Paula

Pasa un mes más y aquí estamos de nuevo con el post del Club de Lectura 2.0. Este mes toca Paula de Isabel Allende. El libro fue propuesto por Livia.

Para mí hablar de Isabel Allende es hablar de uno de los culpables de mi afición a la lectura. Yo empecé a leer muy tarde, ya lo he contado muchas veces. Todo lo que leía eran cómics de Mortadelo y Filemón, de Astérix o de los libros esos de clasicos en cómic. Y eso cambió gracias a dos libros: el Perfume y la casa de los espíritus.

También leí otros libros de Allende como Eva Luna o El Plan Infinito. Una vez leído Paula me da terror pensar en volver a leerlos. Y es que me ha resultado un libro pesadísimo. Veo a Isabel Allende como una gran contadora de cuentos o de historias a sus nietos por la noche o para una cena en la que cuente varias anécdotas. Quinientas páginas de anécdotas e intensismo hacen que consideres seriamente clavarte un punzón en el ojo para tener una excusa seria para dejar de leer. Bueno, ahí me he pasado... con meterse un dedo en el ojo sería suficiente.

Y es que no se puede ser más intensa. Todo lo que le pasa es excepcional, el amor de Paula y su marido es tan puro y auténtico que todo el que lo ve se echa a llorar. Cualquier tontería de la vida cotidiana es agigantada y dotada de una singularidad que a mí me agota y empalaga a partes iguales.

Además, también debe ser cosa de la edad, me parece que escribe muy mal, con muchos errores gramaticales, o al menos a mí me lo parecen como usar el verbo celebrar como intransitivo, por ejemplo: "la playa estaba vacía, la noche anterior los habitantes del pueblo habían cenado tarde, asistido a la misa de medianoche y celebrado hasta la madrugada, a esa hora nadie se había levantado aún". Hay otras veces que son frases extrañas, que a lo mejor están bien, pero a mí me desconciertan como: "yo viajé de California con tu traje de novia en brazos". O "expandió dramáticamente la reforma agraria" que puede tener sentido en inglés, pero que en español queda raro, al menos en el mío.

Hay otras como "repartiendo entre los campesinos latifundios de antiguas y poderosas familias, lo cual desató una odiosidad sin precedentes". Odiosidad es para dejar de leer, aunque está aceptada por la Academia. También tenemos un rosario "bendito por el Papa" que hará llorar al niño Jesús. Eso por no hablar de la joya de la corona: "Madres y novias intentaron en vano recuperar a sus hombres, hasta que, perdida la paciencia, empezaron a complotar sigilosamente".

Tenemos noticia de su idiosincracia semi mágica en trozos como: "me anunció que iba a divorciarse de su mujer, me presionó para que dejara todo y me fuera con él a España, donde ya estaban instalados con éxito otros artistas argentinos y podía encontrar amigos y trabajo. La rapidez con que tomó esas decisiones me pareció una prueba irrefutable de su amor por mí, pero después descubrí que era un Géminis algo inestable y que con la misma prontitud con que se disponía a huir conmigo a otro continente, podía cambiar de opinión y volver al punto de partida". Un géminis, para qué más...

Se nota su etapa de traductora de novelas románticas del inglés porque párrafos como este no pueden venir de otro sitio: "Soy una balsa sin rumbo navegando en un mar de pena. En estos largos meses me he ido pelando como una cebolla, velo a velo, cambiando, ya no soy la misma mujer, mi hija me ha dado la oportunidad de mirar dentro de mí y descubrir esos espacios interiores, vacíos, oscuros y extrañamente apacibles, donde nunca antes había explorado. Son lugares sagrados y para llegar a ellos debo recorrer un camino angosto y lleno de obstáculos, vencer las fieras de la imaginación que me salen al paso. Cuando el terror me paraliza, cierro los ojos y me abandono con la sensación de sumergirme en aguas revueltas, entre los golpes furiosos del oleaje. Por unos instantes que son en verdad eternos, creo que me estoy muriendo, pero poco a poco comprendo que sigo viva a pesar de todo, porque en el feroz torbellino hay un resquicio misericordioso que me permite respirar. Me dejo arrastrar sin oponer resistencia y poco a poco el miedo retrocede. Flotando entro en una caverna submarina y allí me quedo un rato en reposo, a salvo de los dragones de la desgracia. Lloro sin sollozos, desgarrada por dentro, como tal vez lloran los animales, pero entonces termina de salir el sol y llega la gata a pedir su desayuno y escucho los pasos de Willie en la cocina y el olor del café invade la casa. Empieza otro día, como todos los días".

Bueno, no me ha gustado, eso es cierto, y como decía Sabina, y seguramente diga Bichejo en su reseña, "al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver".

Y es que la historia de su vida contada por ella misma supura almíbar de tal manera que empalaga con solo mirarla. Yo digo NO. No pienso volverme a leer ningún libro de esta señora. Al menos me quedará esta reseña como advertencia de que no debo hacerlo. Y de hacerlo, que sea ficción.

Algún párrafo que he señalado:

"Se bailaba con las mejillas pegadas –"cheek–to–cheek" creo que se llamaba– pero ésa era una proeza imposible para mí, porque mi cara por lo general alcanza al esternón de cualquier hombre normal y en esa fiesta, cuando apenas tenía catorce años y además estaba sin zapatos, llegaba al ombligo de mi compañero".

"El tío Ramón no ha inspirado ninguno de los personajes de mis libros, tiene demasiada decencia y sentido común. Las novelas se hacen con dementes y villanos, con gente torturada por sus obsesiones, con víctimas de los engranajes implacables del destino. Desde el punto de vista de la narración, un hombre inteligente y de buenos sentimientos como el tío Ramón no sirve para nada, en cambio como abuelo es perfecto, lo supe apenas le presenté a su primera nieta en el aeropuerto de Ginebra y lo vi sacar a luz un caudal secreto de ternura que había mantenido oculto hasta entonces".

"¿Cómo pudo cambiar todo tan súbita y totalmente? ¿Cómo se distorsionó la realidad de esa manera? Todos fuimos cómplices, la sociedad entera enloqueció. El Diablo en el espejo... A veces, cuando estaba sola en algún lugar secreto del Cerro San Cristóbal con algo de tiempo para pensar, volvía a ver el agua negra de los espejos de mi niñez donde Satanás aparecía de noche, y al inclinarme sobre el cristal comprobaba aterrada que el Mal tenía mi propio rostro".

Tenéis otras reseñas de este libro en los blogs de Livia, Carmen y Bichejo. Por cierto, aunque esto seguramente no le interesará a nadie, para el próximo mes hemos cambiado el libro previsto por Cómo hablar de los libros que no se han leído de Pierre Bayard y que me ha gustado más o menos infinito.Y que a partir del próximo libro se incorpora como miembro de pleno derecho Newland.



Comentarios

  1. Un punzón en el ojo?? Me parto mucho...no te pegan nada esos momentos de pura contención y mesura.

    Me falta la reseña de Livia, la he dejado para el final a propósito, y me temo que otro mes más se va a quedar sola defendiendo el libro.

    Ahora que me acuerdo, en mi época intensa (con collarín, de baja, inspeccionada por Hacienda y llorando todo el tiempo) me leí la segunda parte...y creo que fue lo que me sacó de la desesperación, el rollo que me parecía, me dio algo a lo que odiar a muerte.

    ResponderEliminar
  2. No vas a tener tú sola la exclusiva de la contención! XD

    Y, mira, esa propiedad de Allende de despertar odios como arma terapéutica puede desarrollarse más...

    ResponderEliminar
  3. ¿complotar sigilosamente? ¿eso qué es lo qué es? XD

    ResponderEliminar
  4. ¿complotar sigilosamente? ¿eso qué es lo qué es? XD

    ResponderEliminar
  5. Ayyyy, qué disgustos me dais... A ver, es una intensa, sí, pero es una intensa en todas sus obras ¡si lo que cuenta aquí ya lo había contado en La casa de los espíritus, se ve que Allende no tiene la imaginación desbordante que le atribuimos sino que va fabulando sobre su propia vida, pero bueno, eso vale, es una intensa aunque a mí no me molesta en absoluto, me gusta la gente que decide vivir su vida con intensidad... y las partes de la muerte de Paula, pues qué quieres que te diga, se muere su hija y elige recordar cada hecho como si fuera un instante mágico y perfecto.
    Pero bueno, vale, para gustos colores, ahora bien, lo de su estilo... a mí me encanta cómo escribe, no me resulta pesada en absoluto, es la magia de los latinoamericanos, usan un lenguaje musical (que te llevó a leer ejhem ejem)... vas a tener que dejar de leer a los secos anglosajones para hacerte un latino como nosotros m'hijo XD

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pero es una intensa vital, que es peor. La magia de los latinoamericanos me ha matado. Eso es justo lo que no me gusta, la vuelta y el rodeo y todo envuelto en un rollo místico...pufff, pereza máxima.

      Eliminar
  6. No me vale eso de "los latinoamericanos", Livia. Comparar este libro con Sábato, Cortázar, Borges, Roa Bastos, Carpentier, García Márquez, Vargas Llosa, incluso Carlos Fuentes me parece ir mucho más allá de lo que me parece aconsejable...

    ResponderEliminar
  7. Bueno, tiene musicalidad, eso sí. Lo que me parece es que lo que le funciona en la ficción, no le funciona cuando novela su propia vida, porque resulta muy forzada y algo curso.

    Lo de complotar se me pasó, pero lo del géminis me dejó sin sangre...

    Muy buena reseña, como siempre (yo de mayor quiero hacer reseñas así :-)

    ResponderEliminar
  8. Tú de joven, Carmen, ya las haces mejores!

    Creo que tienes razón en que aplica la técnica que usa para la ficción a la realidad y eso no termina de funcionar.

    ResponderEliminar
  9. Puf. Mira que he leído Isabel Allende en mi juventud. Y me parece que seguirá en el recuerdo, dada la poca tolerancia que tengo ahora al intensismo-virtuosismo prosístico (ésta me la he inventado xDDD, también soy de las de la odiosidad... pero con dudas siempre!! xD)

    ResponderEliminar
  10. Es mejor quedarse con un buen recuerdo, Biónica. Al menos en este caso... XD

    ResponderEliminar
  11. A los 16 años me leí La Casa de los Espíritus y De amor y de sombra y me encantaron, esto sí, hasta desde mi adolescencia me pareció que se parecían demasiado entre ellas, y no te digo yo nada la primera a Cien años de soledad.

    A los 23 años, aproximadamente, me regalaron este Paula, y pensé "No me leo yo esto ni loca", y es que ya me había dado cuenta de que había sido un amor de juventud, no, de adolescencia. Como ese chico que te gusta muchísimo en primero de BUP y que al curso siguiente ya le ves como ese granujiento tontorrón que siempre ha sido, pero que tus hormonas te impedían ver.

    En los últimos tiempos he tenido dudas, a lo mejor Isabel Allende es mejor de lo que yo creo, y tengo un prejuicio muy tonto, hay que tener en cuenta que ha escrito muchas cosas después de esos dos libros y ... y bueno, que gracias a tu entrada me ratifico en mi (firme) decisión.

    ResponderEliminar
  12. Leyendo vuestras reseñas, creo que no voy a releer ningún libro de Isabel Allende. Y eso que he leído hasta la trilogía de libros juveniles que escribió. Pero me da miedo estropear el recuerdo.

    ResponderEliminar
  13. Loquemeahorro, puede que en ficción siga funcionando. A lo mejor es que esas memorias son demasiado intensas...

    Zoe Ravenclaw, creo que es mejor no estropear el recuerdo

    ResponderEliminar
  14. ¡Ay! a mí me divierte mucho Isabel Allende. Es verdad que es muy intensa y que el realismo mágico de los hispanoamericanos le pesa, pero es parte de su encanto... para quien le guste, claro.

    En cuanto a esas faltas garrafales ¡no las recuerdo! (lo de celebrar como intransitivo, o con el objeto directo omitido sí es muy suyo, pensaba que sería algún giro chileno).

    Yo suelo leer sus libros nuevos, y casi todos me han entretenido ,aunque, ahora que lo pienso, no los he releído. Los que menos me gustaron fueron los "juveniles", los que más, los autobiográficos.

    Mi impresión general es que es capaz de inyectar optimismo en situaciones dramáticas, y yo eso lo agradezco.

    ResponderEliminar
  15. Yo sigo teniendo un buen recuerdo de sus novelas, pero este libro no me ha gustado.

    ResponderEliminar
  16. Yo me los leí todos hasta "Hija de la fortuna", ahí paré y dije "nunca mais".

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares