Cosas sorprendentes de un hotel de lujo
Como ND ya ha hecho un resumen de las vacaciones yo voy a detenerme en lo mío, o sea, las chorradas.
No sé si es que soy demasiado ajena al mundo del lujo o es que hay cosas incomprensibles incluso para los versados y viajados en estas condiciones inalcanzables para mí habitualmente. El caso es que ha habido ciertas cosas desconcertantes que no he podido más que escudriñar hasta que, gracias a mi fina capacidad de análisis, he llegado a ciertas conclusiones al respecto.
Para empezar el mundo del lujo no es uniforme. También hay clases de ricos. Sí, queridos. Tú llegas al hotel pensando que vas a tener a tu alcance todo lo que puedas desear y resulta que no. Que ahí también (o tal vez más) eres de los mindundis. Y que muchos de los que te cruzas tienen a su disposición cosas que ni sabías que existían hasta que llegaste allí. Es más, a muchos ni te los cruzas porque ellos tienen sus zonas privadas.
El hotel tenía código de etiqueta para los restaurantes. Esa cosa que los angloparlantes llaman dress code. Yo pensaba que en este tipo de hoteles se daba por supuesto. Lo del buen gusto, digo. Pues no. Vista la fauna que me cruzaba y a juzgar por los cochazos que llevaban, he llegado a la conclusión de que a más superficie tatuada más pasta. Lo que no he conseguido saber es si te pagan por tatuarte o si al ganar tu primer millón te obligan a hacerlo en plan penitencia (ahora ya sabéis por qué los ricos llevan siempre camisa de manga larga). Sea como sea, no estaré suficientemente agradecida a la dirección del hotel por el código de etiqueta. Si ya era bastante malo cruzárselos en la piscina, no quiero ni pensar en los efectos indeseables sobre mi digestión de la visión de una barriga cervecera cubierta de dragones multicolores, pongamos por caso.
Desde aquí también les agradezco lo de las zonas privadas para los ricos. La de visiones horripilantes que me he tenido que ahorrar si es cierta mi teoría sobre la relación entre los tatuajes y el poder adquisitivo.
Por otro lado, el dichoso código tenía sus efectos colaterales. Así, supongo que por ahorrarse el sobrepeso de las maletas, te encontrabas a una señora en plena mutación a gamba ataviada para el desayuno con un vestido de raso rojo de escote asimétrico por el que asomaban los tirantes del bikini. Todo glamour y sofisticación, sí, pero cumpliendo a rajatabla las normas del hotel.
También he descubierto que a los ricos, más bien, a las ricas, les importa una mierda su pelo o tienen una mierda de pelo. Que no es lo mismo. Si no, no sé cómo, no habiendo peluquería en el hotel, a nadie más que a mí parecía importarle que el secador de la habitación tuviera unos míseros 1200 W. Un horror, secarse el pelo allí era un horror. (Lo sé a vosotros también os da igual pero yo he sufrido mucho).
Como veis todas sesudas teorías sobre el comportamiento humano. Solo me ha quedado una duda ¿realmente les gusta que les traten con una amabilidad que roza el servilismo y el agobio? No lo entiendo. A mi me gusta que me traten con educación y me saluden cuando me cruzo con alguien en un pasillo. Ahora, cuando, para saludarme se llevan una mano al pecho y la otra a la espalda y amagan una bajada de cabeza me parece un exceso. Pues eso hacían algunos empleados del hotel.
Además, todas las tardes nos llamaban para preguntar si todo estaba a nuestro gusto. A la tercera te dan ganas de responder 'pues hombre, todo es estupendo. Todo, menos que me estés llamando cada dos minutos para interesarte y para saber cuándo me haces la cobertura!!'.
La cobertura, otro misterio. ¿A quién demonios se le ha ocurrido llamar cobertura la hecho de abrirte la cama por la tarde y ponerte una alfombrita y las zapatillas a los pies de la cama? A mi me dicen la cobertura y pienso cosas feas como que me quieren espiar... o cosas peores. Me lo expliquen.
