Un poco de mí

Este post se lo voy a dedicar a Juanjo. Porque me apetece, porque dice que a ver si me prodigo más y porque de mayor quiero ser como él.

Yo quiero recibir un correo donde me pidan unos planos en plan borde y ser capaz de responder que no sé si me están pidiendo los planos de mi casa o los planos del tesoro. Pero no, yo no soy capaz. Ni de escribir esa respuesta ni, por supuesto, de darla de viva voz. Y por eso Juanjo es mi héroe, porque él sí.

A lo mejor habéis pensado que yo soy una tía que dice lo que piensa abiertamente y que reclama lo suyo cuando le corresponde. A lo mejor lo habéis pensado por esas entradas en plan abuela cebolleta que escribo a veces porque alguien no pone acentos, va de perdonavidas o dice literalmente cuando no viene al caso. Pues si lo habíais pensado os habéis equivocado.

Yo, que soy muy bocazas con las cosas de los demás, que no me importa contar a quien he votado o lo que le pagamos a la asistenta y que me pongo el traje de abogada de causas perdidas de los demás sin que nadie me lo pida, cuando algo me afecta mucho no sé cómo expresarlo. Me pasa con las cosas buenas y con las malas.

Cuando alguien tiene un detalle conmigo reacciono fatal. Desde los más tontos, como acordarse de mi cumple o decirme lo guapa que voy esta mañana (otra mañana, no hoy, seguro), hasta los más espectaculares, como organizarme una despedida sorpresa cuando me voy caminito de ultramar. Mi reacción suele consistir en quedarme paralizada y balbucear un gracias que ni de lejos expresa la emoción que siento en ese momento y que además no oye nadie. Para rematar la faena consigo también ponerme como un tomate cuando alguien tiene un gesto de cariño inesperado conmigo.

Esto es una mierda porque me encantaría ser capaz de decir gracias con la boca bien grande, sonreír de oreja a oreja y encontrar las palabras adecuadas y el chorro de voz para que todos sepan lo emocionada que estoy. Creo firmemente que de bien nacidos es ser agradecidos. Así que, muy a mi pesar, yo soy una malnacida.

Sin embargo es peor, al menos para mi salud mental, cuando me enfado por algo, cuando algo me da rabia o cuando creo que están siendo injustos conmigo o los míos. En esos casos rumio la situación, me enfurruño, me angustio pero, normalmente, no digo ni mu. Y las pocas veces que reúno las fuerzas para mugir, lo hago fatal. Digo las cosas de la forma en que mejor se pueden malinterpretar, me pongo nerviosa, se me olvidan los argumentos más importantes y, lo peor de todo, tachán: lloro. Lo cual hace que me dé todavía más rabia y entro en un círculo vicioso del que es muy difícil escapar. Yo lloro de rabia y por no encontrar las palabras pero, claro, el que recibe mi cabreo eso no lo sabe. Piensa que soy una llorona, que es verdad, y, peor, que uso las lágrimas como arma. Y supongo que también pensará que soy una sucia rastrera por usar las lágrimas. Y tendría razón. Y así va aumentando la bola y el desastre es cada vez mayor. Luego me voy rumiando mi fracaso, con la moviola en marcha y reconstruyendo la conversación con lo que debería haber dicho pero no dije. Lo que ND ha dado en llamar centrifugando.

Y me digo que la próxima vez no me pasará, que mantendré la calma y la mente fría pero que hablaré. Y que si en caliente no puedo, lo dejaré para cuando se me pasé el acaloramiento, pero hablaré. Pero ya son treinta y cinco años y nada, no sé si ya tengo remedio.

Así que Juanjo, es mucho mejor no guardárselo. Y si lo sabes decir con gracia, miel sobre hojuelas.

Comentarios

  1. Jo, cuando he leído esto ya te has ido y no te puedo escribir al correo... lo que supongo que sabes que te escribiría.

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  2. Los 60. La edad para decir no cambio ya nada a no ser que me apetezca mucho, son los 60.

    35 es una edad en la que el carácter está formado, pero sus ramificaciones son tiernas. Si quieres, puedes cambiar la parte que te apetezca (de los brotes, claro, no de la esencia).

    Lo de más vale una colorado que ciento amarillo, sigue siendo útil. Y lo que hace Juanjo, lo de ¿me puedes decir qué narices me estás pidiendo?, está a tu alcance, si lo quieres, haciéndolo de poquito a poquito.

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  3. ANI, yo no creo q seas ingrata, sino tal vez q no lo sabes expresar. Es muy diferente. Piensa q es mejor quedar como idiota de excesivamente ilusinado por algo q de q no has sabido apreciar.. es cuestion de entrenamiento.

    besos

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  4. Por lo de agradecer no habrìas de preocuparte. Dejarte muda con el detalle se interpreta como más que suficiente.
    Por lo de la rabia ... ¡Vien venida al club!

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  5. Boh! Serás boba!!!

    Sin entrar en lo mío, porque ya te lo diré en persona, no entiendo qué te reprochas. Una cosa es como tú te ves y otra como los demás te vemos, a mí me cuesta verme reconocido en lo que tú escribes, por ejemplo.

    Eres una persona estupenda y no necesitas demostrarlo de otra forma distinta a como lo haces día a día. Yo me alegro mucho de conocerte, eres de lo mejorcito de estos tres años de gases y girasoles, y como ya lo escribí en su día lo repito:

    "Tener amigos en general es maravilloso, pero tener amigos en el trabajo es como encontrar agua en el desierto, como ligar con el guapo de la discoteca a las cinco de la mañana y que además sea inteligente, cariñoso y sensible, tener amigos en el trabajo es como un día de sol en pleno invierno"

    Hoy ha nevado pero por tu ventana entraba el sol.

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  6. Bueno, bueno, que yo no buscaba esto, solo desahogarme en una mañana un poco mala, que para eso también está el blog.

    Gracias a todos.

    TochiFrancis, guapa, sí lo sé.

    NáN, no digo que no quiera cambiarlo es que no me sale. De verdad lo intento.

    Di, lo de la ingratitud me fastidia menos. Además ahí me he aplicado bien y creo que voy mejorando. A mí me encanta que se emociona y se ilusiona con todo. Llevo peor lo de no ser capaz de cabrearme y desahogarme como Dios manda.

    Anónimo, gracias por venir y por los ánimos... pues vaya club cutre en el que estamos no?

    Juanjo, me sonrojo, tío. No soy para tanto. Gracias.

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  7. ¿ Quien quiere hoy que le pasen la manita por el lomo?????

    Jejeje...

    Molas mil que lo se yo.

    Besazo.

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  8. Uf. Lo de llorar en los momentos menos adecuados me suena horrores. Es lo peor. Y lo de no decir las cosas cuando es debido y ocurrirsete todo después, también.

    Lo del agradecimiento, es algo que le pasa a mucha gente, es algo así como un bloqueo, quizás que en el fondo crees que no te lo mereces, y te sientes violenta, no sé. Pero si alguien te hace un favor de corazón, sabrá de sobra que se lo agradeces. Sin grandes palabras o grandes gestos. Aunque, eso sí, mola un poquito de expresividad, da gustito...

    Yo también creo que eres una tia bien maja.

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  9. Cómo lo sabía Moli!! Lo de la manita por el lomo digo. Por lo otro gracias y sonrojos (otra vez).

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  10. Gracias a ti también Teresa.

    Ya sé que los que tienen detalles conmigo como me conocen me entienden pero supongo que les encantaría un poco más de emoción por mi parte. Ya digo que me voy corrigiendo.

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  11. Nada digno de mención Pseudo, solo otra vez lo mismo.

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