Todo empezó con Obdulio

Pues me he devorado este libro que me regaló Bichejo por mi cumpleaños. Bueno, realmente me lo regaló hace dos semanas, pero era por circunstancias. Es un libro escrito por Bosco Esteruelas (creo que por eso me lo regaló Bichejo, por lo de Bosco) y que tenía en mi lista de libros que ARDO en deseos de leer. El caso es que es un libro que no ha sido muy publicitado y las claves están en el propio libro (y en la portada, porque no se puede hacer una portada más fea, la verdad).

Empezando por el principio os diré que es una novela, pero no lo es. Realmente son unas memorias de cómo un periódico como El País destrozó a una persona, en este caso al propio señor Esteruelas, que trabajó en el periódico durante más de veinte años.

Todo empezó con Obdulio. Obdulio es el personaje de un cuento que escribió. Era un cuento en el que, aunque el autor lo niegue, pintaba de manera bastante descarnada principalmente a Juan Cruz y a Juan Luis Cebrián. Eso no se le escapa a nadie por más que él diga que es casual. Porque describir a alguien como canario, con voz de pito, que se parece a Joselito, que dirigió la editorial del grupo (Anagrama), que era un lameculos de 'El académico' y aparecía en radio y televisión del grupo... vamos, blanco y en botella. Por otro lado está don Amadeo que es el acedémico, consejero delegado del grupo, que pone como director a un hombre de paja y que lleva a la empresa con mano firme. En fin, no hay que ser muy hacha para ver ahí a Cebrián.

Pues eso, pasa el cuento a algunos compañeros, se filtra y el director (Javier Moreno) le dice que se coja una baja sin sueldo. Todo muy de libertades y eso porque que te estigmaticen por lo que hagas en tu tiempo privado y que no pretendes difundor... Él se toma la baja y ahí empiezan los problemas. El mobbing, la invisibilidad para el resto de compañeros, las traiciones, el silencio de la redacción, la espiral por la que se hunde psicológicamente...

En el libro se junta por un lado el relato de Obdulio y por otro lo que pasó después. En ambos casos utiliza nombres figurados y los que aparecen en el relato y en la novela tienen dos nombres distintos, lo cual es un poco lioso, pero tampoco tanto.

Ya digo que aparecen un montón de gente reconocible, aunque el autor diga que es ficción cuando dice que le pasa el cuento a un novelista que publica en el periódico, que está casado con una novelista que también trabaja para el periódico... en fin, a mí solo se me ocurren Antonio Muñoz Molina y Elvira Lindo.

En fin, entiendo que es un ajuste de cuentas con su antigua empresa de la que salió bastante mal. Porque además se une el hecho de que era "El País", la cumbre de las cumbres y ¿cómo iban a hacerle eso a alguien en El País? Todavía si fuera en un periódico casposo como La Razón o el ABC... Eso no se dice con esas palabras, pero esa identidad de somos los mejores y no me merezco que me pase esto está por ahí en medio. Algo de ajuste de cuentas similar, pero mucho más amargo que el que hizo Enric González en sus Memorias Líquidas.

Es un libro interesantísimo y del que yo todo lo malo he pensado que era verdad. Desde luego que el final (que no voy a contar) es novelado y supongo que es la manera del autor de hacer justicia, aunque sea ficción. Me lo he leído en día y medio y me ha encantado. Os lo recomiendo vivamente. Os encontraréis con cosas como:

"El gran hacedor, el insoportable Diéguez (Cebrián), en el ocaso de su vida profesional, debió de sufrir un ataque de amnesia histórica pues todas sus explicaciones parecían siempre concluir con que el éxito, indudable, de la empresa se debía única y exclusivamente a él. Apenas llegado al puesto de director, el ínclito Tony confesaba a su estrecho círculo de amistades que le reían sus gracietas que en pocos años sería ministro y quizá jefe de gobierno, y ya puestos director del New York Times. Aunque para eso tendría antes que hacer esfuerzos extraordinarios para dominar el inglés, lo que no parecía sencillo, dadas sus modestas capacidades lingüísticas".

"Naturalmente Diéguez hizo honor a su apelativo de gran hacedor y no se dignó siquiera a dar acuse de recibo a la misiva ni transmitió nunguna órden a su vicario director Nules para que convocara al apestado Sanchiz. ¿Pero cómo se atrevía ese pigmeo que no superaba un palmo a exponerle abiertamente sus quejas a él, rey de reyes y guía máximo de un periódico que gracias a su cerebro y sus manos, y la impagable colaboración de otros muchos, fue idealizado como referente de la justicia y la verdad".

"―¡Es la leche! ¡Estoy delante del tío al que el director le está haciendo la puñeta! ¡Cuando me lo contaron no lo podía creer! Que ocurra eso en una empresa que siempre se ha arrogado ser de izquierdas es sencillamente increíble. Es un asunto rocambolesco, siniestro como de una sociedad sin libertades".

Un libro poco conocido y que os recomiendo si os interesan las interioridades de un periódico como El País, el mobbing y hasta donde se puede llegar para acallar rumores y preservar la buena imagen del periódico. Gracias a Bichejo por regalármelo. Y vosotros ¡a leerlo!



Comentarios

  1. Me ha llamado la atención, aunque (a Dios pongo por Testigo!, invoco a los cielos!, etc) a ver si se esfuerzan en escribir más bonito y más litererio, por la virgen del cuento bien relatado!. Ah, y anda que no le dan giros ideológicos a la palabra libertades, la van a dejar hecha unos trapos, digo yo. Dresde Mola.

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  2. La portada parece de una colección de literatura juvenil, pero de una que jamás le comprarías a tu sobrino.


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  3. Era un regalo de cumpleaños viajero, que estuvo dando tumbos por el mundo hasta que por fin llegó...pero sí, un par de meses de retraso :(

    Me alegro mucho de que te haya gustado, me conoces bien, lo elegí por el nombre del autor, soy así de simple.

    Este creo que no te lo voy a pedir prestado...y aunque te lo pida, no me prestes nada. Tengo mucho pendiente.

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  4. Pues a ver qué te parece, Pseudosocióloga.

    Un periodista siempre es un periodista, DM.

    La portada es horrible, Loquemeahorro.

    Me ha gustado, Bichejo, aunque lo compraras por el nombre.

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