Días y días
Según va llegando la preocupación es otra: seguro que ya no hay sitio para aparcar. ¡Qué bien! Todavía no está puesto el cartel de completo. Qué ingenua, el cartel no está puesto pero está, a todas luces, hasta la bandera. Enfila el camino hacia el aparcamiento QI (de quinto infierno) detrás de otros tres ilusos que, como ella, han llegado tarde.
Por fin sentada en su sitio, una hora más tarde de lo habitual, se dedica a las tediosas tareas derivadas de abandonar un campo de girasoles por otro. Durante casi siete horas trata de esquivar con escasa suerte marrones varios, se suelta con habilidad de las manos figuradas que tiran en sentidos opuestos de su tiempo y contesta resignada preguntas absurdas sobre otro asunto que la entretiene cuando las manos y los marrones la dejan libre.
De vuelta a casa sueña con cinco minutos de tranquilidad y de ¿siesta? entre la comida y la rutina vespertina. Se queda todo en una vana esperanza. La chica tiene ganas de hablar. Tiene problemas familiares varios. En ese momento se alegra. No, no se alegra de los problemas familiares de la chica. Se alegra de seguir dudando lo del toque porque claramente no es el momento. Y se resigna además a los tiempos de pelusas y ropa arrugada que se avecinan. Porque nuestra mujer corriente sabe que, con semejante papeleta, la pobre, seguro que se distraerá más. Pero no se enfada. En el fondo comprende que a ella también le pasaría.
Recoge a los niños. Merienda, parque, un poco de lado oscuro y vuelta a casa. Los recados los deja para mañana. Media hora de lectura tranquila mientras los niños juegan a su aire:
- No, yo voy a leer y vosotros a jugar ¿te acuerdas?
- Sí, claro, mamá - el claro con tonillo de a ver si te crees que soy tonta, mamá - tú eres la mamá que está leyendo y traes al niño al médico
(qué remedio)
La "mamá que lee" se distrae del libro unos instantes, a tiempo para evitar que en lugar de una inyección figurada el "niño que va al médico" reciba un enema real.
Baño sin incidentes. Cosa rara. Prepara la cena. Cena eterna con amenazas varias. Se ha hecho tardísimo. Nuestra mujer corriente se cambia el disfraz de ogro gritón por el de madre perfecta e imperturbable para leer el cuento de buenas noches.
Ya son las nueve y cuarto cuando nuestra mujer corriente se prepara su cena. Un poco de tele, un poco de ordenador, un poco de lectura y a dormir.
Despertador, ducha, niños que se despiertan.
- Mamá quero hase piiii
Al final, no había resultado ser un día tan cualquiera.
Para Consu’s por su cumpleblogger y porque sé que le pirran estos posts. Y me huelo que le gustará también la canción (de la que no sé qué versión estoy poniendo, espero que sin la intensa preferida de Consu's).
Consigo conectarme por fin y me encuentro este espectáculo sobre esa supuesta mujer corriente ficticia. Ya lo siento por ella.
ResponderEliminarPero que conste que Anniehall no es para nada corriente, es extraordinaria.
Besos desde Dresde mientras me trago un rollo sobre Android y veo nevar por la ventana.
Por eso es una mujer ficticia.
ResponderEliminarPues parece apasionante :P
El día del Último Pañal no puede ser un día cualquiera.
ResponderEliminarReconóceselo en condiciones.
Y vas camino de tratar a las pelusas del pasillo como mascotas: siempre están allí para recibirte.
Eh, eh! que es una mujer coriente ficiticia. Y yo no soy ni corriente ni ficticia... ¿o sí?
ResponderEliminarBueeeeno, vaaale.
Lo que pasa es que no sé si será el día del Último Pañal... sin olvidos me da miedo.
Seguiré informando.
Me suenan mucho esos días corrientes. La verdad es que me has hecho sonreír.
ResponderEliminarYo tambien prefiero recoger las pelusas, que tener un enfrentamiento por ellas con la persona que cuida bien de los niños.
En el fondo haces lo que te sale y lo que crees que será mejor, y unas cosas compensan otras.Siempre que aquello no se desmande mucho.
El último día de pañal con el pequeño aún no ha llegado: cuando nos ha pasado lo mismo a medianoche hay charco.
¡Suerte para los proximos dias!
Mejor eso que olvidarte de cambiarselo durante doce horas...
ResponderEliminarQue tampoco habría sido la primera vez Gonzalo.
ResponderEliminarGracias 112, la necesitaré.
¿La chica? madremiadelamorhermoso!!!!
ResponderEliminarAsí te traiga la vajilla completa del conde drácula ¬¬
Dejando eso de lado, que me cuesta un horror, efectivamente de mujer corriente nada de nada y de ficticia menos, doy fe.
