Contra el Cambio
Me he terminado de leer este libro de Martín Caparrós. Últimamente estoy cogiendo velocidad de crucero en las lecturas, tampoco es para tirar cohetes, pero poco a poco voy aligerando el stock de libros pendientes, aunque en términos netos sigue aumentando. Voy a empezar por el final, por los últimos párrafos para que veáis de qué va.
"Yo por mi parte, a mi modo de ver, en lo que a mí respecta, personalmente y sin ánimo de ofensa, creo que la enorme atención que gobernantes y empresarios de los países más ricos le están dando al cambio climático se relaciona, sobre todo, con tres ventajas políticas y económicas que pueden obtener de esos temores:
- retrasar la industrialización de las nuevas potencias emergentes y, así, mantener su hegemonía unas décadas más;
-cambiar el modelo energético global para modificar ciertas relaciones geopolíticas, y para conseguir que nuevos actores se hagan fuertes en uno de los mayores mercados mundiales;
-ganar fortunas con el mercado de bonos de carbón
Y creo, por fin, que su mayor ganancia es ideológica: convencernos de que lo mejor es lo que ya tenemos, lo que estamos a punto de perder si no lo conservamos: que no hay nada tan peligroso como el cambio."
El argumento del libro es que hay problemas actuales mucho más graves que el cambio climático tales como el hambre en el mundo y el reparto desigual de la riqueza. No dice que el clima no esté cambiando ni que no sea por causas humanas, dice que no debería ser una prioridad dado que eso es a muchos años vista y hay ahora muchísima gente pobre. Es una cuestión de prioridades.
En otro párrafo dice: "Éste es un mundo tibio -un mundo donde pasan cosas horribles pero no tan horribles como las que solían pasar en este mundo, un mundo donde casi no hay esclavitud, donde muchas enfermedades se curan, donde muchas más personas comen, donde muchos viven mucho más, pero un mundo que tiene todas las condiciones para ser tanto mejor, tan radicalmente mejor, y no lo intenta porque sus dueños dejarían de serlo y se oponen feroces. Un mundo tibio que ve cómo millones de personas mueren de causas evitables sin preocuparse realmente pero ha conseguido movilizar una enorme cantidad de recursos frente a la amenaza de entibiarse un par de grados más. La amenaza del cambio climático puede ser cierta pero -ya queda dicho- no me termina de parecer tan importante. Sin embargo, si yo fuera un antiimperialista ferozmente decidido a atacar el poder americano, trataría de convencer al mundo de que el calentamiento global es el peor enemigo: no hay tema donde la responsabilidad de los Estados Unidos sea tan clara, tan brutal, tan abrumadora.
Pero, en general, la cuestión del cambio climático todavía me confunde. Me he pasado todo este tiempo recorriendo países, escuchando a personas, leyendo, pensando, y sigo confundido. No puedo negar -no veo por qué negar- que la atmósfera carga más gases de efecto invernadero de los que solía cargar y que la temperatura ha aumentado -muy poco- quizás por causa de ellos y que el nivel del mar puede subir y que los hielos árticos ya no son lo que eran. Entiendo que es un problema; no estoy seguro de que sea una catástrofe. La cuestión, para mí, por ahora consiste en preguntarse qué significa preocuparse por eso tanto más que por otras cuestiones.
O, por decirlo de una manera bruta: ¿cuánta más gente van a matar el hambre -y la pobreza y la violencia inútil y las enfermedades evitables- en los próximos treinta, cuarenta años, antes de que el cambio climático empiece a tener -si los tiene- efectos fuertes? Claro, los hombres y mujeres que van a matar el hambre son los que siempre mata el hambre: el hambre sabe dónde, cómo actuar, es un agente fiable. Mientras que el cambio climático es torpe, ciego, algo más democrático: corre -con distintas velocidades- para todos y entonces es más fácil que los que nunca se preocupan por las desigualdades y las injusticias y los abusos de poder se preocupen por él: es más fácil que lo teman".
Escribe muchísimas cosas interesantísimas y que yo desconocía como que fue el gobierno de Bush el que acuñó la expresión 'cambio climático', que parecía menos trágica que calentamiento global o cómo fue el gabinete de Thatcher el que impulsó la idea del peligro del calentamiento global para promocionar las centrales nucleares frente al petróleo que no tenía Reino Unido o el carbón, que sí que tenía, pero el gobierno estaba en plena guerra con los mineros. En fin, que este libro da muchos temas para pensar. Es muy recomendable. Expone las cosas desde un punto de vista algo distinto al habitual y eso te hace cambiar las perspectivas sobre ciertos puntos de vista. Además es un libro con bastante humor en el que en algunos momentos me he reído bastante.
