Llaman al señor Kaplan ¿Señor George Kaplan? ¿Señor George Kaplan?
-Eh, muchacho!
-¿Señor Kaplan?
-Tengo que mandar inmediatamente un telegrama. ¿Puedes ponerlo tú si escribo ahora el texto?
Supongo que todos vosotros habéis visto esta película. Es impresionante, es una de mis películas favoritas y el arranque es trepidante y algo angustioso porque ves como a cualquiera le puede pasar algo así y te identificas inmediatamente con Cary Grant. Bueno, más quisiera yo que parecerme a Cary, pero eso es harina de otro costal.
El caso es que hay veces que un acto trivial desemboca en una catástrofe.
Todo se remonta a una semana atrás. Anniehall fue a recoger a los niños al colegio y se encontró con una madre que cuando oyó que Annie llamaba a J. le dijo:
- ¿Eres la madre de J.? Es que mi hijo D. siempre está hablando de J. Va a clase de X?
- No, va a clase de Y.
- D.? Este es J.?
- Sí...
- Bueno, es que este fin de semana celebramos el cumpleaños de D. y queremos invitaros a la fiesta en el parque el sábado.
- Bueno, gracias, allí estaremos.
El caso es que Anniehall me encomendó comprar el regalo porque dice que ella de regalos de niños no sabe. Yo creo que fue un escaqueo puro y duro porque cualquiera sabe que a un niño lo que le gustan son los coches y los animales, pero bueno, me fui a una juguetería y compré un tractor con remolque bastante apañado.
Como J. no habla mucho, aunque bastante más que antes (de hecho hace dos noches me desperté porque estaba dando voces y decía en sueños 'me lo voy a pomer toro, toro, toro!!' (me lo voy a comer todo, todo, todo!!)) no conseguimos saber quienes son exactamente sus amigos. Nos extrañaba un poco que siendo de otra clase fueran amigos, pero J. es muy simpático y juega incluso con niños de la clase de su hermana.
Nos presentamos en el parque, pero como a C. no la habían invitado, Anniehall llamó a otra madre para quedar con las niñas en los columpios. Nada más llegar nos dijo la madre: Ay, que es que hay otro J. en clase de D.!! Sólo le faltó decirnos que nos fuéramos para casa. Se notaba la tensión en el ambiente, pero como somos educados (y tontos) nos quedamos allí. Bueno, eso tampoco es cierto. Nos quedamos J. y yo porque Anniehall salió corriendo en cuanto vió a su amiga rumbo a los columpios. Eso sí, C. antes de irse arrampló con todo lo que pudo de la mesa de cumpleaños. Le dimos el regalo a D. y no quiso abrirlo. Los niños luchaban por cada juguete nuevo como si les fuera la vida en ello y muchos de los juguetes vivieron su primer y último día de uso entre la arena del parque.
Allí nos quedamos J. y yo capeando el temporal de la mejor manera posible, pero es difícil integrarte en una reunión en la que todos se conocen y tú eres el intruso. Fueron amables y hablamos de cosas intrascendentes hasta que se me acabó el carrete, lo cual no tardó mucho porque yo no soy dado al parloteo por el parloteo y no me gusta inmiscuirme donde no me llaman, aunque bien pensado, ahí sí que me llamaron...
Pasada una hora y media o así llamé a Anniehall y la conminé a que viniera a despedirse (que ni eso quería la tía). Nos despedimos y fuimos a por C. El pobre J. al llegar a los columpios no quería bajarse, pero tenía miedo de que pasaran de vuelta (ya os he dicho que estoy un poco tonto) los del cumpleaños y nos vieran ahí jugando.
En fin, una anesdotan para contar en el blog y un montón de gente más que no sé ni como se llaman a los que habrá que saludar a la salida del cole. Por lo menos, como Cary, he acabado la película al lado de la protagonista que empieza siendo mala, pero en el fondo es un cacho pan.
-¿Señor Kaplan?
-Tengo que mandar inmediatamente un telegrama. ¿Puedes ponerlo tú si escribo ahora el texto?
