Día negro
- Escuche. ¿Conoce usted esos días en que se ve todo de color rojo?
-¿Color rojo? Querrá decir negro.
-No, se tiene un día negro porque una se engorda o porque ha llovido demasiado, estás triste y nada más. Pero los días rojos son terribles, de repente se tiene miedo y no se sabe por qué. ¿Le ha ocurrido a usted alguna vez?
-Si...
-Cuando me pasa lo único que me va bien es coger un taxi e irme a Tiffany's. Me calma enseguida la tranquilidad y el aspecto lujoso que tiene. Nada malo podría ocurrirme allí.
Es de 'Desayuno con Diamantes', claro. Antes o después tenía que poner un diálogo de esta película. Y mucho he tardado en poner una foto de Audrey. Hoy me viene al pelo porque ayer tuve un día negro. No me pasó nada gordo, solo un millón de tonterías pequeñas que hicieron de mi día un mini inifierno.
Es una suerte no haber tenido un día rojo porque yo tendría que hacer algo más que ‘coger un taxi’ para irme a Tiffany’s. Y, no, Suarez no vale por mucha Preysler que lo anuncie. Ni desde luego el Tiffany’s de consolación que pusieron hace unos años en Madrid.
Pero me desvío, como siempre.
Supongo que el principio de mi día negro empezó en realidad el domingo por la noche. A lo mejor, igual que un cristal roto trae siete años de mala suerte, un bizcocho roto al desmoldarlo trae un día negro. Así me acosté, enfurruñada porque el molde tan chuli que me había comprado por internete tiene el defectillo (nada despreciable si se pretende desmoldar algo) de tener el tubo central más alto que el resto del molde. A lo mejor hasta tiene una explicación y todo, pero yo no lo entiendo.
El lunes me levanté con dolor de cabeza. La mañana transcurrió sin sobresaltos reseñables. Muchas chorradas del trabajo pero nada fuera de lo común. El dolor de cabeza se mantuvo, incluso aumentó, a lo largo de la mañana. Luego decidí que al salir me iba a pasar a comprar, por fin, los limpias del coche. Que el sábado nos vamos a tierra de aguas y conviene tenerlos bien. Resulta que los limpias son dificilísimos de encontrar y habíamos conseguido que nos dijeran dónde pudiera ser que tal vez acaso los tuvieran.
Así que salí del trabajo, recogí a Tochi, y allí que nos fuimos ‘que hoy te dejo en Nuevos Ministerios ¿eh?’. Íbamos charlando tan ricamente. Tan ricamente que puse el piloto automático y me pasé la salida. ‘Mecagoentó’. Ale, a dar la vuelta por Chamartín. Pero no, amiguitos, ayer era un día negro y no podía ser tan fácil. Para conseguir volver a la Castellana, sentido de entrada, casi tengo que irme a Burgos. Día negro de torpeza infinita. El dolor de cabeza, por supuesto, no se había esfumado, progresaba adecuadamente.
Lo siguiente fue aparcar. A Dios pongo por testigo de que no volveré a ese sitio en coche particular. Nunnnnca. Ni yo ni ninguno de los míos. Aunque tenga que mentir, robar, mendigar o matar, ¡a Dios pongo por testigo que jamás volveré en coche! Imposible entrar en el aparcamiento (o imposible para mi infinita torpeza porque no fui capaz de encontrar la entrada). Así que me tuve que ir a otro algo más lejos con una salida a una zona pelín siniestra. Caminata hasta el gran centro comercial. ¿Os he dicho ya que me dolía la cabeza? ¿y que no había comido y eran las cuatro de la tarde? ¿y que llevaba mis taconazos de siete centímetros y medio? (Sí, he dicho taconazos, qué pasa).
El lugar es un laberinto infernal de edificios comunicados entre sí por pasillos oscuros, salidas a patios que no llevan a ninguna parte, secciones absurdas,… Cómo será que una dependienta a la que pregunté no supo indicarme el camino. La sección de desaparecidos de la Policía debería peinar la zona, seguro que la lista de desaparecidos adelgazaba.
Por supuesto ‘Repuestos del automóvil’ era la más lejana al sitio por el que entré y por supuesto me perdí varias veces. Lo cual no significa que al final no fuera a parar más o menos al lado de mi coche en el parking, que todo es posible. Como ya imaginaréis, siendo el día negro, no podían tener lo que buscaba. Ahora a intentar deshacer el camino ‘tac, tac, tac, tac…’ mis tacones. ‘Bum, bum, bum, bum’ mi dolor de cabeza.
Ya me las prometía yo tan feliz volviendo en coche cuando el destino me tenía reservada una (otra) broma macabra. El aparcamiento va a salir a los túneles de azca. Nooooo, ¿por qué a mí? Desistí de buscar una salida que se adecuase a mi destino así que emergí a la superficie por donde pude. ‘Esto no puede ser muy difícil, ya buscaré el camino una vez fuera’ ¡JA! Las direcciones y giros prohibidos, los sentidos únicos me la jugaron otra vez y estuve dando vueltas en círculos varios minutos hasta que conseguí enfilar el camino conocido hasta casa. El dolor de cabeza, por supuesto, allí seguía. Cabrón un rato sí pero a fiel pocos le ganarían.