Habla también de cómo el hombre ha ido progresando cuando se le han puesto difíciles las cosas. Cuando escaseaba la leña, descubrió como usar el carbón y cuando el carbón mostró sus limitaciones, se encontró el uso del petróleo. Habla de cómo en tiempos de la Mesta ya se decía que se estaba transformando el paisaje y se estaban acabando los recursos. Es muy interesante cuando habla de que ahora que estamos en la parte buena y que ya hemos quemado todo lo quemable queramos que las cosas no cambien para no perder nuestro nivel de vida. Cuando se propone que se preserve la naturaleza, que no se modifique, el autor propone que se devuelva Manhattan a su estado anterior al hombre.
Os pongo otro par de párrafos para que os de una idea del libro:
"Las cifras son confusas, pero hay cierto consenso en que los pedos -y eructos- de las vacas, con un sistema digestivo lento y largo, emiten gas metano que contribuye entre un 10 y un 15 por ciento al total de las emisiones de gases invernadero. Un informe reciente de la FAO calculó que como el gas metano es mucho más calentador que el CO2, los 1.500 millones de vacunos que superpueblan el mundo -y, un poco menos, las ovejas y las cabras y los chanchos- producen un 50 por ciento más calentamiento que todo el transporte mundial. Cuando la naturaleza se ataca a sí misma es complicado entrar en la pelea. Aunque se han propuesto distintas soluciones. Por ejemplo, el ajo: una vaca que come ajo reduce a la mitad sus emisiones. Y, además, está menos expuesta al ataque de los vampiros y otros dráculas."
"Es una de sus grandes ventajas: la ecología es la forma más prestigiosa del conservadurismo. La forma más actual, más activa, más juvenil, más poderosa de conservadurismo. O, sintetizado: el conservadurismo cool, el conservadurismo progre, el conservadurismo moderno. Es, en sentido estricto, un esfuerzo por conservar -los bosques, los ríos y montañas, los pájaros, las plantas, la pureza del aire- y eso, tras tantos años de suponer que lo bueno era el cambio, debe ser muy tranquilizador. Fantástico haber encontrado una forma de participación que no suponga riesgos, beneficie directamente a uno mismo y proponga la conservacuón de lo conocido. Fantástico poder sentir que uno está haciendo algo por el mundo, defendiendo al mundo de los malos, tratando de que sólo cambie lo necesario para que nada cambie. Fantástico que lleve incluso cierto tinte de insatisfacción con la forma en que el mundo funciona -capitalismo despiadado, grandes corporaciones-, tan ligero que puede ser compartido por los capitalistas despiadados, por las grandes corporaciones. Fantástico haber dado con una causa común, tan aparentemente noble, tan indiscutible -en el sentido estricto de la palabra indiscutible-. tan unificadora que pueda ser enarbolada por una jóven nigeriana que cocina con leña o el presidente de los Estados Unidos o mi tía Púpele o la Banca Morgan. Fantástico: y sirve, incluso, como materia para enseñarle a los chicos en la escuela -o como material de propaganda y, sobre todo, relaciones públicas".
Os lo recomiendo, a mí me ha cambiado, que es lo que espero que me depare cada libro que leo, aunque no siempre lo consiguen, los jodíos.
No he leído la entrada...pero lo haré..solo es para advertirte. Oates es muyyy peligrosa...a veces está bien..pero otras veces es completamente insufrible.
ResponderEliminarEste libro me lo regalaron mi hermana y mi cuñado por Navidades. Desde luego que viendo las críticas tan estupendas que vienen en la contraportada dan ganas de salir corriendo. Ya veremos. No será peor que el de Jesús me quiere...
ResponderEliminarGracias por el aviso.
Admite que cuando leiste lo de conservadurismo progre sentiste algo parecido a un orgasmo :)
ResponderEliminarPodría decir que éstoy prácticamente de acuerdo en todo lo que se dice en los párrafos que citas, pero aunque la letra es muy chula hay algo en la música que desafina, como soy duro de oído no sé muy bien qué es, pero le daré vueltas.
Y por cierto, ¿lo de Jesús me quiere ha sido una especie de puyazo?
Hablando del tiempo, Anniehall, qué suerte que estén haciendo estos días soleados de cara al fin de semana, ¿no?
ResponderEliminarTampoco es eso, Juanjo, aunque he de reconocer que pensé en algunas personas, al igual que cuando hablaba de Thatcher como la impulsora de la gravedad del cambio climático.
