Lasciate ogne speranza,

voi ch'entrate. Según Dante, ese cuentista de cuidado, ese es el cartel que está sobre las puertas del infierno. Abandonad toda esperanza, vosotros los que entráis.

Sé que he hablado varias veces en este blog, incluso he puesto un par de veces las palabras de Vargas Llosa, sobre la mentira de la literatura y como esta se vuelve verdad en los lectores.

Bueno, pues eso, que Dante era un mentiroso de cuidado! He estado en el infierno y en las puertas no ponía nada de eso. De hecho ponía Feliz Cumpleaños, C.!!! y que sepáis que esas puertas están ocultas dentro de un McDonald's.

También es cierto que el diablo es muy astuto y es probable que vaya cambiando los carteles a la entrada como los autobuses cambian el rótulo según su trayecto. Si no la gente ya estaría prevenida y no entraría de buena gana en el averno.

Lo bueno que tiene haber estado en el infierno es que ya sabes qué es lo que te espera y, ciertamente, hay que perder toda esperanza de que vaya a ser una barbacoa divertida mientras hablas con Jim Morrison o departes amablemente con el marqués de Sade, un suponer, vamos. El infierno, al menos el mío, son diecisiete niños de 5 años celebrando el cumpleaños en el McDonald's. Ríete tú de los gritos de las almas en pena, ríete tú de los sonidos escalofriantes de los latigazos que imparten los secuaces de Belcebú. Los gritos de 17 niños mientras juegan en el tobogán son mucho más aterradores.

Estoy convencido de que si no hubiera padres pendientes al cabo de media hora comenzaría la sangre y a la hora, hora y media como máximo, habría comenzado el canibalismo. Por otra parte, seguramente la calidad de la comida se vería incrementada, pero cuéntale tú eso al padre del niño... era un niño muy generoso, era un niño muy dulce, muy bueno... no sabes tú lo que ganó untado en salsa barbacoa... aún no le habíais cogido mucho cariño, ¿verdad?, si ha sido para bien, qué generosidad la suya...

Los gritos eran de tal magnitud que nos enteramos de que había hilo musical cuando Anniehall bajó a la otra planta y nos lo dijo cuando volvió. Además, el regalo que les dieron a cada niño, fue (lo adivináis?) un micrófono-altavoz que aumentó el sufrimiento doblemente, una porque el chisme amplificaba el sonido (y sin pilas, eh!) y otra porque eso bastó para espolear su ansia por gritar aún más fuerte.

Tengo grabada en la retina la imágen del payaso de plástico del parque infantil recibiendo los golpes de varios niños, entre ellos mis hijos, usando sus zapatos a modo de arma y cómo empezaba a balancearse peligrosamente. Ahí va a haber muertes, y si no al tiempo...

No aguanto los gritos agudos. Me van poniendo de mala leche, no puedo evitarlo. Creo que es algo genético, esos gritos tienen la justa combinación de volumen, agudos e histeria para notar como vas perdiendo neuronas mientras te barrenan el cerebro eliminando cualquier posibilidad de empatía de la misma manera que aumenta de manera exponencial tu admiración por Herodes, ese prohombre que ha pasado injustamente a la historia como un canalla, cuando era un bendito, un adelantado a su tiempo, un paladín de la humanidad!

Tengo muy claro que la amenaza de toda una eternidad siendo el responsable de los cumpleños en el McDonald's del infierno (ojo, que cuando digo McDonald's, digo Burguer King, peque parque con piscina de bolas y demás zarandajas, lo que pasa es que esta tarde he estado en un McDonald's) sería suficiente acicate para comportarse con una probidad absoluta durante el resto de mi vida. Ahora lo tengo grabado a fuego, pero tenemos tendencia a olvidar rápidamente las malas experiencias. Es cuestión de supervivencia, supongo, pero está bien asomarse por una puertecita y ver qué puede depararnos el futuro. Si no bastara el hacer el bien en sí mismo, pensad en lo que os podría deparar el más allá...

