De la vainilla

Pasta de vainilla 3,78 litros - Nielsen Massey

La vainilla se la trajo Cortés de México, no sé si lo sabéis. Los aztecas aromatizaban su bebida de cacao con ella. Que estas dos maravillas gastronómicas provengan del mismo pueblo me resulta curioso. Aunque más curioso todavía es cómo del fruto del cacao se obtiene el chocolate.

Pero volvamos a la vainilla. Es una subfamilia de plantas de la familia de las orquídeas. La única que se cultiva con otro fin que no sea ornamental, aunque al llegar a Europa su uso era fundamentalmente ornamental y como ambientador. Es muy difícil de cultivar con fines comerciales porque para conseguir vainilla de calidad hay que seguir un proceso lento y delicado y además la polinización natural es muy complicada, por lo que debe hacerse a mano. Eso la convierte en la segunda especia más cara después del azafrán, que también requiere de manos expertas.

Su cultivo en México, localizado fundamentalmente en el estado de Veracruz, se abandonó en favor de la extracción de petróleo. La vainilla considerada ahora la mejor del mundo es la denominada Bourbon. El nombre se debe a que se cultiva en Bourbon, Madagascar. No tiene nada que ver con cierta bebida espirituosa, Bourbon es el antiguo nombre de la isla de Reunión. Allí fue donde un esclavo encontró la manera de hacer la polinización manual de la que hablaba hace un momento. Esto hizo que Madagascar se pusiera a la cabeza del cultivo mundial de vainilla a mediados del siglo XIX.

La vainilla debe su nombre a que se trata de una vaina pequeña. Ni más ni menos. Dentro de la vaina se encuentran las semillas, de tamaño diminuto. Habitualmente se usa abriendo la vaina y extrayendo las semillas, que son las que contienen el mayor aroma. Las vainas, una vez vacías de semillas, se pueden usar para hacer infusiones o para aromatizar azúcar, por ejemplo.

Por supuesto, hay diferentes calidades de vainillas dentro de una misma variedad. Si alguna vez compráis vainas buscadlas brillantes, flexibles y gruesas. Eso es señal de que están cargadas de semillas y llenas de sabor. Si la vaina está seca no brillará y será rígida o quebradiza. No las compréis en este caso.

Las vainas no son la única forma en la que se encuentra la vainilla en las tiendas. El extracto de vainilla líquido es una forma muy cómoda de aromatizar la comida. También tenemos la vainilla en pasta, que es algo más espesa que el extracto y además contiene las semillas. También se comercializa en polvo seco o mezclada con azúcar en polvo.

Por desgracia, no todo lo que sabe a vainilla se hace con vainilla natural. Ya hemos dicho que es muy cara, así que la industria alimentaria ha buscado la forma de hacerse con un sustituto artificial y más barato, la vainillina. De hecho, la mayoría de los alimentos con sabor a vainilla en realidad llevan vainillina.

El problema es que cuando descubres la diferencia ya no hay vuelta atrás. Necesitas vainilla y la necesitas de verdad (en palabras de la gran Stephanie Jaworski ‘do not use the imitation ones’).

Cuando entré en el mundo de la reposterexia la única vainilla que había comprado era el bote que encuentras en el supermercado. Artificial, claro. Luego empecé a leer, a seguir a Stephanie y otro montón de gente. Y te crean necesidades. Y decides tirar el bote de extracto artificial y compras tímidamente un primer bote de extracto natural. Unos cien mililitros. Tus amigos que se van de viaje y saben de tu nueva necesidad vicio, te traen de Estados Unidos, que es más fácil de encontrar.

Luego se te acaban esos primeros botecillos y te pones a mirar. ¡Qué caro! Pues me va a salir más rentable comprar un bote más grande. Si, total, lo voy a gastar. Así que te pasas al tamaño... familiar. Casi un litro (la vainilla buena se vende en unidades imperiales). Y pasas varios años en la felicidad de la reposterexia y lo rentable que te sale el tamaño familiar hasta que un día vas a reponer y ¡¿pero qué invento es este?! ¿Me he confundido y estoy mirando oro fundido?

Y no, no te has confundido. Resulta que hay escasez mundial de vainilla. Parece que a una mala cosecha se ha unido que ciertos intermediarios están acaparando producción para aumentar el precio (o para blanquear dinero procedente del narcotráfico, según algunas fuentes).

Así que te ves desamparada, sin vainilla, ¿qué vas a hacer sin vainilla? Además ¡horror! ya no venden tu bote familiar. Buscas desesperadamente. El bote de cien mililitros está imposible. Sigues buscando. ¡Venden una botella de galón! ¡Qué barbaridad! ¿A quién en su sano juicio se le va a ocurrir meter un galón de vainilla en su casa? ¡Que un galón son casi cuatro litros!

Y entonces echas números, no puedes evitarlo. Coño ¡Cáspita! pues así no sale tan cara... O sea, está muy cara pero mucho menos que en esos ridículos botes de cien mililitros. Te das cuenta de que ya no hay vuelta atrás cuando te descubres buscando sitio para guardar el bidón en la cocina.

Intentas refrenarte contándolo jocosamente en uno grupo de guasap. ¡Ponlo en el salón! te dice una. ¡Con unas velas! te dice otra. Sí, claro, y en un altarcito sobre un pañito de ganchillo. ¡Y lo adoramos todas las tardes!

No tengo más religión que la vainilla ni mayor fe que la mantequilla.

No tengo más religión que la vainilla ni mayor fe que la mantequilla.

No tengo más religión que la vainilla ni mayor fe que la mantequilla.

Total, que mucho jiji jaja pero caes. Y ahí lo tengo, un galón de vainilla junto al aceite de oliva. El fondo de despensa de cualquier hogar que se precie.

Si tenéis curiosidad, no, no pienso confesar el precio estratosférico que pagué por el galón. Eso sí, ahora mismo, unos dos meses después, está mucho (pero mucho) más caro todavía.

Así que loca, sí, pero contenta. Y ahorradora.

Comentarios

  1. Viva la vainilla! Ese galón está bien comprado.

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  2. Nunca he probado que yo sepa la natural
    Ahora bien el sorbete de mandarina con una pelota de helado de vainilla denro es una de mis pasiones, sea natural o no.
    Bss

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