El infierno es una tienda de disfraces
El infierno existe y lo he conocido. He estado en él y, cual Dante vencedor, he salido de él para contároslo.
Cuando uno piensa en el infierno se imagina que será una cueva con ríos de lava y el demonio con la piel roja, patas de cabra, la cola con forma de flecha y los cuernos en la cabeza. Para los antiguos escandinavos el infierno era de hielo porque era lo peor que podían imaginarse.
Pero no os equivoquéis, el infierno es una tienda de disfraces en la semana de carnaval. Más concretamente esta tienda, famosa por su especial dedicación al noble arte del disfraz.
Como toda historia, esta tiene su principio. Todo empezó este fin de semana cuando le compramos a C un disfraz de 'Aurora Durmiente' e intentamos comprarle uno a J, pero no encontramos ninguno. Bueno, encontramos uno de Bakugan que costaba más de 40€ y después de hacerse ilusiones tuvimos que dejarlo en la caja del Carrefour.
El domingo hicimos otra tentativa en otro centro comercial y el resultado fue el mismo. Además cada vez que encontrábamos uno que le gustaba, no había talla para él.
Ayer lo intentamos nuevamente y nuevamente fallamos en la primera intentona. Cuando ya estaba felicísimo con un disfraz de Buzz Lightyear nos dijeron que tampoco había talla. La verdad es que J lo afrontó con más entereza que yo. Yo ya estaba pensando en comprarle el de 40€ porque no es manera de jugar con los sentimientos de una criatura. Cada vez que se emocionaba, paf! golpe en todo lo alto.
Así poco a poco fuimos adentrándonos en los distintos círculos del infierno perdiendo toda esperanza cual buen condenado (Lasciate ogne speranza voi ch'intrate). Y con el rabo entre las piernas nos dirigimos a nuestra última oportunidad dispuestos a vender nuestra alma al diablo por un trozo de tela sintética.
La juguetería en cuestión es uno de los sitios más abigarrados que he visto en mi vida. No tiene un centímetro cuadrado sin un propósito específico y estaba hasta arriba de almas en pena suspirando por encontrar sus disfraces y sus complementos.
Los disfraces de 2 a 4 años estaban justo en un pasillo de no más de ochenta centímetros de ancho en el que habían dejado aparcado un carrito con bicho dentro. Después de intentar sortear a gente por todas partes y cuando había empezado a mirar los disfraces, un asistente de Belcebú me echó de allí diciendo que necesitaba pasar. Me quité, conseguí volver trepando por encima de la gente y encontré en una rendija entre dos cajas de cartón un disfraz de Spiderman que le gustaba a J. Me di cuenta de que estaba en el infierno porque iba notando un olor muy desagradable, hediondo, como azufre. Luego noté que estaba sudando y me percaté de que esa mañana me había olvidado de aplicarme el desodorante, pero esto es anecdótico. Igual que abandoné toda esperanza, el desodorante me abandonó a mí. Si no me hubiera olvidado el desodorante, allí olería a azufre, seguro...
Pregunté y me dijeron que ese no le valdría, que le quedaría pequeño y que había otro que costaba más del triple que ese. Como no es cosa de regatear con el diablo en cuestión de dinero, le dije que sí, que me lo diera, pero que fuera una talla más grande que resultó ser la de 6 años (J tiene 3).
Intenté ponérselo al lado de la espalda para hacerme una idea de cómo le quedaría y le sobraba media pierna. Así que pedí una talla menos, vi que le quedaba bastante mejor y me puse en la cola para pagar, J no dejaba de toquetear todos los juguetes de la tienda, pero poco a poco avanzamos hasta que pagué y conseguimos salir y volver a la vida.
J llevaba la bolsa contentísimo diciendo algo así como 'pidimán' durante todo el camino de vuelta a casa.
Cuando llegamos y Anniehall se lo intentó probar nos dimos cuenta de que no le cabían las manos por las mangas. El pobre J ya estaba con los ánimos por el suelo así que saqué mis superpoderes de padre y le dije que no se preocupara, que me ponía otra vez los zapatos y que iba a por otro más grande.
