El animal moribundo

Podría poner este trozo del libro (aviso que a alguien le puede parecer un SPOILER, aunque yo no lo creo): "Entonces llegó la noche en que Consuelo se quitó el tampón y permaneció en pie allí, en mi baño, con una rodilla inclinada hacia la otra, como el San Sebastián de Mantegna, la sangre corriéndole por los muslos mientras yo la miraba. ¿Era emocionante? ¿Estaba encantado? ¿Estaba hipnotizado? Desde luego, pero de nuevo me sentía como un muchacho. Había empezado a exigirle lo máximo y, cuando ella me complació sin avergonzarse, acabé una vez más intimidándome a mí mismo. No parecía que existiera la posibilidad de hacer nada, si deseaba que no me humillara por completo su exótica naturalidad, excepto arrodillarme y limpiarla a lametones, cosa que ella me permitió sin hacer comentario alguno, convirtiéndome así en un chiquillo aún más pequeño. El insoportable carácter de uno. La estupidez de ser uno mismo". Y casi terminar de dar una idea bastante aproximada de lo que se puede encontrar el lector en este libro: sordidez y divagaciones sin rumbo.

Podéis ver que no me ha gustado y no es porque sea sórdido —que lo es— ni porque divague sin rumbo, que también. Es que no me ha interesado lo más mínimo lo que le pasa al protagonista. Lo veía como se ve a un marciano, sin ningún sentimiento de ningún tipo y pensando que si de verdad habrá gente así en el mundo. Seguro que la hay, no me cabe duda, pero me espeluzna bastante pensar en alguien como el protagonista que es profesor de universidad, crítico cultural, parte de lo que se conoce como intelligentsia,  y que sea —como dice el título— un animal únicamente movido por el sexo.

Uno piensa que hay algo más elevado en el hombre que los instintos reproductores, que se puede pensar en algo más que en acostarse con las personas con las que nos encontramos, que existe el amor y no solo la concupiscencia, que existe el respeto, la confianza, la entrega. Y, claro, cuando te encuentras con una persona con ese egoísmo y narcisismo absoluto, cuando lo único en lo que piensa es en ver con qué estudiante se acuesta y su preocupación es si se le levanta o no... pues, hombre, no es que se me caigan los palos del sombrajo, pero me cuesta mucho entrar en la historia. Pensaba que yo no querría tocar a un tipo como este ni con un puntero láser.

Eso en sí no es un problema, personajes desagradables están en prácticamente todos los libros, pero es que la estructura del libro es azarosa, y poco hilvanada. Es un libro en el que se divaga sin rumbo ni sentido. Empieza la historia de su relación con Dolores y de repente se va por los cerros de Úbeda de la historia de su juventud y la de la universidad americana en los 60 y 70 y desaparece cualquier relación con lo anterior, ni siquiera se menciona —como se habla de pasada en el inicio del libro— cómo llegaron a acusarle de abuso de menores o de relaciones inapropiadas o algo así.

Luego, después de ese circunloquio llega la parte de los celos y de verse convertido en poco más que un pelele y esa es la parte que podría estar bien si me llegara a importar algo lo que le pasa. Ese cambio y esa necesidad de otra persona en alguien que ha sido toda su vida independiente sentimentalmente podría ser interesante, pero para mí no lo es porque tengo la misma simpatía por él que la que pueda tener respecto a unas espinacas congeladas.

Y, bueno, tampoco quiero desvelar más, (tal vez de nuevo SPOILER) pero queda una última parte cuando ya parece que ha conseguido olvidarla. Y esa parte tampoco me dice nada. El libro no va encaminado a nada más que a contarte lo que se le va ocurriendo al autor. Un poco como esas historias de abuelas en las que va enlazando una con otra sin volver a la historia original o que si llega ya se te ha olvidado a ti.

