La Purga Parisina
Hoy voy a escribir un post experimental así que espero que quede medio apañado, pero no puedo garantizar nada. Voy a contaros un poquito de mi viaje de ayer a París y del libro que acabo de terminar de leer que se llama Purga de Sofi Oksanen. ¿Por qué? Pues porque me apetece. Podría hacer dos posts separados, pero vamos a mezclarlo a ver si sale una buena combinación o por el contrario se parece más a los bocadillos que se prepara Anniehall.
No sé cuantas veces he estado en París a lo largo de los últimos tres años, pero puede que esté cerca de las diez. El proyecto ya se acaba y creo que me queda una última visita, pero esto se está acabando. He de reconocer que París me ha ido gustando más cada vez. No digo que no me gustara como ciudad monumental, está claro que es una ciudad preciosa. Es más una molestia del tipo para lo poco que estoy es una ciudad demasiado grande y que me hace la vida más difícil en vez de más fácil. Es habitual que haya huelga en algún tipo de transporte, es casi imposible encontrar un taxi cuando lo necesitas, no hablo francés y los hoteles suelen ser pequeños y malos para el dinero que pagas por ellos.
Pero al final le he cogido el gustillo y estas últimas veces he aprovechado para pasear por sitios no turísticos, patear las calles, mirar escaparates, sentarme a leer... en fin, que me ha gustado mucho. Incluso intento hablar francés, idioma del que no he estudiado ni una sola palabra. Creo que ya he dicho alguna vez que me equivoqué al elegir alemán como segundo idioma en la Universidad en lugar de francés. Porque creo que dos años de francés me hubieran dado más fruto que los dos años de alemán que di y que tengo casi olvidados.
Enlazando de manera magistral esta crónica de viajes con el libro os diré que la primera referencia que tuve del libro fue porque mi hermano se lo regaló a mi madre en francés hace un año o quizás más. Me quedé con el nombre, Purge, supongo que por alguna tontería de mi cabeza que me haría gracia como la purga de Benito o algo así. El caso es que leí una reseña en el blog de libros de Mamá en Alemania en la que decía que era de lo mejor que había leído últimamente y me lo apunté. Lo conseguí en inglés, pero no me atreví y finalmente lo conseguí en español y me lo he leído casi del tirón. La mitad antes de irme a París y la otra mitad entre los aeropuertos y el hotel.
El libro tiene como principal argumento el encuentro entre una anciana campesina estonia, Aliide, y una joven rusa, Zara, que aparece en el jardín de la casa de la anciana. A partir de ahí se nos cuenta la relación entre ellas y sus vidas anteriores. Se van desvelando secretos sobre sus pasados. El de la anciana tiene que ver con la segunda guerra mundial, el comunismo y las relaciones con su hermana y cuñado del que ella estaba enamorada en secreto, y el de la joven con su intento de una vida mejor y como acaba metida en una red de prostitución y explotación de mujeres. La historia va saltando de los dos pasados al presente y cada capítulo tiene un título que te indica la fecha y te resume el capítulo.
El libro está bastante bien, te engancha y se lee muy rápido a pesar de que son casi 400 páginas. Yo le pongo como pega el final. No voy a contar nada, pero al final aparecen una serie de informes del NKVD sobre ciertos asuntos de la historia de los que yo no entendí nada. No me enteré de ninguna información que me pareciera relevante e iba de atrás adelante y de adelante atrás releyéndolos buscando si me había dejado algo porque no entendía por qué estaban ahí. Si me había dejado alguna clave o algo. Y si me la dejé, ahí se ha quedado porque ya digo que no saqué nada en claro de esa parte.
Os pongo un fragmento:
"Ya desde el principio, Paa le dejó claro que estaba en deuda con él. En cuanto la saldase, podría marcharse, pero primero debía pagar. Y sólo podía pagarle trabajando para él con eficacia, haciendo trabajillos bien retribuidos. Zara no comprendía el motivo de dicha deuda. A pesar de todo, empezó a calcular cuánto capital había amortizado, cuánto le quedaba aún, cuántos meses, cuántas semanas, días, horas, cuántas mañanas, cuántas noches, cuántas duchas, mamadas, clientes. A cuántas chicas le daría tiempo de conocer. De cuántos países. Cuántas veces se pintaría aún los labios de rojo y cuántas veces Nina volvería a coserle puntos. Cuántas enfermedades cogería, cuántos moratones le saldrían. Cuántas veces le meterían la cabeza dentro de la taza del váter o cuántas volvería a estar segura de que se ahogaría en el lavabo con las garras de hierro de Paa en la nuca. El tiempo, aparte de las manecillas de un reloj, corría también de otra manera, y su calendario se renovaba a todas horas, porque le ponían nuevas multas diariamente. Bailaba mal incluso después de haberlo ensayado durante una semana."
