Empezando por los principios

El otro día leí un artículo en Jotdown titulado: Vine a Comala y otras veinte promesas: los mejores inicios de novelas de Manuel de Lorenzo (October_Lee). Es interesante. Como dice el título trata de los mejores inicios de novelas.  El comienzo del libro es lo que nos da las primeras sensaciones y puede dejarnos atrapados en el sitio. Normalmente no pasa. Tampoco es que por leer las primeras líneas y no te gusten vayas a dejarlo abandonado si no te engancha inmediatamente, no, pero hay algunos comienzos que se te quedan grabados y te hacen querer leer más inmediatamente.

En el artículo se mencionan varios inicios con los que estoy de acuerdo, partiendo de que en una lista de veinte inevitablemente se quedarán muchos fuera y que nadie se ha leído todo lo que hay publicado. Ars longa vita brevis. Allí aparecen, por ejemplo, estos comienzos memorables:
  • Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos paladar abajo para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta”. Lolita, Vladimir Nabokov.
  • Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre le llevó a conocer el hielo”. Cien años de soledad, Gabriel García Márquez.
  • Estás a punto de empezar a leer la nueva novela de Italo Calvino, Si una noche de invierno un viajero”. Si una noche de invierno un viajero, Italo Calvino
  • Era un día luminoso y frío de abril y los relojes daban las trece”. 1984, George Orwell.
  • Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo”. Pedro Páramo, Juan Rulfo.
 En los comentarios aparecen otros muchos, por ejemplo este: "No he querido saber, pero he sabido que una de las niñas, cuando ya no era niña y no hacía mucho que había regresado de su viaje de bodas, entró en el cuarto de baño, se puso frente al espejo, se abrió la blusa, se quitó el sostén y se buscó el corazón con la punta de la pistola de su propio padre, que estaba en el comedor con parte de la familia y tres invitados" de Corazón tan blanco de Javier Marías. Por supuesto que también está "Llamadme Ismael" de Moby Dick de Herman Melville y muchos otros. Al final el por qué te engancha un libro desde la primera frase es un misterio. Ya digo que hay muchos libros cuya primera frase no es memorable y luego son buenísimos. Y también los habrá en los que pase lo contrario, que empiecen con una buena frase y eso sea lo único que tienen, no recuerdo ninguno así, pero seguro que los hay.

El caso es que estuve pensando sobre comienzos de libros que recordara y no se me vinieron muchos a la cabeza. Por ejemplo, el inicio de la Lotería en Babilonia, de Borges: "Como todos los hombres de Babilonia, he sido procónsul; como todos, esclavo; también he conocido la omnipotencia, el oprobio, las cárceles. Miren: a mi mano derecha le falta el índice. Miren: por este desgarrón de la capa se ve en mi estómago un tatuaje bermejo: es el segundo símbolo, Beth. Esta letra, en las noches de luna llena, me confiere poder sobre los hombres cuya marca es Ghimel, pero me subordina a los de Aleph, que en las noches sin luna deben obediencia a los Ghimel. En el crepúsculo del alba, en un sótano, he yugulado ante una piedra negra toros sagrados. Durante un año de la luna, he sido declarado invisible: gritaba y no me respondían, robaba el pan y no me decapitaban. He conocido lo que ignoran los griegos: la incertidumbre. En una cámara de bronce, ante el pañuelo silencioso del estrangulador, la esperanza me ha sido fiel; en el río de los deleites, el pánico". También hay comienzos más cortos que también atrapan como "Fue entonces cuando vi el péndulo" del Péndulo de Foucault de Umberto Eco.

También es magnífico el comienzo de los Diarios de Adán y Eva de Mark Twain: "Lunes.- Este animal nuevo, de larga cabellera, está resultando muy entremetido. Siempre merodea en torno mío y me sigue a donde yo voy. Esto me desagrada; no estoy acostumbrado a tener compañía. Debería quedarse con los demás animales. El día está nuboso y sopla viento del Este; creo que tendremos lluvia. ¿Tendremos? ¿Nosotros? ¿De dónde he sacado yo esto de nosotros? Ya caigo. Así es como habla el animal nuevo".

Pero el inicio mejor que yo he leído es el de Yo, el Supremo de Augusto Roa Bastos. El libro es buenísimo, de lo mejor que he leído, tiene una riqueza de lenguaje prácticamente infinita. Es de esos libros que te hacen ver claramente que no merece la pena ser escritor. ¿Para qué si ya existen libros así? Pero me voy por las ramas. Aquí estamos para hablar sobre los comienzos de los libros y es de este es así:

"Yo, el Supremo Dictador de la República Ordeno que al acaecer mi muerte, mi cadáver sea decapitado; la cabeza puesta en una pica por tres días en la Plaza de la República donde se convocará al pueblo al son de las campanas echadas al vuelo.