Aduladores.
ResponderEliminarEnsáñate, ensáñate con lo del servicio doméstico de los señoritos, anda.
Así se reboce la señora marquesa entre pelusas transilvanas ;)
ResponderEliminar¿Intentar leer mientras los niños están despiertos?.....ingenua.
ResponderEliminarLas chicas y su amor a las pelusas con solera dan para un "post".
El tráfico y el curro, un clásico.
Te compadezco, pero piensa que lo tuyo es solo una semana, que digo yo que en Dresde no se va a quedar.
Infiniiiiiiito honor!! y doble acierto... me gustan estas entradas y me gusta muchiiiiisimo la canción.
ResponderEliminarMe gustá las bolisas corriendo por los pasillos con vida propia, las asistentas que dejan a sus novios por quererlas colocar de cajeras del mercadona mientras ellas quieren cuidar peques. Me gustan los niños que quieren un beso antes de irse a dormir solo para impedir que sus madres se agobien con libros de auster. Me gusta el silencio de las teclas de un blog de madrugada mientras se escucha al fondo a Torres Dulce comentar una habitación con vistas y me gustan los cuentos que empiezan con frases como "el tipo estaba apoyado en la barabdillla mirando al mar..." como el que empieza alcantarra cuando anarosaquintana le da paso al inicio de asignatura aprobada de garci. Abrazuchos y besico al que ha decidido hacer pañal.less.
Pseudo, no me quejo ¿o sí? Solo es un día más y sé que los hay en situación difícil de verdad, soy una afortunada.
ResponderEliminarY a mí me encanta tu comentario Consu's. Ahora mismo no leo a Auster pero se agradece la memoria. Pañal.less, qué bueno, hoy segunda noche a ver qué tal.
A mi tampoco me pega llamar "la chica" al servicio doméstico, sobre todo si la "chica" es una señora que podría ser la abuela de tus hijos y la tratas de usted... lo que no has contado es que accidentalmente te cargaste el plato del empalador, a lo mejor lo de las pelusas es una venganza.
ResponderEliminarYa pero es que la asistenta me suena peor. Y cualquier otro apelativo exige un circunloquio que es un coñazo.
ResponderEliminarAccidentalmente, sí.
Lo que vas a conseguir es que nos regale uno más feo la próxima vez que venga de su casa...
ResponderEliminar¿Y por qué te suena mal llamarla "asistenta"? Es lo que es, tu empleada doméstica. En otra época, hubiese sido una criada, o una sirvienta. Da igual lo que la llames: la chica, el servicio, o la persona que te ayuda, la que te "asiste" (de ahí lo de asistenta) para hacer eso a lo que tú no llegas. Todo es lo mismo.
ResponderEliminarEs lo que es. Alguien que trabaja para ti haciendo lo que a ti no te da tiempo a hacer porque trabajas. Que te avergüence llamarlo por su nombre me parece, cuanto menos, digno de reflexión. ¿Te da corte por ella o por ti?
Porque no solo la etimología hace a las palabras sino, creo yo, sobre todo el uso. Y, por la costumbre, parece que una asistenta solo limpie y planche. Y la mía hace muuucho más que eso. Por eso Teresa.
ResponderEliminarEn todo caso a lo mejor debo psicoanalizarme, sí.
Tenemos una que viene un día por semana. Y la llamamos por el nombre. Hicimos lo mismo con nuestro hijo, que nos llamábamos por el nombre: porque los roles los carga el diablo.
ResponderEliminarTe entiendo más que pefectamente, porque el trabajo de MiaLola es viajar. Ahora los viajes son cortos, poco más de dos semanas (abaratamiento de costes), pero cuando el nene era chiquitín, eran de entre 28 y 35 días. Y todo pasaba en "esos" días. Por eso admiro a las mujeres (los casos de hombres deben ser porcentualmente insignificantes) que sacan adelante a sus hijos solas, sin que la otra parte vaya a regresar nunca.
Yo habitualmente la llamo por su nombre también.
ResponderEliminarLas madres o padres solos son súper héroes. Y tú también.
Me imagino que todos las llamamos por su nombre, pero si Anniehall hubiera puesto Gertrudis(p.ej.) no hubiéramos caido en que era la chica, asistenta, chacha, minyona o tata, que hay que ver lo quisquillosos que "sus" poneis.
ResponderEliminar¿Así que ahora soy una superheroina?pues va a ser que no, para heroinas la generación de mi abuela, que se quedó viuda en guerra con una niña de tres años invalida, una sobrina de diez recién adoptada y embarazada.
Pues visto así Pseudo, casi me dan ganas de retirar los de heroína... pero no.
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