Vida y aventuras de Martin Chuzzlewit

"Pero ¿qué eran el oro y la plata, las piedras preciosas y los mecanismos de relojería comparados con las librerías de las que salía el agradable aroma del papel recién prensado, que despertó el recuerdo de una gramática que había tenido en la escuela, hacía mucho tiempo, con las palabras «Señor Pinch, Academia Grove House» escritas con impecable caligrafía en las guardas? Y ese olorcillo a cuero de Rusia, y todas esas hileras e hileras de volúmenes, pulcramente ordenados, ¡cuánta felicidad evocaban! ¡En el escaparate estaban las obras nuevas llegadas de Londres, con la portada y a veces incluso la primera página del primer capítulo abiertas, para tentar a los incautos a empezar a leer el libro y luego, ante la imposibilidad de pasar la página, entrar ciegamente a comprarlo!".
Charles Dickens. Vida y aventuras de Martin Chuzzlewit.

Me acabo de terminar este libro de Dickens. Hablar de Dickens es hablar de cosas mayores. No sólo por la extensión (en este caso mil páginas), sino por el placer de su lectura y la emoción y alegría que se sienten al leer sus novelas.

Este libro yo lo entiendo como un regalo subrogado de Anniehall que se fue un día con los niños a la feria del libro y no encontró nada que regalarme y le dije que no se preocupara que ya me hacía cargo del regalo que quería hacerme y, sin pasar más que unos minutos, me hice con este libro en formato digital. Mil páginas son muchas para irlas llevando a todas partes.

Quizás no sea de las obras más conocidas de Dickens, pero es un gran libro, sin duda. Por ponerlo en situación diré que empezó a publicarlo por entregas en 1843 y terminó en 1844, que entre medias (en las navidades de 1843) publicó Canción de Navidad y que seis años después empezó a publicar David Copperfield del que ya he rendido tributo en este blog, blog ya casi moribundo.

Tengo que hacer una aclaración antes de empezar a hablar del libro: el libro no trata sobre Martin Chuzzlewit. Bueno, sí trata de él (o de ellos, porque hay dos Martin Chuzzlewit), pero también de muchos otros personajes que, siendo secundarios, son mucho más principales como Tom Pinch, Mark Tapley, el señor Pecksniff o la señora Gamp entre otros muchos.

Es una novela coral y fantástica en la que nos vamos metiendo a través de todos estos personajes y muchos más y que nos hace reír (está llena de humor y de ironía), llorar, alegrarnos y entristecernos por los destinos de varios de sus personajes y leer y leer páginas hasta conseguir saber cómo acaba todo y cómo se reparte justicia (si es que la hay).

Os cuento un poco de la historia que nos presenta a un próspero arquitecto de provincias que se gana la vida enseñando sus conocimientos a aprendices que pagan por estas enseñanzas. Desde el principio está claro que el arquitecto no es tan bueno ni los aprendices no están satisfechos con esas enseñanzas. Este arquitecto es el señor Pecksniff y uno de sus aprendices, que le adora, es Tom Pecksniff. Uno de los siguientes aprendices que entran es Martin Chuzzlewit, nieto de otro Martin Chuzzlewit famoso por su riqueza y primo o algo así del señor Pecksniff. A partir de ahí vamos conociendo a gente y se va desarrollando la historia.

Hay una parte en la que un par de protagonistas emigran a Estados Unidos y nos describen ese país de oportunidades y nos muestra todo su lado más amargo de engaño, suciedad, autocomplacencia y deshonor. Es un lado bastante amargo, aunque, como dice en el prólogo, "no es una caricarura como, en su mayor parte, una exposición del lado más ridículo del carácter norteamericano". Como ejemplo os puedo poner un par de párrafos:

"que en todo lo que dicen de los elevados principios en los que se basó Estados Unidos para surgir como nación, son tan absurdos como cualquier Orson de sus cámaras legislativas. Que son tan inconscientes como los cerdos que pululan por sus calles que al someter a su país al desdén de las personas honradas ponen en peligro los derechos de las naciones aún no nacidas y el progreso mismo de la raza humana. Que creen que gritar a otras naciones, viejas en su iniquidad: «¡No somos peores que vosotros!» (¡que no son peores!) es una gran defensa y bastión suficiente para esa república, consagrada ayer mismo a una noble causa, pero hoy tan coja, deforme y cubierta de pústulas y heridas, tan fea a la vista y casi tan incomprensible que sus mejores amigos se apartan asqueados de ella".

"–Pues estaba pensando, señor –replicó Mark–, en cómo lo haría si fuese pintor y me pidieran que pintase el águila norteamericana. –Supongo que lo más parecido posible a un águila. –No –dijo Mark–. Eso no me convencería, señor. La pintaría como un murciélago, por su cortedad de miras; como una gallina, por su jactancia; como una urraca, por su honradez; como un pavo, por su vanidad; como un avestruz, por su costumbre de enterrar la cabeza en el barro y pensar que nadie la ve… –Y como el ave Fénix, ¡por su capacidad de resurgir de las cenizas de sus vicios y sus defectos y alzarse de nuevo en el cielo! –dijo Martin–. En fin, Mark. Esperémoslo".
No puedo más que deciros que es un libro fantástico y que haríais muy bien en leerlo este verano en la playa o en dónde hayáis decidido pasar vuestras vacaciones. Está lleno de emoción, humor, maldad y buenos sentimientos, más que malos, claro. ¡ES DICKENS!

Echo en falta que la editorial (Alba) no haya incorporado las ilustraciones originales como sí hizo en David Copperfield. A pesar de ello, la traducción y la edición (hablo de la digital) son fantásticas con sólo algún error que no empaña un gran trabajo.


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