Tras os Montes mais enormes
Ya estamos en Santander. Tras un viaje bastante largo y zigzagueante de unas ocho horas por fin llegamos ayer por la tarde.
El día empezó muy bien. Pudimos meter todas las cosas en el maletero, aunque aún no sé muy bien cómo. Para que os hagáis una idea tuve que meter en el maletero dos maletas grandes (no de las de no facturar), dos bicicletas de niño, una vajilla de 19 piezas para regalarles a mis suegros, la bolsa de la playa, los cascos de las bicis, dos botellas de aceite, una caja con quince tercios de cerveza, los regalos de C de su cumpleaños, el neceser, una bolsa con nuevos adminículos pasteleros y una docena de pastéis de natas. Otras veces el meter todas las cosas en el maletero ha sido como un tetris, pero la inclusión de las bicicletas ha hecho que lo de este año pase a ser una heroicidad. Salimos a tiempo. Había mirado el recorrido en google maps, pero no pude imprimirlo, no parecía muy complicado.
Fuimos más o menos bien, pero como llegó un punto en que ya no estábamos muy seguros, y nuestros mapas de carretera son de hace unos cuantos años y todas esas carreteras nuevas no aparecían en ellos, decidimos poner el GPS. No sé si fue el GPS o que cuando lo pusimos lo nuestro ya no tenía remedio, el caso es que nos mandó por otro sitio más largo, por supuesto, con la carretera en obras, con miles de camiones, sin posibilidad de adelantar y teniendo que hacer desvíos cada dos por tres. Como no todo es malo, hay que decir que los paisajes que vimos eran preciosos, impresionantes. Montañas y bosques preciosos con pinos y abetos, terrazas con viñedos y carretiles con precipicios de las que le gustan a Anniehall. No pudimos parar y corretear entre abetos en plan sonrisas y lágrimas debido a nuestra falta de calzado apto para la naturaleza (va por ti, Tochi). En serio, el sitio, impresionante. Es patrimonio de la humanidad y me lo apunto para un posible viaje. Tras más de una hora y media yendo a 20-30 por hora llegamos a Vila Real donde cogimos la autovía hacia España. Más o menos a mitad de camino de la autopista vimos la incorporación por la que tendríamos que haber llegado nosotros en lugar del desvío involuntario.
Ya en territorio patrio tuvimos que parar a echar gasolina en el último pueblo de Orense antes de Zamora, no me acuerdo del nombre. El gasolinero no dijo ni una sola palabra. Bueno, creo que una sí, algo así como gracias, o a lo mejor era un eructo. Y eso que le dije que quería pagar con tarjeta, tuve que meter el PIN y le pregunté que por dónde se volvía a coger la autovía, me gruñó, movió el brazo y me lo indicó con un dedo.
Teníamos intención de comer en Benavente, pero con el retraso acumulado paramos pasada la Puebla de Sanabria, en un pueblo llamado Mombuey. Encontramos un bar y tras preguntar si podíamos comer y preguntarnos la señora que si comer, comer? y decirle Anniehall que sí, que comer, nos dijo que podía ponernos unas raciones. Nos pusieron una ración de jamón serrano, una de lacón y una con la mitad de queso y la mitad de chorizo, un picho de tortilla, pan y bebidas por 12,5€. Barato, barato, sí. Cierto es que tampoco parecía que se enteraran mucho las dos que atendían. Después de pedirle lo que queríamos volvió a preguntárnoslo porque se le había ido la cabeza, no nos pusieron tenedores hasta que no los pidió Anniehall para la tortilla ni nos pusieron pan hasta que lo pedimos. Aproveché para comprar un queso zamorano que ya hemos catado y está buenísimo, claro, que me soplaron por el queso 50€...
Nos pusimos en marcha, los niños se durmieron y Anniehall se durmió... cuando se despertaron los niños. Es complicado ir conduciendo, contestar sus preguntas, calmarlos y a la vez intentar que Anniehall no se despierte, pero fuimos así un buen rato. En Benavente tiramos para León, de León a Osorno pasando por Sahagún y Carrión de los Condes y de Osorno a Santander. Anunciaban que iba a ser un día apocalíptico con tormentas y rayos, pero fue un viaje bastante agradable, con nubes y algo de bochorno. Eso sí, según parece esta noche ha caído un tormentón interesante (ahora está lloviendo) y hay previsión de lluvias para los próximos días.