En fin, me lo acabé y me acosté mecido por el ruido del metro que pasaba a la altura de mi ventana veinte metros más allá. Al día siguiente tuve mi reunión que fue mejor de lo esperado. El inglés no se metió conmigo, creo que fue más que nada porque visto el nivel de asistencia (éramos tres) vio que si seguía apretando las clavijas en la siguiente reunión iba a estar él solo...
Terminamos muy pronto y pedí que me cambiaran el billete que tenía para las 8:45 por otro a las 4:45, así que muy contento. La parte mala es que tuve que hacer la cola de facturación y fue Ahhorroroso para las pocas personas que estábamos allí. Qué lentitud y qué ineficacia! en fin, compré una caja de macarons para casa y me puse a leer otro libro. Afortunadamente no se me bloqueó el kindle como me pasó en mis últimos dos viajes a París, ya creía que había cierto gafe.
Y pongo como dato anecdótico que se sentó a mi lado un señor que hablaba todo el rato por teléfono a voces sobre alguna historia que tenía con algún acto y un alcalde y pegué la oreja porque no me podía concentrar en el libro. El señor tenía una voz, dicho con todo el respeto, que era una mezcla entre Llongueras y Paco Martínez Soria. Hablaba sobre artistas y políticos y en un momento dijo su nombre que metí directamente en google para encontrarme que era un escultor de nombre Ángel Orensanz. Yo, de escultura sé muy poco y no había oído hablar de él, pero a lo mejor Consu's o el Hombre Revenido o alguien más cultivado que yo en el tema saben algo de él. Ahí lo dejo como dato.
Ah, y la foto del post es otro memorial sobre la redada de judíos y su encierro en el velódromo de invierno y nuevamente aparece la descarga de la moral francesa diciendo que lo hicieron, en primer lugar, la policía de Vichy y en segundo lugar porque los alemanes les obligaron a ello. A lo que me viene a la cabeza esa frase tan de madre '¿y si tu hermano te dice que te tires por un puente tú vas y te tiras?' Pues eso.
No sé cuantas veces he estado en París a lo largo de los últimos tres años, pero puede que esté cerca de las diez. El proyecto ya se acaba y creo que me queda una última visita, pero esto se está acabando. He de reconocer que París me ha ido gustando más cada vez. No digo que no me gustara como ciudad monumental, está claro que es una ciudad preciosa. Es más una molestia del tipo para lo poco que estoy es una ciudad demasiado grande y que me hace la vida más difícil en vez de más fácil. Es habitual que haya huelga en algún tipo de transporte, es casi imposible encontrar un taxi cuando lo necesitas, no hablo francés y los hoteles suelen ser pequeños y malos para el dinero que pagas por ellos.
Pero al final le he cogido el gustillo y estas últimas veces he aprovechado para pasear por sitios no turísticos, patear las calles, mirar escaparates, sentarme a leer... en fin, que me ha gustado mucho. Incluso intento hablar francés, idioma del que no he estudiado ni una sola palabra. Creo que ya he dicho alguna vez que me equivoqué al elegir alemán como segundo idioma en la Universidad en lugar de francés. Porque creo que dos años de francés me hubieran dado más fruto que los dos años de alemán que di y que tengo casi olvidados.
Enlazando de manera magistral esta crónica de viajes con el libro os diré que la primera referencia que tuve del libro fue porque mi hermano se lo regaló a mi madre en francés hace un año o quizás más. Me quedé con el nombre, Purge, supongo que por alguna tontería de mi cabeza que me haría gracia como la purga de Benito o algo así. El caso es que leí una reseña en el blog de libros de Mamá en Alemania en la que decía que era de lo mejor que había leído últimamente y me lo apunté. Lo conseguí en inglés, pero no me atreví y finalmente lo conseguí en español y me lo he leído casi del tirón. La mitad antes de irme a París y la otra mitad entre los aeropuertos y el hotel.
