Memorias líquidas
Pues ya me he leído este libro de Enric González. En un pispás. Por un lado porque escribe muy bien y por otro porque son cuatro páginas mal contadas. Por esa parte me parece un poco timo, la verdad. El libro tiene 180 páginas de las cuales las 20 primeras son un prólogo de Santiago Segurola y luego antes de cada capítulo hay una hoja con un dibujo y la primera página de cada capítulo está prácticamente en blanco. Además tiene un tipo de letra desmesuradamente grande. De hecho, C., mi hija de 6 años, se ha puesto a leerlo porque le parecía uno de los libros que lee ella. Al final en formato de libro normal se quedarían en unas 70-80 páginas. Supongo que todo ese agrandar y esponjar el texto es para tener mejor conciencia por cobrar 23 euros por él.
El libro está bastante bien. Hace un recorrido por la vida como periodista de Enric y está lleno de anécdotas e historias muy interesantes. Lo que parece es que realmente no son unas memorias como tal, sino una serie de recuerdos, pero que tiene mucho más que contar. Es un poco como Sergei Bubka que iba saltando cuando le pagaban un centímetro más y todos le aplaudían. Por supuesto que es lícito cobrar cuanto más mejor, pero a mí me ha desilusionado aún habiéndome gustado mucho.
Presenta a Juan Luis Cebrián con bastante rencor, la verdad. Seguramente merecido, pero no parece que escribir cosas como estas (aunque sean ciertas) venga de razonamientos calmados: "Vale, el poder miente. Siempre. Pero lo de Cebrián es de traca. En
comparación con él, Mariano Rajoy cumple sus promesas con la precisión
de un reloj suizo. [..] El poder miente, siempre, pero para encontrar a
alguien comparable a Cebrián hay que remontarse a Goebbels". A fin de cuentas es el que se ha cargado el periódico donde más tiempo ha trabajado Enric.
Y hay otro aspecto que me asalta al leer el libro sobre lo que cuenta de su manera de entender el periodismo en la que no sé si acaba de quedar bien. Él defiende lo que llama "cada mesa, un Vietnam". Esto es, que el periodista tiene que defender su independecia y su criterio por encima de la empresa y que el dinero y el acomodarse es malo para el periodismo:
"Con el tiempo descubrí, sin embargo, que los buenos sueldos le hacen a uno menos propenso a patearse la calle, más complaciente con el director y más comprensivo con el poder. Lamento decirlo y socavar mis propios intereses (a mí tampoco me gusta ser pobre), pero creo que una cuenta raquítica en el banco y un poco de rabia en el estómago favorecen el mejor periodismo.
[...]
Eso suena bien como teoría, aunque en la práctica y con el tiempo se haga más y más difícil: no somos idiotas, queremos vivir bien, Lo que pasa es que vivir bien no nos conviene: somos menos libres cuando más tenemos que perder. En cualquier caso, estoy convencido de que un periodista gana en fiabilidad si vive como vive la mayoría de la gente".
Pero por otro lado él no sale muy bien parado en esa lucha contra el poder porque cuenta como veía que las cosas iban a peor, que el periódico mezclaba sus asuntos empresariales con las noticias y la opinión, pero no dijo nada. Era el que más cobraba de la redacción y no hacía casi nada. Esperó al ERE y se fue. Ojo, que me parece estupendo y que es lo que yo hubiera hecho, pero no me parece que eso sea "cada mesa, un Vietnam".
Tiene humor que es el signo de la casa: "Unas cuantas charlas confidenciales con camareros filipinos e indonesios me proporcionaron la receta del sadiki, un producto alcohólico muy fácil de hacer, pero no tan fácil de consumir. «Quien lo bebe se queda ciego», me dijo uno. «Hay quien se ha muerto», me dijo otro. Cuando uno lleva tres meses en Arabia Saudí, la muerte se convierte en una opción relativamente interesante".
Grandes verdades: "Yo era un tipo sin estudios superiores, un reportero que había aprendido lo poco que sabía en la calle y en el trabajo. Leía, siempre he leído mucho y tal vez sea lo único que hago realmente bien. Me parece que un periodista ha de leer como si le fuera la vida en ello, porque le va la vida en ello".
Confesiones y autocrítica: "Los periodistas de El País no fuimos inocentes. Veíamos los errores ajenos, pero no los nuestros. Muchos de nosotros arrastrábamos una mentalidad muy propia del siglo XX: la sumisión ante la maquinaria (y no me refiero a la fascinación por las rotativas, aunque también), la devoción por el diario como institución totemica, el gusto por la rutina funcionarial".
Tiene humor que es el signo de la casa: "Unas cuantas charlas confidenciales con camareros filipinos e indonesios me proporcionaron la receta del sadiki, un producto alcohólico muy fácil de hacer, pero no tan fácil de consumir. «Quien lo bebe se queda ciego», me dijo uno. «Hay quien se ha muerto», me dijo otro. Cuando uno lleva tres meses en Arabia Saudí, la muerte se convierte en una opción relativamente interesante".
