Si me pierdo no me busquéis ahí...

Todos metemos la pata alguna vez y la mayoría metemos la pata alguna vez bastantes veces y muy a menudo. Esto tampoco es ningún descubrimiento ni una elucubración extraordinaria. Si lo fuera os extrañaríais y pensaríais estar en otro blog más sesudo (ECDC diría gafotas).

Durante el puente pasado intentamos hacer algunas cosas con los niños a parte de lo habitual. No sé por qué estas cosas siempre se piensan en fechas señaladas. Para empezar decidimos ir el sábado a la Puerta del Sol y a la plaza Mayor para comprar una estrella para el árbol de Navidad. Nada original, puedo dar fe porque esa misma idea la tuvimos nosotros y cientos de miles de personas más. Era imposible andar, tuvimos que sujetar bien a los niños para no perder a ninguno. A pesar de todo no nos arredramos y conseguimos llegar a la plaza e, incluso, comprar dos estrellas. El problema fue conseguir volver porque encontrar un taxi o un autobús para volver a nuestro hábitat fue dificil y más con los niños quejándose porque estaban cansados. En esas ocasiones te gustaría no haber crecido y poder ser tú el que se queja.

Como no aprendemos, el lunes nos fuimos a Cosmocaixa en Alcobendas. Estuvimos allí a una hora bastante decente, pero cuando aún nos quedaba cola para media hora vimos que ya no podíamos tener entrada para ninguna de las actividades para los niños. Espero que podamos ir en otro momento, con menos gente y espero poder ver los dinosaurios del Gobi que tienen en exposición. ¡Bueno, sí, vale, también espero que haya plaza para las actividades de los niños!...

Nos dimos la vuelta y entre el ir y el venir se nos fue la mañana. Intentamos mirar si había alguna película para ir al cine, pero la cartelera era un desierto de arena infantil. No había ninguna película para niños pequeños, así que nuevo fallo. Es que somos un quiero y no puedo, pero es por nuestra mala cabeza porque improvisamos y en el mundo infantil no se puede improvisar.

Esto lo digo porque lo peor estaba por llegar. El miércoles me llamó mi amigo P. y me dijo que iban a ir a una cosa que le habían recomendado que se llamaba Diverfam y que era algo similar a Juvenalia. Una especie de feria en la que hay un montón de actividades para los niños. Algo así como el paraíso infantil en un pabellón de ifema. Le hice caso y nos fuimos para allí a pesar de que mi amigo nos llamó diciendo que no iba a ir porque se le habían puesto malos los niños.

Nos presentamos en la entrada y tras pagar 30 euros pudimos entrar para encontrarnos lo más parecido al infierno sobre la tierra. Atracciones a las que cualquier feria de segunda dan mil vueltas nos esperaban con unas colas de horas para montarse en cada una de ellas. Había castillos hinchables, camas elásticas, una cancha de minibasket y otra de futbito. Había una especie de coches a pedales, un escenario, unas pelotas de esas hinchables de niño burbuja y varias consolas para jugar, que digo yo que para qué van a pagar 30 euros para jugar a una consola que ya tendrán en su casa...

Y eso era todo. Mejor nos lo hubiéramos pasado en la típica feria con sus caballitos, el tren de la bruja, los camellos a tutti jorobi, el algodón de azúcar y la tómbola. Nos hubiera salido más barato, no habríamos tenido colas y nos hubiéramos ido contentos a dormir la siesta, pero no, después de haber estado un rato en la cola de la cama elástica nos dieron un tique para que volviéramos cuatro horas más tarde. Estuvimos casi una hora esperando a que empezara una función de magia con un mago que ponía que era premio nacional de magia infantil y de magia cómica y que nos hizo pensar (a Annie y a mí, ¿eh? porque los niños se lo pasaron bien) que si ese es el premio nacional qué es lo que habrá por detrás...