El libro tiene como principal argumento el encuentro entre una anciana campesina estonia, Aliide, y una joven rusa, Zara, que aparece en el jardín de la casa de la anciana. A partir de ahí se nos cuenta la relación entre ellas y sus vidas anteriores. Se van desvelando secretos sobre sus pasados. El de la anciana tiene que ver con la segunda guerra mundial, el comunismo y las relaciones con su hermana y cuñado del que ella estaba enamorada en secreto, y el de la joven con su intento de una vida mejor y como acaba metida en una red de prostitución y explotación de mujeres. La historia va saltando de los dos pasados al presente y cada capítulo tiene un título que te indica la fecha y te resume el capítulo.
El libro está bastante bien, te engancha y se lee muy rápido a pesar de que son casi 400 páginas. Yo le pongo como pega el final. No voy a contar nada, pero al final aparecen una serie de informes del NKVD sobre ciertos asuntos de la historia de los que yo no entendí nada. No me enteré de ninguna información que me pareciera relevante e iba de atrás adelante y de adelante atrás releyéndolos buscando si me había dejado algo porque no entendía por qué estaban ahí. Si me había dejado alguna clave o algo. Y si me la dejé, ahí se ha quedado porque ya digo que no saqué nada en claro de esa parte.
Os pongo un fragmento:
"Ya desde el principio, Paa le dejó claro que estaba en deuda con él. En cuanto la saldase, podría marcharse, pero primero debía pagar. Y sólo podía pagarle trabajando para él con eficacia, haciendo trabajillos bien retribuidos. Zara no comprendía el motivo de dicha deuda. A pesar de todo, empezó a calcular cuánto capital había amortizado, cuánto le quedaba aún, cuántos meses, cuántas semanas, días, horas, cuántas mañanas, cuántas noches, cuántas duchas, mamadas, clientes. A cuántas chicas le daría tiempo de conocer. De cuántos países. Cuántas veces se pintaría aún los labios de rojo y cuántas veces Nina volvería a coserle puntos. Cuántas enfermedades cogería, cuántos moratones le saldrían. Cuántas veces le meterían la cabeza dentro de la taza del váter o cuántas volvería a estar segura de que se ahogaría en el lavabo con las garras de hierro de Paa en la nuca. El tiempo, aparte de las manecillas de un reloj, corría también de otra manera, y su calendario se renovaba a todas horas, porque le ponían nuevas multas diariamente. Bailaba mal incluso después de haberlo ensayado durante una semana."
En fin, me lo acabé y me acosté mecido por el ruido del metro que pasaba a la altura de mi ventana veinte metros más allá. Al día siguiente tuve mi reunión que fue mejor de lo esperado. El inglés no se metió conmigo, creo que fue más que nada porque visto el nivel de asistencia (éramos tres) vio que si seguía apretando las clavijas en la siguiente reunión iba a estar él solo...
Terminamos muy pronto y pedí que me cambiaran el billete que tenía para las 8:45 por otro a las 4:45, así que muy contento. La parte mala es que tuve que hacer la cola de facturación y fue Ahhorroroso para las pocas personas que estábamos allí. Qué lentitud y qué ineficacia! en fin, compré una caja de macarons para casa y me puse a leer otro libro. Afortunadamente no se me bloqueó el kindle como me pasó en mis últimos dos viajes a París, ya creía que había cierto gafe.
Y pongo como dato anecdótico que se sentó a mi lado un señor que hablaba todo el rato por teléfono a voces sobre alguna historia que tenía con algún acto y un alcalde y pegué la oreja porque no me podía concentrar en el libro. El señor tenía una voz, dicho con todo el respeto, que era una mezcla entre Llongueras y Paco Martínez Soria. Hablaba sobre artistas y políticos y en un momento dijo su nombre que metí directamente en google para encontrarme que era un escultor de nombre Ángel Orensanz. Yo, de escultura sé muy poco y no había oído hablar de él, pero a lo mejor Consu's o el Hombre Revenido o alguien más cultivado que yo en el tema saben algo de él. Ahí lo dejo como dato.
Ah, y la foto del post es otro memorial sobre la redada de judíos y su encierro en el velódromo de invierno y nuevamente aparece la descarga de la moral francesa diciendo que lo hicieron, en primer lugar, la policía de Vichy y en segundo lugar porque los alemanes les obligaron a ello. A lo que me viene a la cabeza esa frase tan de madre '¿y si tu hermano te dice que te tires por un puente tú vas y te tiras?' Pues eso.
