¿Dónde se tuerce el camino?

El jueves fue un día bastante curioso. Terminé cansadísimo, pero eso no es novedad. Lo que lo ha hecho especial es que fui a clase de C (y a la clase de al lado porque la profe me lió) a hablar de trenes, esos artefactos con los que me gano humildemente la vida.

He de reconocer que estaba un poco nervioso, pero tampoco me dio mucho tiempo para pensármelo porque llegué en autobús justo a la hora. Entré en el colegio sin más y me dirigí a la clase de C. Llamé a la puerta, pasé y todos los niños me miraron. Incluso uno que no sabía quién era me dijo 'Hola, papá de C.'

Empecé explicando qué es un ingeniero, lo cual ya tiene miga... Les dije que un ingeniero es alguien que resuelve problemas y hace cosas (sí, empecé mintiendo...). Les dije que hacen falta ingenieros para hacer coches, trenes, juguetes, fábricas... Y que trabajaba en la Universidad que es un cole al que irán cuando tengan 18 años. A lo que los niños empezaron: 'y 20!', 'y 25!', 'y 30!' y yo pensaba 'es posible, sí, es posible'.

Luego ya me dediqué a preguntarles que qué sabían de trenes, qué cosas tenía un tren. Y empezaron todos a responder: una chimenea, carbón, una campana... que es lo que todos los niños tienen en la cabeza cuando se habla de trenes: Chuggington y Thomas y sus amigos.

Todos estaban super contentos y levantaban la mano y querían hablar y decir cosas. Ahora, que tal vez debería haberlo llevado más preparado porque había momentos en los que tenía que pensar qué decir, qué había dicho y qué no, que se me hacían eternos viendo veintipico pares de ojos taladrándome. Sí que llevaba un papel con un guión, pero ni lo saqué. Les hablé de maquinistas, de agujas, de traviesas, de catenarias, de pantógrafos, de señales, de pasos a nivel, de velocidades, de frenado, de coches y vagones, de andenes... casi todo lo que sé. Me quedó hablarles de subestaciones y poco más. Ellos encantados y siempre aventuraban una respuesta a las preguntas que les hacía. Yo estaba encantado, lo mismo que en la Universidad.

Y aquí es donde viene el momento de reflexión de este post. ¿En qué punto pierden los alumnos esa maravillosa capacidad de preguntar y asombrarse, de no importarles el equivocarse, de querer participar? Porque, desde luego, en la Universidad, al menos en ingeniería, raro es el que pregunta o el que participa en clase a no ser que lo saque el profesor o pregunte al que en ese momento está despistado sin mirar a sus folios con una intensidad como si los fuera a traspasar, como Superman con su mirada laser...

Es una pena, la verdad. Sería fantástico que todos llegáramos a las clases de la Uni a aprender, a preguntar, que no tuviéramos miedo a meter la pata, que hiciéramos preguntas y retáramos al profesor. Así es como se aprendería y se aprovecharía bien el dinero que cuesta -que es mucho- la enseñanza que recibimos. En lugar de eso tenemos un cementerio de ideas donde lo más normal es que salgas con las orejas más gachas de lo que entras, sin capacidad de decisión, sin inventiva, sin haber defendido en toda tu vida una postura o haber aventurado una posibilidad... muy triste.

Sé que para esto también tiene que haber profesores que fomenten eso en vez de ponerte en ridículo cuando haces una pregunta. De esos (de los que te ponen en ridículo) hay muchos y es una lástima. Además ahí están de por vida, con su plaza y su oposición para destrozar generación tras generación a los niños que pasen por sus manos. Hay que ser justos y decir que también los hay maravillosos (muchos más) y también ni fú, ni fá. Pero hacen falta muchos maravillosos para neutralizar a uno horroroso, creo yo, y al final no salen bien las cuentas.

Disfruté muchísimo y creo que los niños también. El lado malo es que puede que alguno se emocione y al final se haga ingeniero llevado por mis arengas. Parecían chicos listos, así que espero que se dediquen a cosas menos frustrantes tales como sexador de pollos o piloto de aeroplano. Y eso lo digo hoy, cuando ayer conseguí volver a hacer una especificación de hardware en VHDL que funciona para sacar a cholón los unos y ceros que os puse el otro día. Apasionante, verdad?