Os pongo algunos párrafos que he señalado:

"Todavía no puedo decir que nada de lo que yo hacía excitara jamás a Consuelo. Y ése es en gran parte el motivo de que, desde la noche en que nos acostamos por primera vez, hace ocho años, jamás tuviera un momento de paz, el motivo de que, tanto si ella se daba cuenta como si no, a partir de entonces me embargó la debilidad y la preocupación, el motivo de que jamás pudiera determinar si la respuesta consistía en verla más o menos o no verla en absoluto, en prescindir de ella, en hacer lo impensable y, a los sesenta y dos años, renunciar voluntariamente a una espléndida muchacha de veinticuatro que me decía centenares de veces «te adoro», pero que nunca, ni siquiera siendo insincera, era capaz de susurrarme: «Te deseo, te quiero tanto… no puedo vivir sin tu polla». No estaba en la naturaleza de Consuelo decirme tal cosa. Sin embargo, ése era el motivo de que el temor de perderla a manos de otro hombre nunca me abandonara, el motivo de que la tuviera siempre en mi mente, de que, a su lado o alejado de ella, nunca estuviera seguro de Consuelo. Nuestra relación tenía un lado obsesivo que era terrible. Cuando estás ilusionado, es de gran ayuda no pensar demasiado y abandonarte al goce de la ilusión. Pero yo no experimentaba semejante placer, lo único que hacía era pensar: pensar, preocuparme y, sí, sufrir. Me decía que debía concentrarme en mi placer. ¿Por qué, si no es por el placer, elijo vivir como lo hago, imponiendo a mi independencia el menor número de reservas posible?"

"He aquí lo que sucede: notas dolorosamente lo viejo que eres, pero de una manera nueva. ¿Puedes imaginar la vejez? Claro que no. Yo no lo hice, no pude hacerlo, no tenía idea de cómo era. Ni siquiera una falsa imagen: ninguna imagen. Nadie quiere que sea de otra manera. Nadie quiere enfrentarse a nada de esto antes de que deba hacerlo. ¿Cómo van a salir las cosas? La estupidez es de rigueur. Es comprensible que cualquier etapa de la vida más avanzada que aquella en la que uno se encuentra sea inimaginable".

"¿Puedo dominar la disciplina de la libertad, en contraposición al atolondramiento de la libertad? ¿Cómo convierte uno la libertad en un sistema? Averiguarlo es muy costoso".

"Le dije: «Vivir en un país como el nuestro, cuyos documentos esenciales tratan todos de la emancipación, todos apuntan a garantizar la libertad individual, vivir en un sistema que, en lo esencial, es indiferente a cómo te comportes mientras tu conducta sea lícita, significa que lo más probable es que el sufrimiento con el que te encuentres lo hayas generado tú mismo. Sería distinto si vivieras en la Europa ocupada por los nazis o en la Europa dominada por los comunistas o en la China de Mao Zedong. Ahí te manufacturan el sufrimiento: no es necesario que des un solo mal paso para que nunca quieras levantarte por la mañana. Pero aquí, libre de totalitarismo, un hombre como tú tiene que procurarse su propio sufrimiento".

"¿Qué quiero decir con la palabra ridículo? ¿Qué es la ridiculez? Renunciar voluntariamente a tu libertad, ésa es la definición de ridiculez. Si te quitan la libertad a la fuerza, no hace falta decir que no eres ridículo, excepto para quien te la ha quitado violentamente. Pero quien se deshace de su libertad, quien está deseando deshacerse de ella, entra en la esfera de lo ridículo, que hace pensar en la más famosa de las obras de Ionesco y que ha sido cantera de la comedia en toda la historia de la literatura. Quien es libre puede estar loco, ser estúpido, repelente, sufrir precisamente porque es libre, pero no es ridículo. Tiene dimensión como ser. Yo mismo era bastante ridículo con Consuelo".

Podéis ver que hay reflexiones con algo de enjundia: sobre el deseo, la vejez, la soledad...y que traslucen pensamientos interesantes como habéis podido ver en los párrafos de arriba, pero para mí todo está eclipsado por el planteamiento deslavazado de la novela y por la falta de cualquier conexión con el protagonista lo que me hace difícil interesarme por sus sentimientos y opiniones.