Madre mía, la velocidad de lectura que tienes me da vértigo.
ResponderEliminarQué suerte poder viajar a París tantas veces. No puedo ir contigo en tu última visita?? tengo muchas ganas de conocerlo.
El libro me lo apunto, cómo no.
Lo del escultor... no tiene nombre, según iba leyendo, esperaba con asia el momento en el que dijeras que también era LEISTA. Lo único que le faltaba.
Y digo yo... ¿la gente no sabe que los móviles tienen altavoz que permiten que del otro lado te escuchen sin tener que gritar? Odio a la gente que da voces para hablar por teléfono, me hace dudar entre si es que son garrulos y no saben del funcionamiento de las nuevs tecnologías o lo hacen para llamar la atención y en este caso te enterases de que el hombre que estaba interrumpiendo tu plácida lectura era el escultor X.
Ufffff ME PONEN PODRE.
Me mola la portada de tu última adquisición lectora ;)
Besinos astures!
Son muchas horas muertas entre avión, aeropuerto, cercanías... y luego en el hotel, porque después de cenar cuando estás solo te deprimes un poquillo...
ResponderEliminarLos viajes son por trabajo y disfrutas muy poco la ciudad porque no tienes tiempo para mucho.
El que estoy leyendo es de una seria de novela negra. Es el segundo.
También te comento en dos partes:
ResponderEliminarCon la caída del Telón de Acero, han llegado del Este muchos buenos narradores contando muchas buenas historias que durante un tiempo habían estado escondidas, sobre la ocupación nazi y la posterior dominación soviética, que en al gunos países y para algunos autores parece una continuación sin apenas tránsito... Son grandes historias, siempre muy duras de leer pero muy literarias.
Y sobre la foto... sí, nunca faltarán excusas, pero tamibén es cierto que simpre húbo en la sociedad francesa un antisemitismo a veces feroz que igual les hizo aplaudir o al menos mirar hacia otro lado ante las redadas de judios de los nazis. La excusa de que la culpa de todo fue de los nazis no discuto que sea cierta. Seguro que sí. Aunque choca que otro país, como Italia, que sí que estaba plenamente en la órbita nazi, se resistiera o se hiciera el longuis todo lo que pudo ante esa política de represión racial, y sólo al final, cuando los nazis se pusieron muy pesados y acabaron tomando directamente el control, se hizo algo en ese sentido; hasta entonces y en lo que pudieron se intentaron escaquear. Lo del Velodromo ocurrio al poco, muy poco, de la llegada de los nazis al país.
Bueno, Miguel, el libro es duro y está bien. Ya digo que yo me he perdido un poco al final, pero eso será culpa mía, sin duda.
ResponderEliminarRespecto a lo de los franceses y los judíos,lo que yo sostengo es que no es solo culpa de los nazis. Como bien dices, otros países se opusieron más, pero no los franceses.
Y otro dato más, lo del velódromo no fue al poco de llegar los nazis, ya habían pasado más de dos años desde el armisticio firmado por Petáin. De hecho los deportados fueron a Auschwitz cuando ya habían terminado con casi todos los judíos del este.
Los nazis ni siquiera tenían entonces ejército de ocupación.
Hombre, Ángel Orensanz. Un tipo peculiar donde los haya.
ResponderEliminarEs de un pueblo de Huesca. Yo pude conocerle un día de refilón y está a medio camino entre la locura y la genialidad (si no son lo mismo).
Todo un personaje. Uno de esos oscenses que triunfan por el mundo (ya estamos el resto para compensar).
A mí me cayó simpático. Ver cómo buscaba los teléfonos en su agenda ajada y luego llamaba por el móvil a voces me hizo gracia.
ResponderEliminarAhora, vuelvo a admitir que antes de ayer no sabía de su existencia.
Te ha salido muy bien la mezcla.
ResponderEliminarSi vuelves por París, te puedo dar el teléfono de un motorista de fiar. Es algo más caro, pero ahorras muchísmo tiempo en los desplazamientos al aeropuerto. Sé lo qe me digo, te lo aseguro.
Pues muchas gracias, Carmen. Ya te digo que me quedan pocas veces de volver a París, salvo que haya otro proyecto similar.
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