El porqué de El Niño Desgraciaíto
Según Anniehall esto ya lo he contado, pero yo no me acuerdo ni he encontrado referencia a ello. Así que lo voy a contar (tal vez otra vez).
Hay que remontarse al mundial de fútbol de Corea y Japón del 2002. Si en esos momentos me hubieran dicho que alguna vez yo iba a estar en Seúl no me lo hubiera creído. España había pasado a octavos de final y nos tocaba enfrentarnos a Corea del Sur. Anniehall se encontraba trabajando en México. Eso era antes de los campos de girasoles. Entonces trabajaba en invernaderos mixtos y entonces estaba en la obra de uno en Sonora. Yo ya tenía un billete comprado a Phoenix, Arizona, para ir a pasar las vacaciones con ella. Pensábamos ir al Gran Cañón, a Las Vegas y por ahí, sin tener nada demasiado claro.
La distancia es algo bastante fastidiado e intentábamos hablar por teléfono cuando yo me levantaba y ella se acostaba.
Yo estaba (bueno, estábamos todos) en esa fase en la que hace poco que has empezado a trabajar y todavía recuerdas las salidas entre semana de la carrera. Esos jueves o miércoles o... cualquier día entre semana. Aún recuerdo ese llegar a casa una o dos horas antes de tener que volverte a levantar. Las resacas absurdas. El trabajar en un estado lamentable. Bueno, esto último no lo he olvidado tanto porque a raíz del nacimiento de J. estuvimos un año sin dormir más de tres horas seguidas y el estado lamentable en el trabajo también estaba allí, pero sin culpabilidad (bueno, también había culpabilidad, pero de otra).
La verdad es que ahora con dos gintónics y un par de cervezas ya es casi seguro que al día siguiente tenga resaca, pero eso no tiene relación con esta historia.
El caso es que había quedado con los amigos de Anniehall (también eran y son mis amigos, pero eran los amigos de Anniehall) por la plaza de la Cebada en Madrid a tomar algo. Estuvimos sentados en una terraza cerca de la iglesia de San Andrés hablando del mundial. Estábamos Sheldon, Pedro, P. y yo (no sé si había alguien más, si es así lo siento por la omisión, pero yo no me acuerdo). Al calor del fútbol y de lo que parecía que iban a ser unos cuartos de final entre Italia y España, Sheldon y yo nos apostamos una botella de Vega Sicilia. No acuerdo quién dijo que iba a ganar España y quién que iba a ganar Italia. Supongo que yo diría lo de Italia por mi descreimiento de todos los mundiales y eurocopas en los que parecía que íbamos a comernos el mundo y luego no nos comíamos ni los mocos. También diré que yo no he comprado en mi vida una botella de Vega Sicilia. Sheldon supongo que sí porque él es más gourmet.
Al final ese partido nunca se jugó y España e Italia perdieron contra Corea del Sur, pero eso es anecdótico en lo que estoy contando.
El caso es que una vez allí hicimos una especie de merienda-cena que sería más lógico llamar cañas-copas y recopas. Terminamos de mala manera. Sheldon perdió su tarjeta de crédito y no sé si fue cuando se quedó dormido en una parada de taxis y le robaron o no. Supongo que él se acordará mejor y podrá arrojar luz sobre esos sucesos. Creo que a P. también le pasó algo. En fin, que terminamos muy mal y muy borrachos. Llegué a casa y me dormí. No sé si puse el despertador o no, pero amanecí borracho cerca de las 10 de la mañana de un día laborable y no se me ocurrió mejor idea que llamar a Anniehall a México (bueno, a Douglas, Az. que es dónde moraba porque según decían la parte mexicana era peligrosa) donde serían las tantas de la mañana. La impresión que le di a Anniehall debió de ser totalmente lamentable porque después de terminar nuestra conversación absurda llamó a sus amigos y les dijo algo así como 'cuidado con el niño, no me lo desgraciéis'.
De hay viene lo de 'el niño desgraciaíto' y de ahí también viene el que a partir de ese día para hacer rabiar a Anniehall comenten que en vez de ser yo el novio de Anniehall, Annie pasó a ser la novia de el niño.
En fin, que fue una noche cojonuda, que nos lo pasamos muy bien y que a fuerza de resacas en el trabajo comprendimos que era o moderarse entre semana o morir. Y, de momento, seguimos vivos.
Hay que remontarse al mundial de fútbol de Corea y Japón del 2002. Si en esos momentos me hubieran dicho que alguna vez yo iba a estar en Seúl no me lo hubiera creído. España había pasado a octavos de final y nos tocaba enfrentarnos a Corea del Sur. Anniehall se encontraba trabajando en México. Eso era antes de los campos de girasoles. Entonces trabajaba en invernaderos mixtos y entonces estaba en la obra de uno en Sonora. Yo ya tenía un billete comprado a Phoenix, Arizona, para ir a pasar las vacaciones con ella. Pensábamos ir al Gran Cañón, a Las Vegas y por ahí, sin tener nada demasiado claro.
La distancia es algo bastante fastidiado e intentábamos hablar por teléfono cuando yo me levantaba y ella se acostaba.
Yo estaba (bueno, estábamos todos) en esa fase en la que hace poco que has empezado a trabajar y todavía recuerdas las salidas entre semana de la carrera. Esos jueves o miércoles o... cualquier día entre semana. Aún recuerdo ese llegar a casa una o dos horas antes de tener que volverte a levantar. Las resacas absurdas. El trabajar en un estado lamentable. Bueno, esto último no lo he olvidado tanto porque a raíz del nacimiento de J. estuvimos un año sin dormir más de tres horas seguidas y el estado lamentable en el trabajo también estaba allí, pero sin culpabilidad (bueno, también había culpabilidad, pero de otra).
La verdad es que ahora con dos gintónics y un par de cervezas ya es casi seguro que al día siguiente tenga resaca, pero eso no tiene relación con esta historia.
El caso es que había quedado con los amigos de Anniehall (también eran y son mis amigos, pero eran los amigos de Anniehall) por la plaza de la Cebada en Madrid a tomar algo. Estuvimos sentados en una terraza cerca de la iglesia de San Andrés hablando del mundial. Estábamos Sheldon, Pedro, P. y yo (no sé si había alguien más, si es así lo siento por la omisión, pero yo no me acuerdo). Al calor del fútbol y de lo que parecía que iban a ser unos cuartos de final entre Italia y España, Sheldon y yo nos apostamos una botella de Vega Sicilia. No acuerdo quién dijo que iba a ganar España y quién que iba a ganar Italia. Supongo que yo diría lo de Italia por mi descreimiento de todos los mundiales y eurocopas en los que parecía que íbamos a comernos el mundo y luego no nos comíamos ni los mocos. También diré que yo no he comprado en mi vida una botella de Vega Sicilia. Sheldon supongo que sí porque él es más gourmet.
Al final ese partido nunca se jugó y España e Italia perdieron contra Corea del Sur, pero eso es anecdótico en lo que estoy contando.
El caso es que una vez allí hicimos una especie de merienda-cena que sería más lógico llamar cañas-copas y recopas. Terminamos de mala manera. Sheldon perdió su tarjeta de crédito y no sé si fue cuando se quedó dormido en una parada de taxis y le robaron o no. Supongo que él se acordará mejor y podrá arrojar luz sobre esos sucesos. Creo que a P. también le pasó algo. En fin, que terminamos muy mal y muy borrachos. Llegué a casa y me dormí. No sé si puse el despertador o no, pero amanecí borracho cerca de las 10 de la mañana de un día laborable y no se me ocurrió mejor idea que llamar a Anniehall a México (bueno, a Douglas, Az. que es dónde moraba porque según decían la parte mexicana era peligrosa) donde serían las tantas de la mañana. La impresión que le di a Anniehall debió de ser totalmente lamentable porque después de terminar nuestra conversación absurda llamó a sus amigos y les dijo algo así como 'cuidado con el niño, no me lo desgraciéis'.
De hay viene lo de 'el niño desgraciaíto' y de ahí también viene el que a partir de ese día para hacer rabiar a Anniehall comenten que en vez de ser yo el novio de Anniehall, Annie pasó a ser la novia de el niño.
En fin, que fue una noche cojonuda, que nos lo pasamos muy bien y que a fuerza de resacas en el trabajo comprendimos que era o moderarse entre semana o morir. Y, de momento, seguimos vivos.
Oye, tú, que se van a pensar que soy como cierta recién casada a la que conocemos y que llamó a los amigos del novio para abroncarles después de la despedida de soltero.
ResponderEliminarYo no llamé a nadie, sólo puse en un correo comunitario y además en tono jocoso (aunque no ocultaba cierta preocupación) que dejaran de emborracharme al niño que si no me lo iban a desgraciar.
Puede que fuera como posdata de aquellos correos que os mandaba. Se llamaban Ultramar y contaba las curiosidades de mi vida en el pinche desierto. Como, por ejemplo, que al invernadero (qué hallazgo ND) llegaba el camión de la cocacola pero ningún servicio de mensajería para la documentación del proyecto. Lo primero es lo primero.