Mientras tanto voy a ir pensando dónde hacerme el primer tatuaje para comprobar si es cierta mi teoría. Si mi cuenta corriente empieza a engordar inexplicablemente ya os avisaré. Por si acaso me lo haré en una zona donde el escote asimétrico no llegue.
No sé si es que soy demasiado ajena al mundo del lujo o es que hay cosas incomprensibles incluso para los versados y viajados en estas condiciones inalcanzables para mí habitualmente. El caso es que ha habido ciertas cosas desconcertantes que no he podido más que escudriñar hasta que, gracias a mi fina capacidad de análisis, he llegado a ciertas conclusiones al respecto.
Para empezar el mundo del lujo no es uniforme. También hay clases de ricos. Sí, queridos. Tú llegas al hotel pensando que vas a tener a tu alcance todo lo que puedas desear y resulta que no. Que ahí también (o tal vez más) eres de los mindundis. Y que muchos de los que te cruzas tienen a su disposición cosas que ni sabías que existían hasta que llegaste allí. Es más, a muchos ni te los cruzas porque ellos tienen sus zonas privadas.
El hotel tenía código de etiqueta para los restaurantes. Esa cosa que los angloparlantes llaman dress code. Yo pensaba que en este tipo de hoteles se daba por supuesto. Lo del buen gusto, digo. Pues no. Vista la fauna que me cruzaba y a juzgar por los cochazos que llevaban, he llegado a la conclusión de que a más superficie tatuada más pasta. Lo que no he conseguido saber es si te pagan por tatuarte o si al ganar tu primer millón te obligan a hacerlo en plan penitencia (ahora ya sabéis por qué los ricos llevan siempre camisa de manga larga). Sea como sea, no estaré suficientemente agradecida a la dirección del hotel por el código de etiqueta. Si ya era bastante malo cruzárselos en la piscina, no quiero ni pensar en los efectos indeseables sobre mi digestión de la visión de una barriga cervecera cubierta de dragones multicolores, pongamos por caso.
Desde aquí también les agradezco lo de las zonas privadas para los ricos. La de visiones horripilantes que me he tenido que ahorrar si es cierta mi teoría sobre la relación entre los tatuajes y el poder adquisitivo.
Por otro lado, el dichoso código tenía sus efectos colaterales. Así, supongo que por ahorrarse el sobrepeso de las maletas, te encontrabas a una señora en plena mutación a gamba ataviada para el desayuno con un vestido de raso rojo de escote asimétrico por el que asomaban los tirantes del bikini. Todo glamour y sofisticación, sí, pero cumpliendo a rajatabla las normas del hotel.
También he descubierto que a los ricos, más bien, a las ricas, les importa una mierda su pelo o tienen una mierda de pelo. Que no es lo mismo. Si no, no sé cómo, no habiendo peluquería en el hotel, a nadie más que a mí parecía importarle que el secador de la habitación tuviera unos míseros 1200 W. Un horror, secarse el pelo allí era un horror. (Lo sé a vosotros también os da igual pero yo he sufrido mucho).
Como veis todas sesudas teorías sobre el comportamiento humano. Solo me ha quedado una duda ¿realmente les gusta que les traten con una amabilidad que roza el servilismo y el agobio? No lo entiendo. A mi me gusta que me traten con educación y me saluden cuando me cruzo con alguien en un pasillo. Ahora, cuando, para saludarme se llevan una mano al pecho y la otra a la espalda y amagan una bajada de cabeza me parece un exceso. Pues eso hacían algunos empleados del hotel.
Además, todas las tardes nos llamaban para preguntar si todo estaba a nuestro gusto. A la tercera te dan ganas de responder 'pues hombre, todo es estupendo. Todo, menos que me estés llamando cada dos minutos para interesarte y para saber cuándo me haces la cobertura!!'.
La cobertura, otro misterio. ¿A quién demonios se le ha ocurrido llamar cobertura la hecho de abrirte la cama por la tarde y ponerte una alfombrita y las zapatillas a los pies de la cama? A mi me dicen la cobertura y pienso cosas feas como que me quieren espiar... o cosas peores. Me lo expliquen.