Volví arrastrando los pies que se me iban haciendo más y más pesados a cada paso que daba en dirección a la juguetería. Volví a entrar, conseguí que el ayudante de Luzbel me diera una talla más y cuando ya me iba a ir me dijo que a dónde iba, que tenía que volver a hacer la cola para 'doblevalidar' (en el infierno pueden permitirse esos palabros) el tique. Lo hice, salí y me volví corriendo para ver la sonrisa de J vestido de pirimán.
Este sí que le valía, aunque hay que decir que Spiderman no es alguien dado a la manga ancha... J se lo puso y estaba contentísimo, pero yo oía una risa diabóloca que no me hacía presagiar nada bueno...
Y, efectivamente, Anniehall se dio cuenta de que tenía una manga descosida. El diablo lo había conseguido otra vez... el mal había vuelto a triunfar!
Pero a pesar de mi cansancio preferí darle a la aguja y coserlo yo mismo, no me apetecía volver al infierno y además ya había cargado las pilas:
Cuando uno piensa en el infierno se imagina que será una cueva con ríos de lava y el demonio con la piel roja, patas de cabra, la cola con forma de flecha y los cuernos en la cabeza. Para los antiguos escandinavos el infierno era de hielo porque era lo peor que podían imaginarse.
Pero no os equivoquéis, el infierno es una tienda de disfraces en la semana de carnaval. Más concretamente esta tienda, famosa por su especial dedicación al noble arte del disfraz.
Como toda historia, esta tiene su principio. Todo empezó este fin de semana cuando le compramos a C un disfraz de 'Aurora Durmiente' e intentamos comprarle uno a J, pero no encontramos ninguno. Bueno, encontramos uno de Bakugan que costaba más de 40€ y después de hacerse ilusiones tuvimos que dejarlo en la caja del Carrefour.
El domingo hicimos otra tentativa en otro centro comercial y el resultado fue el mismo. Además cada vez que encontrábamos uno que le gustaba, no había talla para él.
Ayer lo intentamos nuevamente y nuevamente fallamos en la primera intentona. Cuando ya estaba felicísimo con un disfraz de Buzz Lightyear nos dijeron que tampoco había talla. La verdad es que J lo afrontó con más entereza que yo. Yo ya estaba pensando en comprarle el de 40€ porque no es manera de jugar con los sentimientos de una criatura. Cada vez que se emocionaba, paf! golpe en todo lo alto.
Así poco a poco fuimos adentrándonos en los distintos círculos del infierno perdiendo toda esperanza cual buen condenado (Lasciate ogne speranza voi ch'intrate). Y con el rabo entre las piernas nos dirigimos a nuestra última oportunidad dispuestos a vender nuestra alma al diablo por un trozo de tela sintética.
La juguetería en cuestión es uno de los sitios más abigarrados que he visto en mi vida. No tiene un centímetro cuadrado sin un propósito específico y estaba hasta arriba de almas en pena suspirando por encontrar sus disfraces y sus complementos.
Los disfraces de 2 a 4 años estaban justo en un pasillo de no más de ochenta centímetros de ancho en el que habían dejado aparcado un carrito con bicho dentro. Después de intentar sortear a gente por todas partes y cuando había empezado a mirar los disfraces, un asistente de Belcebú me echó de allí diciendo que necesitaba pasar. Me quité, conseguí volver trepando por encima de la gente y encontré en una rendija entre dos cajas de cartón un disfraz de Spiderman que le gustaba a J. Me di cuenta de que estaba en el infierno porque iba notando un olor muy desagradable, hediondo, como azufre. Luego noté que estaba sudando y me percaté de que esa mañana me había olvidado de aplicarme el desodorante, pero esto es anecdótico. Igual que abandoné toda esperanza, el desodorante me abandonó a mí. Si no me hubiera olvidado el desodorante, allí olería a azufre, seguro...
Pregunté y me dijeron que ese no le valdría, que le quedaría pequeño y que había otro que costaba más del triple que ese. Como no es cosa de regatear con el diablo en cuestión de dinero, le dije que sí, que me lo diera, pero que fuera una talla más grande que resultó ser la de 6 años (J tiene 3).
Intenté ponérselo al lado de la espalda para hacerme una idea de cómo le quedaría y le sobraba media pierna. Así que pedí una talla menos, vi que le quedaba bastante mejor y me puse en la cola para pagar, J no dejaba de toquetear todos los juguetes de la tienda, pero poco a poco avanzamos hasta que pagué y conseguimos salir y volver a la vida.
