Recuperando
Estoy recuperando, poco a poco, el ritmo lector. Creo que ya he contado que la maternidad supuso para mí un aborregamiento extremo si consideramos el grado de aborregamiento inversamente proporcional al número de libros leídos. Sin embargo, si lo pienso más debo llegar a la conclusión de que el verdadero culpable de mi aborregamiento es ND. ¿Pero cómo? diréis, si ND lee un montón. Pues sí, pero el hecho es que leo mucho menos desde que le conozco. La maternidad fue solo la puntilla que me faltaba.
A ver no os confundáis, no es que ND sea de esos que consideran un peligro que las mujeres lean, sobre todo sus mujeres, ni que me lo prohibiera desde la primera cita (cosa que yo, por supuesto, habría hecho sin dudarlo cegada por el amor y lo bien mandada que he sido siempre*). No, lo que ND cambió fueron mis hábitos y con ello dio al traste con mi rutina de lectura.
Desde que recuerdo siempre he leído por la noche. No sé si porque es lo que he visto en mi casa siempre y porque es lo que hacían conmigo antes de poder leer por mí misma. Al acostarnos, ya en la cama, nos leían un cuento todas las noches. Mi padre siempre ha sido muy lector pero lo cierto es que, hasta hace poco, solo le he visto leer en la cama.
Así que, desde que empecé a leer, siempre lo hacía en la cama. Acostada y tumbada. Lo sé, es raro, no sé cómo me aguantaban los brazos pero es así como he leído hasta casi los veintiséis años. Supongo que el que mi cama no tuviera el cabecero pegado a la pared tiene bastante que ver con eso.
También leía por la mañana. Me despertaba pronto (supongo que ND no se lo creerá) y, mientras la casa todavía estaba en silencio, leía otro rato en la cama. Y no leía en ningún otro momento del día, por placer quiero decir. Salvo el periódico, cuando empecé a leerlo. Ese sí lo leía durante el día y en el sofá.
O puede que no sea por eso, por costumbre, lo de leer siempre en la cama. A lo mejor es porque siempre quiero enterarme de todo y si leo estoy concentrada en lo que leo y no me entero de lo que pasa a mí alrededor. Cotilla, diréis. Pues supongo.
O porque era una especie de transgresión que me permitía. Yo, tan cabalita, obediente y sensata siempre (un rollo de niña, vaya). Lo mismo esos trasnoches medio a escondidas y el no hacerme notar haciendo lo que yo quería durante esos ratos me hacía sentirme un poco diferente. Quién sabe.
El caso es que ND dio al traste con mis trasnoches lectores porque, para empezar, como es ‘alondra’ él se va prontísimo a la cama. Pero es que además, cuando se va, se va a dormir. Nada de tener un ratito la luz encendida para leer. Y tampoco no es plan de acostarse una hora más tarde, encender la luz y ponerse a leer, digo yo.
Total, que conocerle e irme a vivir con él, acabó con mis buenas costumbres. Eso es así.
Supongo que será verdad eso de que dos que duermen el mismo colchón se vuelven de la misma condición porque, aunque nos ha llevado nuestro tiempo (en noviembre fue nuestro décimo aniversario), resulta que están cambiando las tornas. O más bien se están acercando. Porque voy siendo capaz de leer en cualquier situación, rodeada de los niños, con toda la familia y la tele puesta, por ejemplo. Es más, el otro día me sorprendí asustándome porque llevaba varios minutos absorta en el libro sin comprobar que los niños no se partían la crisma tobogán abajo.
Así que, poco a poco, voy recuperando el ritmo. Por supuesto no llegaré nunca al ritmo alocado (eso no puede ser bueno, desde aquí os lo digo) de Molinos, Bichejo o del propio ND. Pero mira, he pasado de terminar, en el verano del cuarto cumpleaños de C, el libro que tenía a medias desde que nació (así de terrible) a llevar dos libros y medio en lo que va de año. Algo es algo.
De todos modos sigo prefiriendo la soledad. Sigo terminando los libros por la noche, cuando todos duermen. Si lo tengo enfilado me quedo hasta que lo termino. Tranquilamente, sin que nadie me interrumpa. Saboreando ese momento raro entre la pena y la satisfacción cuando terminas un libro que te ha gustado mucho. La satisfacción de haberlo disfrutado tanto y la pena porque se acaba.
Pero es que además ND ¡se lleva libros a la cama! incluso tuitea o juega al Apalabrados. Esto es el acabóse. Preparaos, que en cualquier momento escribo yo una reseña. No digo más.
