La aventura, esa gran desconocida

Todo hombre piensa que si él hubiera tenido ocasión habría sido un gran aventurero. Que si no lo ha sido es por falta de oportunidades, por sus obligaciones familiares, sociales o laborales, pero que para aventurero uno mismo. Ni Indiana Jones, ni Cabeza de Vaca, ni Shackelton, ni Marco Polo.

Decía Ortega (¿esto da o no da prestigio a un blog?) aquello de yo soy yo y mi circunstancia. No seré yo quien lo contradiga, pero creo que sería más acertado el decir yo soy yo y lo que creo que soy. Ya os comenté en algún post peñazo de los de The Better Angels que nos autoengañamos inconscientemente para que nuestro interlocutor se crea que somos mejores de lo que somos.

Definir qué es aventura también tiene su miga. Aventura puede ser pasar más de dos años en el polo sur, que se te hunda el barco, irse hasta una isla en medio del mar, coger un bote de remos, navegar varios cientos de millas hasta otra isla con un puerto de balleneros, atravesar los picachos helados porque el puerto está al otro lado, encontrar ayuda, volver a por el resto de la expedición y no perder a ni un solo hombre en la misma. Puede ser eso o puede ser echar gasolina. ¿Por qué digo eso? pues porque esa ha sido mi aventura, y como es la mía, pues es la que voy a contar. Si queréis saber más de la otra, no sé por qué, porque la mía es mucho más interesante, podéis haceros una idea aquí.

Todo parte de mi espíritu indómito y atolondrado. No partir con el depósito lleno en Castilla y León, como bien puntualizaron en tuiter Peter y Amanita, solo puede traer consecuencias desastrosas. ¿Que por qué no eché gasolina antes de salir? Pues, como buen liberal, por los impuestos. Por el 'céntimo sanitario' que no es un céntimo (son seis) ni es sanitario (es para gastar más aún). Me negué. En teoría los impuestos sobre los hidrocarburos son para pagar el mantenimiento de la red de carreteras del Estado. No para pagar los desmanes, la falta de previsión ni los sueldos de nuestros líderes y sus enchufados. Volviendo la vista atrás es muy fácil ver que me equivoqué. Al final tuve que echar gasolina y pasar por el aro sanitario y de igual modo podría haber echado en Ávila los 30 euros que eché más adelante (pensaba echar 25, pero mi espíritu aventurero para entonces estaba más que satisfecho).

Para los que no os mováis mucho por Castilla y León os contaré cual es el problema. Problema que seguramente sea extensible a otras partes de España. Lo que es la red de autopistas y autovías de toda la vida está bastante bien surtida de gasolineras. Por ejemplo la A6. Tiene un montón de áreas de servicio, están bien indicadas y están abiertas las 24 horas. Cualquiera podría pensar que estamos en un país del primer mundo. Pero todo ese es solo artificio, trampantojo que a poco que se rasque deja ver la nada de detrás. Al socaire de esa bonanza económica y ese desmán constructor, junto con la frase que requiere mármol de "el dinero público no es de nadie" las comunidades autónomas se han dedicado a hacer autovías a diestro y siniestro. En el caso de las castellano leonesas son simples carreteras sin siquiera teléfonos de emergencia, paneles luminosos o áreas de servicio. Eso son menudencias que lo único que hacen es aumentar el gasto. Puestos a ahorrar, se ha ahorrado hasta en los carteles de gasolinera.

Íbamos nosotros tan felices por los páramos castellanos. Bueno, eso lo puedo decir yo, los niños y Anniehall iban dormidos. Cuando se encendió la luz de la reserva. Según el indicador del coche quedaban aún 70 kilómetros de autonomía. Esto sucedió un poco antes de pasar por Palencia. En ese momento descarté entrar en Palencia a echar gasolina porque es un guirigai tremendo de interconexiones de autovías, así que tiré por la de Santander a la espera de tomar una salida para echar gasolina. Pasaban los kilómetros, se sucedían las salidas, bajaba el nivel del depósito, pero en ninguna salida había indicador de gasolinera.

Los nervios iban en aumento, para entonces ya todos estábamos despiertos, y empezaba a verme con el coche parado en el arcén, dejando a la familia en el coche y vagando por los prados a la búsqueda de un celemín de gasoil de puerta en puerta. Sí, es un tanto exagerado, pero es lo que pensaba. Al final le dije a Anniehall que en Frómista teníamos que parar porque ya ponía 10km de autonomía. Además, al ver la salida vimos el indicador de gasolinera. Todo alegría y alborozo. Salimos en Frómista y nos encontramos con un vecino que nos dijo que gasolinera había, pero que los domingos cerraba. Sí, amigos, como lo oís. Yo no tengo una gasolinera, aunque una vez pasé el día de gasolinero en una, pero eso es otra historia; el caso es que parece que el domingo es cuando más gente podría circular por la autovía y podrían parar a echar gasolina y más teniendo en cuenta que poseen el único cartel con una gasolinera pintada entre Palencia y Osorno, pero no, allí el domingo es sagrado y más el domingo de ramos.

En esos momentos en el indicador del coche ponía 0 km. Yo ya estaba totalmente crispado y me dolían los brazos de apretar el volante. Y con ese augur electrónico diciéndonos que en cualquier momento nos íbamos a quedar tirados, tuvimos que partir hacia Osorno, a 25 km, pensando que en cualquier momento nos quedábamos y que ojalá fuera cerca de alguna salida o algo así. Anniehall tuvo la buena idea de apagar el aire acondicionado para gastar menos -sí, debería habérsenos ocurrido antes, pero la aventura siempre tiene algo de imprevisión- y fui a una velocidad menor, con el control de crucero puesto, esperando lo inevitable. Me puse a pensar en dónde estaba el chaleco reflectante y los triángulos, a dar ánimos mentales al coche, a pensar a cuántos kilómetros de Osorno nos quedaríamos, quién sería el primero en morir, o si terminaríamos como los de Viven... en fin, lo típico en esas situaciones límite.