Todo llegó bien, ningún plato roto, ninguna desgracia que lamentar, salvo que en Mombuey se me cayeron los pasteles al abrir el maletero para meter el queso, pero han aguantado bastante bien. Ahora voy a hacerme un homenaje cántabro-portugués desayunándome un pastel y un sobao. Va por ustedes!
El día empezó muy bien. Pudimos meter todas las cosas en el maletero, aunque aún no sé muy bien cómo. Para que os hagáis una idea tuve que meter en el maletero dos maletas grandes (no de las de no facturar), dos bicicletas de niño, una vajilla de 19 piezas para regalarles a mis suegros, la bolsa de la playa, los cascos de las bicis, dos botellas de aceite, una caja con quince tercios de cerveza, los regalos de C de su cumpleaños, el neceser, una bolsa con nuevos adminículos pasteleros y una docena de pastéis de natas. Otras veces el meter todas las cosas en el maletero ha sido como un tetris, pero la inclusión de las bicicletas ha hecho que lo de este año pase a ser una heroicidad. Salimos a tiempo. Había mirado el recorrido en google maps, pero no pude imprimirlo, no parecía muy complicado.
Fuimos más o menos bien, pero como llegó un punto en que ya no estábamos muy seguros, y nuestros mapas de carretera son de hace unos cuantos años y todas esas carreteras nuevas no aparecían en ellos, decidimos poner el GPS. No sé si fue el GPS o que cuando lo pusimos lo nuestro ya no tenía remedio, el caso es que nos mandó por otro sitio más largo, por supuesto, con la carretera en obras, con miles de camiones, sin posibilidad de adelantar y teniendo que hacer desvíos cada dos por tres. Como no todo es malo, hay que decir que los paisajes que vimos eran preciosos, impresionantes. Montañas y bosques preciosos con pinos y abetos, terrazas con viñedos y carretiles con precipicios de las que le gustan a Anniehall. No pudimos parar y corretear entre abetos en plan sonrisas y lágrimas debido a nuestra falta de calzado apto para la naturaleza (va por ti, Tochi). En serio, el sitio, impresionante. Es patrimonio de la humanidad y me lo apunto para un posible viaje. Tras más de una hora y media yendo a 20-30 por hora llegamos a Vila Real donde cogimos la autovía hacia España. Más o menos a mitad de camino de la autopista vimos la incorporación por la que tendríamos que haber llegado nosotros en lugar del desvío involuntario.
Ya en territorio patrio tuvimos que parar a echar gasolina en el último pueblo de Orense antes de Zamora, no me acuerdo del nombre. El gasolinero no dijo ni una sola palabra. Bueno, creo que una sí, algo así como gracias, o a lo mejor era un eructo. Y eso que le dije que quería pagar con tarjeta, tuve que meter el PIN y le pregunté que por dónde se volvía a coger la autovía, me gruñó, movió el brazo y me lo indicó con un dedo.
Teníamos intención de comer en Benavente, pero con el retraso acumulado paramos pasada la Puebla de Sanabria, en un pueblo llamado Mombuey. Encontramos un bar y tras preguntar si podíamos comer y preguntarnos la señora que si comer, comer? y decirle Anniehall que sí, que comer, nos dijo que podía ponernos unas raciones. Nos pusieron una ración de jamón serrano, una de lacón y una con la mitad de queso y la mitad de chorizo, un picho de tortilla, pan y bebidas por 12,5€. Barato, barato, sí. Cierto es que tampoco parecía que se enteraran mucho las dos que atendían. Después de pedirle lo que queríamos volvió a preguntárnoslo porque se le había ido la cabeza, no nos pusieron tenedores hasta que no los pidió Anniehall para la tortilla ni nos pusieron pan hasta que lo pedimos. Aproveché para comprar un queso zamorano que ya hemos catado y está buenísimo, claro, que me soplaron por el queso 50€...
Nos pusimos en marcha, los niños se durmieron y Anniehall se durmió... cuando se despertaron los niños. Es complicado ir conduciendo, contestar sus preguntas, calmarlos y a la vez intentar que Anniehall no se despierte, pero fuimos así un buen rato. En Benavente tiramos para León, de León a Osorno pasando por Sahagún y Carrión de los Condes y de Osorno a Santander. Anunciaban que iba a ser un día apocalíptico con tormentas y rayos, pero fue un viaje bastante agradable, con nubes y algo de bochorno. Eso sí, según parece esta noche ha caído un tormentón interesante (ahora está lloviendo) y hay previsión de lluvias para los próximos días.