Grandes verdades: "Yo era un tipo sin estudios superiores, un reportero que había aprendido lo poco que sabía en la calle y en el trabajo. Leía, siempre he leído mucho y tal vez sea lo único que hago realmente bien. Me parece que un periodista ha de leer como si le fuera la vida en ello, porque le va la vida en ello".
Confesiones y autocrítica: "Los periodistas de El País no fuimos inocentes. Veíamos los errores ajenos, pero no los nuestros. Muchos de nosotros arrastrábamos una mentalidad muy propia del siglo XX: la sumisión ante la maquinaria (y no me refiero a la fascinación por las rotativas, aunque también), la devoción por el diario como institución totemica, el gusto por la rutina funcionarial".
"Cualquiera que haya trabajado en un periódico, especialmente en uno importante e influyente, ha sentido la embriaguez de estar ahí, de navegar en un gran buque, de pertenecer a una tripulación excelente. Y ha confundido el medio, el periódico, con el fin"
Hombre, yo creo que no hay incoherencia. Al menos en lo que cuenta. Por un lado está lo que piensa y por otro lo que él ha hecho. Que no se corresponde con su teoría, pero no lo oculta. Podría haberse justificado o algo y no parece que lo haga ¿o sí?
ResponderEliminarYo quiero leerlo. Si tuviera 500 páginas lo mismo no.
Sí que es incoherente porque es lo que él dice que es su lema como periodista.
ResponderEliminarHombre, pero sí dices que dice eso de "eso es en teoría..." Pues eso, que idealmente sería así pero reconoce que lo ideal es difícil y de hecho cuenta que él no ha sido así, al menos no siempre.
ResponderEliminarLo que es en teoría es lo de no ganar lo suficiente y es que -taparos los oídos- la última frase del libro es lo de Vietnam.
ResponderEliminar¿Me lo prestas? Aunque me toque esperar a que Anniehall lo lea...
ResponderEliminarSea!
ResponderEliminarMe ENCANTA lo de Sea, ahí, a lo emperador romano con su corona de laurel...qué me vas a regalar?
ResponderEliminarPuedes seguir con tu cantinela. No te lo voy a decir!
ResponderEliminarLo de Cebrián es.
ResponderEliminarLa coherencia es taaaaan difícil.
Me leí "Historias de New York" y también me gustó pero me supo a poco.Así que debe ser su "modus operandi".
Yo no dudo que sea mentiroso y máquina bélico, Pseudo, pero compararlo con Goebbels es mucho comparar.
ResponderEliminarY sí que es de libros cortos, sí.
La incoherencia en la vida nos parece de lo mas normal. Un tipo va por ahí diciendo como deben vivir los demás y lo despreciables y peligrosos que son los que viven como el, pero el se presenta como el mas listo de la clase, por comprenderlo, y ademas el mas honrado por reconocer que postula una cosa y hace otra. Y luego cobra a precio de periódico individual una sucesión de artículos con su pasado como empleado en la empresa en la quue seguiría sin mediar el ERE y gracias a la cual ahora puede cobrar su escritura a millón.
ResponderEliminarEscribirá como quieras, y tendra mucho talento, pero es un sinvergüenza y te esta tomando el pelo.
La incoherencia es connatural a nosotros. Lo que me resulta curioso es que en las pocas páginas del libro dé las dos caras y él no se dé cuenta de como queda retratado.
ResponderEliminarEn el libro que me he leído hace poco y con el que os he dado la brasa hasta la extenuación se habla sobre el autoengaño y la autocomplacencia y el relativismo moral hacia nosotros mismos.
Digo "te" y quiero decir "nos", por supuesto. Es un tu mayestático.
ResponderEliminarXD
ResponderEliminarYo es que tengo tan profunda admiración por su padre que me da reparo empezar con él... no se si en su biografia hace alusión a don Francisco???
ResponderEliminarSe admiten recomendaciones de por cual libro de los de Enric Gonzalez empiezo... a molinos le gustó el de neva york ¿no? por cierto que hace sin pasarse por este post????
Supongo que no querrá leerlo antes de leer el libro o que no le ha gustado la reseña... :P
ResponderEliminarYo he leído el de Nueva York y el de Londres y están muy bien.
No hace casi ninguna referencia a su padre más allá de que fue el que le metió en el periodismo cuando él quería ser veterinario.
ResponderEliminarYa me lo he leído, y he marcado prácticamente las mismas cosas que tú. Estos de Jotdown se están subiendo mucho a la parra...23 euros? Y yo pensando que lo regalaban al pedir el segundo número de la revista...
ResponderEliminarSí, me parece exagerado para lo que es. Igual que la revista, por otra parte, porque al final artículos o entrevistas que te interesen hay pocos, yo no me leí la primera revista entera, ni mucho menos, ni me he comprado la segunda y el siguiente libro me lo pensaré...
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