El caso es que llegamos hasta la salida de Osorno, donde tuvimos que incorporarnos a otra autovía, en este caso la del camino de Santiago, y volver a salir en la salida de Osorno de verdad. Una vez en el pueblo iba pensando que lo malo ya había pasado y que no podía estar muy lejos la gasolinera. Pues bien, estaba justo al otro extremo del pueblo!!

No sé muy bien cómo, pero el caso es que el coche llegó por sus propios medios a la gasolinera. Ya he contado que eché 30€, estuve a punto de besar al gasolinero, compramos unas golusmieces, hicimos pis, respiré por fin aliviado, me desagarroté los brazos y volví a pensar con cierta normalidad.

Así es como se forjan las grandes epopeyas de todos los tiempos. Los sufrimientos que pasé no debieron ser muy distintos a los de Odiseo. La historia se repite y busca de entre sus mimbres a aquel que pueda afrontar los embates del destino con entereza y valor. Héroes los llaman las generaciones posteriores. Pero desde aquí te lo digo, Historia, la próxima vez te buscas a uno de verdad, JODÍA!

Comentarios

  1. Tan sólo me ha pitado la reserva del coche una vez, y entré en estado de pánico de forma automática, así que ya ves, todavía tienes más de héroe que yo XD.

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  2. trampantojo, socaire, embates...

    Pareces "El Paquete Parlante", salvando palabras del olvido.
    http://librosjuveniles.blogspot.de/2009/01/el-paquete-parlante-gerald-durrel.html

    Por cierto, a mi primo le pasó a las 3 de la mañana, volviendo con los niños de Cullera y llamó a la Guardia Civil para que lo acercaran a una gasolinera, que era invierno, y se tuvo casi echar a llorar para que lo ayudaran :S

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  3. El relato épico necesita de esas palabras, Eliahh. No se puede hacer la Odisea diciendo mazo grande o tope guay. Eso es así

    Doctora, pues que no te pase lo que a mí. Se pasa mal.

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    Respuestas
    1. jejeje, llevas razón. Pero tampoco hablas de meterle lanzas a nadie por la garganta, así que me he despistado ;)

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  4. Es verdad todo el mundo conoce el nudo viario internacional de Palencia, madrid y Tokio ;) hiciste bien en no parar.
    Si alguno quiere otra aventura como la de ND le recomiendo el viaje Zaragoza Dinópolis que también le van a dar el premio a la autovia mejor señalizada.

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  5. Y pensar que eres de Ávila... Y no sabes lo que es vivir peligrosamente. Circulando por C y L mismamente. Peligrosamentísamante diría incluso, que hasta han inventado una multa para esto de quedarse sin combustible

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  6. Vaya aventura, y qué mal ratillo. Una así me pasó a mí hace un montón de años en México, por una carreterucha con selva a los lados de noche cerrada. De aquella me sé de memoria la canción de "prieto azabache" que tal vez conozcáis ("caballo prieto azabache, cómo olvidarte, te debo la vidaaa..."), que cantábamos un par de amigas y yo a grito pelado para que se nos olvidara el pánico que estábamos pasando. Aquella, como esta, tuvo final feliz, pero esto de la gasolina no siempre acaba bien, casos hay muchos.

    Muy bien contado.

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  7. No te rías, Consu's, pero hay un batiburrillo de autovías bastante curioso en Palencia. Está la de Burgos, la de Santander y la circunvalación, además de otra que une las dos primeras en forma de triángulo. Lo de dinópolis lo ignoro pilla demasiado lejos.

    Amanita, en el pecado llevo la penitencia. Lo de la multa por quedarte sin gasolina lo desconocía, pero no me extraña. Cualquier día cobrarán por inspirar y por expirar...

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  8. Y al pobre Scott no lo nombras, que estamos de aniversario. Ya, ya sé (por lo bien que me lo has contado) que fue un imprudente, un incompetente y un tonto. Pero aventurero fue un rato.

    Lo has contado muy divertido

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  9. Me he visto muchas veces en esta situación, en algunos casos por algo más ridículo que la convicción liberal: los puntos de la Travel Club. Pasar de Cepsa, Bp, Shell, Galp buscando una Repsol que diera esos puntos inservibles.

    También en los viajes de Salamanca Madrid cuando no había autovía pero había gasolineras, estas cerraban a las 11 de la noche y algún día tuvimos que entrar en algún pueblo remoto buscando gasolineras abiertas.

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  10. Pues descrito así Scott me pega como un guante. La próxima vez lo incluyo.

    Peter, mi hermana tenía una travel club y les hacía usarla a mis padres. Creo que nunca consiguió nada del catálogo, pero tengo que preguntárselo. Ahora las tarjetas de millas son las nuevas travel club.

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  11. La avería del pobre la llaman. A mi me ha pasado una vez, siendo mujer, la primera de un semáforo, con matrícula de otra región y... no fue agradable no, pero me lo tomé a risa.

    Si vas con pollitos es más difícil tomártelo a guasa, la verdad...

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  12. Pues si te da la risa ni tan mal!

    Lo de la avería de los pobres no lo había escuchado nunca.

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