Cuando fui nómada
Yo, como todos, tengo un pasado y, también como todos, cada vez más grande. Me he dado cuenta de que mis posts en el blog son de cosas bastante inmediatas, cosas que se me ocurren y las lanzo sin más y que he hablado muy poco de mi pasado. Hoy pretendo hablar un poco de los veranos de cuando era un adolescente, o ni eso.
Todo empezó cuando un día mis padres decidieron comprar una caravana. Fuimos a Valladolid y compramos una que era mucho más barata que las demás, pero que nos parecía que podía servir. El propósito de mis padres era recorrer Europa durante un mes de veraneo. Como toda Europa en un mes iba a ser demasiado, decidieron planear viajes de un ámbito más reducido. Así que mis padres durante todo el año, en especial mi padre, se dedicaban a comprar mapas, guías (no había internet), trazar rutas, calcular kilómetros, días de estancia, sacarse el carné internacional de campista, etc.
Nada se dejaba al azar. Incluso poco antes de irnos mi padre iba a Navaluenga, un pueblo de Ávila, donde unos conocidos le enlataban, en latas de melocotón en almíbar o judías, lomo chorizo y salchichón en aceite. Os puedo asegurar que unos huevos fritos en ese aceite en un día de lluvia en Alemania eran una bendición.
El primer viaje lo hicimos cuando yo tenía, creo, 12 años. Yo soy el mayor de tres hermanos así que mi hermano tendría 10 y mi hermana 8 más o menos. Fuimos al sur y este de Francia, a suiza, al sur de Alemania y creo que a Austria, La verdad es que lo tengo un poco mezclado en la cabeza y eso que yo era el mayor. Mi hermana le echa en cara a mis padres que ella era tan pequeña que no se acuerda de nada y es como si no hubiera ido. En fin haré una lista de países sin ponerlos por orden cronológico porque será más fácil. Estuvimos en Francia, Bélgica, Holanda (pasamos por Luxemburgo, pero no paramos así que no creo que cuente), Dinamarca, Alemania, Suiza, Austria, Hungría (cuando todavía era comunista), Italia, Yugoslavia (cuando era Yugoslavia antes de la guerra), Suecia, Noruega y creo que ya. Hubo un par de veranos en los que yo no fui porque estuve estudiando inglés y el resto de mi familia estuvo en Alemania del Este poco después de la caída del muro, Checoslovaquia e Inglaterra (además del oeste de Francia).
Tengo bastantes recuerdos, pero menos de los que me gustaría. Hay veces que me acuerdo más de un parque acuático al que nos llevaban mis padres que de las ciudades, pero es que muchas de aquellas iglesias o museos no tenían mucho sentido para mí. Recuerdo las noches en julio en Suecia y Noruega y cómo no se hacía de noche nunca. Recuerdo una tormenta en Alemania en la que no se podía ver la carretera del agua que caía. Recuerdo la belleza de Dubrovnik antes de que la destrozaran a cañonazos, el puente de Mostar, el carillón del ayuntamiento de Múnich, la limpieza casi enfermiza de Suiza, la belleza de Venecia, de París, de Viena... en fin, un montón de cosas.
También recuerdo viajes interminables, peleas en el coche, averías, cómo bajaba rápidamente a bajar la rueda de la caravana y a desengancharla y luego a ponerla en su sitio, montar el avance (el toldo) y todas las cosas que hacíamos juntos. No tengo más que palabras de agradecimiento a mis padres por todo ello y me gustaría alguna vez poder hacerlo con mis hijos (y con Annie, por supuesto), pero creo que va a ser bastante difícil porque todo eso cuesta un dinero y, sobre todo, un montón de días de vacaciones que de momento no puedo más que soñar en tener algún día para poder enseñarles a mis hijos todas esas maravillas. Esa es una auténtica herencia que permanecerá en mí mientras pueda recordar. Gracias, papás!
Jó, ¡qué suerte!
ResponderEliminarSí, mucha suerte.
ResponderEliminarMe das bastante envidia. Las caravanas no me entusiasman, pero viajar sí. Me encantaría ir a todos los países que has nombrado; me parece una experiencia maravillosa.
