La repostería y yo. Historia de mi cabezonería.
Soy golosa. Desde siempre. Me encantan los bollos, las tartas, los pasteles, el chocolate, las gominolas... Desde bien jovencita me metía en la cocina a hacer cosillas.
Lo malo es que no se me da bien. O no tan bien como yo querría. Me gusta especialmente hacer cosas al horno. Veo una receta y las fotos y me imagino algo absolutamente delicioso con una pinta espectacular. Y que a mí, claro, me va a quedar igual. Pues no. En algún momento del proceso la cago y lo que debería salir esponjoso, ligero y delicioso sale un molondrio denso que si te cae en un pie te deja cojo.
¿Qué hago mal? No lo sé. Y eso que me lo he leído todo. Un montón de libros, programas de la tele por supuesto y desde que me he aficionado, últimamente, a múltiples blogs de cocina he aprendido muchísimas cosas. Qué hacer para que el bizcocho suba, cuándo conviene montar las claras, a qué temperatura deben estar los ingredientes, qué tipo de levadura es mejor utilizar para según qué ingredientes, los diferentes tipos de chocolate, la historia de algún pastelillo, de las cookies de chocolate...
A ver, no es que absolutamente todo me salga mal. Ya hablé hace tiempo de mi existosísimo tiramisú. Y recientemente hice unos rollos de canela más que aceptables, una tarta de queso bastante pasable y un pastel de zanahoria muy rico. Lo que peor me salen son los bizcochos en sus diferentes formas: bizcocho propiamente dicho (hasta el bizcocho de yogur ese que sabe hacer cualquiera me sale mal), cakes, magdalenas, muffins...
Ay, los muffins. Creo que es de lo que más me gusta en el mundo. Esas madalenotas grandes con trozos de chocolate o frutas, densas y con la grasa suficiente, que es mucha, para que la densidad sea agradable. Los descubrí un verano que estuve aprendiendo inglés cerca de Boston. Era lo mejor de los menús de la residencia donde estaba. Vaya desayunos me hacía yo a base de muffins. Así volví, claro.
El caso es que llevo años en busca del muffin perfecto y que este salga de mi horno. He probado recetas de aquí y de allá. Que si con buttermilk, que si con mantequilla, que si la mezcla húmeda y la mezcla seca deben mezclarse en no más de quince movimientos (qué estrés), que si desmoldarlos antes de que se enfríen para que no se humedezcan demasiado (cualquier día me achicharro los dedos)... Pero no hay manera. Si bien es cierto que últimamente parece que algo han mejorado los resultados también es verdad que no acabo de dar con ello. Eso sí, yo no soy de las que se rinden (lo cual es una forma muy indulgente de decir que soy una cabezota de tomo y lomo).
Y ND, ¿qué dice ND de todo esto? Pues, como ya sabéis, es un santo varón. No solo resiste estoicamente todos mis intentos sin ensañarse con sarcamos desalentadores. Sino que además todavía tiene el detalle de atreverse a probarlos. Esta mañana mismo ha hecho el enésimo intento. Esta vez con unos de manzana (en la foto hasta tiene buena pinta). Y ha dicho 'pues algo le falta, pero van por el buen camino'. ¿No es un amor? Sí, y además un incauto que me da alas. Si es que no aprende, ya estoy pensando en los siguientes a perpetrar.
Seguiremos informando.
¿No tendrá que ver con el horno? Suele ser el culpable de los mayores desastres cuando has seguido religiosamente el resto de los pasos...
ResponderEliminarYo que tú probaría en un horno ajeno, a ver qué pasa.
Algo tiene que ver sí, porque le voy cogiendo el puntillo. Mi próxima adquisición va a ser un termómetro de horno. Pero aun así... A ver, mi madre no sabe ni la mitad que yo de técnicas y eso, sabe que su horno NO va bien y sin embargo le salen unos bizcochos super esponjosos. Yo en su horno tampoco.
ResponderEliminarSe me ha olvidado hablar de mis compras compulsivas de cacharros de cocina. Menos mal que no tengo mucho sitio.
Es que eres muy exigente Annie, estoy segura de que ni tus bizcochos ni tus lentejas son tan lamentables... se sube el umbral de tolerancia y punto.
ResponderEliminarTiene una pinta orgasmática....
ResponderEliminarCanela, manzana.... yummmy!!
Sí, de pinta no está mal. De sabor y textura es mejorable. Te lo aseguro Tochi.
ResponderEliminarHay que reconocer que a veces hay platos que se nos resisten. En cualquier caso yo de ti probaría a hacerlo "a ojo", pasando de libros y confiando en tu propio instinto. Así descubrí yo que mi horno tiene tiempos que no tienen nada que ver con la realidad y que lo que a otros les parece esponjoso a mí me parece poco hecho....
ResponderEliminarBienvenida María, gracias por venir.
ResponderEliminarYo me imagino también que a veces las fotos engañan. No siempre una buena pinta es garantía de buen sabor, ni al revés.
Supongo y espero que ND habrá puesto a prueba el nivel de tolerancia de su Jefe ofreciendole alguna de tus especialidades.
ResponderEliminarNo, Hermano E., no he tenido esas ideas. He de decir en descargo de mi señora esposa que ella hace todos los postres con mucho amor y muchos de ellos están muy ricos, riquísimos.
ResponderEliminarAhora, también ha habido fallos y hay que reconocerlo.
Yo todo lo que he probado estaba muy bueno, de verdad!
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