El conde de Montecristo

"―Y ahora ―dijo el desconocido―, adiós bondad, humanidad, reconocimiento... ¡Adiós a todos los sentimientos que expanden el corazón!... He sustituido a la Providencia para recompensar a los buenos... ¡Que el Dios vengador me ceda su lugar para castigar a los malos!"
Alejandro Dumas. El conde de Montecristo.

Este libro me lo regalaron por reyes del año pasado. He tardado en leermelo entre otras cosas porque no es un libro de bolsillo ni lo hay en formato libro electrónico.

Este libro es una nueva traducción de Dumas de José Ramón Monreal basada en una revisión de Claude Schopp en 1993. Es una traducción muy buena, hay que decirlo.

Es la segunda vez que me leo el Conde y la vez anterior fue en una versión horrorosa tanto en la traducción como en el formato que era una edición que por fuera parecía lujosa, como en piel, pero que por dentro era un desastre con páginas torcidas, tinta corrida y expresiones aberrantes. Aún así me encantó. Y es que es imposible que no te guste esta novela. Yo me permitiría decir que es una de las más grandes novelas que se han escrito. Lo tiene todo: amor, desesperación, envidia, celos, miedo, muertes, amistad, desesperanza y esperanza, venenos, suicidios, mentiras, disfraces, cárceles, tesoros... y, sobre todo, venganza.

Es una historia maravillosa. Había cosas que estaban fijas en mi memoria, había otras que según iba leyendo volvían a aparecérseme y ha habido otras que había olvidado. Hay pocos libros que dejen una huella como este.

Es un libro que llega. Se sufre con la injusticia cometida contra Edmond, se siente su desesperación en la cárcel y se espera su venganza una vez que se escapa. Como dice el conde, él es la herramienta para que la Providencia haga justicia y recompense al bueno y castigue al malo. Así al menos lo ve él. Cree que su vida ya no tiene más sentido que la venganza y cree que cuando la consigue ya no hay sitio para él en el mundo.

Su venganza es total y, seguramente, desmedida. Todos los personajes que va reuniendo a su alrededor y que se nos muestran aparecen por alguna razón, son piezas de un rompecabezas de venganza que le llevó muchos años montar antes de aparecer en Roma ante Franz d'Epinay y Albert de Morcerf.

Sé que su problema es que es muy largo. Son más de 1200 páginas en letra pequeña. Eso echa para atrás a mucha gente, pero al que le da una oportunidad le depara momentos de auténtico hiperespacio.

Os pongo alguna cita más de este libro:
"Después de la cena de Auteuil y de los acontecimientos que habían seguido, oír pronunciar el nombre de Montecristo causaba a la señora Danglars una especie de estremecimiento nervioso. Si luego el conde no comparecía, esa sensación desagradable se intensificaba; si en cambio lo veía, su rostro franco, sus ojos brillantes, su gentileza, su misma galantería no tardaban en ahuyentar en ella, toda impresión de temor. Le parecía imposible a la baronesa que un hombre en apariencia tan encantador pudiese alimentar contra ella unos malos propósitos; por otra parte, los corazones más corrompidos pueden creer en el mal solo atribuyéndolo a algún interés: el mal inútil y sin motivo repugna como una anomalía".

"―¡Vengaos, Edmond! ―exclamó la pobre madre―. Pero vengaos sobre los culpables. Vengaos de él, vengaos de mí, pero no lo hagáis de mi hijo.
―Está escrito en las Sagradas Escrituras ―respondió Montecrito―. "La iniquidad de los padres será castigada en los hijos hasta la tercera o cuarta generación". Ya que Dios dictó esas palabras a su profeta, ¿por qué he de ser yo menos que Dios?.
―Porque Dios tiene el tiempo y la eternidad, esas dos cosas que se escapan a los hombres."

"En cuanto a vos, Morrel, he aquí el secreto de mi comportamiento respecto a vos. No hay otra ventura o desgracia en el mundo, sino la comparación de un estado con otro, nada más. Sólo el que ha experimentado la extrema desgracia puede sentir la suprema felicidad. Es preciso haber querido morir, Maximilien, para saber qué bello es vivir.
Vivid, pues, y sed felices, hijos queridos de mi corazón, y no olvidéis nunca que, hasta el día en que Dios se digne desvelar el futuro del hombre, toda la sabiduría humana estará en estas dos palabras:
Confiar y esperar".
No puedo hacer más que recomendar este libro y esta edición. ¡Corred a leerlo!


Comentarios

  1. Hace un millón de años que lo leí y recuerdo que me gustó gusto.
    Me han entrado ganas de recuperarlo. Tendré que luchas contra la pereza de buscarlo en casapadres pero voy a proponérmelo. ¡Gracias!

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  2. Pues haces muy bien, Gordipé. Leer el conde de Montecristo es de las mejores cosas que se pueden hacer.

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