Soy torpe
Soy torpe. Me voy dando golpes con todo, tengo casi siempre el cuerpo lleno de moratones, me engancho en los picaportes, no sé andar con tacones... Esto es mucho peor desde que soy madre y tengo que levantarme a oscuras en mitad de la noche porque algún niño llora. Creo que debería hacerme un seguro de accidentes o algo. Yo lo achaco a que como soy alta y el centro de gravedad lo tengo más alto pues me cuesta más mantener el equilibrio. Pero si lo pienso bien, conozco a mucha gente tan alta o más que no se da tantos golpes.
De todos modos, esto no es lo peor, lo peor es mi torpeza verbal. Que es mucha. Porque además no aprendo y sigo siendo una bocazas que todo lo casca, por lo que la probabilidad de meter la pata es mucho mayor. Con lo bien que quedaría si tuviera la boca cerradita. Porque, mira tú, limpia y aseadita sí soy.
Me he puesto a hacer memoria y, a pesar del gran daño que pueda hacer esto a la imagen resuelta, dinámica y desenvuelta que sé que proyecto, os voy a contar los que creo que mis los grandes momento en mi historia de la torpeza, de la física y de los otra. Son estos:
De todos modos, esto no es lo peor, lo peor es mi torpeza verbal. Que es mucha. Porque además no aprendo y sigo siendo una bocazas que todo lo casca, por lo que la probabilidad de meter la pata es mucho mayor. Con lo bien que quedaría si tuviera la boca cerradita. Porque, mira tú, limpia y aseadita sí soy.
Me he puesto a hacer memoria y, a pesar del gran daño que pueda hacer esto a la imagen resuelta, dinámica y desenvuelta que sé que proyecto, os voy a contar los que creo que mis los grandes momento en mi historia de la torpeza, de la física y de los otra. Son estos:
- La canasta y yo. Durante años jugué al baloncesto. Y era mala, muy mala. Como era más grande que las otras me ponían para estorbar y, si acaso, coger algún rebote (pocos). Un día, sin embargo, me vi con la pelota en las manos y nadie en la canasta. Eché a correr sin pensármelo dos veces. Acojonada, porque nunca me había visto en otra igual, pero seguí corriendo. Y sí, metí la canasta. En nuestra propia canasta. Así que lo que pensaba que eran los gritos de ánimo de mis compañeras y de nuestro publico eran en realidad avisos histéricos intentando evitar la tragedia. Es curioso que en ese momento no me resultara extraño que nadie del otro equipo viniera detrás de mí.
- Habilidades sociales. Hacia la mitad de la carrera me hice amiga de un grupo que ya se conocía desde mucho antes. Una de las primeras veces que salí con ellos de cañas, queriendo quedar bien y parecer muy integrada, me puse a contar no sé qué historia. Yo gesticulo mucho. Lo malo es que aquella vez lo hice jarra en mano. Y le di tanto enfasis al asunto que regué al resto de la mesa por aspersión. Creo que hasta cayó cerveza en el bolso de alguien. Como son tan majos, me lo perdonaron en seguida.
- Problemas con la autoridad. Suelo meter la pata cuando hablo con mis superiores. Queriendo resultar natural acabo soltando alguna inconveniencia. Por ejemplo, hace unas semanas mi jefa me pregunto si tenía experiencia con un asunto sobre el que estamos preparando una oferta. Resulta que no solo tengo experiencia en eso sino que hace años estuve unos meses en el lugar del invernadero en cuestión. Cuando se lo dije, me pregunta 'anda, ¿sí? ¿y qué hiciste allí?' 'sí, claro, está en mi curriculum'. Pero coño, ¿no podía explicarle simplemente lo que hice? Pues no, tengo que soltar una gilipollez en tono jocoso para que ella lo entienda mal y parezca que le estoy recriminando que no tiene ni puta idea de a quién contrató en su día. Muy bien, sí, así es cómo se hace carrera.