ResponderEliminarBueno, más cómodo sería ir de hotel en hotel, pero eso ya sí que es prohibitivo. De todas formas, a algunos de estos sitios fuimos a hoteles o pensiones. No nos atrevimos a ir con la caravana por hungría ni por yugoslavia, sobre todo porque no sabíamos como iban a estar las carreteras o si había o no había campings en más o menos buen estado.
ResponderEliminarLas caravanas no están mal, son pequeñas, pero es tu casa durante ese tiempo y te da también seguridad. Y eso que no he contado cuando nos explotó un nido de arañas en el interior y se nos llenó la caravana de arañitas diminutas...
Claro, que en Sarajevo también salimos pitando de un hotel que estaba lleno de cucarachas.
Bueno, esto no tiene nada que ver con el post, pero acabo de ver que nos ha visitado alguien de Vanuatu, no ha estado ni un segundo en el blog, pero se lo perdono. Es que no sé ni donde está!!
ResponderEliminarMuero de envidia, que lo sepas.
ResponderEliminarTochi, tampoco te lo tomes tan a la tremenda...
ResponderEliminarA veces, cuando leo vuestros post, siento que salí de una vaina y me implantaron en este cuerpo, que por cierto ya es mala suerte.
ResponderEliminarJuanjo en modo la invasión de los muertos viviente
Que, niño, una mañana de duro curro ¿eh? viendo lectores en directo...
ResponderEliminarNo, gonzalo, no lo estaba viendo en directo. En las estadísticas me apareció y me ponía duración de la visita cero segundos. Por cierto, venía de tu blog.
ResponderEliminarAyer, como estoy de Vacaciones de Verano para mí, Vacaciones de Verano, Sí, Sí, Sí, me fui de comilona con amigotes y amigotas de esos que les da lo mismo un jueves que un San Luis.
ResponderEliminarEn la larga sobremesa, cerca ya de la cena, se habló de los emigrantes como las partes más débiles; el que sabe de Historia lo refrendó con datos; y el que sabe de animales dijo que pasa lo mismo: los más fuertes se quedan en el territorio, que se vuelve suficiente cuando los débiles se han ido. Ni siquiera necesitan hacer incursiones fuera del territorio para tener buscado algo para cuando las cosas vayan peor. Por eso los gorilas se quedan siempre en su territorio, mientras que el resto de los monicos van buscando por ahí fuera, y los monos llegaron hasta Europa.
Y yo, que no salgo de mi barrio si no es por obligación, me sentí fuerte como un gorila.
No sé si esto tendrá algo que ver con lo que has escrito.
Mira, NáN, yo no es por fastidiar (bueno, un poco sí), pero ni esos gorilas que se quedaron ni sus descendientes escribieron un soneto, ni una novela, ni siquiera un formulario de reclamación.
ResponderEliminarEn cambio, los descendientes de los monos que se fueron sí que escribieron y hablaron.
Pues va a ser que la debilidad es el origen de las artes. ¡Umm, que hoja tan rica! ¿Quieres una?
ResponderEliminarBueno, vale, ¿no tendrás por ahí un plátano?
ResponderEliminarSiempre quise una caravana y viajaaaar, asín que de mayor me he "jartao" pero lo de la caravana.....ya no.Te visito desde Bologna, no es tan exótico como Vanuatu pero he aguantado más de cero segundos.
ResponderEliminarQué suerte, pseudosocióloga!! Aprovecha para tomarte una burrata con verduras a la brasa...
ResponderEliminar¿Burrata? ¿Ves como esto es un post de animalicos?
ResponderEliminar(ahora me dirás que "burrata" no es una burra asada... pero me estarás llamando burro, con lo que volvemos a la zoología).
NáN, si estás tan contento sintiéndote el primo de zumosol del barrio, pues tan a gusto. Lo de la burra asada es gracioso, me lo apunto para contárselo al italiano que trabaja conmigo. En fin, por si alguien pasa por aquí y se lleva a engaño diré que la burrata es una mozzarella con mantequilla.
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