Donde todo empezó
Sigo de viajes. Esta semana casi ha rozado el absurdo y querían que estuviera a la vez en Londres, en Copenhague, en Madrid, en Polonia y en Manchester. Yo pongo buena voluntad, pero la verdad es que a todo no puedo llegar. No tengo el don de la ubicuidad, ni siquiera el de la bilocación.
Así que de toda esa agenda tuve que estar en Madrid, Polonia y Manchester. Eso me suponía seis aviones de martes a viernes. Muchos, sí. Estoy viajando tanto con la maleta de mano y el ordenador que me han salido callos en la mano derecha de arrastrar la maleta y de subirla a pulso por escaleras. Es algo que ya te dice que o estás viajando mucho o que tu maleta no es muy buena. O las dos cosas, claro.
De Poznan vi muy poco, por no decir nada. Llegué al hotel cerca de la medianoche y al día siguiente estuve reunido hasta que tuve que coger el vuelo a UK. Hacía frio, pero menos de lo que parecía cuando miré la previsión meteorológica que daba un grado de máxima. He podido comprobar cómo los polacos son de la misma tradición que los alemanes y son muy fan del edredón enano. Ese con el que puedes cubrirte o los pies o los hombros y que en cuanto te mueves y se te sale un pie te despiertas de frío. Yo creo que todos ellos duermen como el conde Drácula sin moverse.
Cambié demasiados Zlotis y tuve que tomarme unas cervezas en el aeropuerto para gastarlos.
Ese día, el miércoles, usé tres monedas distintas a lo largo del día. Zlotis en Polonia, Euros en Alemania y Libras en UK. Yo creo que es la primera vez que me pasa desde que trabajo, pasar por tres monedas en el mismo día en viajes por Europa.
De Manchester tampoco pude ver prácticamente nada. También llegué muy tarde y lo único que me dio tiempo a hacer el día siguiente antes de ir al trabajo fue ir a visitar por fuera la estación de ferrocarril más antigua del mundo, la de Liverpool Road a donde llegó el primer tren de pasajeros de la historia, en 1830.
Estaba lloviendo, una especie de calabobos que hizo honor a su nombre y me dejó empapado para medio día. Fue un momento de mucha emoción. Unos van a la Meca o a Tierra Santa. Yo he tenido mi momento de peregrinación estando justo en ese punto donde todo empezó en el mundo del ferrocarril. Ahora esa estación es parte de un museo, el MOSI (Museum of Science and Industry) que me quedé con muchas ganas de visitar, pero que tendrá que esperar mejor ocasión.
Me hice unos selfis y me sentí medio gilipollas. No sabía dónde mirar, qué cara poner, como os dije estaba empapado, con el portátil colgado, las gafas quitadas porque estaban empapadas de agua e intentando poner una cara que no fuera ridícula. No lo conseguí. Sé que querríais que pusiera esas fotos, pero os lo ahorraré. Os he puesto las de las placas conmemorativas del lugar.
Bueno, venga, si insistís...
Bueno, como os dije, estaba lloviendo.
Me hice unos selfis y me sentí medio gilipollas. No sabía dónde mirar, qué cara poner, como os dije estaba empapado, con el portátil colgado, las gafas quitadas porque estaban empapadas de agua e intentando poner una cara que no fuera ridícula. No lo conseguí. Sé que querríais que pusiera esas fotos, pero os lo ahorraré. Os he puesto las de las placas conmemorativas del lugar.
Bueno, venga, si insistís...
Bueno, como os dije, estaba lloviendo.
Las reuniones estuvieron bien y luego quedamos para tomar unas cervezas y cenar. Bien, la verdad es que tampoco es que seamos amigos, pero pasas un buen rato y es infinitamente mejor que cenar solo.
El viernes me volví en un extraño trayecto Manchester - Dublín, Dublín - Londres, Londres - Madrid. Esto se debe, sobre todo, a que perdí el enlace en Dublín dado que el enlace que me había dado British Airways era de solo venticinco minutos en los que debía salir a la calle, cambiar de terminal, conseguir la tarjeta de embarque, pasar de nuevo el control de seguiridad y subir al segundo avión. No lo conseguí, claro.
La posibilidad que me dieron fue coger otro avión a Londres y de allí a Madrid. Al no haber otra solución, la cogí, pero ya veía yo que el día iba torcido. En Londres me encontré a mis compañeros (y sin embargo amigos) de manera totalmente casual que también estaban de vuelta. Yo iba en un vuelo anterior... que finalmente llegó después que el otro...
Todo muy estupendo. Si Iberia ya era mi compañía más odiada, este viaje no ha ayudado a que cambie de opinión. Por otro lado, mi opinión de Lufthansa ha mejorado mucho. Iban camino de iberizarse, pero han dado marcha atrás y tienes más sitio, te dan de comer y de beber (sobre todo de beber) varias veces en el viaje y de esa manera se hace bastante más ameno.
Así que, en resumen, una semana movidita. Reuniones que tenía que hacer y que creo que han sido positivas, pero que cansan bastante. En el horizonte tengo otro viaje a Londres la semana del puente y la siguiente. Ya os diré.
Madre mía, lo de tres monedas en un día, bueeeeeenooo, pero ¿Cuatro países/aeropuertos? Enhorabuena si sigues cuerdo ;)
ResponderEliminarBueno, Sara, han sido cinco países en tres días incluyendo España. Sí, la cordura empieza a ser un lujo.
ResponderEliminarLo del edredón enano es para hacer un estudio, solo pasa en Alemania donde se supone que sus habitantes son grandotes....será que por las mismas son muy calurosos y solo se tapan hasta los sobacos.
ResponderEliminarIgual de malo es el gran edredón en países tropicales o árabes con cuarenta grados a la sombra, que te obliga a dormir con el aire acondicionado o a sacar el edredón de su funda para tener una sabanita.
¡Ah! Y yo ya no cambio moneda, pago todo con tarjeta.en Polonia puede que no se pueda pero en Londres hasta una triste cerveza.
ResponderEliminarYo intento no cambiar, pero cuando llegas a medianoche a un sitio, prefiero cambiar e irme rápido al taxi que probar suerte.
ResponderEliminarMañana me voy a Londres y me llevo veinte libras en moneda por si acaso.
¡Tengo una foto igualita a la tuya! Sin la máscara, claro. :P
ResponderEliminarViví en Manchester durante un añito, y ese ladrillo rojizo me trae taaaantos recuerdos... ^^
Jajaja... Es que llovía y se me olvidó el paraguas XD
ResponderEliminarManchester me gustó y me quedé con ganas de ver más y visitar el museo.