Pollo al ast
Aviso, estimados lectores. Pero sobre todo: aviso, estimadas lectoras. Más que nada porque creo que sois más público objetivo. A lo que iba, esto es un post espoiler sobre un tema delicado. Queridas, si teníais pensado afrontar la depilación láser en el futuro, creedme, no tenéis ninguna necesidad de leer esto.
¿Y por qué digo esto? Pues porque hay ciertos secretillos sobre la depilación láser que no te cuenta ninguna de esas personas tan encantadísimas de haberse sometido al proceso y al consiguiente y nada desdeñable desmbolso que lo acompaña.
Resulta que un día, cuando tú ya estás barruntando si hacértela o no hacértela (esa es la cuestión), como por azar, oyes a alguien comentar qué despreocupación desde que ella se la hizo. Y vas y le preguntas. Y te cuenta toda una serie de maravillas y cómo ella ni siquiera necesitó la crema esa anestésica (¿cómo?¿crema anestésica?) que además es carísima (¿carísima?). Y las pocas sesiones que le hiceron falta. Y te dice dónde se lo hizo, y lo bien que está el sitio, y los dermatólogos tan profesionales, y el descuento...
Y claro, tú vas y picas. Y un día llegas a un palacete restaurado donde se supone que tienes la cita y te parece tan pijo que pasas de largo. Y cuando ya has pasado tres veces por delante buscando el sitio te fijas por fin en las letras plateadas que te dicen que sí, que ahí es. Glups. Y llegas a una recepción llena de chicas monísimas, arregladísimas y delgadísimas que muy solícitas te preguntan a qué vienes. Y entre sonrisas te dirigen al ascensor para que esperes en una sala llena de muebles dorados y paredes con frescos y una mesa rococó con un cubo de plástico (nada rococó) encima recibiendo el agua de la gotera del techo. Techo también con fresco y, claro, ahora también con húmedo. Y de allí te saca (de tu asombro y de la sala) una amable dermatóloga que te informa de lo idónea que sois tú, tu pelo y tu piel para el tratamiento. Y te dice que sí, que hay una crema anestésica pero que tampoco es para tanto, que lo más molesto es la repetición pero que como es rápido...
Así que cuando por fin te decides por una de esas ofertas tan suculentas que te hizo una de las chicas monísimas, arregladísimas y delgadísimas con toda su solicitud te presentas en la primera cita a pelo (nunca mejor dicho), sin crema. Porque, total, si tu amiga no la usó y es muy cara y la dermatóloga te dijo que no era para tanto... Sí, sí, esa misma dermatóloga que al contarle ahora que has ido sin crema intenta disimular su cara de espanto mientras cruza una mirada de incredulidad con la que maneja el aparato. Cabrona.
Que no es para tanto. ¡JA! Y una mierda. Claro que duele. Un huevo. Y yo sé de lo que hablo cuando digo que duele. He tenido un parto sin epidural, una piedra en el riñón con sus consiguientes y múltiples cólicos nefríticos (o frenéticos que dicen por ahí) y recientemente una infección de una glándula salival (sí, eso es posible) que cursó con un dolor de muelas gracias al cual entendí por qué antes la gente se suicidaba por estas cosas (y también por qué House es adicto a los analgésicos, dadme diez días más de infección y veríais).
Así que a las siguientes sesiones ya vas pertrechada con la crema. Que, por cierto, desde aquí les digo, señores de las clínicas, que son unos cutres (y a la que me dijo que era muy cara también): ¿cobran un tratamiento que cuesta un riñón y no son capaces de regalar un tubo de crema de quince, QUINCE euros? Hombre, por favor...
Total que allí estas tú con la crema y, ahora viene lo bueno, cubiertas con plástico las zonas a (ejem) tratar. No daré muchos más detalles pero, con el calor que hace en Madrid por estas fechas, imaginaos el panorama en la sala rococó (mucho dorado pero luego de aire acondicionado nada) forradita de film. Puaj. Y cuando por fin entras al asunto tienes que volverte a poner esa bata de papel, esos patucos que le valdrían a Espinete y ese tanga que le quedaría grande a Falete. Se quejan las naturistas de momentos humillantes en los partos medicalizados. Pues anda que esto...
Lo dicho, humillante y lo más alejado posible del glamour que me caracteriza. Pero no es esto lo peor, no. Ni es lo peor que tu marido tenga que convertirse en cómplice necesario del envoltorio acabando por ello con cualquier resto del misterio que pudiera quedar en vuestro matrimonio (misterio tan necesario según esas revistas femeninas de tanta tirada). Tampoco. Ni siquiera es lo peor que por mucha crema una hora antes y por mucho forro de film, el dolor no se evite del todo. No.
Lo peor, con mucha diferencia, es el olor según te van dando los latigazos. Un olor a pollo churruscado que ni en los sitios esos de pollos al ast (o como se escriba) ¡Qué ascazo!
Y me atrevo a añadir: ¡Por una depilación sin trato humillante ya! ¡La depilación es nuestra!
Las imágenes mujer desnuda, crema, masaje y plástico antes de esto podrían haber provocado en mi mente calenturienta alguna imagen subida de tono.
ResponderEliminarYa no...
Jajajja... Madre mía. Yo siempre he sido de hacerme yo misma ese tipo de cosas, vamos que jamás he ido a un sitio a que me quiten los pelos que sobran, no sé, me parece justamente eso que decías: humillante, algo demasiado personal como para que intervenga alguien más que la interesada. Es cierto que la gente habla de la depilación laser como si fuera facilísimo, sin dolor y lo más glamouroso, y mira. Aparte de que, según he oído, no es tan definitivo como lo pintan, siempre sale algún pelo nuevo, aunque sean pocos y finitos.
ResponderEliminarSi es que ya lo dicen por ahí, que para estar guapa hay que sufrir!! jajaja. Yo ya me he dado unas cuantas sesiones y para la próxima había pensado lo de la crema anestésica; me comentaron lo del film plástico y pensé que se estaban quedando conmigo... va a ser de lo más divertido! :S
ResponderEliminarCuqui!
ResponderEliminarjuanjo, eso mismo dije ayer en el twitter... Tremendo cuqui!
ResponderEliminarA mi no me dolió, solo algún pinchazo, pero son 5 minutos...
ResponderEliminarEn unos meses no recordarás el dolor y pensarás que es el dinero mejor invertido ¡qué descanso!
Pues yo soy de las que no me dolió, nada de crema, eso sí, nada de sala rococó ni señoritas guapísimas, ni nada, sitio cutre y eficiente.. ¡¡¡Eso sí, coincido contigo en el olor a pollo al ast!!!!
ResponderEliminarAnónima Marta
Estoy con Juanjo Cuqui, cuqui, súper cuqui...
ResponderEliminarPero no te quita ni ápice de glamour, que lo sepas.
A lo mejor de puertas afuera no, Amanita, pero de puertas adentro, y como sidekick de la operación, ya te digo que sí que quita, sí...
ResponderEliminarjajajjaja perdona, lo que me he reído!! jajajj Sobre todo porque al ppio pensé que el post lo había escrito tu marido y... no me cuadraba! jajajajjaja
ResponderEliminarBueno, el olor es lo peor... Pero lo peor de lo peor (yo me la hice y duele un huevo, es verdad) es que ese olor a pollo chamuscado es el mismo que cuando te haces el láser en los ojos... :S Y ahí yo sí que me acojoné...
Pues yo no pioenso depilarme!!
ResponderEliminarMamy dice que ya jamás volverá ni a pensarlo... sobre todo por el dolor, además del olor!!