*Para el que no me conozca es una ironía, no vayáis a poner el grito en el cielo.
A ver no os confundáis, no es que ND sea de esos que consideran un peligro que las mujeres lean, sobre todo sus mujeres, ni que me lo prohibiera desde la primera cita (cosa que yo, por supuesto, habría hecho sin dudarlo cegada por el amor y lo bien mandada que he sido siempre*). No, lo que ND cambió fueron mis hábitos y con ello dio al traste con mi rutina de lectura.
Desde que recuerdo siempre he leído por la noche. No sé si porque es lo que he visto en mi casa siempre y porque es lo que hacían conmigo antes de poder leer por mí misma. Al acostarnos, ya en la cama, nos leían un cuento todas las noches. Mi padre siempre ha sido muy lector pero lo cierto es que, hasta hace poco, solo le he visto leer en la cama.
Así que, desde que empecé a leer, siempre lo hacía en la cama. Acostada y tumbada. Lo sé, es raro, no sé cómo me aguantaban los brazos pero es así como he leído hasta casi los veintiséis años. Supongo que el que mi cama no tuviera el cabecero pegado a la pared tiene bastante que ver con eso.
También leía por la mañana. Me despertaba pronto (supongo que ND no se lo creerá) y, mientras la casa todavía estaba en silencio, leía otro rato en la cama. Y no leía en ningún otro momento del día, por placer quiero decir. Salvo el periódico, cuando empecé a leerlo. Ese sí lo leía durante el día y en el sofá.
O puede que no sea por eso, por costumbre, lo de leer siempre en la cama. A lo mejor es porque siempre quiero enterarme de todo y si leo estoy concentrada en lo que leo y no me entero de lo que pasa a mí alrededor. Cotilla, diréis. Pues supongo.
O porque era una especie de transgresión que me permitía. Yo, tan cabalita, obediente y sensata siempre (un rollo de niña, vaya). Lo mismo esos trasnoches medio a escondidas y el no hacerme notar haciendo lo que yo quería durante esos ratos me hacía sentirme un poco diferente. Quién sabe.
El caso es que ND dio al traste con mis trasnoches lectores porque, para empezar, como es ‘alondra’ él se va prontísimo a la cama. Pero es que además, cuando se va, se va a dormir. Nada de tener un ratito la luz encendida para leer. Y tampoco no es plan de acostarse una hora más tarde, encender la luz y ponerse a leer, digo yo.
Total, que conocerle e irme a vivir con él, acabó con mis buenas costumbres. Eso es así.
Supongo que será verdad eso de que dos que duermen el mismo colchón se vuelven de la misma condición porque, aunque nos ha llevado nuestro tiempo (en noviembre fue nuestro décimo aniversario), resulta que están cambiando las tornas. O más bien se están acercando. Porque voy siendo capaz de leer en cualquier situación, rodeada de los niños, con toda la familia y la tele puesta, por ejemplo. Es más, el otro día me sorprendí asustándome porque llevaba varios minutos absorta en el libro sin comprobar que los niños no se partían la crisma tobogán abajo.
Así que, poco a poco, voy recuperando el ritmo. Por supuesto no llegaré nunca al ritmo alocado (eso no puede ser bueno, desde aquí os lo digo) de Molinos, Bichejo o del propio ND. Pero mira, he pasado de terminar, en el verano del cuarto cumpleaños de C, el libro que tenía a medias desde que nació (así de terrible) a llevar dos libros y medio en lo que va de año. Algo es algo.
De todos modos sigo prefiriendo la soledad. Sigo terminando los libros por la noche, cuando todos duermen. Si lo tengo enfilado me quedo hasta que lo termino. Tranquilamente, sin que nadie me interrumpa. Saboreando ese momento raro entre la pena y la satisfacción cuando terminas un libro que te ha gustado mucho. La satisfacción de haberlo disfrutado tanto y la pena porque se acaba.
Pero es que además ND ¡se lleva libros a la cama! incluso tuitea o juega al Apalabrados. Esto es el acabóse. Preparaos, que en cualquier momento escribo yo una reseña. No digo más.
*Para el que no me conozca es una ironía, no vayáis a poner el grito en el cielo.
Obviamente, va a ser un comentario lleno de cuqui: me han leído un cuento al acostarme hasta que fui capaz de leer sola, no sé cómo pero me he leído grandes tochos con los brazos bien estirados tumbada en la cama. Obviamente N es de los de acostarse y a dormir, lo de leer en la cama no le va nada.
