La delgada línea roja
Estos días Anniehall lo está pasando bastante mal por culpa de la alergia. Tiene alergia desde que tuvo a nuestros hijos. Además, cada año va a más. Duerme mal, no descansa, tose, estornuda, moquea... vamos, que está hecha una Ecce Homa!!
Hoy va a ir al médico a ver si le dan algunas drogas más fuertes o algo que la alivie y le haga descansar y la próxima semana tiene cita con el alergólogo a ver qué le dice.
Para ir al médico me ha pedido que si no la han atendido antes de las 16:30 que vaya yo a por los niños. A mi no me cuesta, pero me ha hecho pensar la base tan poco sólida sobre la que asentamos nuestra rutina. Vivimos sin salvavidas y cualquier mínimo cambio en la rutina diaria lo trastoca todo.
Por ejemplo, nosotros sólo tenemos un coche. Es el que utiliza Anniehall todos los días para ir a trabajar. Cuando le pasa algo al coche como tener que arreglar un golpe, cambiarle las ruedas, pasar alguna revisión... hace que tengamos que hacer una especie de twister con nuestras responsabilidades de manera que cualquier tarea fuera de las habituales supone que nos retorzamos teniendo que recuperar horas, pedir favores y apañarnos como podamos.
Hablando de la conciliación del trabajo y de la familia, nosotros los tenemos conciliados hasta que pasa algo. En ese momento se acaba la conciliación y empieza una pelea entre el trabajo y el resto de responsabilidades. Muchas veces esta pelea se da en la cabeza de Anniehall en lo que yo llamo 'centrifuguismo' porque se pone a dar vueltas en la cabeza como una lavadora centrifugando. Estas centrifugaciones además tienen la curiosa habilidad de venir en los momentos bajos. Por ejemplo cuando no puede dormir porque tiene mocos y tiene que ver como hace para ir a ver al médico y luego recuperar las horas lo que le hace dormir menos, lo que... (círculo vicioso).
Pero tampoco quería hablar de centrifuguismos porque a fin de cuentas todos tenemos cosas que se nos meten en la cabeza y no hay quién las saque. Por ejemplo, aquí dejo un vídeo para los más osados de los dibujos de Teo que regalan con El País. Aviso que eso se te queda en la cabeza y no sale ni a golpes. Además es una canción horrorosa, aunque aún es peor la de recapitulación que va al final del capítulo.
Hoy va a ir al médico a ver si le dan algunas drogas más fuertes o algo que la alivie y le haga descansar y la próxima semana tiene cita con el alergólogo a ver qué le dice.
Para ir al médico me ha pedido que si no la han atendido antes de las 16:30 que vaya yo a por los niños. A mi no me cuesta, pero me ha hecho pensar la base tan poco sólida sobre la que asentamos nuestra rutina. Vivimos sin salvavidas y cualquier mínimo cambio en la rutina diaria lo trastoca todo.
Por ejemplo, nosotros sólo tenemos un coche. Es el que utiliza Anniehall todos los días para ir a trabajar. Cuando le pasa algo al coche como tener que arreglar un golpe, cambiarle las ruedas, pasar alguna revisión... hace que tengamos que hacer una especie de twister con nuestras responsabilidades de manera que cualquier tarea fuera de las habituales supone que nos retorzamos teniendo que recuperar horas, pedir favores y apañarnos como podamos.
Hablando de la conciliación del trabajo y de la familia, nosotros los tenemos conciliados hasta que pasa algo. En ese momento se acaba la conciliación y empieza una pelea entre el trabajo y el resto de responsabilidades. Muchas veces esta pelea se da en la cabeza de Anniehall en lo que yo llamo 'centrifuguismo' porque se pone a dar vueltas en la cabeza como una lavadora centrifugando. Estas centrifugaciones además tienen la curiosa habilidad de venir en los momentos bajos. Por ejemplo cuando no puede dormir porque tiene mocos y tiene que ver como hace para ir a ver al médico y luego recuperar las horas lo que le hace dormir menos, lo que... (círculo vicioso).
