Lugares donde se calma el dolor

«La vista de los lugares que sabemos que fueron frecuentados y habitados por personas cuya memoria es célebre nos conmueve de algún modo más que oír el relato de sus hazañas o leer sus escritos»
Montaigne, citado en el libro.

Este mes hemos cambiado de nuevo la manera de elegir el libro que nos leemos cada mes. Después de terminar votando y permitiendo todo tipo de componendas para que nadie esté en desacuerdo con el libro, habíamos terminado eligiendo libros que eran bastante flojos. Puestos a solucionar eso y aceptando el riesgo de que nuevamente se oyeran gritos de terror hemos decidido que cada uno elija el libro que le de la gana por turnos.

Este primer turno me ha correspondido a mí no sé muy bien por qué, para dar una especie de apariencia de que pinto algo o algo así. Y he elegido este libro de César Antonio Molina. Tenía hace tiempo en mi lista de libros que ardo en deseos de leer otro suyo que se llama donde la eternidad envejece, pero el que encontré en versión digital fue este. Ya leeré el otro por mi cuenta visto el poco éxito que he tenido.

Sé que a varios de los integrantes del club este libro les ha causado serios problemas y sopor interminable. He oído gritos y quejidos de incomprensión durante todo el mes. Y yo lo siento mucho. Pero a lo mejor vale para que el resto de miembros del club sepan lo que me pasa a mí cada mes con cada libro que leemos: ganas de dejarlo, pesadez absoluta, desgana e incomprensión sobre lo que los demás leían y disfrutaban y yo no.

El libro es una especie de diario o dietario sobre los viajes que hace el autor siguiendo los pasos de los escritores que admira. Visita los lugares donde vivieron, donde nacieron, donde escribieron sus obras... así vamos tras los pasos de Joyce, Kafka, Pushkin, Rilke, Ajmátova, Lampedusa, Zweig...

El libro es un despliegue de erudición impresionante. Te hace darte cuenta de que realmente ni has leído nada ni sabes nada de nada. La cantidad de citas, de menciones, de comentarios y de información es abrumador. He subrayado esto al respecto que me ha gustado: "Temo que vamos lenta e incruentamente hacia un mundo sin libros. Internet es una inmejorable disculpa para tanto iletrado resentido. Todo el saber universal está metido en la red, pero cada vez hay menos personas cultas. Y la cultura es la que trae la libertad individual. ¿Qué mundo nos aguarda? Yo, afortunadamente, ya no lo veré. No podría vivir sin el papel impreso". Abruma, pero aún así me ha encantado. Yo me siento identificado con el autor en esa mitomanía. Ya os he contado mis recorridos por los cementerios o por las ciudades a la búsqueda de algún autor. No llego ni de lejos a la compulsión de este señor al respecto, pero la comprendo perfectamente. Esa manera de querer ver los lugares que una persona que admiras vio y que describió. Ver los paisajes y las ciudades de tus héroes literarios... eso sí que es viajar dos veces. Primero cuando te leíste el libro y luego cuando te acercas al lugar en el que vivió y escribió esas páginas.

También entiendo que pueda aburrir. Si no te interesan esos escritores y si no tienes ese impulso 'groupie' lector te tiene que dejar bastante frío.

Además hay varios capítulos dedicados a Ajmátova, a Mandelstam y a Tsvietáieva, destrozados por la Rusia soviética, y de los que tengo varios libros pendientes (entre ellos este y este).

Os pongo algunos párrafos más del libro:

 "Para Marina Tsvietáieva el arte era siempre un fin en sí mismo, es decir, una pura ficción sin la cual no se puede vivir y de la cual no se es responsable. La ética del poeta no se encontraba en servir bien al poder, sino en hacer bien su obra incluso contra el poder. No por ir contra él, sino por no cumplir sus preceptos. La palabra poética iba dirigida hacia un más allá desconocido: «¿Qué podemos decir de Dios? Nada. ¿Qué podemos decir a Dios? Todo. Los versos dirigidos a Dios son la plegaria".

"Toda contemporaneidad en nuestros días es la coexistencia de los tiempos: del comienzo y del fin, un nudo vivo. Ser contemporáneo es crear el propio tiempo. La contemporaneidad en el arte es la influencia de los mejores sobre los mejores, es decir, lo contrario de la actualidad: influencia de los peores sobre los peores. ¿Quién de nosotros resultará ser nuestro contemporáneo? Algo que sólo puede ser constatado por el futuro y cierto sólo en el pasado. Los contemporáneos son siempre una minoría" (cita de Tsvietáieva).