Que sí, que yo soy ateo, pero solo el pensar que al final sí que pudiera existir el infierno... puff, escalofríos.

Una cosa os digo, yo solo lo he tenido que sufrir durante un par de horas, pero la encargada que todos los días tiene un cumpleños diferente que sufrir se merece un reconocimiento y un premio. Al menos ella sabe que, en caso de exisir el más allá, ella iría indudablemente al cielo que sería un sitio en el que no habría gritos, no habría que inflar globos, no habría columpios y, definitivamente, no habría cumpleaños!

Comentarios

  1. El miércoles C tiene otro cumple en el mismo sitio... yo no quiero decir nada...

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  2. ah! y Ronald McDonald da cuqui, mucho más tambaleándose mientras hordas infantiles lo aporrean con zapatos. Creo que voy a tener pesadillas.

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  3. "Dantesco" fue el epíteto de moda en la tele ante cualquier desgracia. Merecería ser usado aquí también. Piensa que el infierno en la Tierra convalida el paraíso en la otra vida.

    Por cierto, ese Ronald McDonald haciendo el saludo romano... da un poco de mal rollo. Los alemanes también ponían lemas graciosos a la entrada de los campos de concentración: "El trabajo os hará libres" o "I'm loving it".

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  4. La verdad es que yo tenía casi olvidados estos entrañables momentos de orgías infantiles, pero tu magnífico relato me ha hecho revivirlas con total intensidad: que mal rato he pasado. Tranquilo que ya paso, ya paso, ….. venga …..hala , hala, …..respira……


    No sé si voy a poder superarlo, la visión del Ronald McDonald da escalofríos, por un lado da mucho miedo ya que parece una especie de muñeco diabólico neo-nazi.
    Luego te da pena, piensas que detrás de esa máscara se oculta una persona humana, y te viene a la mente que lo que está haciendo es despidiéndose: “Ave, Caesar, morituri te salutant”

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  5. Madre mía. Yo tampoco soporto los gritos agudos, ni en niños ni en adultos (aunque, todo hay que decirlo, los niños son capaces de emitir sonidos que hacen peligrar cualquier objeto de cristal que esté cerca). Y es una pasada, cómo se descontrolan en los cumpleaños ;).

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  6. Esto ya te lo conté yo el año pasado en mi post " Merezco un monumento" y mi infierno fue más...mcdonalds en Xanadu...sin comenatarios..todavia tengo pesadillas con eso.

    Pero una cosa...MacDonald tiene hamburguesas de celiacos con pan de celiacos....y eso mola mucho.

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  7. Es cierto, Hombre Revenido, dantesco se utiliza para todo. Yo tengo la teoría de que quién dice dantesco no se ha leído la Divina Comedia. Pasa lo mismo con kafkiano.

    Es cierto que el payaso da mal rollito e incluso miedo. Ahora, ya aviso, poco a poco se va venciendo y cualquier día tenemos una desgracia.

    Hermano E., lo que está haciendo con el brazo en alto es pedir ayuda, no te quepa duda!

    Sí, Doctora, se vuelven salvajes y eso que les pedimos las cocacolas sin cafeína...

    Molinos, tú es que vas por delante siempre! De todas maneras, los consejos sirven de poco, hasta que no lo vives en carne propia, no aprendes. Y tú mereces un monumento por eso y por mucho más! ;-)

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  8. Odio los gritos por encima de todas las cosas...y los chillidos agudos de los niños pequeños más todavía.

    Les falta un botoncito de mute para ser ideales.

    Y sí, Ronald da cuqui total.

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  9. Lo del botón de mute te ha quedado totalmente geek, bichejo!

    Yo intenté cerrar la puerta para insonorizar un poco, pero eso no les gustó a los niños y se dedicaron a abrirla y vigilarla todo el tiempo.

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