Pero tampoco quería hablar de centrifuguismos porque a fin de cuentas todos tenemos cosas que se nos meten en la cabeza y no hay quién las saque. Por ejemplo, aquí dejo un vídeo para los más osados de los dibujos de Teo que regalan con El País. Aviso que eso se te queda en la cabeza y no sale ni a golpes. Además es una canción horrorosa, aunque aún es peor la de recapitulación que va al final del capítulo.
De lo que quería hablar (si no habéis abandonado después del vídeo) es de lo poco preparados que estamos para cualquier cosa, para afrontar imprevistos y no digamos ya catástrofes. Ese pensar que todo va a ser siempre igual es algo totalmente inconsciente porque además sabemos que no todo va a ser igual, que pasan cosas. Siempre pasan cosas, pero no las vemos hasta que nos dan de lleno y entonces no hay más remedio que hacer de tripas corazón y seguir para adelante. No sé, tampoco digo que tengamos que estar medio paranoicos esperando que nos invadan los ovnis o que todos los días llenemos una bañera por si a la vuelta no tenemos agua...
Como siempre me pasa cuando empiezo un post sin saber de qué voy a hablar al final me he liado. Para resumir diré que estoy contentísimo de que los únicos imprevistos que hayamos tenido hayan sido arreglar el coche o tener que ir al médico y que ojalá todos los que tengamos siempre sean así. Y que cuando nos vengan imprevistos de los otros... pues que seamos capaces de sobrellevarlos lo mejor posible. ¿O se puede hacer de otra manera? Yo no lo sé.
Como siempre me pasa cuando empiezo un post sin saber de qué voy a hablar al final me he liado. Para resumir diré que estoy contentísimo de que los únicos imprevistos que hayamos tenido hayan sido arreglar el coche o tener que ir al médico y que ojalá todos los que tengamos siempre sean así. Y que cuando nos vengan imprevistos de los otros... pues que seamos capaces de sobrellevarlos lo mejor posible. ¿O se puede hacer de otra manera? Yo no lo sé.
Ojalá.
ResponderEliminarYo pasado el susto inicial creo que reacciono bastante bien a los 'otros' imprevistos.
Yo creo que todos en general reaccionamos bastante bien a los imprevistos, lo que sucede es que nos descoloca porque como dices somos animales de rutina.
ResponderEliminarOtra cosa es ya la conciliación entre vida laboral y familiar. A esto suelo puedo decir: JA!
Annie, mejorate (te iba a recomendar un fármaco de donde trabajo...pero es dar muchas pistas...y hay mil)...
Yo con eso siempre discuto con Annie. Me flipan los padres que llevan a los niños al colegio/guardería estando francamente malos porque no tienen con quien dejarlos (esos de "le chuto el ibuprofeno una hora antes, le baja la fiebre y así entre que me llamen y llegue, pues no falto al trabajo"). Ya, ya sé que para mi es muy fácil decirlo teniendo a mi madre al lado, pero leches, es que es un imprevisto previsible, los niños se ponen malos.
ResponderEliminarEfectivamente, para ti es muy fácil decirlo. A veces no queda más remedio. Otra cosa es hacerlo por sistema.
ResponderEliminarEs que yo supongo que, igual que nosotros que no tenemos más familia en Madrid que mis cuñados, habrá mucha gente que no tenga de quién disponer cuando tenga un problema.
ResponderEliminarYo para eso pago a una señora todos los meses la mitad de mi sueldo, pero supongo que hay personas que no pueden permitírselo y a eso es a lo que iba. Que no tenemos plan B, que cualquier contratiempo nos lleva a tener que hacer piruetas para sobrellevarlo.
Jo, tío, no das tregua, vengo a comentar este y ya hay otro nuevo.
ResponderEliminarMe he negado, desde luego, a ver el vídeo de Teo. Pero hay en tu intersantísimo post dos líneas de pensamiento que diferencio.
