Una emoción muy grande
Este año ha sido un año duro. Lo he pasado muy mal. Me han despedido después de 12 años en el circo de una manera que yo considero bastante injusta. Después de meses de angustia, de dormir mal, conseguí mi actual trabajo en el que la verdad es que de momento estoy agustísimo. Tengo una cierta incertidumbre, es cierto, pero las cosas van bien y me siento bastante valorado, lo cual es un cambio tremendo respecto a mi anterior trabajo.
El circo sigue, aunque me da a mí que le quedan pocas funciones. Ojalá me equivoque, pero pintan mal las cosas. Bueno, no quería hablar de estas cosas que son más bien tristes. De lo que quería hablar es de las navidades y, como saben los que trabajaron conmigo en el circo, la ilusión que siempre dije que me haría recibir una cesta de navidad. En todos lo años de circenses sólo recibí un año un sudoku electrónico, otro una mochila que se rompía la primera vez que se abría y otro un altavoz con forma de micrófono para conectar al ordenador. Poca cosa, la verdad. Sobre todo cuando hubo épocas de bonanza en los que diez personas hacíamos el trabajo de treintaypico. Trabajo por treinta personas que se cobró, claro. Pero ni un detalle...
El año pasado J., que ya estaba trabajando en nuestra nueva empresa, nos mandó un correo en el que nos decía: Llevo más de una hora viendo entrar y salir de la oficina a un tío con mono y una carretilla y yo inocente de mí, pensando que qué ñapa nos estaban haciendo. Pues resulta que está cargando una gran cantidad de ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡cestas de navidad!!!!!!!! Ya sé que esto no se hace, pero se me ha acelerado el corazón y todo y tenía que contárselo a alguien, lo mismo a mí ni me dan, pero me he puesto nerviosito. Bueno, he variado un poco el correo porque había algún taco y alguna referencia a los que preferimos permanecer en el economato. Pero el caso es que desde que empecé a trabajar en esta empresa la cesta de navidad ha sido una conversación recurrente.
Y la semana pasada sucedió. Vimos entrar a unos señores con unas cajas que iban almacenando en una sala de reuniones. Había muchas cajas pequeñas y pocas grandes. A mí me entró un nerviosismo que hizo que esuviera toda la tarde distraído. Volvimos a la sala a ver si había más cajas y vimos que se habían igualado las cajas grandes y pequeñas. Parecía que sí, que este año sí. Pero tampoco las tenía todas conmigo. Igual que no tengo derecho a clases de inglés o de gestión por ser nuevo también podría ser que no tuviera derecho a cesta hasta que llevara más tiempo. Pero al final por fin puedo decir que he recibido una cesta de navidad.
Y que recibir una cesta da mucha alegría. En la oficina se notaba esa alegría que es mucho más valiosa que la cesta en sí. Además tampoco es que haya sido una cesta super lujosa, simplemente era una paletilla y dos botellas de vino, pero es más que suficiente. Mucho más que suficiente.
El viernes el Dr_Fiestas y yo completamos el lote en la central del Museo del Jamón con media caña de lomo y un chorizo para pasar estas fistas más contentos.
Y es que una casa con jamón es una casa con alegría, no lo dudéis. Yo, para afianzar esa alegría, esta noche me voy a hacer un bocadillo de cesta de Navidad.
Y la semana pasada sucedió. Vimos entrar a unos señores con unas cajas que iban almacenando en una sala de reuniones. Había muchas cajas pequeñas y pocas grandes. A mí me entró un nerviosismo que hizo que esuviera toda la tarde distraído. Volvimos a la sala a ver si había más cajas y vimos que se habían igualado las cajas grandes y pequeñas. Parecía que sí, que este año sí. Pero tampoco las tenía todas conmigo. Igual que no tengo derecho a clases de inglés o de gestión por ser nuevo también podría ser que no tuviera derecho a cesta hasta que llevara más tiempo. Pero al final por fin puedo decir que he recibido una cesta de navidad.
Y que recibir una cesta da mucha alegría. En la oficina se notaba esa alegría que es mucho más valiosa que la cesta en sí. Además tampoco es que haya sido una cesta super lujosa, simplemente era una paletilla y dos botellas de vino, pero es más que suficiente. Mucho más que suficiente.
El viernes el Dr_Fiestas y yo completamos el lote en la central del Museo del Jamón con media caña de lomo y un chorizo para pasar estas fistas más contentos.
Y es que una casa con jamón es una casa con alegría, no lo dudéis. Yo, para afianzar esa alegría, esta noche me voy a hacer un bocadillo de cesta de Navidad.
Parece una tonteria, pero la recibes y como que te sientes más valorado. Lo que lleve casi es lo de menos (aunque el jamón ya es la releche).
ResponderEliminarMi primer aguinaldo lo recordaré siempre. Fue un cubo de basura, de esos pequeños para casa, con tapa, y lleno de botellas, latas y turrón. (Sin jamón). Ya no tengo el cubo, ni lo que iba dentro. De hecho, ni ese trabajo. Pero ese recuerdo no se borra. Desde entonces he tenido más detalles de clientes que de mis jefes, pero como a mis compañeros tampoco les llegaba, no me lo tomo como algo personal....
Por cierto, que soy nuevo por aquí, pero que si compartes esa cesta, casi seguro que me quedaré una temporada. No se está mal..... :)
Es estupendo recibirlas. Tener que coger un taxi para volver a casa. No importa el contenido... aunque la familia celebraba mucho la paletilla de jamón.
ResponderEliminarEso sí, en mi empresa (americana) no había cajas grandes y pequeñas. La recepcionista recibía la misma que el Country Manager.