Mientras tanto voy a ir pensando dónde hacerme el primer tatuaje para comprobar si es cierta mi teoría. Si mi cuenta corriente empieza a engordar inexplicablemente ya os avisaré. Por si acaso me lo haré en una zona donde el escote asimétrico no llegue.
Jeje, me han gustado mucho tus teorías. No debería haber regañado a ND por poner dos posts en un dia XD
ResponderEliminarLo de la cobertura suena como al derecho de pernada, a mí me llaman con eso y de la que cuelgo hago las maletas y me meto en otra habitación.
Y lo del secador... para la próxima vez te lo aviso: en la playa una no se pretende que te puedas secar el pelo. Te llevas tus mejores gomas y se acabó.
A mí me gusta mucho el rollo eres rico y te cuidamos y te reverenciamos.
ResponderEliminarEn Punta Cana teníamos una pulserita distinta de la de los demás y flipamos las tres la vida misma cuando vimos que nos daba acceso a una piscina exclusiva en la que no había ni animación (concepto cuqui total) ni niños.
Le voy a decir a N. que quiero que me haga la cobertura por las noches, a ver si cuela.
A mí me gusta que me den el servicio por el que pago pero no que me hagan reverencias. Que sean amables porque así es como hay que tratar a la gente en general (como yo hago con ellos) y a los clientes en particular. Pero que me laman el culo y me hagan reverencias por ser 'rica' me parece servil y no me gusta nada. Además me hace sentir incómoda.
EliminarEl concepto animación da mucho cuqui, sí. Aquí no había de eso, aparte del club infantil.
Los saludos de los empleados eran un poco de star trek o algo así. Daban cuqui!
ResponderEliminarLo de los tatuajes es así. Todos con pinta de matones de discoteca o mafiosos rusos. Lo mismo lo eran. Rusos había muchísimos, la verdad.
Y a mí lo que más me desconcierta de la cobertura es que tendría que ser la "descobertura" porque te abren la cama, no?
El actual presidente del gobierno, prometió al alcalde de una misera aldea gallega, que si lo elegian presidente le invitaría a la toma de posesión.
ResponderEliminarY cumplió, le reservo habitación en un hotel con todas las estrellas cerca del parlamento.
El alcalde aldeano estaba allí, sentadito al borde de la cama, con la boina puesta mirando todo el lujo que le roeaba asustado. En esto entro una agraciada sudamericana, vestida de camarera guay y le dijo: "disculpe, vengo a hacerle la cobertura".
Y el alcalde sonrió picarón y empezó a quitarse la boina mientras murmuraba:
-Ay este Mariano que cosas tiene...
Se libró de la denundia de milagro....
Pues normal. A mí me parece lo más normal lo del alcalde. No sé a quién se le ocurrió el palabro. Fijo que es un anglicismo. Yo lo llamaría apertura de cama. Aunque lo mismo así también se le había luminado la cara al señor alcalde. Quién sabe.
EliminarDe dónde sacas tanta anécdota, Gonzalo?
Impresionante, sin duda cada espacio está diseñado para el más reconfortante descanso y para disfrutar de la vista de los impresionantes diseños de cada lugar.
ResponderEliminarVamos a ver, Annie, que te veo muy despistada. Según cálculos aproximados pero fiables, el 40% del dinero y los recursos del mundo pertenecen a la Mafias (las malas gentes creen que ese porcentaje es creciente). (Había escrito “porcentraje”, por error, y me pareció bonito, pero no quiero desviar la atención hacia otros temas). Y me refiero a las mafias-mafias, forradas con el tráfico de drogas, armas, prostitutas, etc. Y gracias a la amabilidad del neoliberalismo (no me entres, Señor Blasco, que te veo venir) sus desregulaciones, las amplias libertades para la opacidad y los más de 200 paraísos fiscales donde blanquear dinero, cuyos fondos pueden traspasarse parcialmente a los bancos no paradisíacos cuando quieran, para actuar y volver al Refugio (talmente como en las islas de los piratas, que subsistieron mucho tiempo porque estaban defendidas por la fiel Armada de uno u otro país enemigo de uno u otro país).
