De trastos y héroes
Aquella mañana salía nuestra Penélope un poco atribulada. El calor no le había dejado dormir muy bien y llevaba todavía el regusto agridulce del enfado de la noche anterior y la reconciliación matutina. En la cabeza bullía la lista de tareas para después del trabajo: el regalo para el cumple infantil del viernes, el regalo para el bebé que asistiría a la barbacoa del sábado y los regalos para los anfitriones de la barbacoa. 'Ya de paso, se dijo a sí misma Penélope, visito las rebajas y me compro algún pantalón y un biquini que, pobrecita yo, hace años que no estreno'.
Tan atareada iba planificando el asalto a la gran superficie del barrio residencial a medio camino entre la oficina y su casa que ni siquiera prestó atención a la radio, ni el más fugaz pensamiento dedicó a los torpes que le tocan toooodos los días en la carretera. Menos mal, porque justo ese día iba a descubrir hasta qué punto engrosa ella misma sus filas.
La mañana transcurrió sin grandes sobresaltos. Tocaba especificación: todo el mimo para que los girasoles no pasen frío ni se acaloren demasiado. ‘Vamos a ver qué hicimos en este campo… aha, ¿y en éste otro?’ Bueno, algún sobresalto que otro sí tuvo. Leer especificaciones técnicas durante toda la mañana siempre acarrea el correspondiente asombro, cuando no directamente enfado, por cómo generaciones sucesivas de ingenieros ignorantes han sido capaces de irse cargando la jerga técnica hasta convertirla en una especie de dialecto absurdo donde toda chorrada de moda encuentra acomodo, las siglas y los anglicismos inútiles campan por sus respetos y, por supuesto, los artículos y ciertas preposiciones escasean pues, como todo el mundo sabe, no sirven de nada y quedan de lo más vulgar.
Supo sin embargo nuestra heroína sobreponerse a los estragos que la documentación técnica causa en su humor y, antes de salir, hasta recordó buscar cómo llegar a su destino. Pues, no sabe cómo, siempre acaba perdiéndose en salidas y entradas de radiales, circulares y demás zarandajas viales en las afueras de las grandes ciudades. Con los deberes bien hechos llamó a su amiga E que de vez en cuando huye del veraneo suegril y se apunta a las excursiones extralaborales.
‘Mira, justo hoy me he acordado de buscar cómo llegar, que siempre nos perdemos’ le decía Penélope toda orgullosa según E se subía al coche. Así iban las dos charla que te charla cuando ‘¡seré imbécil! ya me he pasado la salida, justo hoy que lo había mirado’. Si nuestra Penélope creyera en algo se habría tomado esto como una señal y habría abandonado sus planes siguiendo las recomendaciones de sus ángeles guardianes. Pero no, Penélope es una descreída (y necesita mucho un biquini) así que hizo caso a los cantos de la sirena E que decía ‘no te preocupes, sigue por aquí que me parece que sé ir por otro sitio’. Tomó la siguiente salida y tras varias rotondas y vidas perdonadas por taxistas llegaron al aparcamiento.
‘Mira, ahí hay un sitio’. Una vez más Penélope desoyó las voces que le decían ‘entre un bmw y una columna con extintor nooooo’ y allí se lanzó. Primera maniobra ‘bmuveeeee, extintoooor, noooooooo’. Pero si algo caracteriza a Penélope es su tenacidad (seamos buenos y dejémoslo en tenacidad) así que sin pestañear volvió a maniobrar y ‘crjjjjjjjjjjj’.
Sí, queridos, Penélope fue capaz de encajar la puerta trasera en la (demonio mierda) cosa esa que sujeta el extintor. Con el corazón encogido la sirena E salió a intentar ayudar a una afligida Penélope al borde del ataque de nervios. La inexperiencia al volante de nuestra sirenita y los latidos del corazón de Penélope (que había perdido cualquier atisbo de glamour a esas alturas) sólo consiguieron empeorar la situación.
