Pokémon Go, mi experiencia

He decidido volver por aquí. En ese afán de estar siempre con las orejas puestas para ver de se puede hablar, qué se cuece en los ambientes, he decidido hablaros de Pokémon Go.

Para los que no lo sepáis, que no creo que sea el caso de ninguno de los que os pasáis por aquí, Pokémon Go es un juego para el que necesitas un teléfono móvil y ganas de andar.

El objetivo es pasear para encontrar a los distintos Pokémon que pueda haber por los alrededores. Una vez encontrado uno, debes capturarlo lanzando unas bolas y acertando en el susodicho animalillo.

Además hay una serie de puntos, llamados Pokeparadas, en los que puedes obtener nuevas bolas, pociones y huevos.

Los huevos puedes irlos incubando y eclosionan en función de los kilómetros que camines. Los hay de 2, 5 y 10 km.

Luego hay una parte de lucha en gimnasios en la que no voy a entrar porque no me parece la más interesante. Aunque es parte del juego, me parece bastante aburrida. Tal vez sea porque no tengo mucha idea.

Finalmente, hay una parte en la que en función de los caramelos que consigas, cada vez que atrapas a un Pokémon te dan una serie de ellos, puedes hacer que evolucionen y se conviertan en otros más poderosos. De esa manera obtienes algunos que son difíciles de ver por la calle o que son difíciles de capturar.

En fin, el juego me parece muy interesante y adictivo. Puedo entender perfectamente que enganche. Es una especie de búsqueda del tesoro en la que tienes que ir buscando secretos a tu alrededor. Haces deporte, o al menos caminas, das rodeos para llegar al mismo sitio, vas con el oído puesto por si alguien menciona un Pokémon que tú no tienes... Incluso se hacen quedadas para cazar a estos seres virtuales.

Ayer, sin ir más lejos, me fui por la noche a la estatua de Alfonso XII del Retiro donde se junta gran cantidad de gente para jugar. Habría unas doscientas personas y el ambiente era bastante bueno. No es que fuera una juerga, pero se habla, se alegra la gente cuando aparece uno raro, se disfruta de una temperatura agradable al lado del estanque... en fin, que creo que hay muchas maneras peores de pasar la tarde-noche.

También es verdad que había gente fumando porros al lado de familias que iban al completo a cazar Pokémon. Pasan vendedores ambulantes ofreciendo cervezas, agua, baterías...

Yo pasé un rato agradable y creo que repetiré. También tengo que decir que no es una cosa de niños, había gente de todas las edades (bueno, no diré que no era de los mayores, pero los había aún más viejos), padres de familia que no dejaban el móvil a sus hijos, gente con aspecto de friki, chavales con rastas y pelo rapado, gente con aparatos para fijar el teléfono a la bici y hacer así más kilómetros... la vida.

En definitiva, me parece que es un juego en el que casi todo es positivo, mezcla la diversión de los juegos de ordenador con hacer deporte o pasear, tiene el enganche de la búsqueda de premios y tesoros y es bastante pacífico. No me queda más que animaros a que juguéis a este juego.

Eso sí, la batería se descarga rápidamente y la tarifa de datos más rápido aún.



Comentarios

  1. Y ese es mi drama. Un marido pokemita. Y algunos pensabais que su peor lado era el liberal. Ja

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  2. Igualdad ante la ley, defensa de la propiedad privada, libertad y Pokémons!

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  3. Ay. Tenía este post guardado para leer y se me olvidó.
    Me interesaba mucho tu opinión sobre las personas pokemon. ¿Qué anhelos tienen? ¿cómo se llevan entre sí?

    No he encontrado eso en el post, pero he aprendido cosas nuevas, porque la literatura, incluso si es didáctica, esconde sorpresas.
    A mí me entusiasma ver el poder que tienen estas dinámicas de juego para movilizar a la gente. Yo reconozco que no me engancho al pokemicidio, pero a otro juegos sí. No es ninguna "tonterida", aquí hay procesos mentales muy profundos.

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  4. La verdad es que ha quedado un post bastante centrado en mí y poco en las personas Pokémon. Tienes razón, soy un tanto egoísta. Por eso necesito la Academia!

    Y sí, hay mucha ciencia debajo de lo que parece un juego simple.

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