Todo llegó bien, ningún plato roto, ninguna desgracia que lamentar, salvo que en Mombuey se me cayeron los pasteles al abrir el maletero para meter el queso, pero han aguantado bastante bien. Ahora voy a hacerme un homenaje cántabro-portugués desayunándome un pastel y un sobao. Va por ustedes!
Aquí cayó la tormenta del siglo hasta las tres de la mañana, pero ahora luce el sol, así que día de piscina.
ResponderEliminarSi te sirve de algo, creo que cogisteis la ruta correcta; varias de las carreteras que salen en internet están aún en proceso de construcción. Por cierto, ¿¿¿exactamente qué coche tienes??? ¿¿¿o es un camión??? XD.
ResponderEliminarPues es un coche normalito, un seat Altea XL. En peores plazas hemos toreado. Cuando eran pequeños y había que llevar la silla, el parque...
ResponderEliminarLa verdad es que al final no sé cómo cabe todo, pero es un proceso de meter y sacar cosas hasta que cabe todo.
solo una pequeña apreciación no es Orense es Ourense,no te extrañe lo del señor "gasolinero" a veces los gallegos somo así, pero juro que no siempre. "Gruñido"
ResponderEliminarAnónimo, no creo que se refiriera a los gallegos en general sino a ese en particular.
ResponderEliminarUna duda ¿cuando en español te refieres a la ciudad norteamericana hablas de New York o de Nueva York? Y a la capital británica la llamas London o Londres? El nombre oficial será Ourense, lo cual está muy bien, no tengo nada en contra del gallego ni de otras lenguas. Pero si hablamos en español lo normal es nombrarla en español, como tantas otros lugares del mundo que se traducen. Y no pasa nada, no es una ofensa ni que queramos ningunear a nadie ni a nada, simplemente es que no estamos hablando en gallego.
Que con lo anterior se me ha olvidado decir que sí, el viaje fue muy pesado pero y los paisajes preciosos.
ResponderEliminarY que no sé cómo es capaz de meterlo todo en nuestro coche, que parece que nos vayamos de mudanza...
Anónimo, siento si te ha molestado lo de Orense, pero es como yo lo digo. También digo Oporto y ningún portugués se me ha quejado. A veces se me escapa y si intento hablar en portugués, pues digo Porto.
ResponderEliminarAdemás al gasolinero no le dije ni Orense ni Ourense, simplemente le dije que por donde se iba a la autovía.
Juas, ND, me has dedicado lo de los zapatos camperos (que por cierto, lo que me extraña no es que no tengais zapatos, sino que nunca vayáis al camopo), pero igual me podías haber dedicado lo del equipaje
ResponderEliminarSiempre que pienso en mis vacaciones de pequeña, me viene a la mente una imagen de mi padre intentando encajar cosas en el maletero. Era increíble todo lo que podía entrar allí y eso que los maleteros de antes no son como los de ahora...
ResponderEliminarSeguid disfrutando de las vacaciones!
Gracias Miss Hurry. En eso estamos...
ResponderEliminarSi ya ves que sí que vamos, Tochi, lo que no hacemos es
ResponderEliminarbajar del coche! jajaja
Pues yo hubiera ido por Salamanca y Pucela, aunque confieso haber sido también víctima de algún GPS.
ResponderEliminarEste año más que nunca estoy sufriendo esto dle Tetris pero he conseguido llevar más o menos siempre los mismo objetos, aunque rellenos de cosas diferentes cada vez, y ya repito configuraciones
Pues no sé, yo creo que son más kilómetros, pero vete tú a saber!
ResponderEliminarLo del maletero, una vez que has tenido que meter silla, maletas, cuco y cuna es cosa de niños... nunca mejor dicho
Lo del maletero, una vez que has tenido que meter silla, maletas, cuco y cuna es cosa de niños... nunca mejor dicho
Bueno, bueno, esto es de traca. Vengo del blog de Moli, y leo que anda por Comillas, vosotros por Santander...
ResponderEliminarBuenísimo, más que nada, porque yo acabo de llegar de pasarme una semana justo justo por esos lugares.
¡A ver si hasta nos hemos cruzado!
¡¡Pasadlo muy bien!!
Muchas gracias, Bett. Vete a saber si nos hemos cruzado... esto de las amistades virtuales es lo que tiene... a lo mejor yo era el tipo impresentable que te dio un empujón el otro día, o el que se te coló en el supermercado... jajaja
ResponderEliminarNiño, puestos a pensar, mejor creer que podíais ser cualquiera de los que paseaba al solecito o se veían disfrutando de las vacaciones :)
ResponderEliminar