Todos mis servidores civiles y militares sufrirán pena de horca. Sus cadáveres serán enterrados en potreros de extramuros sin cruz ni marca que memore sus nombres.

Al término del dicho plazo, mando que mis restos sean quemados y las cenizas arrojadas al río..."


¿No os dan ganas de seguir leyendo? A mí sí. ¿Os acordáis vosotros de algún inicio de libro memorable?

Comentarios

  1. A mí también se me olvida todo porque me he leído cuatro de los libros que indicas, y solo recuerdo el principio de Cien años de soledad, sobre todo porque lo he oído un montón de veces.

    Me quedo con el de Los Diarios de Adán y Eva, que sí he leído aunque no recordaba el principio hasta que lo he leído.

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  2. "En la ciudad había dos mudos y estaban siempre juntos..." de El corazón es un cazador solitario de Carson Mc Cullers....

    Y Kirmen Uribe tiene comienzos espectaculares, suelo prestarle mucha atención a la primera frase con la que comienzan las novelas. "Los peces y los árboles se parecen. Se parecen en los anillos." Si son datos o asociaciones curiosas, me enganchan inevitablemente xD

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  3. Además de la archifamosa frase de inicio de El Quijote, yo recuerdo la primera página de Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar, a las que ya rendí homenaje en mi blog

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  4. El mejor inicio del mundo: "el Charolito solo se fiaba de su polla. Era lo único que nunca le daría por el culo" Se de champán de Montero Glez.

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  5. "La heroica ciudad dormia la siesta", de La Regenta, que es el colmo.

    Los principios son importantes, pero no te garantizan que la novela no sea un perfecto petardo. Aparte de que si son memorables lo son porque lo es la novela, no por otra razón. En mi opinión, claro.

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  6. "Escucha, Paula, voy a contarte una historia para que cuando despiertes no estés tan perdida…"

    Acabo de empezarlo, así que venía un poco a cuento. Pero no suelo recordar cómo empiezan los libros, y creo que, con lo prejuiciosa que soy, es bueno. Porque dejaría de leer montones de ellos…

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  7. Bueno, a mí se me olvida moderadamente, no me acuerdo de las palabras exactas, pero sí de la impresión y de por donde van los tiros.

    Loquemeahorro, los hay muy buenos, aunque no te acuerdes. Hay libros que enganchan desde la primera línea.

    Biónica, sí que son buenos comienzos!

    Hermano E, y la poesía del propio Adriano: Animula vagula blandula...

    Bueno, Gonzalo, habrá que leer el resto del libro...

    Tienes razón, Carmen. Uno se acuerda del principio porque le gusta todo el libro. Por eso decía que debe haber libros con un buen inicio y malos en conjunto, pero yo no los recuerdo.

    ¡Vivan los prejuicios, Bichejo! :-P

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  8. Ya sabes que el comienzo de moby dick me parece apasionante de tanto como insinua.
    Montero Glez es grandiiiiisimo... no solo en el inicio.

    Y ya puestos aporto otro de mis incios favoritos que es el de mazurca para dos muertos:
    "Llueve mansamente y sin parar, llueve sin ganas pero con una infinita paciencia, como toda la vida, llueve sobre tierra que es del mismo color que el cielo, entre blando verde y blando gris ceniciento, y la raya del monte lleva ya mucho tiempo borrada.

    -¿Muchas horas?.

    -No, muchos años. la raya del monte se borró cuando la muerte de Lázaro Codesal, se conoce que Nuestro Señor no quiso que nadie volviera a verla.

    Lázaro Codesal murió en Marruecos, en la posición de Tizzi-Azza; lo mató un moro de la cabila de Tafersit, según lo más probable. Lázaro Codesal se daba muy buena maña en preñar mozas, también tenía afición, y gustaba el pelo colorado y el mirar azul. A Lázaro Codesal, que murió joven, no llegaraía a los veintidós años, ¿para qué hubo de valerle manejar el palo como nadie, en cinco leguas a la redonda o más?. A Lázaro Codesal lo mató un moro a traición, lo mató mientras se la meneaba debajo de una higuera, todo el mundo sabe que la sombra de la higuera es muy propicia para el pecado en sosiego; a Lázaro Codesal, yéndole de frente, no lo hubiera matado nadie, ni un moro, ni un asturiano, ni un portugués, ni un leonés, ni nadie"

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