Una, que no comento apenas es la de "estamos en manos del destino". Mira que hemos visto pelis, leído novelas, tenido experiencias propias o de gente cercana, por las que sabemos que la desgracia puede darse en cualquier momento. Pero no lo tenemos en cuenta. Y creo que hacemos muy bien. ¿Cómo se puede vivir de otra manera? Estadísticamente, aparte de la muerte de nuestros mayores y de algunos de nuestra edad, el porcentaje de los "golpeados" es pequeño. Y además la vida bulle y es fuerte. Por mi parte, línea de pensamiento cerrada: atormentarse por esas cosas es una enfermedad de la mente.
La segunda es de andar por casa: carecer de un colchón de seguridad. Dos hijos y padre y madre trabajando, y cuidando bien de ellos, y teniendo un poco de vida propia, significa tener asignados los minutos. Cualquier contratiempo es una ruptura de una rutina ajustada, andar de cabeza unos días. Y esos contratiempos sí son comunes. Basta que te llamen del colegio diciendo que a Ito le ha entrado mucha fiebre.
Es el precio de nuestro modo de vida, pero si lo pensamos bien, tampoco es un precio no asumible.
Y ahora me paso a lo social. A algo que pensamos poco pero está ahí. Hay grupos de personas en el mundo (cuantificados globalmente en 1.600 millones de personas) que tienen una rutina de supervivencia ajustada. Cualquier problema que afecte al precio de los alimentos básicos de supervivencia (incendio de campos de cereales en Rusia, subida de estos alimentos por tejemanejes en los mercados de futuro, subida del petróleo que conlleva subida de precio de todo) significa cruzar "esa delgada línea roja" que diferencia entre la supervivencia y el hambre: y llamo hambre a la falta persistente de comida que afecta al crecimiento, promueve enfermedades y paraliza el desarrollo de lo que llamamos inteligencia.
Y voy a dar un paso más. Es una experiencia que me contó Luichico de un congreso-evento en el que estuvo. No quiero polemizar sobre el Cambio Climático, sino contar hechos; así que si cres que la causa no fue el CC, sino otras razones, me parece bien: hablemos de los efectos de una causa no conocida.
A ese evento llevaron a 30 representantes de tribus y grupos humanos pequeños (representantes de decenas de miles de esos grupos). Vivían en zonas en las que el clima había cambiado ligeramente. Y vivían milenariamente de unos recursos muy justos, pero vivían en paz. Uno de ellos habló del ganado y otro de unos frutos secos. En ambos casos, durante el período que alcanzaba la memoria de los viejos, que habían oído contar historias a sus viejos padres y abuelos, esos pequeños ganados de cabras y esos frutos eran vitales. Bastó un desarreglo pequeño del clima, con largos periodos de sequía, para que los recursos bajaran al menos un 20%. Y unas cuantas cabras de menos, unas cuantas decenas de kilos de frutos de menos, significó la tragedia. La tribu, cerrada en ella misma, ya no los podía alimentar a todos.
En mi visión del mundo, tengo muy presente esa línea roja de los que no tienen supermercados y si no hay peras pues compramos manzanas.
Y aquí es donde sí podemos polemizar por el Sistema actual: me parece evidente que el sistema basado en negocios nunca se va a ocupar de esos 1.600 millones de personas (de hecho, en los tiempos de bonanza, cuando era una locomotora a toda máquina, ese enorme grupo de personas creció en lugar de disminuir). Y son un número de personas como para tomarse en serio el tema: no podemos excluirlas de nuestra voluntad política, ni creer que las donaciones de las grandes corporaciones (que rebajan sus impuestos) se acerca ni de lejos a un principio de solución.
Me parece muy bien traído, NáN. Tu siempre haces de pepito grillo y haces bien.
ResponderEliminarEs cierto que enfrentar mis problemas con los demás nos hace ver lo absurdo de los mismos y lo afortunados que somos.
Además, como dices, ese precario equilibrio nuestro no es entre la vida y la muerte. Yo solo quería manifestar esa inconsciencia en la que vivimos.