Medidor de sueños
Ya estoy de vuelta de otra jornada agotadora de trabajo. Unos mil kilómetros de coche en dos días. He sobrevivido. Otra muesca en el revólver, pero estoy cansado. Creo que la edad me pasa factura, ya no estoy yo para estas cosas. Caerán más medidas, seguro. Tendremos que volver otras dos veces de aquí a navidades para completarlas. El viaje hasta Orense es muy largo y cansado. Paramos a comer en Allariz. En este sitio que recomiendo a cualquiera que quiera comer bien. A mí me lo había descubierto mi hermana, que además se pasó por allí y estuve un rato con ellos y viendo a mi sobrina que va creciendo a una velocidad de vértigo. Ya tiene casi un año.
El cielo de toda la provincia está cubierto de humo y cenizas. Vimos varios fuegos ardiendo y a los helicópteros e hidroaviones ir de un lado a otro intentando apagar los incendios. El aire olía a madera quemada. Los incendios son algo terrible. La razón que nos dieron es que hace dos semanas que se había terminado la campaña antiincendios del año y habían despedido a todos las brigadas temporales. Así que... fuegos al canto. Triste, muy triste.
Llegamos al hotel y tuvimos una hora antes de reunirnos para ir a las medidas de marras. Di una minivuelta por el centro de la ciudad, compré un libro para los niños y visité la catedral. La foto es de una de las entradas.
Poco tiempo tuve, desde luego. A juzgar por su calle comercial. Orense es la ciudad de los perfúmenes y potingues. Había al menos diez perfumerías en la calle del Paseo. Siguiendo el mismo razonamiento absurdo, y a juzgar por mi minipaseo, también podría decir que en Orense no gustan mucho del dulce porque no me encontré ninguna pastelería. Seguro que tienen pasteles ricos, pero tendrán que ser para otra ocasión.
Las medidas fueron relativamente bien, hasta ahí puedo contar porque la confidencialidad me impide ir más allá. Terminamos hacia la una y pico de la mañana habiéndonos quedado sin cenar. Las galletas que me llevé de Anniehall fueron un bálsamo de sensatez y de placer en medio de tanto despropósito. Gracias, bueni. Nos indicaron un bar que estaba abierto por la noche y donde nos podían dar de cenar. Era un sitio extraño. Era un bar bastante sucio y con comida que dejaba bastante que desear, pero cenamos. El bar tenía adosado una sala de karaoke donde había un émulo de Joselito cantando éxito tras éxito. Me refiero al Joselito actual, no al pequeño ruiseñor...
Nos fuimos a dormir. El hotel estaba bien, la habitación era grande, pero está un poco... ajado. Mi habitación tenía dos ventanas. Una de ellas tenía cortinaje y la otra unas lamas estropeadas que no se movían, así que tuve que inventarme un método para que no entrara la luz de la mañana. Fue un gran error. No el método es sí, que como podéis ver el la foto, es digno de una mente ingenieril:
Un invento totalmente eficaz para impedir la entrada de la luz. El problema es que no fue tan eficaz en impedir la entrada de sonido. Así que me desperté a las siete oyendo cada minuto como sonaba el aviso para ciegos del paso de peatones de la calle. Claro, a esa hora era de noche, así que hubiera sido mejor no hacer nada y dejar que entrara la luz, pero eso lo supe con posterioridad.
A la vuelta intenté parar en Benavente para comprar un queso, pero fue imposible. Bueno, parar, paramos, lo que fue imposible fue encontrar la fábrica de quesos que buscaba. Otra vez me llevaré un mapa detallado, pero el queso cae, seguro.
Paramos en Arévalo a tomarnos un cochinillo por lo bien que lo habíamos hecho y llegamos bastante cansados. Anniehall, que es una bendición, se encargó de bañar a los niños y yo me acosté a las nueve y media y me he despertado a las siete. Cansancio absoluto. Mucho sueño y medidas. Para cuando un medidor de sueños? Sería un artefacto interesante. Por lo menos el nombre lo es, verdad?
El cielo de toda la provincia está cubierto de humo y cenizas. Vimos varios fuegos ardiendo y a los helicópteros e hidroaviones ir de un lado a otro intentando apagar los incendios. El aire olía a madera quemada. Los incendios son algo terrible. La razón que nos dieron es que hace dos semanas que se había terminado la campaña antiincendios del año y habían despedido a todos las brigadas temporales. Así que... fuegos al canto. Triste, muy triste.
Llegamos al hotel y tuvimos una hora antes de reunirnos para ir a las medidas de marras. Di una minivuelta por el centro de la ciudad, compré un libro para los niños y visité la catedral. La foto es de una de las entradas.
Poco tiempo tuve, desde luego. A juzgar por su calle comercial. Orense es la ciudad de los perfúmenes y potingues. Había al menos diez perfumerías en la calle del Paseo. Siguiendo el mismo razonamiento absurdo, y a juzgar por mi minipaseo, también podría decir que en Orense no gustan mucho del dulce porque no me encontré ninguna pastelería. Seguro que tienen pasteles ricos, pero tendrán que ser para otra ocasión.
Las medidas fueron relativamente bien, hasta ahí puedo contar porque la confidencialidad me impide ir más allá. Terminamos hacia la una y pico de la mañana habiéndonos quedado sin cenar. Las galletas que me llevé de Anniehall fueron un bálsamo de sensatez y de placer en medio de tanto despropósito. Gracias, bueni. Nos indicaron un bar que estaba abierto por la noche y donde nos podían dar de cenar. Era un sitio extraño. Era un bar bastante sucio y con comida que dejaba bastante que desear, pero cenamos. El bar tenía adosado una sala de karaoke donde había un émulo de Joselito cantando éxito tras éxito. Me refiero al Joselito actual, no al pequeño ruiseñor...
Nos fuimos a dormir. El hotel estaba bien, la habitación era grande, pero está un poco... ajado. Mi habitación tenía dos ventanas. Una de ellas tenía cortinaje y la otra unas lamas estropeadas que no se movían, así que tuve que inventarme un método para que no entrara la luz de la mañana. Fue un gran error. No el método es sí, que como podéis ver el la foto, es digno de una mente ingenieril:
Un invento totalmente eficaz para impedir la entrada de la luz. El problema es que no fue tan eficaz en impedir la entrada de sonido. Así que me desperté a las siete oyendo cada minuto como sonaba el aviso para ciegos del paso de peatones de la calle. Claro, a esa hora era de noche, así que hubiera sido mejor no hacer nada y dejar que entrara la luz, pero eso lo supe con posterioridad.
A la vuelta intenté parar en Benavente para comprar un queso, pero fue imposible. Bueno, parar, paramos, lo que fue imposible fue encontrar la fábrica de quesos que buscaba. Otra vez me llevaré un mapa detallado, pero el queso cae, seguro.
Paramos en Arévalo a tomarnos un cochinillo por lo bien que lo habíamos hecho y llegamos bastante cansados. Anniehall, que es una bendición, se encargó de bañar a los niños y yo me acosté a las nueve y media y me he despertado a las siete. Cansancio absoluto. Mucho sueño y medidas. Para cuando un medidor de sueños? Sería un artefacto interesante. Por lo menos el nombre lo es, verdad?
400 incendios declarados en un fin de semana, casi todos de noche y siguiendo el paso de las carreteras no creo que sea un problema de falta de efectivos.
ResponderEliminarNo es un problema de efectivos, sino probablemente de "algún efectivo" que quería seguir siéndolo y no se le ha ocurrido mejor manera.
ResponderEliminarCuando he visto el "invento" para que no entrara la luz y sin todavía saber qué era me he asustado. Cuando ya lo he leído, me he asustado más. Y cuando he imaginado lo que debe ser dormir allí y de madrugada abrir un ojo y encontrarte con aquello ... ¡qué miedo!
ResponderEliminar¡Qué bueno el invento!
ResponderEliminarEres el orgullo del circo, para no que sirva una parca amarilla...
Envidia me dais, ya sabes que a mí lo de no dormir por estar en la vía y comer cochinillo me encanta :)
Espero que en alguna de las ocasiones posteriores entre en conjunción Marte con Venus y me podáis llevar, a tenor de un seguro falso e inexistente.
¡Ánimo!
Pseudosocióloga, es como dice Anita, allí todos daban por sentado que eran fuegos provocados por la gente que se había quedado sin trabajo de apagafuegos.
ResponderEliminarEl invento, Pater, es típicamente ingenieril. El problema es que trajo más problemas que los que solucionó. También bastante ingenieril...
Eliahh, ya sabes que ahí estamos a merced del Gran Hacedor: cuando 'hazca' falta, vendréis...
Pues te ha salido amargo el post... será el cansancio sí.
ResponderEliminarAmargo? No sé, no creo. Cansado sí y un poco harto...
ResponderEliminarEs la edad, no apetece nada. La semana que viene me voy yo a Vinaroz y no me apetece ni el huevo, con lo bien que se está en casa.
ResponderEliminarPor cierto, voy contando en el curro que el marido de Anijol se dedica a regentar un negocio nocturno, espero que no te importe xD
Yo, regentar, lo que se dice regentar, regento poco. A mí me regentan y gracias...
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