Forofos y forofos
No me gusta el fútbol. Esto no tiene nada de particular, claro, pero supongo que me permite ver la afición ajena con un poco de ¿objetividad? Bueno, eso tampoco, porque si me preguntan diré que soy del Madrid.
Tampoco es que no haya visto un partido con pasión forofa nunca (con total desinterés muchas, muchas veces). De hecho, fue en mi piso de estudiante donde vimos cómo ganó el Madrid la séptima Champions (o lo mismo todavía se llamaba Copa de Europa). Y lo que es más, desde allí salimos para celebrarlo en la Cibeles.
Años más tarde coincidió que me tocó pasar unos meses en el pinche desierto mientras se jugaba el Mundial Corea / Japón. Supongo que la nostalgia de la patria, o el aburrimiento de un sitio donde la máxima emoción era cuándo nos volveríamos a quedar sin comer en ‘casa’ porque habían cerrado la frontera, nos hizo a todos los españoles ir juntándonos para ver los partidos, insultar a los árbitros, celebrar las victorias (si es que las hubo, que no lo recuerdo)…
Pero vamos, salvo esas ocasiones, no creo haber visto el futbol con pasión nunca. De hecho, la final del mundial que ganó España me la pasé de espaldas a la tele. Sin embargo he vivido siempre rodeada de futboleros.
Mi padre, después de unos años juveniles en los que despreciaba el fútbol por considerarlo el opio del pueblo, el pan y circo del franquismo, se convirtió (no sé si gracias a la democracia o por qué) al forofismo madridista. Mi hermano, claro, ha seguido la tradición. Y luego fui a dar con ND, también madridista.
Lo que me lleva a esta reflexión de andar por casa y análisis con pantuflas y batamanta sobre el amplio espectro del forofismo. O más bien el amplio espectro de cómo vivir el forofismo.
Por un lado tenemos lo que yo consideraba normal antes de ND. Eso consiste en, por ejemplo, ser prácticamente el primero en abonarse al plus porque algunos partidos de futbol dejaban de verse en abierto. O en comprar en paspartú todos los partidos del Madrid aunque sea contra uno de tercera regional. Pero sobre todo, por supuesto, significa dar saltos en el sofá tirando la cerveza si hace falta para celebrar un gol, llamar cosas feas al árbitro cuando pita en nuestra contra (con o sin razón), gritar ‘venga, venga, venga’ in crescendo según vas levantando progresivamente el culo del sofá cuando se van acercando a la portería, darse abrazos de los de palmadas en la espalda con el que se sienta a tu lado en el sofá cuando meten gol, aunque sea ese cuñado al que tanta manía le tienes… Porque, claro, siempre o casi siempre venía alguien a casa a ver los partidos. Vamos, lo que se entiende como mesura y contención en el forofismo. Y todo muy hacia dentro.
Pero luego conocí a ND, que también es futbolero. Y se puede decir que lo opuesto a lo que cuento arriba, o sea, puro hooliganismo y descontrol en el forofismo. Así, por ejemplo, no tenemos ningún cacharro para ver los partidos codificados. Ni va al bar a ver los partidos que no puede ver en casa. Y ni siquiera se pone la radio. De vez en cuando, cuando es un partido importante, busca en el teletexto cómo van y ya está. Si por casualidades de la vida se alinean los planetas y puede ver un partido (como ayer, de ahí mi post de hoy) solo me entero de que está puesto porque no puedo hacer zapping y porque de vez en cuando, muy de vez en cuando, murmura ‘ay, que casi nos meten gol’ (así, sin exclamaciones ni nada y casi para sí mismo, como si se le hubiera escapado). A veces se pone nervioso. Entonces se pone a recoger y dice ‘me voy a dormir que me estoy poniendo muy nervioso’. Sí, se puede dejar el partido a la mitad e irse para no exaltarse más. Además, solemos estar solos los dos, que J todavía es pequeño y no ve los partidos.
A mí me hace mucha gracia que se lo tome así, con tanta pasión y desenfreno y me meto un poco con él. Él dice que antes era más aficionado pero que le cogió cierta manía cuando vio cómo se ponía la gente de energúmena en sus tiempos en la residencia de estudiantes. Pero yo creo que debe de venir de familia. Y es que lo suyo llega a unos límites… veréis:
Un día estábamos en casa de sus padres viendo un partido, no recuerdo cuál. En mitad del partido mi suegra desapareció del salón para no sé qué. Yo estaba a mis cosas (tuiteando o leyendo la prensa o algo, allí, pero sin prestar atención al partido). Cuando volvió la oigo decir ‘¡pero bueno! ¡Si han metido dos goles!’ Y los dos, ND y mi suegro, sin inflexión alguna en la voz ‘sí’. Mi suegra sorprendida ‘¿y no decís nada? ¿cómo no os he oído?’ ‘pues qué vamos a decir, pues dos goles, sí, han metido dos goles…’ Mi suegra no daba crédito a su falta de pasión. Y yo tampoco, que ni siquiera yo me había enterado de los goles y no me había movido de allí. Así son ellos.
Y sí, me meto un poco con él, pero la verdad, entre su fanatismo y pensar que a mi padre cualquier día le da un infarto por algo tan tonto como un partido… pues prefiero la contención, la verdad.
(Habéis de saber que para documentarme, ejem, para este post, he entrado en la web del Marca por primera vez, ¡chispas!).
En mi época de colegio mayor descubrí que mi amigo más forofo tenía un tío al que le tenían que poner corticoides de lo mal que se ponía cuando había un partido del Madrid.
ResponderEliminarEn mi casa a mi padre no le gusta el fútbol y a mi madre sí, así que sólo se ve la Selección.