ResponderEliminarAunque es cierto que la “respetabilidad” de ese dinero es defendida por una legión de abogados, altos contables y economistas muy finos que estudiaron como poco en Harvard, quienes acaban dirigiendo vicariamente las empresas y negocios de los amos (de la finura, la clase y el estilo de estos nada hay que objetar; solo añadir que algunos de sus hijos mimados y modernos sí se hacen tatuajes), el caso es que los verdaderos amos, tanto si se pasan al bando “blanqueado” como si se siguen ocupando de amasar el dinero-fuente (negro), no pasaron de primaria, porque estaban muy ocupados aprendiendo a asesinar a quienes se les pudieran en medio y a corromper a muchos buenos muchachos de la policía, la política y la judicatura.
Añadamos a eso que el gusto por las mujeres de estos soldados de la Patria Única, Forrartolandia, es una pizca extravagante.
De ahí que no te serviría de nada tatuarte. Otro gallo te cantaría si te lanzaras al asalto y supieras a quiénes debes tatuar el cuerpo a balazos, y cómo hacerlo, para alcanzar los más altos objetivos.
Si te pones a ello y consigues tus 20 primeros sacos de billetes, pero careces de contactos, te puedo presentar a un abogado que, aunque se llevará una buena parte, realizará el milagro de la multiplicación de los sacos. Empezando por un nivel bajo, Gibraltar, el único territorio del mundo que tiene más sociedades que habitantes.
Espero haberte sido de utilidad.
Hombre, NáN, no pretendas que los demás no entren al trapo cuando tú entras. O es eso, o piensas que soy boba y este post es serio y realmente estoy considerando lo de los tatuajes.
ResponderEliminarPrefiero lo primero aunque ya sabes que el tema me cansa. Es más acabo de borrar algo larguísimo. Me da mucha pereza.
¿No es posible tomarse algo a chufla de vez en cuando? Sé que el tema es serio pero no pasa nada por frivolizar a veces.
Entendido el mensaje. Lo que pasa es que hay cosas con las que no quiero frivolizar. Haces un post “divertido” hablando de que en un hotel de lujo una buena parte de los ricos vayan tatuados y no me puedo creer que te quedes en lo superficial y no entiendas el significado. Así que te lo explico, y te enfadas con el mensajero. No lo niegas, sabes que no puedes negarlo, que esa imagen significa lo que significa; es más fácil enfadarse con el mensajero.
ResponderEliminarLo que pasa es que tienes hijos y no me puedo creer que frivolices con el mundo en el que, de no cambiar las cosas, van a vivir.
Pero entendido el mensaje. No es un blog para no frívolos.
Es estupendo, definitivamente piensas que soy gilipollas. Gracias por dejarlo tan claro.
ResponderEliminarEin!!!!
ResponderEliminar¡¡¡¡Nan se había creido que te iba a tatuar para ganar pasta!!!!
¡¡¡Y luego se ha retractado llamandote capulla!!!! (ups, digo gilipollas)
La mala leche le ha nublado la vista, seguro.
Nan, nos vemos en los blogs!!
Ja,ja,ja... pues sí que me has sido de utilidad, porque mira que estaba en dudas de si coger un "hotelito" como el vuestro para las vacaciones o uno mas normal; y visto lo leído me de cantaré por uno normal, no vaya a ser que: me persigan los de hacienda por blanqueo de dinero,el FBI por mafias, me traiga a cazurro tatuado y con barriga cervecera, los niños pensando que son poco menos que dios etc. ¿En pocos días no se pega verdad?.
ResponderEliminarDivertido y no tan frívolo el post.
Yo creo que no, aunque desde que volvimos estoy indignadísima. Voy por la calle ¡ y nadie me hace reverencias! ¡Habrase visto! ;)
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