Salimos de allí maldiciendo en voz baja y no tan baja (Annie tuvo que reconvenirme porque se me escapaban exabruptos delante de los niños) jurando no volver a poner un pie en semejante absurdidez. En honor a la verdad, y aunque nos parecía imposible, he de reconocer que había gente que parecía que se lo estaba pasando bien, disfrutando de las colas, del calor, de los apretujones, de no poder sentarse y de pagar a precio de oro las consumiciones del bar. Pero como dijo dijo el Gallo cuando le presentaron a Ortega y Gasset: 'hay gente pa tó'. Y nosotros somos muy gente.

Así que:

Diverfam lindo y querido,
si muero lejos de ti
es porque no me he dormido
y he huido muy lejos de ti.

Comentarios

  1. Almas cándidas.Lo más razonable que has escrito en meses:con los niños no se puede improvisar.
    Lo de Diverfam salió en las noticias ya en el puente.
    No es por echar más leña al fuego pero ya os vale, pareceis paletos, je, je.

    ResponderEliminar
  2. Como ya pasaron los tiempos del tocomocho a los pueblerinos que salían de la estación de Atocha, el grupo con mayores posibilidades de ser estafado son los padres.

    Después de algunos intentos de llevar al chico al zoo, no poder aparcar, ir a un barrio vecino a tomar cervezas hasta las 2:30, que se supone muchos se volverían para casa (bingo), llegamos a la siguiente conclusión:

    En un día señalado
    quedarte en tu barrio
    es más descansado

    ResponderEliminar
  3. Pseudosocióloga, si cuando fuimos fue en el puente, el segundo día que abrieron. Como bien dice NáN los padres somos un objetivo perfecto para el timo.

    Comentaba con Annie mientras estábamos allí que pago mucho más a gusto los 60 o 70 euros de ir al zoo que esa aberración.

    La casa de campo es otra aberración familiar. No hay manera de llegar al zoo en transporte público de manera decente. Si vas en metro, por ejemplo, las dos paradas quedan lejos del zoo y tienes que ir por caminos embarrados empujando la sillita. Así rompimos una la primera vez que fuimos.

    El autobús te deja más cerca, pero solo puede viajar una sillita por autobús.

    ResponderEliminar
  4. NáN, aunque te parezca mentira todos los años sale en las noticias que sigue picando la gente con el Tocomocho y la estampita.

    ResponderEliminar
  5. Yo este año soy la reina el "entresemana" y me está yendo bien. Ayer fuimos en el autobús ese sin techo a ver las luces de navidad, y bueno, el recorrido no es que sea muy espectacular, pero los niños encantados. Y en el mercadillo de la plaza mayor, un martes, puedes hasta ver lo que hay en los puestos!!!!
    A Felipe II fuimos un domingo, "graso" error, pero no se puede tener todo

    ResponderEliminar
  6. Ah, ND, por supuesto lo de que hay que ir en coche (me suena que había un autobús especial... te hablo de hace muchíiisimos años), pero no resultaba operable: tampoco hay que pedirnos la heroicidad y el martirio.

    No sabía, Annie, que funcionaran todavía esos timos. ¡Si han salido hasta en varias pelis de las que vimos todos los españoles! Bueno, no sé por qué me sorprendo de ná.

    ResponderEliminar
  7. Pues es una de esas noticias recurrentes cuando no tienen nada que contar. Ayer creo que lo volvieron a decir con motivo del operativo especial de navidad de la policía.

    ResponderEliminar
  8. Como ya os han dicho, efectivamente hay que preparar un poco las actividades de niños. Nosotros (los menos niños) somos capaces de improvisar, pero con ellos ... poca coña.

    No pasa nada, mientras sirva de escarmiento. El problema será cuando vayáis por segunda vez pensando que ya habrán puesto remedio a las carencias de años anteriores y ... ¡todo siga igual o peor!

    Después de muchos errores, descubrí que, en la mayoría de los casos, los niños se lo pasan muy bien con las cosas más tontas.

    ResponderEliminar
  9. ¡Aaarggghhh! El horror. Sólo una cosita a destacar: no hace falta ser pequeño para quejarse. Yo lo hago también (y si no me quejo El Ese a veces me compra chuches XD).

    ResponderEliminar
  10. Bueno, doctora, es cierto que no hace falta, pero quejarme delante de mis hijos no es muy aleccionador que digamos...

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares