Una explicación os debo

O no. Pero os la voy a dar. El año pasado por estas fechas la empresa de los campos de girasoles, invernaderos combinados y destilación de fertilizantes hizo un ERE. Resulta que, así a grandes rasgos, los campos de girasoles, aunque innovadores y tecnológicamente fascinantes, no son rentables sin subvenciones, los invernaderos combinados sufren de la carestía del combustible para calentarlos y los fabricantes de fertilizantes destilados no se atreven a invertir en estos tiempos de agricultura bio. Además parece que no se atrevieron a coger a tiempo el tren de los mini huertos urbanos. Súmale a eso una pandemia mundial y, voilà, aquí un ERE aquí unos amigos.

Fue un proceso doloroso, frustrante e indignante. Supongo que si habéis pasado por ello lo sabéis porque es parecido en todas partes. Después de negociar, tuvimos un comité que trabajó mucho y bien, se consiguieron unas condiciones razonables y también que la empresa admitiera voluntarios. Con derecho de veto por su parte.

A estas alturas imagino que sabéis que lo mío en la ingeniería vocacional no es. Además, esto seguramente no lo sepáis, llevaba un tiempo pensando en tirar por otros derroteros. Reposteriles en particular. Así que, después de muchas dudas y angustia, porque no soy nada dada a saltos al vacío  como el que me parecía este (aunque con red), me presenté voluntaria. Con la idea de utilizar la indemnización para formarme bien y luego montar un negocio de pastelería. Tras uno o dos días de nervios (no ha pasado un año aún y ya no me acuerdo, pero me tenéis que querer igual) rechazaron mi solicitud. Era demasiado valiosa para la empresa. Eso me dijeron.

Y pensaréis, qué bien, ¿no? Eso te tuvo que hacer sentir muy valorada e imprescindible. Pues no. Nadie es imprescindible en estas empresas grandes (quiero pensar que en las pequeñas la cosa cambia algo). Si no admitieron mi solicitud no fue por mi valor sino porque en ese momento no les venía bien que me fuera. Presentarme fue una liberación y negármelo fue, otra vez, una fuente de frustración. No soy tan vanidosa de pensar que valgo más que los que salieron. Sé que muchos de mis compañeros son tan válidos como yo. Y muchos otros, más. Además, entre los que salieron, los había que no querían y que podrían haberme sustituido sin grandes problemas. Me resultó incomprensible y desalentador. Imagino que habrá a quien le parezca una desagradecida. Tendré que vivir con ello.

Por estas mismas fechas, ND andaba también bastante quemado laboralmente. Él ya os contó los motivos cuando retomó el blog. Y surgió una oportunidad de venir a Canadá, más bien sobrevoló una y ND la agarró al vuelo. También allí os contó ND que siempre habíamos querido que los niños vivieran fuera un tiempo y este ha sido el principal motivo para venir, más allá de nuestras insatisfacciones laborales particulares.

En los meses que pasaron desde que surgió la oportunidad hasta hoy, que estamos los cuatro en Toronto, hice algunos cursos de repostería y empecé a coger encargos de tartas y galletas. Con idea de ver cómo es la cosa y tal vez montarla por aquí después o, si finalmente no salía lo de Canadá, seguir por ese camino en España.

Así salió Chez Annie, en la que trabajé un montón, hice cosas que no pensé que sería capaz, como crear un logo del que sentirme razonablemente orgullosa y disfruté repartiendo dulces. Lo tuve que dejar cuando empecé a preparar la mudanza pero ha sido una experiencia estupenda y estoy feliz de haber dado el paso.

También en estos meses la empresa que me daba de comer decidió seguir recortando personal. Parece que en este tiempo mi valor para ellos se depreció bastante porque me despidieron junto a otros compañeros. No os voy a negar que a pesar de todo, a pesar de haberlo pedido meses antes, a pesar de que en mis circunstancias es lo mejor que me podía pasar (me han dado una buena indemnización, la que me correspondía, vaya), me sentó mal. No pude evitar pensar ¿por qué yo? aunque sé que me hubiera sentido fatal también si me hubiera salvado de una segunda tanda de despidos estando a las puertas de irme yo voluntariamente. En fin, bien está lo que bien acaba. Y para mí acabó muy bien.

Escribo esto recién aterrizada en Toronto como el que dice. Encerrados en casa por la cuarentena obligatoria a todo el que entre en Canadá en estas fechas (que también os explicó ND aquí). No sé a qué me voy a dedicar. Tengo claro que necesito trabajar fuera de casa (no sé si en estos tiempos de teletrabajo fuera es la palabra indicada, pero ya me entendéis). Y aunque inicialmente pensaba en la repostería, creo que después de un tiempo de adaptación y estar pendiente de la de los niños buscaré trabajo como ingeniera. Al parecer por aquí no falta y para empezar va a ser lo más fácil. Dejaré otra vez dormida la repostería profesional. Seguramente hasta que tengamos algo más claro cuánto durará esta aventura. En cualquier caso, espero seguir contándooslo por aquí. Si queréis.

Si estás pensando en viajar a Canadá próximamente, aquí tienes información fiable.

Comentarios

  1. Que tenga que venir una pandemia, un ERE y una expatriación para que vuelvas al blog...tela.

    Ya está dicho por tierra, mar y aire, pero mucha suerte en la aventura canadiense. Un año de estos acabará toda esta movida y podremos ir a visitaros.

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  2. Estoy con Bich y espero que además de retomar la ingeniería y sacarte el carnet de conducir candiense, retomes el blog y nos cuentes cosas.

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  3. Bienvenida o "bienida" no lo tengo claro.
    Como dices bien está lo que bien acaba
    así que todo pa lante.
    me alegro mucho!!
    Y como dicen mis predecesoras animate a escribir que te echamos en falta!!
    Abrazos.

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  4. Me descojono. Con perdón.
    Y es que los que somos ya "veteranos" del mundo blog, hace muchos años escribiamos desde nuestra vida monótona y posición estable....
    Quedaron algunos flecos, como algún divorcio o mis viajes por el mundo hace años...
    Pero vosotros...¡vosotros!... erais el paradigma de la estabilidad y el lento declive hacia la vejez.
    Y de repente ¡zasca!
    Ojo. que no lo digo en plan mal sino en plan bien. Que seguro que os va de fábula y es una experiencia cojonuda, para vosotros y vuestra progenie.
    Pero vamos, ¿quien se imaginaba la mesa cero del Blasco en Cánada? ¿eh?
    ¡Y nosotros que nos hacíamos ilusiones de tener una vida sencilla!

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    1. ¿Lento declive hacia la vejez? Jo, pues sí que éramos aburridos. Pero, ya sabes, la vida te da sorpresas.

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