Qué pena haber perdido aquellas crónicas en alguna mudanza de correo. Creo que no estaban mal. Tal vez fueron el embrión de esto de ahora.
gRACIAS nINIO por explicarlo... más d euna vez te lo he ido a preguntar y se me olvidaba.
ResponderEliminarAni, para mi los desiertos de Sonora son "Los detectives salvajes" de Bolanio. Lo has leido? Es un MUST.
No lo he leído, no. Puff, otro más a la lista interminable de libros pendientes.
ResponderEliminarPara mí era el pinche desierto, sin más. O, dicho en el mexicano de Sonora, el pinchi desierto.
Yo he estado en Arizona, en el gran cañón, en Mexico, aaaaaagghgggsg quiero volver!!!!!
ResponderEliminarBuena anécdota.
Un conocido mío tiene una anécdota parecida pero con matices. Lo llevaron unos amigos a casa en un estado lamentable, y al llevarlo a su habitación cayeron las figuritas de cristal que tenía su madre por el pasillo, dejándolo tirado en el suelo del pasillo y saliendo por piernas de la casa.
ResponderEliminarSe levantó la madre y lo vió tirado en el medio del pasillo y las figuritas rotas y él sólo pudo/supo decir: " Ay! Madre, soy un desgraciaíto".
Esto me recuerda a esa frase que dice "mi marido no es un borracho, el que emborracha es el vino", vamos que creo que ya sabía el solo lo que hacía sin echarle las culpas a un tercero.
ResponderEliminarAhora solo hace falta que me cuentes de donde has sacado la imagen (¿se le puede llamar avatar?)
Pues la imagen la encontré en el google. Debí poner algo así como niño desgraciadito o algo así. Era de una tienda donde vendían esas figuras. Todo será que me la retiren por derechos de copyright.
ResponderEliminarMe acaba de pasar con el post de la tortilla francesa que me lo han retirado y me han mandado un correo diciéndome que había habido una denuncia y que si no lo quitaba no podía volverlo a publicar.
Ay, Dios, ¿qué ha pasado con el post de la tortilla? Esto de estar separados es terrible...
ResponderEliminarDoy algún detalle más de aquella noche
ResponderEliminar1. Yo perdí la tarjeta de crédito y además me hice un esguince en el hombro
2. P. se hizo una herida muy considerable en el brazo.
3. Lo de la tarjeta no recuerdo cómo fue, pero ambas lesiones se produjeron de una forma bastante lamentable. Nos acababan de cerrar la Niña del Exorcista (mítico bar en aquellas salidas entre semana) y como todavía nos duraba la fiesta, P. Y yo salimos bailando a la calle. En un momento etílico-Dirty Dancing la pobre P. y yo acabamos en el suelo con el balance de daños indicado.
4. La frase exacta del correo de Annie tal como yo la recuerdo fue "A ver si me dejáis de emborrachar al niño, que me lo vais a echar a perder". Y no fue un Post Data, era el único contenido del correo.
5. Lo del tono jocoso es discutible. Hay que poner en contexto la situación. Annie y ND acababan de empezar a salir y Annie se fue a trabajar al desierto tan rápiddo que no le dio tiempo a presentarme a ND. De hecho, el día que P me presentó a ND, sería un martes o un miércoles, ya acabamos tomando mojitos hasta las tantas. La intensidad de aquellas noches fue creciendo proporcionalmente al número de copas hasta llegar a la que ha contado ND. Los DYC con cocacola de entonces me han difuminado algunos recuerdos y puede que haya mezclado algunas cosas.
5. Todo el mundo quier que su pareja se lleve bien con sus amigos pero Annie en la distancia notaba que aquello se estaba pasando de la raya y que sus amigos descarriados estaban llevando a su querido ND por el mal camino y aquel correo lo dejó bien claro. Annie, con el tiempo ves el tono jocoso pero aquel correo fue una bronca en toda regla.
6. Cuando Annie volvió a España se convirtió en la novia de ND. Con esto se picaba muchísimo así que se lo estuvimos diciendo mucho tiempo. Hasta el día que se casaron y cortaron la tarta sin sable.
7. La noche que me quedé dormido sobre una papelera y desperté sin cartera y sin reloj fue otra. P se acababa de ir a casa en un taxi y yo me quedé dormido esperando al mío. Tal vez si mi amigo ND hubiera estado allí, esto no habría ocurrido, pero desde que su novia volvió de México se hizo muy difícil contar con él un martes de copas.
jajaja, yo tampoco había leído esto hasta el post de las #17cosas y siempre me había preguntado por qué te llamabas así... Misterio resuelto ;P
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