Por suerte al Marommo le trae muy al pairo (ni las Eurocopas ni los Mundiales) y no tengo queja. No estoy acostumbrada a tratar con forofos y lo paso mal.
Lo de ND no me sorprende, es comedido para TODO. Por qué no también para esto ;)
Ahhh y una cosa, ¿cómo que J aún no ve los partidos porque es pequeño? ¿Y C? Uyuyuyuyuy esa igualdad... :P
ResponderEliminarYo descubri ayer que M es una hooling de las que se cree entrenadora...yo estaba leyendo en otra habitación y la oía gritar: defended!!!! centraros en defended y jugar a la contra!!!!
ResponderEliminarMe levanté a ver quien había en el salón porque no daba crédito....
y su padre del atleti.
No te falta razón Eliahh, pero tiene explicación. J dice que le gusta el fútbol, C pasa bastante más.
ResponderEliminarPero eso que cuentas de M fue ayer, Moli? Me parto
Yo es que tengo un cierto olfato para saber cuándo le va a ir mal al Madrid y sufrir por sufrir... pues como que no.
ResponderEliminarAdemás el hecho de no ver un partido más que cuando lo echan por la tele normal creo que es muy sano.
Y yo ayer lo pasé bastante mal, aunque no lo demostrara...
Y lo de la contención... Es lo que nos diferencia de los animales, no? XD
Cuqui, yo también fui a Cibeles, claro.
ResponderEliminarTuve una época futbolera a muerte, hasta hacía lo de la Liga Fantástica del Marca (y quedé en el 10% mejor de España, que lo sepas, vamos la 100.000 entre un millón), pero ahora me he quitado, porque lo paso fatal, y me pongo muy nerviosa. Casi nunca veo fútbol, y como te puedes imaginar, si veo un partido estoy quieta y modosita sin dar voces ni nada.
Los de la selección no los veo porque soy gafe.
Por cierto, que yo también estuve en Cibeles cuando la séptima...
ResponderEliminarPues yo me lo paso en grande, aunque sólo veo al Madrid (y la selección si se juegan algo importante). Si hay emoción, como ayer, bien, y si no, me pongo a decir chorradas con el que tenga al lado. Y ahora, con tuiter me divierto casi más cuando el partido es un rollo. Y me gusta mucho ir al campo, aunque los precios son prohibitivos.
ResponderEliminarEso sí: no tomo copas, ni cerveza, ni nada de alcohol, me lo tengo prohibido: Hace muuuuchos años me escuché a mí misma diciendo "mátale" a un jugador, y desde entonces me dije que el futbol hay que verlo como una película, para enterarse.
Puedes ponerlo en el CV, Bichejo, lo de la liga marca... me parto.
ResponderEliminarPues fíjate, Carmen, que soy incapaz de imaginarte gritando 'mátale' a nadie. Si lo dijera ese ejemplo de mesura y contención que es Bichejo...
Yo no aguanto un partido si no es en el campo, pero por el ambiente, que soy miope y no llego a distinguir nada allá abajo. Ah, y sólo si es del Valencia o del Barça. Me la pelan completamente los partidos de la selección. Pero completamente.
ResponderEliminarPero si estoy en casa escucho El Larguero y el Carrusel Deportivo. Con atención. Cosas que pasan.
Yo soy un hooligan, en el estadio se me nubla la mente pensando en el bocadillo del descansoy en casa una vez me tomé dos cervezas y dije ¡huy!
ResponderEliminarPero lo mío no es el fútbol, lo mío es religión, y la única verdadera como todos sabéis es el Atleti. Lo de los goles y demás no deja de ser anécdota.
Si en realidad el fútbol es un nido de corrupción, como todo en la vida, una farsa más. No merece la pena agitarse por algo tan banal.
ResponderEliminarQue todavía tenga dos moraduras en ambas rodillas por celebrar el gol del empate el martes es simple casualidad. Fue una enajenación del momento. Algo de la cena que me sentó mal...
Hasta hace unos años, el fútbol no me producía ni frío ni calor, no me gustaba, pero no me molestaba especialmente.
ResponderEliminarPero desde entonces he tenido encuentros muy desagradables con el forofismo más chusco, y desde entonces me he convertido en fóbica.
Ojalá todo el mundo fuera un "forofo interno" que ni grita, ni despierta a sus vecinos con una bubucela, ni en general, da el coñazo.
Yo ya no soy muy futbolero, aunque cuando era chaval si solía ir al campo del Real Madrid.
ResponderEliminarPor mi trabajo me ha tocado ver algunos partidos fuera de España, y eso si que es una experiencia inolvidable. Además de la eliminación de España por Corea que vimos en el pinche desierto (menuda depre me pilló, por que aunque a la semana siguiente volvía a España, ya me habían comunicado que tendría que volver de nuevo a la obra); vimos también la victoria del Madrid en una Copa de Europa (no recuerdo el número que hacía, fue aquella de un gol memorable de Zidane desde fuera del área): la vimos en un restaurante al mediodía y volvimos a la obra tocando los claxons y con unas banderas blancas de plástico que al sacarlas por las ventanillas hacían un ruido infernal: los nativos nos miraban como si estuviésemos locos.
Posteriormente también vi algunos partidos de la Eurocopa que gano España en un pais de África, rodeado de autoctonos. Esa fue también buena. En el partido que eliminamos a Italia, tenía una negra detras que no hacía mas que alabar a Casillas ("Si seño, casilla si que e bueno"). Cuando en la ronda de penalties paró uno de ellos, se me echo encima y me dió un abrazo que me pilló totalmente desprevenido. ¡¡ Que momento!!
¡Qué pena haberme perdido tu cara por ese abrazo!
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