Las ovejas de Glennkill
Bueno, pues con este libro de Leonie Swann empezamos el tercer año kindle. Leí la reseña que hizo de este libro Sil y me pareció interesante, distinto.
En este libro las ovejas son los auténticos personajes. De hecho el libro empieza con un Dramatis Oves en lugar de personae en el que se nos describe a los personajes principales: todos ovejas.
Un día aparece muerto violentamente el pastor que las cuidaba y deciden investigar lo que sucedió y hacer justicia. De este modo nos ponemos en la piel de las ovejas y vemos el mundo de los humanos como raro, extraño, peligroso y muchas veces absurdo. Es un libro entretenido y divertido, aunque yo creo que le falta algo para ser realmente bueno... hay algunas partes que se alargan demasiado y creo que una poda literaria le hubiera venido bien.
El pastor que las cuidaba era muy buen pastor, según las ovejas, e incluso les leía, que era algo que les encantaba a las ovejas: "la mayoría de las veces el viejo George Glenn les leía novelas de amor, finos cuadernillos de papel gris en los que todas las mujeres se llamaban Pamela y eran pelirrojas «como una puesta de sol en los mares del Sur». George no leía los cuadernos porque fuese un tipo romántico, ni porque sus gustos literarios fueran deplorables (de lo cual no cabía ninguna duda: lo del libro sobre las enfermedades del ganado lanar había sido una desfachatez), sino que los leía para enfadarse. Leía que las pelirrojas Pamelas cautivaban a ingenuos piratas, médicos o barones y montaba en cólera, insultaba a todas las pelirrojas de este mundo, pero sobre todo a su propia mujer".
El pastor que las cuidaba era muy buen pastor, según las ovejas, e incluso les leía, que era algo que les encantaba a las ovejas: "la mayoría de las veces el viejo George Glenn les leía novelas de amor, finos cuadernillos de papel gris en los que todas las mujeres se llamaban Pamela y eran pelirrojas «como una puesta de sol en los mares del Sur». George no leía los cuadernos porque fuese un tipo romántico, ni porque sus gustos literarios fueran deplorables (de lo cual no cabía ninguna duda: lo del libro sobre las enfermedades del ganado lanar había sido una desfachatez), sino que los leía para enfadarse. Leía que las pelirrojas Pamelas cautivaban a ingenuos piratas, médicos o barones y montaba en cólera, insultaba a todas las pelirrojas de este mundo, pero sobre todo a su propia mujer".
Un ejemplo de como ven a los hombres las ovejas: "Un cordero se adelantó. Ni siquiera tenía nombre aún; a las ovejas sólo se les ponía nombre cuando sobrevivían al primer invierno.
- ¿Va a volver el espíritu de George? -inquirió con timidez.
Cloud se inclinó hacia él con aire tranquilizador y dejó que se arrimara a su abundante lana.
- No, pequeño, el espíritu de George no vendrá. Los hombres no tienen alma. Ni alma ni espíritu. Es así de sencillo.
- ¿Cómo puedes decir eso? -protestó Mopple-. No sabemos si los hombres tienen alma. Tal vez no sea probable, pero es posible.
- Toda oveja sabe que el alma se encuentra en el sentido del olfato. Y los hombres no tienen buen olfato. -La propia Maude poseía un excelente sentido del olfato y pensaba a menudo en el problema de la nariz y el alma."
También se muestra un mundo donde los olores son importantísimos y cómo mientras los hombres intentan engañar o esconder sus sentimientos las ovejas ya saben lo que sienten las personas solo por el olor.
Las ovejas tienen sus propias leyendas, sus miedos y sus cuentos: "- Cordelia opina que es un truco -aseguró el cordero-. Cordelia opina que no hay ningún espíritu. Pero no se lo cree ni ella: ella también tiene miedo.
- No es un truco -objetó Melmoth-. Cree a Melmoth, que también ha pastado en muchos mundos. En el mundo hay espíritus. Espantacharcos y súbeselos, dedos marinos y fantasmas del heno son los más inofensivos. Pero el cordero llorón… Cuando el cordero llorón grita en medio de la niebla, no hay oveja madre que pueda resistirlo. Se ven obligadas a ir con él, ¿entiendes?, tira de ellas por un hilo, como las arañas. Y ninguna vuelve.
El cordero se estremeció.
- ¿Ninguna?
- Ninguna. Y no oses mirar a la cabra roja. Cuando una oveja ve a la cabra roja, poco después un carnero de su rebaño muere en un duelo, y ni siquiera el viento puede hacer algo. Lo mejor sería que una oveja no viera a la cabra roja. Sin embargo, el vaho solitario… -Melmoth arrugó la nariz-. Lo mejor sería que una oveja no oliera el vaho solitario, el seducenarices, pequeño rumiante. Es un olor divino, como a todas las cosas buenas a la vez: hierbas y leche y seguridad, el aroma de la vega en otoño, el olor de la victoria tras el duelo. Tienta y seduce y susurra con voz aterciopelada, pero sólo puede olerlo una oveja del rebaño. Una sola. Y ésta lo sigue, a salto de mata, alejándose del rebaño sin volver la vista atrás, por el pantano, hasta llegar a un lago negro en la ciénaga. Un lago que es un ojillo malvado que te mira fijamente…"
Y también hay lugar para reflexiones más sesudas como esta, por ejemplo: "- A veces lo hacen… los humanos -aclaró Fosco-. Miran el mundo y deciden que ya no quieren seguir viviendo.
- Pero vivir y querer es lo mismo -baló Mopple.
- No -lo corrigió Fosco-. En el caso de los humanos a veces es distinto.
- No es que sea muy inteligente -apuntó Mopple.
- ¿No? -repuso Fosco, en sus ojos un brillo como de luciérnagas tambaleantes-. ¿Cómo lo sabes? Yo llevo algunos años aquí, y si algo he aprendido es que no resulta fácil saber qué es inteligente y qué no".
- ¿Va a volver el espíritu de George? -inquirió con timidez.
Cloud se inclinó hacia él con aire tranquilizador y dejó que se arrimara a su abundante lana.
- No, pequeño, el espíritu de George no vendrá. Los hombres no tienen alma. Ni alma ni espíritu. Es así de sencillo.
- ¿Cómo puedes decir eso? -protestó Mopple-. No sabemos si los hombres tienen alma. Tal vez no sea probable, pero es posible.
- Toda oveja sabe que el alma se encuentra en el sentido del olfato. Y los hombres no tienen buen olfato. -La propia Maude poseía un excelente sentido del olfato y pensaba a menudo en el problema de la nariz y el alma."
También se muestra un mundo donde los olores son importantísimos y cómo mientras los hombres intentan engañar o esconder sus sentimientos las ovejas ya saben lo que sienten las personas solo por el olor.
Las ovejas tienen sus propias leyendas, sus miedos y sus cuentos: "- Cordelia opina que es un truco -aseguró el cordero-. Cordelia opina que no hay ningún espíritu. Pero no se lo cree ni ella: ella también tiene miedo.
- No es un truco -objetó Melmoth-. Cree a Melmoth, que también ha pastado en muchos mundos. En el mundo hay espíritus. Espantacharcos y súbeselos, dedos marinos y fantasmas del heno son los más inofensivos. Pero el cordero llorón… Cuando el cordero llorón grita en medio de la niebla, no hay oveja madre que pueda resistirlo. Se ven obligadas a ir con él, ¿entiendes?, tira de ellas por un hilo, como las arañas. Y ninguna vuelve.
El cordero se estremeció.
- ¿Ninguna?
- Ninguna. Y no oses mirar a la cabra roja. Cuando una oveja ve a la cabra roja, poco después un carnero de su rebaño muere en un duelo, y ni siquiera el viento puede hacer algo. Lo mejor sería que una oveja no viera a la cabra roja. Sin embargo, el vaho solitario… -Melmoth arrugó la nariz-. Lo mejor sería que una oveja no oliera el vaho solitario, el seducenarices, pequeño rumiante. Es un olor divino, como a todas las cosas buenas a la vez: hierbas y leche y seguridad, el aroma de la vega en otoño, el olor de la victoria tras el duelo. Tienta y seduce y susurra con voz aterciopelada, pero sólo puede olerlo una oveja del rebaño. Una sola. Y ésta lo sigue, a salto de mata, alejándose del rebaño sin volver la vista atrás, por el pantano, hasta llegar a un lago negro en la ciénaga. Un lago que es un ojillo malvado que te mira fijamente…"
Y también hay lugar para reflexiones más sesudas como esta, por ejemplo: "- A veces lo hacen… los humanos -aclaró Fosco-. Miran el mundo y deciden que ya no quieren seguir viviendo.
- Pero vivir y querer es lo mismo -baló Mopple.
- No -lo corrigió Fosco-. En el caso de los humanos a veces es distinto.
- No es que sea muy inteligente -apuntó Mopple.
- ¿No? -repuso Fosco, en sus ojos un brillo como de luciérnagas tambaleantes-. ¿Cómo lo sabes? Yo llevo algunos años aquí, y si algo he aprendido es que no resulta fácil saber qué es inteligente y qué no".
En fin, un libro entretenido y curioso con el que pasar unos buenos ratos, pero que podría haber sido mejor, creo.
Coincido contigo en que podría haber sido mejor. Pero por otro lado, como me resultó tan divertido, pues tampoco me importa que no sea mejor. Lo único que me duele es su precio, pero esto me pasa con todos los libros. Es más: los casi 18 euros que me costó este libro son mucho más preferibles que los 28 que me costó el tocho sin fin de Ken Follett :P
ResponderEliminarBueno, si has pasado un buen rato, me alegro. No quisiera que me lo tiraras a la cabeza por lo contrario ;)
Sil, gracias por la recomendación. Me ha gustado. La solución para pagar menos (o nada) es comprarse un libro electrónico...
ResponderEliminarY de lo de tirar a la cabeza... ¡nada de nada! ;-)
Pues yo este me lo salto. Está en ese punto en que me llama un poco pero no me termina de convencer...y la vida es breve. Además, tampoco vamos a leer los mismos 70 libros al año (qué chaladura, 70 libros!!)
ResponderEliminarLos Boscos somos así... XDD
ResponderEliminar70 libros, casi nada lo del ojo y lo tenía colgando... ¡Yo llevo 15! xDDD
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