Tras varios crujidos más, Penélope consiguió desencajar el coche y aparcarlo por fin. Cautiva y desarmada, Penélope enfiló la puerta de la tienda. Consiguió recomponerse para cumplir alguno de los cometidos. Pero estaba claro que no era su día así que con un ‘ya le pueden ir danto al biquini y a las rebajas’ volvió al destrozado vehículo y aparcó frente a la puerta de casa. ‘¿Quieres que me quede por si hay que sujetar a Pedro?’ preguntaba solícita E antes de marcharse todavía descompuesta del disgusto.
‘He aparcado ahí abajo ¿quieres bajar a ver el desastre?’ propuso Penélope al encontrarse a su Pedro derrengado en el sofá por el calor. Tras unos minutos interminables al abrir la puerta del portal ‘¿Eso? Pero si eso no es nada. Para esto está el seguro, hombre’. Por fin consiguió Penélope dejar de de contener la respiración y quitarse de encima, por lo menos, la mitad del peso del maldito extintor encajado al coche. Ya mucho más relajada oyó cómo Pedro añadía ‘ya voy yo a comprar el Ariel’. Y ahí fue cuando Penélope cogió el teléfono y llamó a E para decirle ‘Pedro es mi héroe’.
Para los poco avispados, Penélope soy yo, o sea el trasto. Y mi héroe, cómo no, es ND.
El resultado de este divertido episodio es que nos vamos a quedar sin coche para ir a la barbacoa de E (que de verdad estaba descompuesta la pobre, aunque ella dice que ya lo estaba de antes, ja), para llevarle los niños a mis padres el domingo al pueblo y recogerlos el fin de semana siguiente en la playa. Cojonudo.
Acabo de enterarme de que P (de Pispitos) ha tenido ya a su niña. ¡¡¡Enhorabuena, P!!!
Tan atareada iba planificando el asalto a la gran superficie del barrio residencial a medio camino entre la oficina y su casa que ni siquiera prestó atención a la radio, ni el más fugaz pensamiento dedicó a los torpes que le tocan toooodos los días en la carretera. Menos mal, porque justo ese día iba a descubrir hasta qué punto engrosa ella misma sus filas.
La mañana transcurrió sin grandes sobresaltos. Tocaba especificación: todo el mimo para que los girasoles no pasen frío ni se acaloren demasiado. ‘Vamos a ver qué hicimos en este campo… aha, ¿y en éste otro?’ Bueno, algún sobresalto que otro sí tuvo. Leer especificaciones técnicas durante toda la mañana siempre acarrea el correspondiente asombro, cuando no directamente enfado, por cómo generaciones sucesivas de ingenieros ignorantes han sido capaces de irse cargando la jerga técnica hasta convertirla en una especie de dialecto absurdo donde toda chorrada de moda encuentra acomodo, las siglas y los anglicismos inútiles campan por sus respetos y, por supuesto, los artículos y ciertas preposiciones escasean pues, como todo el mundo sabe, no sirven de nada y quedan de lo más vulgar.
Supo sin embargo nuestra heroína sobreponerse a los estragos que la documentación técnica causa en su humor y, antes de salir, hasta recordó buscar cómo llegar a su destino. Pues, no sabe cómo, siempre acaba perdiéndose en salidas y entradas de radiales, circulares y demás zarandajas viales en las afueras de las grandes ciudades. Con los deberes bien hechos llamó a su amiga E que de vez en cuando huye del veraneo suegril y se apunta a las excursiones extralaborales.