Consigo salir del coche, subo a casa… Maldición, no hay fruta. ¿Qué demonios van a merendar mañana los niños? Pues eso, la fruta que tenía que bajar a comprar. ‘Si quieres te acompaño, aunque no me apetece nada’ ‘¿para qué vas a venir? ¿para fastidiarnos los dos?’ Pues a lo mejor para darte cuenta de que al jodío del frutero se le olvidó meter en la bolsa los plátanos que sí cobró y que me hicieron dar el segundo paseo a la frutería.
Para cuando llegué a casa lo único que pude hacer es bajarme de los tacones y tirarme en la cama. A llorar. Sí. Yo lloro de agotamiento. Y de pensar en la hora del horror que se acercaba inexorablemente. Y del dolor de cabeza. Y del dolor de pies. Y del dolor de pensar en todo ese martirio sin ningún resultado porque seguía sin tener las malditas escobillas del limpiaparabrisas.
Señores del recambio del automóvil, por caridad, ténganlas para la próxima vez.
Miren que si no las tienen volveré a usar el blog como paño de lágrimas. Y eso no está bien, que nos voy a dejar sin parroquianos. Aunque, qué coño, también para esto está el blog ¿no?
Veinticuatro horas después el dolor de cabeza sigue conmigo. Por si teníais dudas.
Menos mal que alguien me hizo un regalo estupendo porque es lo único que salva uno de esos días para borrar del calendario.
¡Ah! y si tenéis pensado un viaje a Nueva York ni se os ocurra saltaros la planta Weddings and Engagements de Tiffany’s. Eso sí que es un museo.
Juas, juas, juas,....
ResponderEliminarYa se que esta mal reirse del mal ajeno, pero me has alegrado la sobremesa. Muy gracioso, de verdad (espero que se te haya pasado el dolor de cabeza).
Por cierto que eres una caja de sorpresas: ¿zapatos de tacón? ¿conduces coches? ¡¡por Madrid!!
¿Que mas sorpresas nos tienes escondidas?
Conduzco coches desde antes de dejar la santa casa que te da de comer querido. Bien es verdad que desde poco antes. Por Madrid ciudad procuro evitarlo.
ResponderEliminarTacones solo a veces. Por ahí hay algún relato al respecto.
Me alegro de que te haya hecho reír. Pensé que era un ladrillo.
¡Madre mía! Eso requiere terapia... Pero eres una Santa, yo no hubiese vuelto a por los plátanos, habría llamado para decir que me los debía.
ResponderEliminarY yo creo que tu molde tiene el tubo del centro más alto que los bordes porque los bizcochos suben y suben y suben sobre todo por su centro, de modo que si el tubo no fuese más alto que los bordes, la masa se colaría por el agujero y sería mucho más difícil de desmoldar, además de un desastre, que no debe sumarse a tu lista. Todos los moldes de Savarin son así, el secreto está en engrasar mucho y enharinar bien. O comprárselo de silicona.
Vaya. Me ha quedado un poco largo. Y ... ¿docto?
No todos querida. Los nordic ware (deberían darme una comisión estimo) no. Engrasado estaba estupendamente, el problema es ¿como desmoldas sin un buen punto de apoyo? No me convences...
ResponderEliminar¿y quién te hizo un regalo, eh? ¿Con quién te ves a escondidas...?
ResponderEliminarAy! Cómo me entere!
:-)
Pero si hasta lo ha vistooooo. El regalo.
ResponderEliminarQue es broma... de hecho yo también te hice un regalo. Bueno, encargué a alguien que me trajera algo de Turín para regalároslo...
ResponderEliminarHoy tengo yo el dolor de cabeza, espero no tener un día tan negro como el tuyo. ¿cambio de look?. Mola
ResponderEliminarY encima le pusiste una plantilla horrenda al blog...
ResponderEliminarNo te preocupes, nos pasa a todos, no hay quien se entere por los tuneles de los bajos de Azca y ese C.I. madre mía, parece una fortaleza...Enfin, que es como la M-30, o te la conoces, o andas por siempre jamás perdido...
ResponderEliminarAnónima Marta
Sabía que podía contar contigo, Gonzalo. Te diré que gente de muy buen gusto nos ha felicitado por el cambio. Yo no quiero decir nada...
ResponderEliminarY se me ha olvidado contar lo peor: me llegaron unos zapatos divinos que había comprado pro internet y me quedan pequeños!!!!!
Espero que no haya sido tan malo Peque.
Ay pobre! Mi terrible tarde de madre bizca parece un relax en comparación.
ResponderEliminarPor lo menos esta vez no nos empotramos contra nada....
Tochi (que en casa me sale la cuenta de mi santo y me da mucha rabia y no me deja cambiarla)
Ay pobre! Mi terrible tarde de madre bizca parece un relax en comparación.
ResponderEliminarPor lo menos esta vez no nos empotramos contra nada....
Tochi (que en casa me sale la cuenta de mi santo y me da mucha rabia y no me deja cambiarla)
Ay pobre!!! con nuestas historias de la cripta no me has contado nada. Y no me había fijado en los zapatos, soy un desastre, ¿de verdad ibas tan alta?
ResponderEliminarMañana nos tomamos un capuchino de avellana y santas pascuas ;)
Hay días que es mejor no levantarse. Menos mal que al final te lo arreglaron algo. Aunque vengo observando que después de un día negro toca uno azul (sí, para mí los días chupis son de color azul).
ResponderEliminarBueno casi. Hoy creo que toca día azul. He dormido bien y tengo un plan chuli.
ResponderEliminarPobrona!!!
ResponderEliminarLa verdad es que ha sido como para marchar corriendo... huir.