Pues yo llevo trabajado 28 años en 4 empresas distintas, y NUNCA me han dado cesta. Hace muchos años nos invitaban a cenar y a una disco, pero últimamente con un cóctel en el que hay que luchar para alcanzar el jamón, cumplen el expediente. Mañana lo dan y no pienso ir.
ResponderEliminarNo te digo lo de merendola que luego me llamas cosas horribles y me dañas...
ResponderEliminarYo tuve cesta unos años, y a mí no me traía cuenta. Jamón no venía, que es lo interesante del asunto, no me gustan los turrones ni casi ningún dulce de Navidad...al final repartía entre toda la familia y me salía la broma de una caja de bombones al triple de lo que me costaría en una tienda. Que mi empresa es muy seria y nos lo metían como retención en especie.
Hace ya tiempo que nos lo cambiaron por dinero. Para mí es más práctico, pero hacía ilusión cuando llegaban los repartidores.
Nosotros sí tenemos. Poca cosa, pero muy exquisita, que mi jefe es un poco pijo. Hace mucha ilusión, tienes razón, mi primera cesta fue hace cinco años y hace ilusión.
ResponderEliminarFelicidades :)
¡Ay!, ¡que me quedo muerta...!
ResponderEliminar¿Cenar un bocadillo? ¿Y el régimen? (Ya, ya sé, soy una malvada). Qué bien,
ResponderEliminarHace una ilusión que te mueres...sólo he tenido una única cesta en mi vida. Estaba por ETT en una empresa, y el día de reparto ni siquiera tenía contrato, pero me llamaron. La sorpresa de mi vida, imagina, el colmo de tener en cuenta a una persona, de ETT y ni siquiera en activo. Fue un gran, gran detalle y me fui más contenta que unas castañuelas.
ResponderEliminarLuego empecé donde estoy ahora, y nunca mais. Pero lo comprendo, porque estando donde estoy, estaría feo que las dieran.
A ver ese bocadillo, no te lo hagas con pan, que es hidrato de carbono!
Jatz Me, gracias por comentar en el blog y por pasarte por aquí. Aquí a todos nos han dado la misma cesta, lo que me parece bien porque es algo 'público' y eso de ver a unos con una cesta y a otros con otra o con ninguna no está bien.
ResponderEliminarNáN, en mi empresa creo que también es así, para todos lo mismo. De hecho creo que los jefes han sido de los últimos en recibirla y me parece inteligente. Nadie se muere por esperar un día o unas horas a que te llegue la tuya y quedas mucho mejor que llevándote la primera.
Bueno, Hermano E., a mí es la primera vez que me la dan y creo que es un acierto porque no es mucho dinero comparado con otros gastos y se nota una felicidad en la oficina que creo que es muy positiva.
Vaya con la gran empresa, Bichejo! Eso de apuntarlo como cobro en especies es de nota. Lo del dinero está bien, pero no es lo mismo, aunque no lo aproveches, como dices. Bueno, eso lo digo desde un plano totalmente teórico porque tampoco me han dado nunca una tarjeta de dinero en Navidad en el trabajo...
Qué ilusión, verdad, Dr. fiestas!? Mucho mejor que los regalos del circo!
El régimen ha terminado, Carmen. Estas ocasiones son especiales. ¡Y ya no tengo sobrepeso! Hay que hacer algo para remediarlo... XDD
Tita, sí que hace ilusión y entiendo que en esa situación te hiciera mucha más ilusión por inesperada. Te digo como a Carmen, la dieta ha acabado. Estar de dieta en navidades no es posible!
A nosotros nos daban una cesta muy maja, y una comida de boda, pero dejaron de hacerlo el año pasado (normal, si tienes que echar a 20 personas, pues luego no vas a repartir cesta). Es una penapenita
ResponderEliminarTochi
A mí de cestas, nada, pero me suele caer una tarjeta de El Corte Inglés a la que le saco bastante provecho... Así que yo, contentísima, aunque se disimulan tan bien en cualquier bolsillo que resulta imposible jugar a los detectives, que no llegan en carretilla...
ResponderEliminarYo no he recibido una cesta nunca, pero mi padre sí. todos los años. Qué ilusión cuando la traía a casa!!!
ResponderEliminarY mi madre qué contenta ....
Para mi hermano y para mí era una fiesta abrirla e ir sacando las latas, las botellas, el turrón
Sí, Tochi, entiendo que despedir a la gente y regalar cesta no es de recibo. Esperemos que mejoren las cosas.
ResponderEliminarTher, está bien lo de la tarjeta y seguro que se le da un mejor uso, pero esa fiesta con su paletilla da más ilusión (creo yo).
Anónimo, yo recuerdo alguna que le regalaron a mi padre y la ilusión que hacía.
Me alegro por ti, yo prefiero dinero, lo tengo claro, pero ver la cesta es un regalo para los ojos y para la barriga, je, da mucho más jugo a los sentidos.
ResponderEliminarA mi padre le regalaban pollos y conejos vivos, eso no hace tanta ilu...pues no te cuento nada el año en que mi madre se empeñó en cocinar una langosta, no he vuelto a comer langosta en la mia life, y he pasado mis buenas épocas, pero no, saber cómo se cuecen es malo.
Eres una persona práctica, DM. A mi padre también le regalaron animales vivos. Y cuando les cogíamos cariño, ¡zas!, a la cazuela y a comérnoslo.
ResponderEliminarPues yo tuve siempre menos los dos últimos años y la verdad, al final, siempre acababa repartiendo porque las selecciones eran muy poco acertadas.
ResponderEliminarLa de paletilla y dos botellas de vino me parece de las más acertadas.
Bueno, a mí me ha encantado, Pseudosocióloga. Supongo que sí tuviera otras cosas me gustaría menos, aunque esta primera podía haber sido de carbón!
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