- Don de lenguas. Al poco de empezar ND y yo, fuimos a Amsterdam a ver una exposición de Van Gogh y Gauguin. Como ya sabéis los que le seguís, ND es un tío leído, culto, habla idiomas... Así que iba dispuesta a impresionarle con mis vastos conocimientos. Volábamos con Virgin, creo, así que no era de esperar que nadie de la tripulación nos fuese a hablar en español. Según íbamos por el pasillo acercándonos a la puerta del avión no acertaba a comprender qué decían al dar la bienvenida a los pasajeros. Ni tampoco en qué idioma. En el último momento me pareció entenderlo y, aunque me pareció un poco raro, ni corta ni perezosa saludé a los azafatos con un cálido y muy campechano 'bueeenaaaas' y seguí mi camino hacia el asiento. Cuando nos sentamos, ND me pregunta sonriendo '¿qué les has dicho al entrar?'. Todavía nos reímos cuando lo recordamos.
Lo que eres es un encanto (qué palabra tan antigua, ¿verdad?). Y no lo digo aprovechando que ND está lejos, terminando una noche de mediciones en las vías de Albacete con los huevillos como dos aceituna El Serpis por efecto del frío polar en esos campos dejados de la mano de Dios.
ResponderEliminarNo.
Lo digo porque tienes "carácter", deliciosamente torpe, con mayúsculas, sí. Pero carácter. Este mundo que tanto se unifica por la televisión, con todas las personas que parece que todos seamos iguales: todos perfectos, de buen rollito... aburridos hasta la médula.
Me has recordado a toda mi familia hacia atrás: todos como putas cabras cada uno con su tema. Metepatas, fieros, dulces: pero con carácter.
Me has hecho reír, con cada uno de tus ejemplos. Pero ahora sé que contigo nadie se aburre.
Annie, me cuesta reconocerte en lo que leo. De verdad, yo no te veo así, pero para nada. Dicho desde el cariño que te tengo :)
ResponderEliminarAh! y no te preocupes, aquí carrera no vamos a hacer nadie.
No mujer, no eres tan torpe, siempre me tendrás a mi para salir ganando en las comparaciones... yo creo que es como lo de las profecías autocumplidas, estamos convencidas de que nos vamos a chocar con algo, y claro, nos chocamos.
ResponderEliminarPero tú lo haces con mucho glamour. Ahora, lo de la canasta es de traca, no me ha pasado ni a mi.
De la torpeza verbal mejor no hablo, verdad?
A mí no me parece que eso sea torpeza; todos tenemos nuestros momentos "tierra trágame", lo que pasa es que hay gente que los disimula un poco mejor. Pero tus "torpezas" me parecen simpáticas.
ResponderEliminarAy, Nán, madre, que me ruborizo. Además, otra de mis torpezas es que no sé aceptar los piropos. Me da tanta vergüenza que acabo soltando alguna inconveniencia. Aunque creo que voy aprendiendo.
ResponderEliminarA mí me encantaría ser un encanto y estar estupenda que sí, son palabras un poco antiguas (como decía Amanita el otro día), pero me gustan. Además, lo de encanto me recuerda al cine negro. Oh, sería estupendo ser una mujer como Lauren.
En fin que gracias.
Juanjo, desde el cariño que me tienes, tus ojos te engañan.
ResponderEliminarTochi, torpeza con glamour?? En fin.
ResponderEliminarHabla, habla de torpeza verbal y hacemos el segundo rinconcito, andaaaaaa...
Serán simpáticas pero no dejan de ser torpezas, doctora.
ResponderEliminarLa del baloncesto es buenísima, además imagino el sofocón que tenías metiendo la canasta delante de tanta gente. Yo también jugaba al baloncesto en las monjitas, era malilla, pero sin tu altura, que Amanita me saca un par de dedos.Ahora, gracias a eso os echáis unas risas cojonudas, y ésas sí son buenas para la salud, más que el yoga a 42º.
ResponderEliminarBesitos.
Torpe con Glamour, y un cierto toque de cine negro... ¡Lo tienes todo!
ResponderEliminarLo de la canasta es fueeeeerte, pero lo has contado con mucha clase
Y no soy muy alta, tampoco bajita, pero mis torpezas están a la orden del día, me como farolas andando cada dos por tres, mi cuerpo y mi mente van por dos caminos diferentes... si todo eso lo unes a un despiste total esa soy yo.
ResponderEliminarCon el tiempo he aprendido a vivir con ello y casi hasta disfrutarlo.
Eso sí, saber que no estoy sola es un consuelo.
¿Eres sagitario?Son las más torpes.
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