"A Stefan Zweig le gustaba citar esta frase de su admirado maestro Montaigne: «Cuanto más voluntaria la muerte, más bella. La vida depende de la voluntad de otros; la muerte, de la nuestra». Pero su suicidio podría ser calificado, y así él lo comentó de otros, como «un morir de guerra». Las guerras no sólo traen consigo la muerte a los combatientes en los frentes de batalla. Otros muchos seres inocentes también la padecen, sufren y mueren en la retaguardia. Y quizá, en este sentido, la muerte de Stefan y Lotte fue también un producto de la guerra. Encerrados en sí mismos, sin aquella afluencia de cartas a la que él estaba acostumbrado, sin muchos amigos, sin personas con las que intercambiar ideas, sin los libros de su extraordinaria biblioteca, sin el público lector de su lengua, sin control sobre su obra, sin los conciertos y grabaciones para escuchar su música favorita, sin un periódico donde escribir habitualmente, sin poder concentrarse para ahondar en su obra, sin documentación para avanzar en otras biografías como la de Balzac, hablando y pensando en la lengua de los perseguidores y asesinos de millones de judíos europeos, a quienes trató de salvar convenciendo a las autoridades portuguesas para que los trasladaran a alguna región de sus posesiones africanas, o a las autoridades brasileñas para que les buscaran acomodo en este país del futuro".

"En Apamea, delante de la larga hilera de columnas estriadas que por la noche sólo sostienen a las estrellas, pienso que el tiempo sin principio ni fin es ahora. Y ya pasó".

Una cosa que me he preguntado mientras leía el libro es que de qué hablaría este señor en los consejos de ministros con José Blanco o Magdalena Álvarez y demás patulea con los que compartía consejo cada semana... no se me ocurre, la verdad. Supongo que daría los buenos días, porque parece educado, y poco más.

Pues lo dicho. Me ha encantado. Seguramente sea al único al que le haya encantado. Creo que a Juanjo le ha gustado y por lo que sé Carmen y Bichejo están horrorizadas. Podéis ver sus reseñas en sus blogs: Carmen, Bichejo, Juanjo y Paula. Y a lo mejor hay suerte y este mes escribimos algo en el blog del club de lectura.


Comentarios

  1. Conozco (y amo) a Zweig, quizá por eso me ha interesado tanto el párrafo citado, pero me temo que el resto no me va a interesar tanto, no soy tan groupie, como has dicho.

    Oye, qué bueno lo de que en los Consejos de Ministros debía dar los buenos días y poco más, porque temas de conversación en común, debería tener pocos con el resto de los ministros.

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  2. La gente así de culta debería tener todo tipo de temas de conversación...

    En mi opinión el problema del libro no es sólo que no me interesaban especialmente casi ninguno de los autores, sino que es un señor muy poco ameno. Cultísimo y eruditísimo, pero un rollo de hombre.

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  3. Bueno, Loquemeahorro, habrás visto que las opiniones son encontradas. O te gusta o te aburre. También puedes leer solo el capítulo que te interesa o de los escritores que te interesan.

    Lo del consejo de ministros me tiene intrigado, la verdad.

    Bichejo, la gente culta sufre cuando trata con gente que desprecia o aporrea a la cultura. Y este señor debió sufrir mucho, me da a mí. A mí me ha parecido muy ameno, ya ves tú qué cosas; aunque reconozco que es deformación mía y que ha habido algunos capítulos (sobre todo de Sicilia) que se me han atragantado.

    Voz en off, es muy sugerente y el título del otro libro que quiero leerme de este autor -donde la eternidad envejece- también lo es. Gracias por pasarte por el blog y comentar en él.

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  4. Me alegro un montón de que te haya gustado. No lo entiendo, pero me alegro. Ya lo he dicho en mi post, a mí me ha parecido de un intenso insoportable. Se puede contar todo lo que cuenta pero de otro modo. No es el tema, es cómo está escrito.

    Pero me alegro de que lo hayas disfrutado.

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  5. Pues yo no me alegro de que no os haya gustado nada.

    Está claro que para gustos hay colores. A mí me gusta cómo está escrito la mayor parte del tiempo.

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  6. A mí un día me vais a explicar los cambios esos que decidís, porque me vais a volver loca. No me atrevo a decir que el libro me haya horrorizado, pero sí me ha producido sopor y eso me ha hecho sentirme fatal, porque efectivametne es pura erudición la de este señor... pero no soy nada groupi, la vida de la gente tiende a darme igual salvo que sea über relevante para la obra y, la mayor parte de las veces, ni así... y ya si hablamos de quién estuvo dónde ni te cuento...

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