J llevaba la bolsa contentísimo diciendo algo así como 'pidimán' durante todo el camino de vuelta a casa.
Cuando llegamos y Anniehall se lo intentó probar nos dimos cuenta de que no le cabían las manos por las mangas. El pobre J ya estaba con los ánimos por el suelo así que saqué mis superpoderes de padre y le dije que no se preocupara, que me ponía otra vez los zapatos y que iba a por otro más grande.
Volví arrastrando los pies que se me iban haciendo más y más pesados a cada paso que daba en dirección a la juguetería. Volví a entrar, conseguí que el ayudante de Luzbel me diera una talla más y cuando ya me iba a ir me dijo que a dónde iba, que tenía que volver a hacer la cola para 'doblevalidar' (en el infierno pueden permitirse esos palabros) el tique. Lo hice, salí y me volví corriendo para ver la sonrisa de J vestido de pirimán.
Este sí que le valía, aunque hay que decir que Spiderman no es alguien dado a la manga ancha... J se lo puso y estaba contentísimo, pero yo oía una risa diabóloca que no me hacía presagiar nada bueno...
Y, efectivamente, Anniehall se dio cuenta de que tenía una manga descosida. El diablo lo había conseguido otra vez... el mal había vuelto a triunfar!
Pero a pesar de mi cansancio preferí darle a la aguja y coserlo yo mismo, no me apetecía volver al infierno y además ya había cargado las pilas:
jajajajaja buenísima entrada.
ResponderEliminarY yo que siempre me había imaginado el infierno de otra manera. Siento haberte leído porque estoy convencido de que voy a tener pesadillas con ese/a ayudante de Belcebú susurrándome al oído esa palabreja: "doblevalidaaaar", "doblevalidaaaar" ... Me estremezco sólo con pensarlo.
¿Y lo feliz que está J con su disfraz? Nunca mejor dicho, por los hijos se hace lo que sea ... ¡hasta bajar al infierno!
Bufff, yo me fui a Miami con la única misión de traer el disfraz de Spiderman talla 3, hice kilómetros para ir de un "toisarus" a otro y nada.Al final un compañero de trabajo me encontró por internet"la tienda de los disfraces" en el barrio cubano donde le juraron que lo tenían pero que era solo para niño que para niña no valía¿¿??.
ResponderEliminarEl último día"in extremis" y llegando luego tarde al aeropuerto pagué 50 dólares por uno SIN músculos pero reversible(el Spiderman negro por dentro).La mejor compra de mi vida, han pasado dos años y todavía lo usa.
Como bien dices, Pater Familias, y corrobora Pseudosocióloga por un hijo se hace cualquier cosa.
ResponderEliminarAL final no va a ser tan terrible lo del disfraz de contenedor de vidrio de J, por lo menos lo hizo mi adorable ingeniero con una caja y pintura...
ResponderEliminarPero nos acaban de invitar a una fiesta de disfraces noooo....
Por cierto, en el H&M hay disfraces con músculos, no sé si de Spiderman o de superman, creo que de Spidi. Tiraos de precio.
Bueno, pues gracias por la información. Otra vez que necesitemos un traje de superhéroe iremos allí.
ResponderEliminarPseudo, luego dirás que no querías parecer nadaaaaa pero ¿'me fui a Miami con la única misión de traer el disfraz de Spiderman talla 3'? suena un pocooooo
ResponderEliminarH&M apuntado Tochi
Está riquísimo, valdría la pena matar dragones por tener esa fot de recuerdo.
ResponderEliminarNosotros ya hemos superado el disfrad de árbol, duende, la pintura facial de buho y afrontamos con esperanza el de contenedor amarillo y el de personaje del bosque, espero que en los bosques quede alguna rana.
El año que viene nos vamos de este cole :)
El que va a Miami al dentista es un "snob", si alguien fuera a por un disfraz de Spiderman talla 3 sería un gilipollas.
ResponderEliminarY yo me explico fatal, quería de cir única misión en lo referente a compras, porque cuando voy a E.E.U.U. voy hasta las cejas de encargos y en esta ocasión tenía poquísimo tiempo y era muy clara mi prioridad.
¿Que tal esa alergia?
Aaaahhhh! la alergia mejor, Pseudo, gracias.
ResponderEliminarPidimán y Chindasvinto... Qué extraña combinación. Apuesto por Pidimán
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