Supongo que todos vosotros habéis visto esta película. Es impresionante, es una de mis películas favoritas y el arranque es trepidante y algo angustioso porque ves como a cualquiera le puede pasar algo así y te identificas inmediatamente con Cary Grant. Bueno, más quisiera yo que parecerme a Cary, pero eso es harina de otro costal.
El caso es que hay veces que un acto trivial desemboca en una catástrofe.
Todo se remonta a una semana atrás. Anniehall fue a recoger a los niños al colegio y se encontró con una madre que cuando oyó que Annie llamaba a J. le dijo:
- ¿Eres la madre de J.? Es que mi hijo D. siempre está hablando de J. Va a clase de X?
- No, va a clase de Y.
- D.? Este es J.?
- Sí...
- Bueno, es que este fin de semana celebramos el cumpleaños de D. y queremos invitaros a la fiesta en el parque el sábado.
- Bueno, gracias, allí estaremos.
El caso es que Anniehall me encomendó comprar el regalo porque dice que ella de regalos de niños no sabe. Yo creo que fue un escaqueo puro y duro porque cualquiera sabe que a un niño lo que le gustan son los coches y los animales, pero bueno, me fui a una juguetería y compré un tractor con remolque bastante apañado.
Como J. no habla mucho, aunque bastante más que antes (de hecho hace dos noches me desperté porque estaba dando voces y decía en sueños 'me lo voy a pomer toro, toro, toro!!' (me lo voy a comer todo, todo, todo!!)) no conseguimos saber quienes son exactamente sus amigos. Nos extrañaba un poco que siendo de otra clase fueran amigos, pero J. es muy simpático y juega incluso con niños de la clase de su hermana.
Nos presentamos en el parque, pero como a C. no la habían invitado, Anniehall llamó a otra madre para quedar con las niñas en los columpios. Nada más llegar nos dijo la madre: Ay, que es que hay otro J. en clase de D.!! Sólo le faltó decirnos que nos fuéramos para casa. Se notaba la tensión en el ambiente, pero como somos educados (y tontos) nos quedamos allí. Bueno, eso tampoco es cierto. Nos quedamos J. y yo porque Anniehall salió corriendo en cuanto vió a su amiga rumbo a los columpios. Eso sí, C. antes de irse arrampló con todo lo que pudo de la mesa de cumpleaños. Le dimos el regalo a D. y no quiso abrirlo. Los niños luchaban por cada juguete nuevo como si les fuera la vida en ello y muchos de los juguetes vivieron su primer y último día de uso entre la arena del parque.
Allí nos quedamos J. y yo capeando el temporal de la mejor manera posible, pero es difícil integrarte en una reunión en la que todos se conocen y tú eres el intruso. Fueron amables y hablamos de cosas intrascendentes hasta que se me acabó el carrete, lo cual no tardó mucho porque yo no soy dado al parloteo por el parloteo y no me gusta inmiscuirme donde no me llaman, aunque bien pensado, ahí sí que me llamaron...
Pasada una hora y media o así llamé a Anniehall y la conminé a que viniera a despedirse (que ni eso quería la tía). Nos despedimos y fuimos a por C. El pobre J. al llegar a los columpios no quería bajarse, pero tenía miedo de que pasaran de vuelta (ya os he dicho que estoy un poco tonto) los del cumpleaños y nos vieran ahí jugando.
En fin, una anesdotan para contar en el blog y un montón de gente más que no sé ni como se llaman a los que habrá que saludar a la salida del cole. Por lo menos, como Cary, he acabado la película al lado de la protagonista que empieza siendo mala, pero en el fondo es un cacho pan.
¡Primer! Jo, qué corte. A mí una vez me pasó algo parecido. Me llamó un chico de mi clase para quedar a tomar algo, y a mitad de conversación se dió cuenta de que él quería llamar a otra compañera que se llamaba como yo. Claro, que éste no disimuló nada; me dió las gracias, se despidió y colgó.
ResponderEliminarAsí que tanto se notó, ¿no?