Bueno, ya véis que no me ha gustado especialmente y supongo que tardaré, si es que lo hago, en leer algo más de este autor. De todas formas este mes tenéis multitud de reseñas y opiniones del mismo libro. A las de Bichejo, Carmen y Livia se añaden las de Newland y Consu's. Ahí tenéis los enlaces por si queréis pasaros y comparar. Además, durante todo este mes estaremos hablando del libro en el club de tortura lectura 2.0.

Parece ser que hay una película de Isabel Coixet sobre el libro, pero, vamos, tendrían que ponerme atado como al de la Naranja Mecánica para que la viera y puede que las consecuencias fueran parecidas.

Comentarios

  1. Sinceramente yo la novela no me la he leído pero si he visto la película. Por lo que has explicado en la reseña, se ve que la peli es bastante fiel a libro porque yo me quedé igual de chafada. Ni te pones en la piel del protagonista, ni te sitúa en un contexto, va divagando, de repente se va al pasado....pero ni siquiera lo enlaza con nada del presente, ni te lo explica....vamos que acabé de ver la película sólo por decir que la había visto y que no me había gustado nada (para poder opinar, vamos).

    En fin, que estoy de acuerdo contigo aunque tu leyeras la novela y yo viera la película. Besitos!

    ResponderEliminar
  2. Aurora Lejana, pues entonces tengo aún menos ganas aún de ver la película!

    ResponderEliminar
  3. Yo había visto la peli antes de leer el libro, es igual de intensa. Y es que no, igual es que todo se reduce a historias de gente normal o historias de gente diferente. Y a mí la gente tan poco estándar es que no me la creo, para empezar. Que no digo que no existan pero a mí ese intensismo vital me mata y hace que no me interese nada. Y eso es lo peor que te puede producir una historia, el que te dé lo mismo.

    Lo único que no me dejó indiferente es la cerdada monumental.

    ResponderEliminar
  4. Yo es que a la Coixet no la aguanto y si ya el libro no me ha gustado...

    ResponderEliminar
  5. Qué alegría me da ver que hay más gente en el mundo que no piensa que Philip Roth es un genio. Yo me leí (bueno, lo intenté) "La mancha humana" y no pude con él.

    Para empezar, el protagonista debía ser el mismo que el de este libro, porque era un anciano, pero volvía locas a las mujeres de treinta y tantos, prácticamente repartía entre eso y dar envidia a los mediocres de su alrededor, que entonces le acusaban de algo terrible.

    Veo que en este libro se le acusa de abuso de menores y en el otro de racismo (con una excusa tontísima).

    Y repetitivo hasta decir basta, dos horas de contarnos lo mediocres que eran sus compañeros y la envidia que le tenían por ser él tan guay.

    Y dos horas de decirnos cómo era su relación puramente sexual, con una mujer que le fascina (como este, vaya)

    Y no sé, unas ganas de epatar a cualquier precio, sin que se mantenga para nada la lógica del relato, y de efectivamente hablar de lo que se le pasa por la cabeza...

    ResponderEliminar
  6. Pues ya si tenía pocas ganas de darle una oportunidad me las has quitado del todo, loquemeahorro.

    Parece que es uno de esos autores que siempre cuenta la misma historia...

    ResponderEliminar
  7. El libro no me llama nada de nada. Pero ya te digo yo que si me quito un tampón, la sangre no me corre por los muslos. Si lo hace, fijo que muero de una hemorragia. No sé a las demás, vamos, pero me da que este Phillip no sabe de lo que habla.

    ResponderEliminar
  8. Pues tampoco me tranquiliza que no sepa de que habla... Gracias por comentar en nuestro blog, Yamane

    ResponderEliminar
  9. Pero... ¿A quién creéis que cuenta su historia David Kepesh? ¿Quién debe ser ese "personaje desconocido" al que se refieren en la sinopsis que incluye la editorial Alfaguara?

    Juan anónimo

    ResponderEliminar
  10. Gracias por comentar. La verdad es que no lo había pensado. Yo me imaginaba una especie de psicóloga o psiquiatra a la que quisiera ligarse. O a lo mejor unas memorias...

    Es una buena pregunta. A quién piensas tú que se dirige, Juan anónimo?

    Gracias por pasarte por aquí.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares