Un americano en Nueva York y en París
"Mi amigo Robert Capa ha muerto en el Norte del Viet Nam, triturado por una mina. Un panel de mi horizonte se derrumba. He trabajado con Capa, he recorrido el mundo con él. Juntos, conocimos la guerra. El hombre era valiente, era mi amigo. Con él se apaga mucha de mi alegría".
John Steinbeck. Un americano en Nueva York y en París.
Me he leído este libro cortito de Steinbeck. Es una especie de compilación de artículos y algún relato bastante heterogéneos. La parte de París consta de los artículos que escribió para Le Figaro cuando estuvo viviendo en París y el resto es un poco más heteogéneo incluyendo artículos sobre Nueva York, sobre el turismo, sobre las campañas electorales... en fin un poco cajón de sastre. Pero, claro, cuando el sastre es Steinbeck todo es bueno.
Me he enterado por ejemplo de que cuando llegó a Nueva York estaba arruinado y que un cuñado suyo le puso a trabajar cargando cemento en la construcción del Madison Square Garden. También he podido ver cómo le gustaba bastante la jardinería, el amor a sus hijos y a su esposa. He visto también su amor por París donde estuvo viviendo con su familia. Un relato, que la verdad es que queda un poco raro entre el resto de artículos pasa con su hijo y un chicle en su casa de París. Sobre las campañas electorales describe así a los candidatos: "Es preciso que esté contra algo, de preferencia algo que no pueda votar contra él. Estar contra el comunismo se ha convertido más bien en reflejo que en convicción. Estar contra el crimen y la enfermedad no basta. Sale en busca de corrupción en el gobierno. Al hacerlo, se colocan voluntariamente en medio de un serio embotellamiento. Porque todo candidato está a la busca de corrupción en el gobierno. Y es preciso que se zafe con mucha habilidad del embotellamiento porque lo que es llamado corrupción en el gobierno por un candidato, es llamado patrocinio una vez que es elegido, En otras palabras, es preciso que esté en contra pero que evite dar demasiadas precisiones" y sigue: "ciertos candidatos, durante su campaña, ensalzan tanto a su perro que uno acaba por no saber ya muy bien cuál de los dos es el candidato. Si uno reflexiona, por otra parte, el perro es el tipo de candidato casi perfecto. El perro es amable, el perro es honrado, y es muy raro ver un perro que haga promesas electorales. Nuestra historia ha conocido un candidato a un puesto clave que centró su campaña hasta tal punto sobre su perro que fueron numerosos sus fieles que un buen día se despertaron dispuestos a votar por un cocker convencidos de que el perro no había robado nunca los denarios públicos. Y en eso no se equivocaban". Suena, ¿verdad?
Y es que Steinbeck tiene una capacidad de escrutinio de todo lo que ve y de ser capaz de contarlo que es casi mágica. Así por ejemplo nos dice: "Todos intentan, antes o después, explicarse la predilección que sienten por Nueva York. Un hombre que trabajó para mí, la amaba porque, si le venía insomnio, podía levantarse e ir a uno de los cines que permanecen abiertos toda la noche. Es una razón tan buena como otra cualquiera. De vez en cuando nos vamos por varios meses seguidos, y cuando volvemos es siempre con un sentimiento de «A Dios gracias, ya estamos en casa». Y realmente la única explicación que puedo hallar para describir lo que pienso de mi Ciudad es que si uno ha vivido en Nueva York, uno no puede ya vivir en otra parte. Nueva York, con todos sus vicios y todos sus esplendores, es un mundo donde es posible el anonimato. ¿Qué más se puede pedir?". O cuando cuenta cuándo fue consciente de haberse convertido en neoyorquino: "era necesario que comenzara a conocer al carnicero, a la vendedora de diarios y a la taberna de la esquina, como a seres humanos y no como espantapájaros o enemigos.
He hablado de eso a mucha gente, y parece que es una experiencia mística. La gestación es inconsciente, la revelación es fulrminante. Yo recuerdo dónde y cuándo me ocurrió a mí. Otros me han dicho haber vivido la misma experiencia.
Fue en la 3ª. Avenida. El metro trituraba los raíles sobre mi cabeza. El torrente de la acera me encerraba en un alto muro de nieve sucia y los cubos de desperdicios abandonados estaban tirados por cualquier parte. Viejos papeles endurecidos por el frío remolineaban a mi alrededor, sacudidos por el viento helado. Me detuve para contemplar, en el escaparate de una pinturería, un títere desarticulado que un motor invisible tiraba de los hilos, y fue entonces cuando, de repente, algo estalló en mí, una especie de deslumbramiento mezclado de emoción que quería decir: «Dios mío, pertenezco a esto; es maravilloso»".
He hablado de eso a mucha gente, y parece que es una experiencia mística. La gestación es inconsciente, la revelación es fulrminante. Yo recuerdo dónde y cuándo me ocurrió a mí. Otros me han dicho haber vivido la misma experiencia.
Fue en la 3ª. Avenida. El metro trituraba los raíles sobre mi cabeza. El torrente de la acera me encerraba en un alto muro de nieve sucia y los cubos de desperdicios abandonados estaban tirados por cualquier parte. Viejos papeles endurecidos por el frío remolineaban a mi alrededor, sacudidos por el viento helado. Me detuve para contemplar, en el escaparate de una pinturería, un títere desarticulado que un motor invisible tiraba de los hilos, y fue entonces cuando, de repente, algo estalló en mí, una especie de deslumbramiento mezclado de emoción que quería decir: «Dios mío, pertenezco a esto; es maravilloso»".
Sin embargo tengo que hacer algunas apostillas. La edición que me he leído es malísima y creo que debe haber sido transcrita de un original porque si no no me puedo explicar cómo aparece reabsorber como reabsorver y otras faltas ortográficas que no son de recibo. Por otra parte parece que es un libro que está descatalogado y sólo lo hay de segunda mano de una edición argentina del año 57.
En fin, hay mejores libros de Steinbeck, sin duda, pero ¡ES STEINBECK! así que si os encontráis ese libro de segunda mano o lo tenéis por casa, dadle una oportunidad y leéreis cosas como esta: "Siempre he tenido la convicción íntima de que a un hombre que moviliza toda su inteligencia contra el pez, y pierde, no le queda más que la gran zambullida; pero es éste un pensamiento profundamente antiamericano. Espero no ser delatado".
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