ResponderEliminarMucho peor que eso es que esta tarde me toca ir a comprar el regalo para otro cumple al que sí está invitada C pero no va a ir. Mi despeñe por el lado oscuro me atrapó en una conversación con la madre de la amiga de C en la que me vi condenada sin remedio a comprar el regalo. Lamentable.
Annie...Annie..Annie...cuidado que como caigas en el lado oscuro no hay vuelta atrás..
ResponderEliminarND..una cosita.."de hecho"...
Lo tendré en cuenta. De todos modos tengo algún que otro rescatador que de vez en cuando me saca a la luz.
ResponderEliminarPues, vaya, doctora. En fin, él se lo perdió.
ResponderEliminarAnnie, no es mucho peor. Peor es estar allí. Comprar un regalo y no estar puede ser una tontería o un despropósito, peo no es peor.
Moli, gracias y corregido.
Cielos!!! Yo hubiera salido corriendo, eres mi héroe. Y Annie no me ha contado nada, prepárate parael café de mañana, me ha parecido una actitud de lo más insolidaria, muy mal.
ResponderEliminarPor cierto, qué gran película, de mis cinco favoritas de siempre. solo con leer el Señor Kaplan me he emocionado. A lo mejor tiene razón Annie y somos hermanos sin saberlo...
¡¡UUUUUFFF!! ¡¡Estáis entrando en la espiral diabólica, salid de ahí cuanto antes!!
ResponderEliminarMás vale una vez colorado que ciento amarillo. Decid que NO a todo y a todos. Es un consejo sabio, pero sois taaaaan jóvenes e inexpertos que leeré más de un post sobre el tema...
A mí me encanta. Annie no te habrá contado nada porque sale malparada y le dará un poco de corte.
ResponderEliminarYo también voy a pensar lo mismo. Tampoco me quejo, eh?
Desde luego creo que compartimos bastantes genes y neuronas.
Tienes razón, Amanita. Espero que no haya más posts, pero lo que está claro es que, de haberlos, el siguiente le toca a Anniehall.
ResponderEliminarYo soy muy duro de pelar pero mi mujer está cayendo en el reverso tenebroso de la fuerza. Ya todas las tardes se queda un rato en el parque con las otras madres, y no me gusta un pelo, de ahí vendrán los compromisos, las fiestas indeseadas y quién sabe si algo peor.
ResponderEliminarEncima el viernes fiesta de disfraces para seguir una "tradición de amplia raigambre sajona" (sic) Cuantas veces me la voy a tener que envainar...
Pues a mi me parece que es buena política conocer a los amigos y a los padres de los amigos de tus hijos, sobre todo para el tenebroso futuro adolescente. Será que mi hijo es un poco asocial y me preocupa que no tenga amigos.
ResponderEliminarDe todas formas, Annie ya está en el lado oscuro, que habla de "mi amiga P"
Vamos a ver, vamos a ver. Que ni tanto ni tan calvo. Uno puede hacer amigos en cualquier sitio, verbigracia en el blog, por lo que también es posible hacerlos a la salida del colegio. Y si esos van a ser los compañeros y amigos de tus hijos en los próximos 9 años, conviene llevarse bien con alguien.
ResponderEliminarA ver si vamos a ser más integristas que los integristas!!
A ver, a mi me da bastante repelús ese rollito medio mafioso del parque y la puerta del cole pero es verdad que también los padres de algunos de los amigos de C me caen bien. Supongo que habrá gente normal ahí también.
ResponderEliminarDe hecho esta tarde he estado comprando un regalo con mis amigas C y P, las madres de dos amigos de C.
Pero, la verdad Tochi, no lo hago por saber cómo son los padres de los amigos de mis hijos, al menos no conscientemente. Lo hago porque me caen bien.
Annie, te hemos perdido.
ResponderEliminarMe siento como Pin sin Pon
Yo me llevo bien con los que me caen bien, pero también (bien bien) pongo un poco más de interés en ello. Tampoco es que quede con ellos para ir a una piscina de bolas cada viernes...
ResponderEliminarDesde luego es que sois irredentos. Uno hace amigos en cualquier parte.
ResponderEliminarSí, pequeño Anakin...
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