ResponderEliminarSi fuera por buscar párrafos hirientes los hay bastante más. A los ecologistas fundamentalistas los llama ecololós, que creo que será algo así como ecotontos y habla del socialismo y cristianismo como de las dos religiones a la que sucede el conservadurismo con sus creyentes, sus oficiantes, sus ministros, sus dioses.
Muy interesante, de verdad.
Lo de Jesús me quiere no es una puya, es simplemente que esta señora podrá ser una pesada, pero yo creo que sabe escribir. Ya digo que es un regalo, que yo no lo hubiera elegido, pero me ha apetecido.
NáN, tampoco creas, ahora refresca un poco...
En el libro, por supuesto, hay muchas más cosas. Es muy interesante cuando cuenta cómo la Banca Morgan concede créditos para instalar hornos más eficientes, en este caso en Níger, para quedarse con los derechos de esos gases no emitidos y venderlos como bonos de carbónico.
ResponderEliminarMe parece, Annie, que hoy no lo sacas de casa. Ya se está quejando del frío.
ResponderEliminarAy, NáN, eres todo un caballero y yo lo aprecio. Sé que se lo prometiste a Anniehall, pero también puedes decir lo que piensas. Yo lo valoro.
ResponderEliminarTen en cuenta que morderse la lengua es doloroso.
Ja, ja, já. ND, son las opiniones de un periodista que vive sobre todo de hacer libros que hagan ruido. Está en su derecho, como tú de sentirte cercano a esas opiniones y expresarlas. Pero en este tema, estoy del lado de los científicos especialistas y acepto (porque no es cuestión de creer o no creer) que los datos indican que no es algo para mucho tiempo, que está sucediendo ya.
ResponderEliminarPor eso, además de porque se lo prometí a Annie, no intervengo.
Pues a mí me parece que no llevas mala marcha de lectura ;). Me ha resultado muy interesante lo que comentas de ese libro; es cierto, nos dan la ecología para que nos preocupemos por algo y no nos de por intentar disminuir las desigualdades de este mundo. Al fin y al cabo, a mayores desigualdades más ricos son los países desarrollados. ¿Que la ecología es importante? No lo dudo. ¿Que tenemos muchos más problemas a corto plazo? Desde luego, pero no interesan tanto.
ResponderEliminarY quienes son los científicos especialistas esos?
ResponderEliminarND, entro solo para responder, una sola vez, a Anónimo. Qué manía tienen los que dudan en ser anónimos.
ResponderEliminarAnónimo, los aproximadamente 2.000 científicos de primera línea, que escriben en revistas científicas importantes con citation index, peer review y abiertos a críticas y contestaciones.
Hacen su trabajo, describen lo que está pasando según mediciones, usan las técnicas de modelización más avanzadas y no opinan. Si alguna vez opinan sobre algo, lo hacen fuera de las revistas científicas y como ciudadanos particulares.
Nature y Science son las dos revistas con mayor citation index (es decir, las que tienen mayor lectura y penetración en los círculos científicos), pero hay una densa serie de revistas universitarias con un alto nivel de citas a sus artículos.
Te invito a que repases esas dos revistas, por ejemplo, para que veas que abrumadoramente miden que el cambio climático ya se está produciendo (es decir, miden cambios ya reales), la modelización da siniestras perspectivas y, por el tipo de gases de las emisiones (vacas pedorras las ha habido siempre) ven una causa antropogénica.
Estos científicos, que no suelen aparecer en tabloides y televisiones de las que antes daban noticias de ovnis, se relacionan con la sociedad porque sus estudios y los resúmenes de estos constituyen un importante apartado del Panel Internacional sobre el Cambio Climático.
Discuten entre ellos, es el modo de avanzar de la ciencia, sobre detalles, imperfecciones y mejoras de los análisis de las mediciones, pero están de acuerdo en el diagnóstico.
¿A quiénes tienen enfrente?, pues a escépticos como Patrick Michaels, del Cato Institute, fundado por los multimillonarios del petróleo los hermanos Koch. Este señor, fue el único que negó el cambio climático ante el Comité de comercio y energía doméstica del Congreso estadounidense en febrero de 2009. Para darse mayor aire de neutralidad, respondió a la pregunta de qué porcentaje de sus fondos procedían de la industria petrolífera diciendo que el 3%. Meses después, confesó que el porcentaje estaría "cerca del 40%".
Aparece en los medios de comunicación no científicos mucho más que los especialistas. Al fin y al cabo, se diga aquí lo que se diga, los medios de los poderosos son de los poderosos.