ResponderEliminarTambién soy capaz de abstraerme leyendo de cualquier situación, pero como más me gusta leer es sola…aunque ahora, con tanto metro y demás, pues mi rato de lectura principal es la ida y vuelta al curro.
No te compres la bio de Paul, que te la dejo yo (que sé que quieres leerla)
Es que leer en la cama es super incómodo. Con el kindle pase porque pesa poco y no tienes que sujetar las páginas. pero con un libro de papel es el horror, aunque aún así estoy intentando leer un poco en la cama cada día.
ResponderEliminarPesará sobre mi conciencia esta losa de tenerte en la indigencia lectora! :´-(
Ayyyy. No sabes que alegría me das. A mi me pasaba lo mismo que a ti. Leía en la cama. Algunos libros me engancharon tanto que tenia que poner el marcapáginas donde debia acabar de leer para poder dormir. Pero.......entonces llegó el. Y ya está. Nada de lectura nocturna. Lo mio es más grave que lo tuyo porque me dura mucho mas.
ResponderEliminarAhora he cambiado hábitos y donde más leo es en la playa. Una buena hamaca... boca abajo... el libro sobre una toalla para que no se llene demasiado de arena (pero se llena. Es irremediable).
Apunto algunos de los que recomienda ND para el verano. Mi problema es el invierno...es cuando los compro , pero no los leo.
El problema ahora sois vosotros. Los de los blogs. Me encanta saltar de uno a otro y eso enganchaaaa.
Enhorabuena por tu regreso a las buenos hábitos. Espero algun dñia decirte lo mismo. Mientras seguiré paseando por aquí.
Enhorabuena por tu vuelta a los buenos hábitos. Espero que algún dia yo los recupere. El problema ahora sois vosotros
Jaajaaja. El último párrafo lo escribí antes y lo perdí y volví a escribirlo. Y ¿sale ahoraa??? Vamos.. no es que lea poco.. es que ya ni escribo.
EliminarGracias Phaskyy. Bienvenida, ven cuando quieras.
ResponderEliminarNo hay que perder los buenos habitos de leer en la cama antes de dormir, en mi casa siempre se ha hecho así, cenamos, vemos la tele y nos vamos a la cama abrimos cada uno nuestro libro y a leer hasta que te entra sueño. En mi casa todso tenemos un Almohadon que nos hemos ido regalando unos a otros, es como un atril especial para leer en la cama es muy comodo aun que queda algo gracioso cuando ves a 5 personas leyendo con él. Yo lo compre en la libreria de mi barrio pero lo he visto en internet www.latiendadebelenci.com
ResponderEliminarGracias por el consejo anónimo, habrá que esperar a que ND se aficione más, me temo.
ResponderEliminar¿Y esta tal Anniehall quién es? ¿Escribe en este blog?
ResponderEliminarYo soy muy pro-cultura y novoy a decir que no se lea, pero lo de escribir es algo de lo que los demás nos aprovechamos, querida...
Cuánta maldad, pero cuáaannnnnta!! Qué jodía esta Amanita
ResponderEliminarA mí también me pasó que cuando empecé a vivir con él mi ritmo de lectura bajó, y es que el señor no puede dormir en cuanto haya una rendija de luz, así que de la lámpara de la mesilla ni hablamos. Y cuando empecé a conducir y dejé de usar el transporte público (por una buena causa, reducía el tiempo de alrededor de dos horas y media en metro y autobús, a menos de una en coche) ya quedó reducido casi a cero :(
ResponderEliminarEstos hombres... cómo son!!
EliminarPor un momento pensé que ibas a dar cuenta aquí de las verdaderas causas por las que el Niño no te deja leer en la cama... buf, me había sonrojado.
ResponderEliminarTe entiendo perfectamente. Yo tras una etapa de secano, llevo un par de libros en dos semanas, contando semana santa y la verdad es que le voy cogiendo el tranquillo. El problema es meterse en la historia. Si te metes lo demás fluye.
Verdaderas causas? No entiendo de qué hablas...
ResponderEliminarBueno, por fin puedo pasarme a comentar este post.
ResponderEliminarYo leo siempre antes de dormir, incluso cuando llego de farra...obviamente al dia siguiente no me acuerdo pero leo siempre. Y leo en la cama, en el sofá, en el atasco, mientras cocina...soy capaz de abstraerme completamente. Al ingeniero le da igual que haya luz o que caiga un tornado asi que ningun problema para eso..