales han llegado a tener una gran empatía con los africanos. Pero de la existencia de «buenos» cooperantes no se puede inferir que los proyectos en que trabajen desarrollen África, como uno podría deducir de lo que ve en la televisión o de lo que se lee en los prospectos de muchas ONG. En los medios de comunicación lo que se valora muy positivamente de los cooperantes es su buena voluntad, y solo excepcionalmente se menciona su habilidad para desarrollar el continente africano (una capacidad que a estas alturas ya es evidente que, si existe, es más bien reducida)".
"Cada europeo piensa que lo que a él le importa es lo que es necesario para los africanos. Por eso han proliferado las asociaciones «sin fronteras», que consideran que en África falta, justamente, eso a lo que a ellos se dedican (y aquí se combina la buena voluntad con la búsqueda de nuevos mercados). Para Arquitectos Sin Fronteras, es la arquitectura la que puede hacer «un mundo más habitable»; según Acción Contra el Hambre, la prioridad es luchar por el derecho a la vida combatiendo el hambre; Médicos Sin Fronteras apunta como objetivo principal la ayuda médica; Medicusmundi coincide en alegar que «La salud es lo más importante para todo el mundo»; Farmamundi cree esencial garantizar el acceso a los medicamentos; Red Deporte y Cooperación, obviamente, piensa que es básico fomentar el deporte y los valores que representa; Worldreader.org argumenta que el desarrollo de África pasa por el envío de libros electrónicos; Chefs contra el Hambre pretende combatir la desnutrición mediante la sabiduría de los grandes cocineros... Durante el franquismo, el gobierno español becó a un par de guineanos para que fueran a Pamplona a aprender toreo, una práctica considerada básica para civilizar a los africanos hispanos".
"El presupuesto de las diez primeras (ONG) del mundo, conjuntamente, es superior al PIB de sesenta y cinco países del planeta. El presupuesto de muchas es superior al de todo un ministerio de Educación de un país africano con millones de habitantes. Deberíamos plantearnos hasta qué punto los depauperados Estados africanos, que tan mala fama tienen, son más eficaces que las ONG, ya que con sus migrados recursos, de una forma u otra, ofrecen ciertos servicios a sus ciudadanos".
Y termino con este párrafo sobre el pago de la deuda que resulta bastante estremecedor, la verdad: "Para hacer frente a la deuda, que se disparaba, la comunidad internacional les impuso planes de ajuste estructural que implicaron un grave recorte en el gasto social. En un momento determinado los hospitales dejaron de dar comida a los enfermos, después empezaron a cobrar los medicamentos, finalmente dejaron de poner sábanas en las camas, porque no había presupuesto para reponerlas... Los universitarios dejaron de tener becas para salir al extranjero, y sus bibliotecas dejaron de recibir novedades editoriales. Se acabaron las subvenciones a los alimentos básicos. Quebraron las compañías de transporte estatales..."
Sé que seguramente me he pasado poniendo párrafos, pero me parecen muy interesantes y me he dejado cientos sin poner.
En fin, un libro interesantísimo y que yo compré en Amazon por mi síndrome del semijubilado por un euro y pico. Leedlo si os interesa el tema. Yo creo que seguiré profundizando en el tema y me leeré el libro de la señora Moyo que me tienta bastante.