Por cierto, la imagen del post es la ficha que les hice para que la pintaran en clase después de explicarles las cosas. Mola, verdad?

Comentarios

  1. !!Eres el papa modelo!! como molas papi!!

    Espero ansioso el comentario auto destroyer de Juanjo sobre ingenieros!!

    En lo serio tienes toda la razón del mundo, aqui en España nadie pregunta. Cuando de vez en cuando me toca dar clase en la Uni, les coso a preguntas y se ve que están muy poco acostumbrados a eso y mucho más al rollete teorico (necesario) pero que sin interaccion con el alumno pierde en efectividad docente.

    Tengo la teoría de que una de las razones de nuestra nulidad general para los idiomas es ese comportamiento en clase, nadie habla y el que se atreve a hacerlo recibe las risitas gilipollas de los compañeros.
    En su dia hicimos en el curro un conato de clases de inglés, duré dos dias precisamente por ese comportamiento de idiotas.
    Cuando estuve por latinoamerica de bolos...erqa alucinante como la gente levantaba la mano, preguntaba y nadie se cortaba ni medio pelo.

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  2. Pues yo creo que no es consecuencia de una tara genética, sino de una tara educativa, o cultural. No creo que tengamos menos ideas que otros, lo que pasa es que ese miedo al fracaso, al ridículo, lo tenemos muy cultivado, Consu's.

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  3. En algún momento se vuelve a enderezar el camino...o eso me parece desde que voy a francés.

    Cosemos a la profesora a preguntas, casi nadie tiene vergüenza para salir a la pizarra...

    Es genial lo de ir al cole de C a hablar de trenes, y para ella será un recuerdo genial de lo guay que es su padre.

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  4. Bich me lo ha quitado de la boca: tengo la misma experiencia en francés, no en inglés (ahí sigue dando pánico hacer el ridi, no sé por qué) y sí en Arte Dramático (faltaría que te diera corte si pretendes ser actor, ¿no?). Yo creo que cuando empiezas a tener miedo es cuando te juegas una nota. Cuando aprendes por puro placer, como es el caso de niños muy pequeños, vuelve a desaparecer. Se va con la presión de aprobar o suspender.

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  5. Pues puede que eso cambie. Es cierto que yo cuando estaba en las clases del Máster sí preguntaba o respondía a las cosas. También es cierto que eres más maduro (por no decir mayor) y eres consciente de que estás ahí para aprender y el profesor está ahí para enseñarte.

    Aún así creo que hay algo que nos pasa a nosotros y, como decía Consu's, no pasa en otras partes...

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  6. Recuerdo una época en la que me empezó a llamar la atención entrar en uno de los departamentos de la facultad, y poco a poco meterme en la enseñanza. Formar a los jóvenes para influir directamente en lo que serían el día de mañana...Enseguida empecé a pensar que, quizá sería mejor enseñar a los adolescentes, preparales para su llegada a la universidad, y que lo hicieran con gana. Pero después pensé que, mejor todavía sería enseñarles en primaria, cuando aún se les puede encauzar más...
    Moraleja: llevas toda la razón del mundo, y simplificando, creo que a los jóvenes de hoy les pasa con la enseñanza como con todo, saben que la tienen y no la valoran lomás mínimo.
    Quizá no sea el único motivo. Pero a mí me parece que "pesa".

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  7. Gracias por comentar, Sara M. Puede que tengas razón en eso de no valorar lo que se tiene, pero creo que hay muchos países con educación obligatoria y gratuita en los que se participa más.

    Tal vez sea algo cultural o de valores...

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  8. Como dicen arriba es un poco por el miedo al ridículo que tenemos y otro tanto porque te juegas la nota, te sientes examinado contínuamente.
    También he terminado un máster hace poco y la actitud de los alumnos (incluída la mía) ha sido absolutamente distinta. Será porque somos más maduros y porque la mayoría estábamos disfrutando con lo que aprendíamos. Nos matriculamos porque quisimos y se nota esa asencia de sensación de "obligatoriedad".

    Y sí, sería magnífico que siempre fuera así :)

    Un post superchulo, tuvo que estar guay la charla ^^ y C orgullosísimo no?

    Un beso!!!

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  9. Gracias, Aliena, sí C estaba muy contenta, además la profe le dijo que me acompañara a la otra clase para que no me perdiera e iba de mi mano feliz de la vida...

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