TRANSPARENTE
Nos conocimos en la escuela, claro. Habíamos hablado alguna vez, supongo que en el Blasco, como no. Esto creo que no se lo he dicho nunca pero al principio, antes de conocerle, me parecía un poco prepotente. Luego él se acercó a mí. Yo salía con un amigo suyo y, gesto que le honra, hizo por conocer a la persona que salía con su amigo. Así, a base de cafés eteeeernos en el Blasco, nos conocimos más. Eternos porque él tarda mil años en tomarse una taza de café con leche y eternos porque nos podíamos tirar una tarde entera, a veces un día, sentados en aquellos bancos tapizados de sky rojo ennegrecido. Empezábamos con el desayuno y acabábamos con unas cañitas antes de cenar. Aunque él siempre ha sido más de cocacolas que de cervezas. Y más de almendras que de pispitos, pero este asunto ya lo tenemos muy trillado.
El caso es que aquellos cafés me hicieron descubrir a alguien que yo no me esperaba. No porque se oculte, no, él es transparente, es lo que ves, y de esto también hemos hablado otras veces. Así que descubrí que me equivoqué, no es un prepotente, no va atropellando a nadie. Lo que le pasa es que se siente muy orgulloso de lo que tiene y le encanta ‘presumir’ de ello. Así, su coche (otro tema recurrente) es el mejor del mundo, su novia, que ahora es su mujer, es la mejor del mundo, su familia es la mejor del mundo y sus amigos son los mejores del mundo. Yo, que tiendo bastante a no valorar lo que tengo en lo mucho que realmente vale, siempre he admirado eso en él. Eso, y lo buen amigo que es. Porque si sus amigos son los mejores del mundo él sabe estar a la altura.
Nos hemos contado millones de penas terribles (ya sabéis, esas que nos parecían terribles cuando no teníamos hipoteca, trabajo ni otras responsabilidades). Nos hemos llenado los hombros de lágrimas. Nos hemos contado secretos inconfesables (tampoco tenemos muchos, la verdad). Hemos arreglado el mundo... Y sobre todo, nos hemos reído un huevo. Pero yo siempre me acuerdo de cuando aquel otro novio que tuve (y que tan bien os caía a Sheldon y a ti) me dejó en el mejor momento: a un mes de entregar el proyecto y de los exámenes finales del último curso. Le llamé hecha un mar de lágrimas. Casi me dejó con la palabra en la boca. Le faltó tiempo para dejar lo que estaba haciendo (y lo que estaba haciendo era estar con su novia) y venir a prestarme, otra vez, su hombro. Además él, tan transparente y muchas veces tan bocazas, consiguió contenerse y no soltar un ‘es lo mejor que te podía haber pasado’ que era lo que el cuerpo le pedía a gritos. Siempre le adoraré por aquello y a aquella novia, que ahora es su mujer, por haberlo entendido. Aunque es verdad, aquello fue de lo mejor que me ha pasado. Por un lado me permitió constatar lo que ya me olía, que es un gran amigo. Y porque además quién sabe si tendría ND ahora si no.
Desde entonces hemos celebrado ocho cumpleaños tuyos (cómo pasa el tiempo). En los últimos las obligaciones familiares me han impedido estar contigo. Dentro de nada cumples treinta y cuatro y este año tampoco lo celebraremos juntos. Así que desde este recién inaugurado espacio para encontrarnos: MUCHAS FELICIDADES. ¿Se pueden meter en el blog tirones de orejas?
El caso es que aquellos cafés me hicieron descubrir a alguien que yo no me esperaba. No porque se oculte, no, él es transparente, es lo que ves, y de esto también hemos hablado otras veces. Así que descubrí que me equivoqué, no es un prepotente, no va atropellando a nadie. Lo que le pasa es que se siente muy orgulloso de lo que tiene y le encanta ‘presumir’ de ello. Así, su coche (otro tema recurrente) es el mejor del mundo, su novia, que ahora es su mujer, es la mejor del mundo, su familia es la mejor del mundo y sus amigos son los mejores del mundo. Yo, que tiendo bastante a no valorar lo que tengo en lo mucho que realmente vale, siempre he admirado eso en él. Eso, y lo buen amigo que es. Porque si sus amigos son los mejores del mundo él sabe estar a la altura.
Nos hemos contado millones de penas terribles (ya sabéis, esas que nos parecían terribles cuando no teníamos hipoteca, trabajo ni otras responsabilidades). Nos hemos llenado los hombros de lágrimas. Nos hemos contado secretos inconfesables (tampoco tenemos muchos, la verdad). Hemos arreglado el mundo... Y sobre todo, nos hemos reído un huevo. Pero yo siempre me acuerdo de cuando aquel otro novio que tuve (y que tan bien os caía a Sheldon y a ti) me dejó en el mejor momento: a un mes de entregar el proyecto y de los exámenes finales del último curso. Le llamé hecha un mar de lágrimas. Casi me dejó con la palabra en la boca. Le faltó tiempo para dejar lo que estaba haciendo (y lo que estaba haciendo era estar con su novia) y venir a prestarme, otra vez, su hombro. Además él, tan transparente y muchas veces tan bocazas, consiguió contenerse y no soltar un ‘es lo mejor que te podía haber pasado’ que era lo que el cuerpo le pedía a gritos. Siempre le adoraré por aquello y a aquella novia, que ahora es su mujer, por haberlo entendido. Aunque es verdad, aquello fue de lo mejor que me ha pasado. Por un lado me permitió constatar lo que ya me olía, que es un gran amigo. Y porque además quién sabe si tendría ND ahora si no.
Desde entonces hemos celebrado ocho cumpleaños tuyos (cómo pasa el tiempo). En los últimos las obligaciones familiares me han impedido estar contigo. Dentro de nada cumples treinta y cuatro y este año tampoco lo celebraremos juntos. Así que desde este recién inaugurado espacio para encontrarnos: MUCHAS FELICIDADES. ¿Se pueden meter en el blog tirones de orejas?
Voy a echar una lagrimita!! Me uno a las Felicidades. Que te lo pases muy bien, que cumplas muchos más y... nosotros que lo veamos!!!
ResponderEliminarJooo, yo quiero una entrada así por mi cumple ¡Qué bonita! Por cierto, supongo que te acordarás, pero tú y yo empezamos a hacernos amigos después de que yo, con mi habitual delicadeza, soltase la frasecita ("Es lo mejor que te podía haber pasado").
ResponderEliminarMuchísimas gracias!!! Es uno de los mejores regalos de cumpleaños que me han hecho nunca!!! (bueno, y la PS3 también ;-)
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