‘Mira, justo hoy me he acordado de buscar cómo llegar, que siempre nos perdemos’ le decía Penélope toda orgullosa según E se subía al coche. Así iban las dos charla que te charla cuando ‘¡seré imbécil! ya me he pasado la salida, justo hoy que lo había mirado’. Si nuestra Penélope creyera en algo se habría tomado esto como una señal y habría abandonado sus planes siguiendo las recomendaciones de sus ángeles guardianes. Pero no, Penélope es una descreída (y necesita mucho un biquini) así que hizo caso a los cantos de la sirena E que decía ‘no te preocupes, sigue por aquí que me parece que sé ir por otro sitio’. Tomó la siguiente salida y tras varias rotondas y vidas perdonadas por taxistas llegaron al aparcamiento.
‘Mira, ahí hay un sitio’. Una vez más Penélope desoyó las voces que le decían ‘entre un bmw y una columna con extintor nooooo’ y allí se lanzó. Primera maniobra ‘bmuveeeee, extintoooor, noooooooo’. Pero si algo caracteriza a Penélope es su tenacidad (seamos buenos y dejémoslo en tenacidad) así que sin pestañear volvió a maniobrar y ‘crjjjjjjjjjjj’.
Sí, queridos, Penélope fue capaz de encajar la puerta trasera en la (demonio mierda) cosa esa que sujeta el extintor. Con el corazón encogido la sirena E salió a intentar ayudar a una afligida Penélope al borde del ataque de nervios. La inexperiencia al volante de nuestra sirenita y los latidos del corazón de Penélope (que había perdido cualquier atisbo de glamour a esas alturas) sólo consiguieron empeorar la situación.
Tras varios crujidos más, Penélope consiguió desencajar el coche y aparcarlo por fin. Cautiva y desarmada, Penélope enfiló la puerta de la tienda. Consiguió recomponerse para cumplir alguno de los cometidos. Pero estaba claro que no era su día así que con un ‘ya le pueden ir danto al biquini y a las rebajas’ volvió al destrozado vehículo y aparcó frente a la puerta de casa. ‘¿Quieres que me quede por si hay que sujetar a Pedro?’ preguntaba solícita E antes de marcharse todavía descompuesta del disgusto.
‘He aparcado ahí abajo ¿quieres bajar a ver el desastre?’ propuso Penélope al encontrarse a su Pedro derrengado en el sofá por el calor. Tras unos minutos interminables al abrir la puerta del portal ‘¿Eso? Pero si eso no es nada. Para esto está el seguro, hombre’. Por fin consiguió Penélope dejar de de contener la respiración y quitarse de encima, por lo menos, la mitad del peso del maldito extintor encajado al coche. Ya mucho más relajada oyó cómo Pedro añadía ‘ya voy yo a comprar el Ariel’. Y ahí fue cuando Penélope cogió el teléfono y llamó a E para decirle ‘Pedro es mi héroe’.
Para los poco avispados, Penélope soy yo, o sea el trasto. Y mi héroe, cómo no, es ND.
El resultado de este divertido episodio es que nos vamos a quedar sin coche para ir a la barbacoa de E (que de verdad estaba descompuesta la pobre, aunque ella dice que ya lo estaba de antes, ja), para llevarle los niños a mis padres el domingo al pueblo y recogerlos el fin de semana siguiente en la playa. Cojonudo.
Acabo de enterarme de que P (de Pispitos) ha tenido ya a su niña. ¡¡¡Enhorabuena, P!!!
Jajajajaja..me ha encantado la historia....Ánimo!!..y la próxima vez comprate el bikini por internet...sale mejor.
ResponderEliminarND campeón!!
No tiene ninguna heroicidad. Por supuesto que fastidia quedarse sin coche, pero mejor que sea contra un extintor de Sanchinarro que como te pasó cuando te embistieron por detrás. Que así sean todos nuestros accidentes. Lo firmo ya mismo.
ResponderEliminar¡Pero qué mono es el Niño, por Dios! Cuánto sentido común por centímetro cúbico de hombre. En lugar a abroncar a la pobre Anijol, cosa que hubieran hecho el 95% de los maridos.
ResponderEliminarY un post informativo-desvelador. Así que el Niño se llama Pedro...
Poco a poco van cayendo las mascaritas... Jajajajja...
La verdad es que no me llamo Pedro, y no acabo de ver lo de Pedro a no ser que sea por Pedro Picapiedra debido a mi rusticidad. No todo el mundo puede ser metrosexual mesetario como Consu's
ResponderEliminarUys, ¿será posible? Esta Anijol jugando al despiste...
ResponderEliminarQué pardilla soy...
Esto va raro hoy, en la entrada pone que hay un comentario pero en realidad hay cuatro y acabo de contestaros pero no aparece. En fin, aún a riesgo de repetirme ahí voy.
ResponderEliminarND no se llama Pedro. Buscando las imágenes para la entrada he visto que el personaje guaperas de los Autos Locos prendado de Penélope Glamour se llamaba Pedro Bello (aunque a mí no me sonaba de nada). Lo que sí es ND es guaperas y está prendadísimo de mí (pobre incauto). Así le va, pobre.
Moli, ¿tú con tu talla C (o eso es otra deducción fallida?) compras bikinis por internet? Pues si no vas siempre con una teta al aire dime dónde. Por cierto ¿es bikini o biquini? Dudo mucho.
Por si acaso, ND tampoco se llama Nicolás Darío ni nada con resonancia de culebrón ni esas iniciales :)
Yo q creía q Penélope esperaba en casa, inclinada sobre el costurero, para ser el descando del guerrero. Tu Penélope es de las q navega, me gusta.
ResponderEliminarAy, Dios, es que mis referencias culturales son las que son, más de Hannah Barbera que de ¿Homero? Así que como la cosa iba de coches decidí que sería Penélope Glamour.
ResponderEliminarUna vez metida en harina supongo que mi subconsciente asoció Penélope con Ulises y de ahí los cantos de sirena...
Pero como sois todos tan cultos y tan leídos (qué lectores tan molones tenemos) no habéis caído en lo de los autos locos.
Aunque como tirón de orejas os diré que las imágenes deberían haberos dado alguna pista.
Siempre Penélopes viajeras, ni quedándose tejiendo velos ni sentadas en un banco en el andén.
Yo también había pensado en la Penélope costurera, por lo de las sirenas y el héroe. Por eso no pillé nada de nada.
ResponderEliminarPues yo había pensado en Pe gritando Pedrooooooooooo!!! en los oscars.
ResponderEliminarEs lo que tiene la metrosexualidad mesetaria que uno anda siempre pensando en el glamour.
muaks
P.D-.ND te estás convirtiendo en yerno que toda suegra querría tener.
En realidad fue todo culpa mía "Mira que sitio tan majo, ahí, cerquita de la puerta" (aunque por el sitio que yo me sabía llegamos bien, descastada). Me pasa a mi y mi Ulises (Annie, yo también pensé que se te había ido la olla con Pedro) se hubiera divorciado en el mínimo tiempo exigido por ley. Cuando yo digo, pensando que es una exageración, que antes prefiere que se nos escalabre un churumbel que su coche, el añade mosqueado "Hombre, es que el niño se cura solo, al coche hay que llevarle al taller".
ResponderEliminarAsí que ND también es mi héroe, aunque no me vaya a hacer gin tonics en la barbacoa.
Su amiga E, también conocida como Tochi.
Pues también siento yo lo de los gintónics del sábado.
ResponderEliminarGracias por los elogios, pero creo que el punto de vista está un poco deformado. Lo que es censurable es ponerse como un basilisco, pero lo contrario es lo normal. No creo que sea ninguna heroicidad.
Link a los autos locos
ResponderEliminarQue, por cierto, en el la introducción de los autos locos sí que dicen que se llama Pedro Bello
ResponderEliminarA mi la heroicidad me parece salir a por el Ariel..lo del coche..pues bueno..es sólo un coche. A mi es que eso me da igual. Llevo toda la carrocería abollada desde una megagranizada que hubo en Madrid....
ResponderEliminarAnnie..yo sabía que hablabas de los Autos locos desde el minuto 1. Me hago la culturetas pero tengo referentes de todo tipo. Pierre no doy una era el malo.
Y lo de comprar por internet..si quieres hablamos por correo...que tampoco hay que contarlo todo en los comments.
Habla por correo habla.
ResponderEliminarEstaba segura de que tú lo habías pillado. No me preguntes por qué pero hasta estuve a punto de ponerlo en el comentario pero entonces iba a quedar como que tú no tenías los otros referentes culturetas y tampoco quería decir eso. Pero que sepas que confiaba en ti :)
Pues no creas que no fue una heroicidad, por que con el calor que caía casi estaba muerto cuando llegué al Día. Pero además del Ariel soy capaz de comprar bolsas de basura, Kalia, Yogures e incluso zumo de naranja. Hay otras cosas con las que no puedo, normalmente relacionadas con las verduras. Soy incapaz de comprar tomates y muchas veces me lleno los ojos con la fruta y compro mucha más de la que luego compro y tengo que tirarla.
ResponderEliminarTodo héroe tiene su lado oscuro.
Annie...en un rato te escribo, cuando apague unos fuegos en los libros de colores.
ResponderEliminarND..por eso te digo..caloreta más compra es el horror. Y sobre las verduras, es cuestión de practicar. El ingeniero la primera vez que fue con una lista que ponía 8 pimientos verdes decidió que eso era poco y que "probablemente" yo habia querido decir 8 kilos de pimientos verdes...
...sin comentarios.
Bueno... no soy ni siquiera capaz de imaginarme 8 kilos de pimientos verdes juntos... Deben ser como un par de cajas o algo así...
ResponderEliminarYo hasta ese límite no llego, aunque sí que ha habido confusiones en la lista de la compra. Precisamente el Ariel vino de una confusión. Me pidieron Fairy y luego no era Fairy lo que faltaba, sino Ariel.
Sí pero la confusión fue de quien te pidió el fairy no tuya al comprarlo.
ResponderEliminarEs más hasta sabías que había bastante fairy.
No sabrás comprar verduras pero el pescado mejor que yo, que conste.
Mi ingeniero estaba dispuesto a leerse el post de los Gin tonic y buscarte la tónica pija y limas de verdad. Pese sobre tu conciencia, y sobre la del extintor, juas.
ResponderEliminarOye Moli, y qué hiciste con 8 kilos de pimientos aparte de lanzárselos a la cabeza?
Tochi
La historia de los pimientos tiene tela: hice pimientos fritos, crema de pimientos, pimientos rellenos, pimientos confitados, pimientos asados, y pastel de pimientos.
ResponderEliminarNunca más claro. Ahora si pongo 5 zanahorias o 7 puerros..vienen clavados.
Sobre mi conciencia no pesa nada. Sobre mi felicidad, sí. Ya me gustaría a mí tomar esos gintónics. Lo que pasa es que no me atrevo a meter a mis hijos en la parte de atrás visto cómo quedó el coche.
ResponderEliminarPor cierto, Anniehall, puedes hacerle una foto con el móvil y ponerla en el blog para ilustrar de qué estamos hablando.
Voy a tener que hacérsela sí. Aunque sólo sea porque esta entrada está batiendo récords de comentarios.
ResponderEliminarhazla, hazla!!
ResponderEliminartenéis un chat...como el metrosexual mesetario.....
Pues es que no sé si el portátil tiene bluetooth porque el cable de conexión del móvil no lo tengo.
ResponderEliminarSe hará lo que se pueda.
Confieso con vergüenza que a mi se me activó el gen machista que todos llevamos en el ADN y estuve a punto de buscar en el partking a "un hombre de verdad" que desatascase el coche. Pero Annie lo arregló con arrojo y valentía, cual matrona en parto complicado.
ResponderEliminarTochi.